REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


 

1961-2011, 50 ANIVERSARIO DE MI TRASLADO DE CÓRDOBA A ALBACETE, REGRESO AL DISTRITO UNIVERSITARIO DE MURCIA

 

CARMEN  AGULLÓ  VIVES

ESCRITORA Y ANDARIEGA

Cuaderno de CAVISUR

Nº 6

Albacete, 2011

 

 

Í N D I C E

 

  1. Anticipando un Centenario
  2. Viajes de estudios
  3. La cortesía del pintor
  4. Unas horas en Colonia
  5. El emigrado
  6. A su debido tiempo
  7. “Tradición y modernidad en la procesión ilicitana de las aleluyas”
  8. Otro amigo se va
  9. El epistolario de Santa Teresa
  10. Vivir de milagro
  11. Teresa y Sevilla
  12. Extremadura
  13. Al encuentro de Bernini
  14. Día Internacional de la Poesía
  15. Ávila de Santa Teresa
  16. Lecturas gratificantes
  17. La llamada
  18. La Navidad de las familias



 

1.    Anticipando un Centenario

 

          Alguien podrá pensar que, por mi inclinación a adelantar acontecimientos, pongo al amparo de Santa Teresa el Cuaderno nº 6, dado que en 2015 se cumplirán quinientos años de su nacimiento. Un quinto centenario es cosa seria y aunque no me haya motivado de modo especial esta circunstancia, no la desaprovecho. He de confesar que el quince-quince (así lo llamaba) fue una de las fechas que con más facilidad memoricé en el bachillerato aunque no fuera imprescindible dar cuenta de ella. El quince, “la niña bonita”, es número agradecido.

          ¿Qué puedo decir, en síntesis, de mis relaciones con la Santa de Ávila? Difícil tarea. 

           En primer lugar conviene establecer la motivación de esas relaciones ya que puede ser religiosa, literaria o ambas cosas a un tiempo.

          Estoy recordando ahora el caso, lo detallaré en otro artículo, de una joven que acudió a la obra de Santa Teresa por puro interés literario y terminó ingresando en el Convento de San José, primera fundación de la Reforma teresiana. Supongo que allí sigue si no ha muerto.

          Lo más singular, en lo que a mí concierne, es que acudí, adolescente, al Libro de la Vida, por avidez lectora, sin que mediara imposición académica alguna.

          Me veo en las noches de invierno, arrebujada en la cama, fascinada con la lectura de un libro de letra pequeña, muy deteriorado, era préstamo de la Biblioteca Municipal (ay, aquel viejo carnet, que parecía una cartilla de racionamiento, con sus cuadriculados casilleros en los que se reseñaba nº de registro, fecha de entrega, id. de devolución, y que terminaba hecho un asco cuando había que renovarlo).

          Una corriente de simpatía nacida tempranamente y aumentada a lo largo de toda la vida como discente, como docente y, ¿por qué no decirlo? por mi deseo de vivir y morir, como la Santa, hija de la Iglesia Católica. He comenzado a escribir este artículo, hoy, 1º de mayo de 2011, día de la Beatificación del Papa Juan Pablo II.

          Dicho lo cual, centraré mi comentario en mi relación con la escritora andariega, condición que nos une, salvando las distancias.

          Tenía el proyecto de este cuaderno antes de haber leído en TONOS 20, el interesante estudio de María José Pérez González “El rostro de Teresa de Jesús como escritora en EL LIBRO DE LA VIDA”.

Desde aquí recomiendo la lectura de un trabajo muy esclarecedor, con cuyas tesis estoy totalmente de acuerdo.

          Tengo predilección por el verso de Dámaso, en su soneto “Nuestra heredad”, “Teresa es pueblo y habla como un oro”, pero no puedo resistir a la tentación de transcribir un hermoso párrafo dedicado a la mística escritora por mi querido don Ángel[1]:

          “Santa Teresa es la escritora que vierte su alma en la obra; y de la belleza íntima de la “mariposica” de Las moradas irradia una literatura que pudiéramos llamar inconsciente. Contraste entre sentido práctico y místicos encumbramientos no es la figura barroca lacerada de voluptuosidad del mármol de Bernini[2], sino una mujer castellana que tiene por único paisaje el cielo. (….) Entre las flores abiertas de la primavera, entre las aguas claras que tanto amaba, y los perfumes y resplandores, sonaba, bajo el ropaje varonil de la monja andariega, la voz femenina más delicada de unas entrañas transverberadas de espiritual maternidad. Puede el comentador moderno recoger unas palabras emocionadas de Fray Luís de León:”Yo no conocí y vi a la madre Teresa de Jesús, mientras estuvo en la tierra; mas agora que vive en el cielo, la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros”.”

          Me emociona pensar que yo hago mías, quinientos años después del nacimiento de esta mujer, las palabras de Fray Luís. Porque me he nutrido de sus obras y he tenido la suerte de tener trato asiduo con las Carmelitas Descalzas de Albacete, hijas de Teresa en el siglo XXI, en Convento fundado en el XX, recién creada la Diócesis albaceteña que solo cuenta con algo más de cincuenta años. Y sorprende que en este Convento, solo un botón de muestra de la extensión en el tiempo y espacio de la Reforma teresiana, conviven, con las primeras llegadas del País Vasco, monjas de distintas edades venidas de otras partes de España (Murcia, Extremadura, Cuenca…) y hasta de Vietnam. Si conocieran a la hermana María Teresa quedarían prendados de ella como la Santa lo estaba de las primeras monjas que fueron poblando los “palomares” de Ávila, Medina del Campo, Valladolid, Toledo….Sevilla o Burgos. La hermana vietnamita aprendió el español desde el inglés y se empleó a fondo leyendo a San Juan de la Cruz en español, al que, según ella, entendía mejor, por lo metódico, que a “la Santa Madre” que se va por las ramas cuando escribe y cuesta más seguirla.

