Escepticismo

Estilos de vida
Fuente: La Vanguardia



La eclosión de las paraciencias



¿Crece la credulidad? La crisis de los valores tradicionales y la búsqueda de nuevas seguridades ha hecho proliferar la oferta de toda clase de remedios que se resisten a la comprobación por el método científico

Anna dormía mal, se pasaba las noches intranquila buscando refugio en el extremo opuesto de la cama donde su marido hacía malabarismos para no caer. Podía haber cambiado de colchón pero, aconsejada por una amiga que lo había probado con resultados espectaculares, decidió recurrir a un radiestesista.

El radiestesista apareció con un aparato con el que, aseguraba, podía detectar las chimeneas cosmotelúricas, la red Hartmann de radiaciones terrestres y las corrientes subterráneas de agua. Así, que al cabo de pocos días, Anna fue a recoger el mapa de la habitación (cuyo original ilustra esta página) y el diagnóstico: debía cambiar la orientación de la cama.

Manolo, el marido, no creía en nada de todo aquello pero, a pesar de que la factura superaba los 200 euros y que en la nueva ubicación ya no cabían las dos mesillas del dormitorio recién comprado, pensó que había salido bien librado: la amiga consejera había tenido que comprar un aparato que le había costado 400 euros, y a otra le habían aconsejado cambiar de piso. Además, él era gallego y bien sabía que las brujas no existen, pero...

Sin embargo, los efectos fueron inmediatos: "Antes era como si me pasase la noche intentando escapar de algo -explicaba Anna a todo el mundo mostrando el plano-. Pero desde que cambiamos la cabecera de la cama comencé a dormir como un bebé". Y Manolo encantado, aunque todavía se esté preguntando cómo puede afectar la humedad subterránea en un noveno piso del Eixample barcelonés.

¿Hay más de lo que vemos?

Efecto placebo, pensaba con su propensión a la racionalidad y su apego al método científico. Pues para él la radiestesia formaba parte de lo que se ha dado en llamar paraciencias y que agrupa a todas aquellas creencias y remedios que se presentan como ciencias pero que se resisten a la comprobación por la ciencia oficial.

¿Un ejemplo? La red Hartmann, esa cuadrícula de radiaciones procedentes del centro de la tierra que recubre el planeta en forma de malla de 2 x 2,5 metros y cuyos cruces califican los geobiólogos como "puntos geopatógenos". Leucemia, esclerosis, Alzheimer, insomnio... son algunas de las secuelas que pueden ocasionar tener la cama mal orientada. La ciencia todavía no ha podido detectar tal red, pero a Anna la hipótesis le parece plausible. Ella está firmemente convencida de que más allá de lo que podemos ver y comprender de forma racional existe un mundo de fronteras insondables.

Y no está sola, pues a tenor de la variopinta oferta que publicitan los medios de comunicación, parece que en la era de la razón y de las tecnologías punta, un número creciente de personas se muestran dispuestas a creer en cosas asombrosas. Según un estudio de la Fundación Santa María, uno de cada tres jóvenes españoles cree en los sanadores espiritules, y uno de cada cinco en la posibilidad de comunicarse con el más allá. Además, casi la mitad está convencida de que la astrología es capaz de aventurar el futuro.

Lo más curioso es que frente a esta exuberancia de creencias alternativas, apenas surjan voces del mundo académico que las rebatan. Quizás sea a causa de lo que apuntó Isaac Asimov en La mente errabunda: "Muchos científicos vacilan en atacar los diversos géneros de insensateces que circulan por la sociedad actual por temor a hacer mal papel y parecer dogmáticos y de mente cerrada. Por ello, tienden a mantenerse callados frente a las fantasías astrológicas, los cuentos de hadas de las pirámides, los mitos como el triángulo de las Bermudas, la manía de los ovnis, el disparate creacionista y todo lo demás".

Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona, no es uno de ellos, pues ya hace años que ha decidido librar públicamente la batalla del escepticismo científico.

"Es sorprendente las cosas que podemos llegar a creer de forma totalmente acrítica", dice. Y cuando se le pregunta si el boom global de Harry Potter puede tener influencia en la proliferación de creencias mágicas, él apunta hacia otro lado: "Aparte de la ironía con la que está escrito -a la profesora de profecías no se la cree nadie-, los libros de Potter están dirigidos al público infantil, para el que la fantasía es necesaria. El problema son fenómenos como El código Da Vinci, gracias al cual los adultos acaban creyendo en la existencia de poderes ocultos".

Investigación crítica

Armentia es director ejecutivo del ARP (Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico), una asociación que, según sus estatutos, "impulsa el desarrollo del pensamiento crítico, la educación científica y el uso de la razón". Esta asociación promueve la investigación crítica de las afirmaciones paranormales y pseudocientíficas desde un punto de vista científico y racional, divulgando la información sobre los resultados de estas investigaciones entre la comunidad científica y el público en general.

Y en su página web (http://www. arp-sapc.org) dan su versión escéptica sobre temas tan dispares como la existencia de las caras de Bélmez, la combustión humana espontánea, el enigma de Nazca, la astrología, los platillos volantes y las personas abducidas por ellos, la homeopatía, la radiestesia o los fantasmas.

Tomemos el caso de los fantasmas y el espiritismo, tan de moda después del éxito de películas como Los otros. A medida que ha ido avanzando la comprensión racional y científica del cosmos, de la naturaleza y de nosotros mismos, muchas de las explicaciones sobrenaturales han ido retrocediendo y desapareciendo.

Investigadores de todas las ramas de la ciencia han estudiado y estudian las afirmaciones del ocultismo desde una perspectiva neutral y escéptica y su conclusión es que, en el caso concreto de los fantasmas, no hay ninguna prueba contundente de que existan. Y respecto a los supuestos médiums y a la práctica del espiritismo, son muchos los casos de fraudes y simples trucos de ilusionismo estudiados y documentados desde hace más de 150 años.

¿Por qué entonces seguimos creyendo en ellos? Nos lo explicaba Carlos J. ÁAvarez, profesor de Psicología Cognitiva de la Universidad de La Laguna, tras el estreno del filme "Los otros": "Muchas experiencias paranormales tienen su fundamento en la forma de funcionar de nuestra percepción, nuestra memoria y nuestros procesos cognitivos en general, además de en ciertas características de personalidad. Las ilusiones perceptivas y las alucinaciones son más comunes de lo que solemos pensar. Por otro lado, la influencia de nuestras creencias y expectativas en cómo percibimos el mundo, es innegable, aparte de ser un fenómeno investigado y bien establecido por la psicología. Si creemos en fantasmas, las posibilidades de ver uno son infinitamente mayores que si no creemos en ellos".

¿Dónde está el problema? Coinciden los científicos escépticos que una cosa es creer en los ovnis y otra muy distinta suicidarse porque piensas que te recogerá la cola de un cometa.

O ser un fan de la reflexología podal y otra intentar curar una enfermedad degenerativa.

Sin embargo, confiesa Anna, si en algún momento sufriese una enfermedad seria, ante la que la medicina oficial no disponga de tratamiento eficaz, ella estaría dispuesta a bucear en ese mundo alternativo en busca de remedio.

¿Debería estar preocupado Manolo?

La vanguardia. Manuel Diaz Prieto - 13/03/2005

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