Escepticismo y pensamiento crítico



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El Valor Terapéutico De La Oración
J. Armentia

Plegarias que ayudan a que personas salgan antes de la unidad de cuidados intensivos, o que logran que las técnicas de fertilización sean más efectivas... ¿verdad o imaginación?

En noviembre de 1999, la revista de noticias científicas inglesa New Scientist daba a conocer al gran público un análisis realizado por W.S. Harris y varios colaboradores con pacientes de unidades coronarias, publicado entonces en la revista Archives of Internal Medicine. Utilizando una muestra de unos mil pacientes, habían dividido a estos en dos grupos. Los pacientes del primero recibían la sorprendente ayuda de un grupo de oración que rezaba por ellos. Los del grupo de control no. Los resultados era realmente sorprendentes: los del primer grupo habían abandonado la unidad de cuidados intensivos el primer día en mayor número, tres veces más que los que del grupo de control. Por supuesto, la noticia se difundió ampliamente como constatación de que los rezos podrían ayudar a la mejora de los pacientes.

Numerosos expertos realizaron críticas acerca del método de investigación y evaluación empleado por Harris, que hacían que los resultados fueran achacables al azar. El psicólogo Nicholas Humphrey, en la revista Skeptical Inquirer , comprobó que podría haber un efecto de selección, de manera que los pacientes menos graves siempre eran asignados al grupo de oración. Así, era simplemente más probable que se curaran. Humphrey detectó incluso que algunos de los pacientes llegaban a curarse incluso antes de que nadie rezara por ellos. ¿Casualidad o mala intención?

A pesar de ello, este estudio suponía un espaldarazo a prácticas que, especialmente en un país con tanta influencia religiosa como es EEUU, ya se veían como algo conveniente. De hecho, en muchos hospitales existen "grupos de oración" que se reúnen para elevar plegarias por los pacientes que se van recibiendo. En octubre de 2001, aparecía la noticia de otro experimento sorprendente. El periódico New York Times informaba que investigadores del Centro Médico de la Universidad de Columbia en Nueva York habían descubierto que las mujeres que estaban siendo sometidas a tratamientos de fertilización in vitro podían duplicar sus esperanzas de quedar embarazadas si grupos cristianos de oración rezaban por ellas. El artículo, publicado en el Journal of Reproductive Medicine por Kwang Cha, Rogerio Lobo y Daniel Wirth, había utilizado casi doscientas pacientes de un centro de fertilidad en Seúl (Corea). La mitad de los pacientes recibían el apoyo de plegarias de grupos de oración cristiana que estaban en EEUU, Canadá y Australia. La otra mitad era usada como grupo de control, y no recibían plegarias. Aunque puede parecer chocante la gran distancia entre quienes hacían la oración y quienes recibían sus supuestos efectos, al fin y al cabo nadie puede pensar que una plegaria tenga un radio de acción determinado, como si fueran ondas electromagnéticas...

La acogida de la noticia disparó los mecanismos de alarma de las autoridades sanitarias estadounidenses, y del propio centro médico de la Universidad de Columbia, sobre todo tras la presión que los periodistas y muchos investigadores escépticos de tan sorprendente resultado estaban haciendo. En la revista Skeptical Inquirer de septiembre de 2004, Bruce L. Flamm, catedrático de obstetricia y ginecología en la Universidad de California, analiza cómo este esudio "milagroso" estaba realmente conformado como un peligroso fraude. Por un lado, la propia Universidad de Columbia había reconocido que el investigador principal, el Dr. Lobo, no había tenido conocimiento del experimento hasta medio año después de haberse hecho. Por otro, el tercer autor, Daniel Wirth, resultó ser una persona sin titulación que está procesada por diversos fraudes económicos. Para colmo, al revelarse que las pacientes nunca llegaron a saber que estaban siendo utilizadas en un estudio, los comités de deontología elaboraron también su queja. Finalmente, el análisis detallado del método de investigación mostró también que las conclusiones del mismo no eran más que una invención fraudulenta. La revista implicada reconoció el error el pasado mes de mayo, pero -como suele pasar- la noticia de que la prueba "científica" no era tal apenas tuvo eco en los medios de comunicación.



Una práctica muy relacionada con lo anterior sigue gozando de gran popularidad en EEUU, principalmente: se denomina toque terapéutico y suele ser practicado por enfermeros sobre los pacientes. En esencia, aunque hay diferentes métodos y escuelas contrapuestas, una persona coloca sus manos sobre un paciente, sin tocarle, mientras se concentra en la sanación del mismo y realiza movimientos específicos. Se suele afirmar que parte de la energía del practicante va hacia el paciente y ayuda en su curación. Como en el caso de las plegarias, algunos estudios publicados parecieron apoyar una mejora por encima de lo normal en algunos casos, pero un análisis más cuidadoso de los datos muestra que estos estudios se hacen con finalidad propagandística de estos métodos. Por otro lado, a menudo, simplemente por tener más tiempo cerca a un enfermero, el paciente se siente mejor acogido en el hospital, lo que posiblemente contribuya más a su mejoría que una imposición de manos.

Medicinas "Energéticas"
El aparente mecanismo que se suele invocar para el funcionamiento de estas pseudoterapias, especialmente del toque terapéutico, es una transmisión de energías específicas de un ser humano a otro. Aunque la terminología "energía" es un cajón de sastre para cualquier pseudociencia, lo cierto es que realmente debería ser todo lo contrario: la energía realiza trabajo, y es precisamente su medida y análisis la labor de la Física. Estos "campos energéticos", sin embargo, no resultan ser campos físicos. ¿Existen realmente? Un estudio publicado en 1998 en el JAMA (Journal of American Medical Association) por L. Rosa y colaboradores ponía de manifiesto que ni siquiera los expertos en TT pueden realmente saber si, en condiciones en que no pueden ver, hay bajo sus manos un paciente. Al menos 21 de ellos habían fallado.

La práctica del TT, que adquirió popularidad desde los años 70, llegando a ser "enseñada" en escuelas de enfermería, fue creada por la doctora en enfermería Dolores Krieger, de la Universidad de Nueva York, como una traducción de disciplinas orientales: para ella la palma de la mano funcionaría como un emisor que puede canalizar esos campos energéticos que los chinos denominan "chi", los indios "prana" o los japoneses "shin-ki". Está en la base de prácticas pseudomédicas como la acupuntura tradicional china o el cada vez más popular reiki. Sin embargo, nadie hasta la fecha ha encontrado jamás tales energías, lo que no impide seguir haciendo negocio con ellas. Los análisis que se han hecho sobre estas prácticas "energéticas" demuestran que los pretendidos efectos tienen un origen más mundano, y a veces simplemente el placebo.