          Esto de “irse por las ramas” ya habrá observado el atento lector es uno de mis defectos, quizá se contagió mi estilo con tanto leer, releer y subrayar la manoseada edición de las Obras Completas de Santa Teresa[3], ejemplar de mi propiedad, no como aquella VIDA de la Biblioteca ilicitana que Dios sabe, y es magnífico que así sea, por cuantas manos había pasado cuando llegó a las mías. Ni idea tengo de la referencia editorial.

          Sabido es que en 1970 el Papa Pablo VI declaró Doctora de la Iglesia a Santa Teresa de Jesús. Entonces yo era Directora y catedrática en la Escuela de Magisterio de Albacete y aproveché la ocasión para interesar a los alumnos, no solo los de Literatura, en la figura de la Santa. Convoqué Concursos artísticos y, por lo que recuerdo, las artes plásticas tuvieron más éxito que la Literatura en cuanto a participantes. Hubo exposición de Murales y el primer premio fue para una obra de cierta envergadura: Con maderas viejas confeccionaron lo que podría ser la puerta de acceso a un convento, con rótulo artísticamente dibujado en pergamino, su llamador metálico y su pequeña rejilla elaborada minuciosamente con listoncitos de madera cruzados al bies. Aquello pesaba un quintal ¿dónde habrá ido a parar con los cambios de edificio de la Escuela? Los murales confeccionados con cartulina, creo que los devolví a los autores.

          El Centenario de la muerte de la Santa  en 1982, comenzó a prepararse en abril de 1980 con la edición de un Suplemento al Boletín Oficial del Obispado de Ávila. Fueron 29 números los publicados, los conservo todos, así como los 170 (este número tiene el último recibido, correspondiente a marzo-abril, 2011) de la Revista bimensual TERESA DE JESÚS fundada por los Carmelitas Descalzos en diciembre de 1982, una vez Clausurado el Centenario.

          Especial interés para mí tuvo el  número 5-6 de agosto-septiembre, 1980 dedicado a la poesía con textos de la propia Santa o dedicados a ella desde Cervantes a Carmen Conde pasando por Lope, Marquina, Unamuno, Machado,  los Murciano, y un largo etc. Lástima que la ilustre cartagenera no pueda ya participar en la conmemoración de este quinto  centenario.

 

 

 

Fragmento del poema de Carmen Conde con su firma

 

 

 

Ávila. Museo de Santa Teresa. Carmelitas Descalzos.

Reproducción digital de la talla original de Gregorio Fernández.

Realizada por “Artemisa”-Escultor: Stefan Ivanov

……………………..

 

          En el año académico 1981-82 yo había dejado ya la Dirección de la Escuela[4] y solo pude trabajar con mis alumnos de Literatura. Pero se me ocurrió un buen invento para interesarlos.

          Habitualmente, cuando en clase ordinaria trataba de la literatura mística, recomendaba que comenzaran a leer a Santa Teresa por el “Libro de las fundaciones”, por su amenidad, para que poco a poco se familiarizaran con la obra grande. Así que, aquel año, por lo del Centenario, propuse la formación de equipos de trabajo para que cada uno se dedicara a investigar las peripecias fundacionales de la monja andariega. Había dos posibilidades: contactar por correo con el Convento elegido o bien visitar el lugar y tener entrevistas con las monjas. Amistosamente se fueron creando los equipos y unos eligieron el sistema de comunicación a distancia, por la existente entre Albacete y Ávila, Salamanca o Medina del Campo, mientras que otros, previa visita al Convento de Albacete para informarse, consideraron más atractivo viajar a los lugares: estos fueron Villanueva de la Jara, Caravaca, Malagón y Beas de Segura. Mérito el de este último equipo que aprovechó unos días de las vacaciones navideñas para adentrarse entre sierras por la provincia de Jaén y llegar a Beas un día de fuerte nevada. Preciosos y meritorios los trabajos de aquellos estudiantes que seguían a la Santa, como Fray Luís, por sus escritos y sus hijas, las del siglo XX. Me pareció de justicia devolverlos a fin de curso pero algún duende, que intuyó lo bueno que sería dejarme un vestigio utilizable en el siglo XXI, escondió entre mis desordenados archivos de papeles, cintas de casete o de video, unas cintas grabadas que ahora salen a la luz.

          Primero recordé que en una carta don Mariano me había comentado algo sobre estos trabajos. Pronto la encontré. ¡Y qué carta! Una de las más hermosas que me escribió recordando lo que él llamaba la “edad dorada de nuestra provinciana Universidad”. Curiosamente, después de su habitual despedida y firma, añadió el P.S. que transcribo. La carta está fechada en Murcia el 18 de marzo del 83:

 

          “P.S. Llevado de la emoción de los recuerdos se me pasaba el comentar lo que he disfrutado con la audición de sus experiencias en clase (el jolgorio ambiental da la medida de lo bien que lo pasaban sus alumnos) y del reportaje sonoro en Villanueva de la Jara, donde, por cierto, se consideró (amablemente, por cierto) que la Literatura era una de las asignaturas duras en Magisterio de Albacete, y donde ni alumnos ni alumnas se atrevían a dar la edad de doña Carmen, por no saber a qué atenerse. ¿No es muy positivo?”

 

          Semejante texto me apremiaba a la búsqueda de tales grabaciones. Ello me llevó más tiempo pero ¡al fin!, dos cintas de casete, dos horas de grabación, con el rótulo “Villanueva de la Jara, curso 81-82”. No sé si son las originales o una copia, lo cierto es que, pese al paso del tiempo, su audición es perfecta y he podido transcribir las frases a que alude don Mariano. Hay un diálogo muy fluido entre las monjas y los alumnos en el locutorio del Convento. Ellos dan cuenta de las gestiones que llevan hechas ya con el Alcalde, el Cura y otras personas que les prometen material relacionado con las celebraciones habidas en el pueblo con motivo del cuarto centenario de la Fundación de Villanueva. Fue en 1580 y estaba aún reciente el recuerdo. Pero nada como leer el capítulo 28 del Libro de las Fundaciones, verdaderamente divertido con los comentarios de la Santa sobre la impresión que le causaron las buenas mujeres que la esperaban para someterse a su regla “…según estavan mal aliñadas, y casi todas tan flacas….(….) y como no sabían leer, estábanse muchas horas. Esto no lo rezavan  adonde de fuera las oyesen. Dios tomaría su intención y trabajo, que pocas verdades devían decir “. Agua ha llovido después de cuatrocientos años y las Descalzas de Villanueva, por sus risas, sus atinadas preguntas y respuestas, han superado con creces a sus primeras hermanas.

          Vayamos al fragmento de grabación que interesa:

“(Religiosa) ¿Qué asignatura es más fuerte?

(Alumnos) La Literatura, con Doña Carmen, (que lo va a oír)… Es una de las más fuertes.

(Religiosa) Pero lo estáis pasando muy bien. ¿Qué edad tiene la profesora?

(Alumnos). Ni idea. No lo sabemos.

(Religiosa) ¿Cincuenta?

(Alumnos) No sé, no sé. No tengo ni idea de los años que tiene.”

          Vaya intuición la de la monjita, rondando los cincuenta estaba yo en aquel tiempo.

          Y tiempo es de concluir. Más que justificado queda el propósito de dedicar el cuaderno nº 6 a la Santa y recordar, en este día de su beatificación, las últimas palabras de la hermosa Oración con que clausuraba el IV Centenario ante su tumba, en Alba de Tormes, Juan Pablo II:

          “¡Teresa de Jesús, que sigues viviendo en esta tierra de España!

          Te pido por todos sus pueblos.

          Haz que vivan la riqueza de sus valores culturales en espíritu de fraterna y solidaria comunicación.

          A ti que eres amiga de Dios y de los hombres, y con tus escrituras abres caminos de unidad, te encomiendo la unidad de la Iglesia y de la familia humana:

 entre los cristianos de diversas confesiones,

 entre miembros de diversas religiones,

entre hombres de diferentes culturas.

Que todos se sientan como tú los sentías. “Hijos de Dios y hermanos.”

 

Convento de Carmelitas Descalzas de Albacete. Vestíbulo y acceso al torno y locutorio. La iglesia. Tiene al fondo el Altar y, frente a este, la clausura a continuación de la pared donde hay un cuadro de la Santa. Sor Cecilia, que ya está en el cielo, era una gran pintora.

 

2.    Viajes de estudios

 

Un tanto eufemística la denominación “de estudios” aplicada tradicionalmente a los viajes colectivos de estudiantes con motivo del “paso del Ecuador”, del Fin del Bachillerato o de la Licenciatura, porque, de hecho, en más de una ocasión, se ha tratado de excursiones en toda regla para pasarlo bien. Me viene a la mente la entrañable doña Paquita, mi predecesora en la Dirección de la Escuela de Magisterio de Albacete. ¿Cómo no le he dedicado un artículo todavía como lo hice con mis queridas colegas de Córdoba, doña Inés, doña Jesusa y doña Julia? Doña Paquita daría mucho que escribir. Me limito ahora a una pincelada con relación al tema que nos ocupa. Como buena Profesora de Geografía e Historia, (se había formado en la prestigiosa Escuela Superior del Magisterio madrileña) siempre renegaba de los viajes de Fin de Carrera diciendo a las alumnas: “Viajáis como las maletas, sin enteraros de nada”.

He de tratar aquí de mi experiencia como profesora pues ni en el Bachillerato ni en la Universidad realicé viajes de este tipo. Creo recordar que en el Colegio de Elche se organizó un viaje a Madrid en el que no participé. En la Facultad el único viaje fue el de Almuñécar[5] por exigencias del Servicio Social, en el         que, sin ser objetivo esencial, algo conocimos de la ciudad de Granada.

En Córdoba, desde siempre, doña Jesusa era la encargada de organizar los viajes[6] y yo iba de acompañante de segunda clase. Ahora me viene a la mente una excursión que sí organicé bajo mi responsabilidad ¡y qué responsabilidad! con los alumnos, en abril de 1961, mi última primavera en Córdoba, al Castillo y pantano de Almodóvar del Río. Hay muestra gráfica y fecha, el 22, exactamente. Quizá fue para mí auténtico viaje de estudios pues descubría unos lugares de sobra conocidos por la mayoría de los estudiantes. Fue un viaje en tren de ida y vuelta en el día y cada cual se pagó su billete y se llevó de casa la merienda. Yo lo pasé en grande y los alumnos también debido a que les ofrecí la oportunidad de una convivencia entre chicos y chicas que en la Escuela no podía darse pues las clases, por motivo de espacio, se impartían por la mañana a los varones y por la tarde a la muchachas. Era época en que estaban separadas las Escuelas, masculina  y femenina, hasta tal punto  que mi cátedra era de la femenina y no di clase a alumnos, aunque echaba mano de los más listos para organizar los teatros. Una pequeña muestra de lo que se puede hacer en educación sin presupuesto estatal.

Pues no pueden imaginarse ustedes la que armó la Directora porque aquello se había hecho sin su previo conocimiento y permiso. Me disculpé ante ella argumentando que se trataba de una excursión de carácter particular por haber puesto en escena con éxito el auto de Calderón[7]. Doña Inés me quería y dio por zanjado el asunto. He aquí la muestra gráfica de la jornada:

 

          Castillo de Almodóvar. En el patio de armas con el guarda que nos permitió el acceso. Anduvimos por los torreones. Cerca del pantano, bailan el vito y me retratan con el cielo y el agua al fondo, aunque apenas se nota. Y yo con estos pelos….

 

          A mi llegada a Albacete supe que las alumnas del último curso tradicionalmente organizaban por su cuenta el viaje de Fin de Carrera y llevaban como “acompañante” a un profesor elegido por ellas mismas que se daba por satisfecho con ir “a gastos pagados” por las organizadoras. Ya se cuidaban en la elección de que fuera persona bondadosa dispuesta a renunciar a sus atributos de profesor-guía controlador.

          En cuanto me cayó encima la Dirección -y fue casi de inmediato a mi llegada- pensé que había que cambiar aquellos hábitos puesto que, a fin de cuentas, la Escuela era la responsable de lo que pudiera ocurrir desde la salida de Albacete a su regreso.

          Me río mirando atrás. Bien mirado, eran los primeros años de la década de los sesenta, inventé con años de adelanto, los viajes de Mayores, esos de la tercera edad. Me explico.

          Decidida a no soltar las riendas en excursiones organizadas por la Escuela y dispuesta a encabezarlas yo misma, lo primero que hice fue proponer a las alumnas -hablo de cuando todavía estaban separadas las Escuelas Masculina y Femenina, que con la fusión ya tenía sobrado trabajo y me olvidé de los viajes, ni recuerdo como siguió aquello funcionando sin mí- que invitaran a sus madres al viaje porque así ellas tenían oportunidad de conocer España y yo la de verme acompañada. Las chicas al principio se horrorizaron pues en aquello veían una especie de control policial. Pero todo marchó sobre ruedas.

          Como primer “experimento” organicé un Paso del Ecuador, ida y vuelta en el día, a Murcia y solo se unieron a las alumnas dos madres y una amiga mía con lo que las chicas comprobaron que no estaban vigiladas sino que yo formaba grupo con tres personas unidas al conjunto. Salimos muy temprano y el día dio mucho de sí. La primera visita a la Universidad, seguida de la Catedral, Trapería, Platería, y alrededores. Subimos a comer a la Fuensanta, era un día luminoso. Junto a las fotos de aquel incluyo una en el patio, del año 50 supongo, con mis compañeros de curso. Arriba, en el primer piso, como “profe”, años 60. ¿No es muy positivo, que diría don Mariano?

 

 

 

          Sentados los principios, durante dos o tres años me convertí en agencia de viajes para llevar a las alumnas, Fin de Carrera, por Andalucía, feudo muy conocido. No se lo van a creer pero hace pocos meses, cuarenta años después, me saludó un señor para mí desconocido. Era el chófer de la Empresa de Autocares que nos llevó en aquellos viajes. Yo contrataba con una señora el servicio de autobús y el resto iba de mi cuenta, ruta, alojamientos, visitas, etc.

          Pudo ser en el curso 62-63 o 63-64. Creo que nos acompañaron en aquella ocasión cuatro señoras, madres y tías, todas del mismo pueblo ¿Bienservida? Lo que quiero resaltar como acontecimiento importante es nuestra estancia en Córdoba que yo preparaba con tanto esmero. Avisados estaban en la Normal: una mañana iríamos al viejo caserón de San Felipe y allí esperaban los chicos de tercero para hacerse la foto en el patio, que tantos recuerdos me traía-y me trae-; quedamos para la tarde. Subiríamos a las Ermitas y los chicos, de pie en el pasillo del autobús, amenizaron con sus cantos el trayecto. No sé como no dio un vuelco en aquellas curvas. De regreso a Albacete, pasados unos días me dijo Carmina: “¿sabe que me escribe el cordobés que nos acompañó en la excursión?”. Tantas veces me dijo lo mismo que ¡se casaron! Por cierto, hace poco tiempo murió el marido dejando hijos,  nietos y esposa triste. Según me cuentan ha sido una familia ejemplar y feliz. Lástima que el padre no haya podido asistir a la boda de una hija que la ha celebrado con un paraguayo, a quien conoció en aquel país americano donde ella fue a trabajar.

          Con ese motivo he escrito unas coplillas para estar presente en Córdoba con mi palabra

 

COPLILLAS PARA UNA BODA

A Carmen Hidalgo de Lucena

Albacete, 21, febrero, 2011

 

Os salió una hija pájaro

que voló sobre los mares

y se encontró a un paraguayo

con quien ha de desposarse.

 

Misión de las madres es

dejar que vuelen los hijos

para poder conocer

cada uno su destino.

 

El domingo veintisiete

de febrero estáis de boda,

os mando mil parabienes

desde Albacete hasta Córdoba.

 

A San Rafael Arcángel,

Custodio de la ciudad,

pediré porque este enlace

os traiga alegría y paz.

 

Aunque sea en la distancia

por ahí daré una vuelta,

tierra que llevo en el alma

por su río, llano y sierra.

 

La Virgen de los Dolores,

la que está en el Camarín,

y el Cristo de los Faroles

a la boda han de acudir.

 

Y tu esposo desde el cielo

será invisible padrino

que acompañará al cortejo

en ese feliz domingo.      

 

         Termino con unas fotos del viaje, curso ¿62-63?, no sé si fue ese año pero sí que en la foto de la Normal está el alumno Lucena

            Sigue una foto reciente de Córdoba que me ha mandado Carmen Liso Andreu esta primavera. ¡Cómo lucen los colores! Hasta se huele la reja.

Albacete, mayo, 2011

 

Apéndice teresiano.

 

          La relectura del precedente artículo me ha hecho recordar las andanzas por tierras andaluzas de la Santa, en particular su viaje a Sevilla y el paso inevitable por Córdoba. También yo proyectaba lo viajes vía Jaén, Córdoba, Sevilla, Málaga, Granada.

          En una clase sobre Santa Teresa impartida el 17 de abril de 1985[8] en Albacete, decía yo que no le perdonaba a Víctor García de la Concha, responsable del guión de la Serie de Televisión Española, “Teresa de Jesús”, el no haber aprovechado el pasaje relatado en el capítulo 24 del “Libro de la Fundaciones” con las peripecias del viaje a Sevilla y su paso por Córdoba. Yo es que estoy viendo la película según leo a la Santa. “…nos acaeció otra cosa que nos puso en un poco de aprieto, pasando por un barco a Guadelqueví: que al tiempo del pasar los carros no era posible por donde estava la maroma, sino que havían de torcer el río, aunque algo ayudava la maroma torciéndola también. Mas acertó a que la dejasen los que la tenían -u no sé cómo fue- que la barca iva sin maroma ni remos con el carro. El barquero me hacía mucha más lástima verle tan fatigado, que no el peligro. Nosotras a rezar. Todos voces grandes”. Y no digamos con lo de la llegada a Córdoba y la dificultad de pasar los carros por el puente romano hasta el Campo de la Verdad donde estaba la Iglesia. “Ya que ívamos a pasar, no havía licencia para pasar por allí carros, que la ha de dar el corregidor. De aquí a que se trajo

pasaron más de dos horas, por no estar levantados, y mucha gente que se llegava a procurar saber quién iva allí. (….) Cuando ya vino la licencia, no cabían los carros por la puerta de la puente; fue menester aserrarlos -u no sé qué-, en que se pasó otro rato…”[9] “la iglesia…estava llena de gente, porque era la vocación del Espíritu Santo-lo que no havíamos sabido- y havía gran fiesta y sermón”…más arriba había escrito  “Dímonos mucha priesa por llegar de mañana a Córdova para oír misa sin que nos viese nadie”. “…a mi parecer era mejor irnos sin oír misa que entrar entre tanta baraúnda. Al padre Julián de Ávila no le pareció”. En resumen, que se quedaron.

          Dejemos las Fundaciones y vayamos al Epistolario donde viene bien, ya que terminamos con las coplillas para una boda, comprobar que entre los muchos temas que Teresa trata en sus cartas con deudos y amigos, uno muy recurrente es el de interesarse por los casamientos. Me ha sorprendido en particular una carta dirigida a don Teutonio de Braganza[10], en Evora, Ávila, 16,enero,1578, en la que dice: “Del buen suceso de mi señora la marquesa de Elche me he alegrado mucho, que me trajo con harta pena y cuidado aquel negocio hasta que supe era concluido tan bien. Sea Dios alabado” En nota al pie señala Tomás Álvarez: “Marquesa de Elche, Dª Juana de Braganza, viuda de Don Bernardino de Cárdenas. El buen suceso es probablemente el casamiento de la hija de la Marquesa” y en esta nota remite a otra carta fechada en Ávila, marzo, 1578, a don Luís de Cepeda en Torrijos, en la que lamenta “la muerte de esta señora. Poco había que había escrito al señor don Teutonio dándole el parabién del buen suceso del desposorio, en respuesta a otra suya, que le debo mucho. Grandes trabajos ven estos señores.” En efecto, si nos atenemos a las fechas de estas cartas, la pobre hija de la marquesa murió a los pocos meses de su casamiento. El anotador comenta. “Estos señores: Don Teutonio y familia; alude a sus grandes trabajos, porque también Dª Juana había enviudado joven”.

          Intuirá el lector que mi interés por estos sucesos se centra en el Marquesado de Elche. Ver a Santa Teresa citar a mi pueblo me ha llenado de satisfacción. He investigado sobre el tema y encuentro un artículo esclarecedor cuyos datos complementan la alusión teresiana a la Marquesa de Elche[11]. Se escribe en este artículo acerca de ”don Bernardino de Cárdenas y de Portugal, nacido en Torrijos en 1553, hijo de don Bernardino de Cárdenas y Velasco y de doña Juana de Portugal, hija del poderoso duque de Braganza, emparentado con la familia real lusa”. Y aunque esto no lo dice Garrido-Valls, añado yo “y hermano de la infortunada muerta, al poco de casarse”. Y debe ser cosa de familia porque Garrido confirma que el padre “murió en Elx, “estando ocupado en limpiar la Albufera que hay entre la villa de Elche y el mar”. O sea que vivía en Elx y que parece ser le preocupaba el estado del marjal marítimo cuando le sorprendió la muerte en 1557, aunque otras fuentes indican que murió en Torrijos.” A Torrijos escribe la Santa veinte años después lamentando la muerte de la joven casada. Su madre ya llevaba viuda todo ese tiempo.

          Puesta a dejar libre a la loca de la casa, pienso que Santa Teresa pudo ser invitada por la Marquesa a visitar Elche e incluso solicitar que fundara Convento de Descalzas como lo había pedido don Teutonio para Portugal. No pudo ser en Portugal y Elche ha tenido que esperar al siglo XX para que se fundara casa de Carmelitas Descalzas, donde ha profesado por cierto una joven, nieta de Rafael, primo de mis primos, que en Santa Pola me enseña fotos de la nieta, preciosa criatura. 

 

Concluido el 10 de mayo, 2011, festividad de San Juan de Ávila, gran escritor, que nació en Almodóvar del Campo, se le llamó el apóstol de Andalucía donde residió mucho tiempo, en Montilla de Córdoba y otros lugares. La Santa lo tuvo por muy letrado y le mandó el libro de su vida para que diera su dictamen que fue favorable.

 

 

3.    La cortesía del pintor

 

       Un veintisiete de abril del año 1931 me trajo mi madre al mundo con la ayuda de la señora Rosario, afamada matrona ilicitana, que, según cuentan las crónicas, al darme el azote reglamentario exclamó ¡vaya chica! No hay noticias de que me pesaran, lo debió decir a cálculo.

          Calcule el lector mi edad hoy, 28 de abril, 2011. Da pánico.

          Y es el caso que hoy mismo en el supermercado al que suelo acudir (en el cual llevan recomendando varios días que los clientes lleven bolsas de su casa por aquello de la ecología), cuando me iban a entregar la mercancía he mostrado a la cajera abierta mi bolsa de tela para que comprobara que estaba vacía. El señor que me precedía, antes de marcharse me mira y dice: “Señora, con esa cara, ¿quién va a sospechar que ha robado usted algo?”. Inesperado y halagador piropo de cumpleaños.

          Tal suceso me obliga a no demorar la redacción de este artículo, que también va de cortesías según se anuncia, y es hoy moneda de escasa circulación.

          Hace meses, quizá un año, que se han producido, a intervalos, pequeños accidentes domésticos en mi piso por escapes de agua del piso superior. Reparación, pintura y…vuelta a empezar en otra dependencia, siempre en los cuartos de baño. Cuando repararon la primera avería comprobé que el pintor, muy buen profesional por cierto, dejó olvidada en casa una de las alfombrillas que traía para cubrir suelos y paredes. La guardé en la terraza hasta ver cómo podría devolverla. Segunda avería, distinto pintor. No dije nada.

          A la tercera, la vencida. En cuanto lo vi entrar en casa lo reconocí. Era bajito, muy ágil manejando sus útiles y tenía una voz inconfundible, muy personal, creo que de tenor.

          Hizo el hombre su trabajo y, cuando estaba recogiendo, le mostré la alfombrilla asegurando que la había olvidado tiempo atrás. El señor no daba crédito a sus ojos. –“Pero, señora, Dios es grande, ¿cómo ha podido usted reconocerme después de tanto tiempo? Si hasta me he dejado barba y entonces no la tenía.” Dios es grande, Dios es grande, repetía asombrado de mi memoria. Le tuve que explicar que, aunque peinaba canas, tenía buena memoria, era gran fisonomista, y tenía el cerebro muy activo siempre escribiendo y leyendo.

          Él, entonces, se vio obligado a contarme algún hecho de su vida en el que se había producido un imprevisto encuentro. “Como le digo, yo soy de Hellín, ¿sabe? Y una vez fui a los Picos de Europa, imagine, los Picos de Europa, y allí, en un restaurante me encontré trabajando a un chico de mi pueblo con el que había ido a la escuela y hacía un montón de años que nada sabía de él, ¡en los Picos de Europa!”

          También le conté yo algunos casos de mis viajes por el mundo y no siguió la conversación porque iba apurado de tiempo a otra casa a seguir trabajando.

          El ascensor de mi casa tiene una puerta muy mala sombra, de esas que hay que mantener con la mano o apuntalar con bultos cuando hay que introducir paquetes, amén de personas.

          Tuve la atención de mantener la puerta para que el pintor introdujera sus bártulos que no eran pocos. El hombre entonces, hizo una inclinación de cabeza, me besó la mano y dijo: “Señora, que Dios le de salud y le conserve la memoria”.

          Merecía un artículo el inusitado gesto del pintor.

          Y como inevitable apéndice, por el recuerdo que me ha traído, la transcripción de otro texto, publicado en libro, y dedicado también al amplio gremio de la construcción. Trata de…

 

Albañiles  siglo  XXI[12]

 

 

          En los textos literarios, en prosa o verso, de los que tengo memoria, escritos a mediados del siglo XX, el tema de los albañiles ha sido tratado, desde el realismo social, como el de seres explotados, de vida infrahumana, sometidos a las inclemencias del tiempo, excesivo calor en verano y frío glacial en invierno, embrutecidos, la hez de la sociedad.

          No sé si reflejaron, en su momento, una realidad tan sórdida; nunca pude constatarlo;   recuerdo obras realizadas en fincas propiedad de mis padres hacia los años sesenta y los albañiles -con los que mi madre, casi arquitecto, estaba en constante comunicación- eran gentes de aspecto saludable, bien nutridos, casi todos vivían en el campo porque eran agricultores y se habían dedicado a la construcción por decisión propia, como algo más ventajoso.

          De lo que puedo dar fe reciente es de la relación muy directa mantenida por mí con los profesionales de este ramo. Me gustaría romper con clichés envejecidos.

          Casi sucesivas han sido las visitas de albañiles a casa, primero por urgente reparación en conducciones de agua comunes en la finca y después por haber contratado yo una reforma en el cuarto de baño. Quiero decir con esto que el primer albañil me fue impuesto por la empresa aseguradora del edificio.

Localizada y reparada por el fontanero la avería, tuve que esperar cierto tiempo hasta que se presentó el albañil en mi vivienda.

          El primer encuentro digno de ser relatado: Señora, tendrá usted que disculparme, le voy a dar un tremendo disgusto, lo siento muchísimo, de verdad  -vestía camisa a cuadros de colores vistosos, nariz aguileña, pelo rizado en bucles que le caían sobre la frente, grandes ojos azules, hablaba atropelladamente, le faltaba una guitarra eléctrica en la mano y me tenía en vilo con lo del tremendo disgusto- ... pero es que hoy no vengo a hacer la reparación porque es mi cumpleaños y tengo que celebrarlo; el martes no le falto.. y quedó a la espera de mi reacción. Como le dije que no se preocupara, el hombre respiró aliviado. Realizó su trabajo y se despidió con un es usted una señora muy interesante, ya me he dado cuenta, cuando vine con tantos nervios me tranquilizó, es lo que dice mi madre, que me quiere ver feliz y que no me tome las cosas con tanto calor, igual que usted, que no vale la pena apurarse, pero hay otras señoras que dan quejas de mí a la empresa y si no fuera porque estoy con ellos tres años y me conocen, lo hubiera pasado mal.....

          Al despedirlo seguí pensando que lo suyo era la guitarra, veinte y doce años cumplo.... ¿usted? Imagino que andará por los setenta pero solo aparenta sesenta. Le agradecí el cumplido.

          Llegó mi segundo albañil, oficial de primera, el mejor que tengo en la empresa, pero no alabe mucho su trabajo que ya me cobra bastante, quedará usted contenta con él, es una filigrana de muchacho.

          Vestía con pantalón vaquero, camiseta gris y cazadora de ante azul marino, barbilampiño, con gafas de intelectual, universitario de Boston, elegancia natural ¿dónde puedo cambiarme de ropa?, todo lo ha preparado usted muy bien, ya verá como molestaré poco, necesito espacio para distribuir los materiales, sí, el pasillo me vale, me gusta consultar para que todo quede ajustado, aquí dejo cinco centímetros.... tiene usted razón, mejor siete, a mí tampoco me gustan mucho las mamparas, este tabique queda bien, es un cuarto de baño sencillo, práctico y elegante... no, albañil de interiores no soy, uno hace lo que le sale, es que llevo el oficio aprendido de mi padre y me gusta, disfruto trabajando, mi padre ya está jubilado, es filatélico, tiene miles de sellos de todo el mundo, le falta uno de Franco de Canarias que vale un millón... mi novia es profesora de inglés, está en Alcázar de San Juan y yo la tengo que asesorar porque ha tomado un piso y no le saben arreglar bien la cocina... es que hay gente más torpe por ahí ... mañana, a la hora en punto, como siempre, prefiero terminar antes de lo previsto que retrasarme.....

          Le dije que sentía que se marchara y era cierto. A mi madre le contaban sus albañiles que, cuando entraban en una casa para realizar una reforma, eran recibidos con alborozo, pero después casi a escobazos los despedían. 

          Lo que va del XX al XXI. Es mi experiencia personal. Aunque he de reconocer que he sido afortunada pues gente afín al gremio, fontanero, pintor, electricista, me aseguran que Antonio es una filigrana de muchacho, único, y no crea usted, ese gana más que un profesor, sale cada mes por las quinientas o seiscientas mil pesetas. Traduzco a euros y son unos tres mil o más. Chapeau por Antonio y me alegro.    

                              Albacete, 18, marzo, 2003

 

 

4.    Unas horas en Colonia

 

I

Dediqué un artículo a mi primer viaje a Alemania[13] y ya en él apuntaba mi asombro al escuchar el tañido de las campanas en Colonia.

De hecho solo estuvimos unas horas en Colonia, desde la llegada a su aeropuerto a medio día hasta que, anocheciendo, nos marchamos a Bonn donde estaba previsto el primer alojamiento hasta la partida a Bottrop para impartir el cursillo.

De España llegamos tres o cuatro profesores y nos esperaban un maestro y el inspector que coordinaba el curso, ambos residentes en la República Federal, hablo de marzo de 1975.

Nuestros anfitriones nos aliviaron del equipaje, que depositaron en sus vehículos -también fue la primera vez que me permití el lujo de viajar en un Mercedes imponente, a cargo de la organización- y se dispusieron a darnos un paseo por el centro de la ciudad, supongo que la Catedral y su entorno están en el centro. Visitamos el templo y vimos, solo desde fuera, no daba tiempo a más, un gran Museo de fachada muy moderna que contrastaba con el gótico de la Catedral. Es curioso porque el Museo está a nivel inferior y parece que históricamente siempre consideramos lo más antiguo en estratos inferiores puesto que las culturas se superponen. Estoy pensando en Córdoba donde lo romano queda en muchos lugares en el subsuelo, lo visigodo ya aflora, abrumado por lo árabe que convive al mismo nivel con lo cristiano posterior a la Reconquista.[14] En Internet he encontrado una foto que parece realizada en el mismo lugar en el que estuve contemplando Catedral y Museo. Resulta armónico el contraste de arquitecturas. Y es evidente que el gótico, de no ocurrir un cataclismo, se mantiene a la vista en toda Europa apuntando al cielo.

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Römisch-Germanisches Museum

Roncalliplatz 4
50667 Köln

          Es una bendición que los pueblos conserven con amor los vestigios materiales de su historia, aunque lo más importante es la historia de los hombres, nuestra historia personal, la vida derramada.

La Catedral vista de frente.

Y, de repente, me veo en aquel lugar contemplando el ir y venir de las gentes, daba la sensación de que las calles estaban muy animadas, un grupo de curiosos, al que me uní separándome algo de mis colegas, rodeaba a un charlatán que intentaba vender un minúsculo artilugio que servía para enhebrar las agujas a la primera, repetía una y otra vez la operación sin que le fallara. Me sentí en casa, en la plaza del mercado los sábados cuando el famoso Ramonet desde lo alto de su camión, siempre aparcado en la puerta de mi Colegio, con su incontenible verborrea, endosaba mantas a diestro y siniestro. ¡Qué contraste! El camión, las abultadas mantas, a rayas, de cuadros, el gordo Ramonet y el alemán alto y delgado ofreciendo un casi imperceptible alambre. Y sin embargo, la misma función. Hace ¡36 años! Y lo estoy viendo.

Menos mal que me reencontré con los españoles porque ¿qué iba a ser de mí perdida en las calles de Colonia sin saber alemán? De hecho, a la vuelta de una esquina se nos acercó hablando perfecto español un señor que conocía a nuestros anfitriones. La de abrazos y saludos, por la sorpresa. Era un capellán de emigrantes españoles que pasaba por allí casualmente. No diré lo del pañuelo.

Sí que entramos todos en un bar a tomar un refrigerio antes de marcharnos y recuerdo perfectamente, en una mesa pegada a un rincón, sentado un hombre con el pelo alborotado, ambas manos apoyadas en la mesa, una enorme jarra vacía, una mirada perdida, una soledad. Sentí alivio al salir y escuchar de nuevo el sonido de las campanas.

Han tenido que pasar más de veinte años para que yo vuelva a Colonia, esta vez en viaje imaginario, pero cuyo relato es imprescindible para justificar mi insensata decisión de aprender alemán, uno de mis fracasos. Aconsejada por el yerno de Amalia, profesor de esta lengua en la Escuela de Idiomas de Albacete, me compré el Diccionario Klett en dos tomos, edición de 1996, y una abultada Gramática de la que no puedo dar referencia porque se la presté a una antigua alumna cuyo hijo estudiaba alemán y, como suele suceder en tales casos, nunca más supe de tal libro. Tampoco me preocupó mucho pues lo hice cuando ya había desistido de mi intento. Conservo, eso sí, un ejemplar de DIE WELT, Sonntag, 28. März 1999, porque el profesor me aconsejó que comenzara traduciendo, de los periódicos, los anuncios y artículos breves para acostumbrarme al manejo del diccionario. Practiqué algo y seguía ilusionada pero he aquí -ay, los viajes- que en un tren, que me llevaba a Castellón para seguir después a Benicásim, mi vecino de asiento resultó ser un austriaco muy agradable, con ganas de conversación. Le dije que estaba intentando aprender su lengua y, con gran calor, me hizo abandonar el proyecto. Que era una lengua muy difícil y que, si haber aprendido él español era natural y gratificante, el caso inverso era disparatado, que dedicara ese tiempo a otras cosas. Como lo cuento, me convenció.

Sabrá el lector por qué quise dedicar el final del siglo XX a estudiar alemán si sigue leyendo.

 

 

I I

 

El viaje imaginario a Colonia he de situarlo en la primavera del año 2000, cifra redonda.

El objetivo único era visitar los lugares relacionados con Edith Stein, canonizada por Juan Pablo II en San Pedro de Roma el 11 de octubre de 1998 con el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz, y proclamada por el mismo Papa copatrona de Europa el 1 de octubre de 1999.  Ese mismo año había yo adquirido un ejemplar de sus Obras[15] y su lectura me había fascinado hasta el punto de tener la peregrina idea de aprender alemán para leer sus obras completas en el idioma originario. Prueba de ello es que el ejemplar que conservo de DIE WELT es de ese mismo año. Abandonado el extravagante proyecto quiero suplirlo con ese posible, aunque no realizado, viaje.

Si alguna mujer, excepción hecha de Santa Teresa a quien se aplicó el adjetivo en su tiempo, merece con todo derecho el título de “escritora  y andariega” dado a este Cuaderno -y que me he permitido acapararlo yo misma en tono menor- no cabe duda que es la judía conversa martirizada en Auschwitz.

Intelectual de gran categoría, discípula de Husserl, buscadora de la verdad con pasión, ha dejado una considerable obra escrita publicada, con lo que su condición de escritora queda fuera de dudas.

Considero su “andar por el mundo” en un doble sentido, el real de haberse desplazado por distintos lugares de la geografía, y el metafórico pues su vida siguió un itinerario espiritual, por su inquietante búsqueda de la verdad, que la llevó a la conversión al catolicismo vivido con autenticidad hasta su muerte.

Este doble itinerario lo resumo en tres etapas diferenciadas: 1) Trayectoria intelectual hasta la conversión. 2) Desde su bautismo a la entrada en la Orden del Carmelo Teresiano. 3) Vida en el Carmelo hasta el trágico final.

1) En su ciudad natal, Breslau, cursa bachillerato e ingresa en la Universidad, en 1913 se traslada a Göttingen, siempre en busca de nuevos horizontes, en Freiburg (1916) superó el Doctorado “cum Laude” y estuvo dos años como ayudante científica del maestro Husserl quien la recomendó para Cátedra de Universidad cosa que no llegó a conseguir. Vuelve a Breslau, a Göttingen, por poco tiempo y realiza un viaje determinante a Bergzabern (en el Palatinado) a casa del matrimonio de filósofos Conrad-Martius, también discípulos de Husserl. En el verano de 1921, en casa de estos amigos, lee la VIDA de Santa Teresa, obra que la impresiona de tal modo que el 1 de enero de 1922 recibió el bautismo en la Iglesia Católica. En varias ocasiones confesó que, desde aquel día, pensaba ingresar en el Carmelo en el momento oportuno.

2)    Once años de actividad docente e investigadora la llevarán a Speyer donde imparte clases en el Monasterio e internado de Dominicas de Santa Magdalena, a Beuron, a Münster como Profesora en el Instituto alemán de Pedagogía Científica. Durante este periodo es solicitada por distintas Asociaciones católicas para impartir Conferencias, traduce al alemán obras de Santo Tomás de Aquino y las Cartas y Diarios del Cardenal Newman. Trabaja incansablemente.

3)       El 14 de octubre de 1933 ingresa en el Carmelo de Colonia donde permanecerá hasta 1938. El 21 de abril hace su Profesión solemne y el 31 de diciembre, por motivos de seguridad, se traslada al Carmelo de Echt (Holanda) donde será detenida, con su hermana Rosa el 2 de agosto de 1942 y trasladada a Auschwitz donde reciben ambas el martirio el día 9. Edith confortaba a su hermana en el camino porque iban a morir por su pueblo. Estaba preparada para ello pues en su Profesión había elegido el sobrenombre de la Cruz y sobre ese misterio estuvo ahondando en Colonia especialmente. Creo que los cinco años que estuvo en Colonia debieron ser los más felices y fecundos. Por esta razón me imagino visitando el Convento Carmelita de Colonia, conversando con las monjas, teniendo acceso a los rincones en que ella estuvo meditando, “rezando por todo el mundo”…. Y también visitar el estadio de fútbol donde fue beatificada el 1º de mayo de 1987. Ese mismo año María Amata Neyer publica un libro del que, afortunadamente, se hizo edición en español, y me ha servido para seleccionar una serie de ilustraciones, a modo de “visita virtual”, para mi propio deleite y el de quienes quieran acompañarme [16]

 Arriba: 1 Con un grupo de alumnas de Santa Magdalena.2 Foto hecha en Breslau (1926) para una maestra de Speyer.

Abajo: 1 La señora Martius-Conrad trabajando en su huerto. Por la noche se filosofaba. 2 Ejemplar de la VIDA de Santa Teresa que leyó Edith. La Santa de Ávila sigue viva en sus libros y sus hijas que la imitan en santidad y sabiduría. Santa Teresa Benedicta de la Cruz, copatrona de Europa, contemporánea nuestra, ruega por nosotros.

 

 

 

 

 

 

Arriba: Convento de Colonia-Linderthal, Carmelo reconstruido, por tercera vez, en 1899, donde ingresó Edith Stein.

Abajo: 1. El coro de la clausura donde rezaba el oficio divino con las otras monjas y hacía sus horas de oración personal. Escribió a un amigo judío:”La entrada en el Carmelo no es una pérdida de los suyos; más exacto sería hablar de una ganancia ya que nuestra vocación se cifra en orar al Señor por todos.” 2. Antes de abandonar Colonia el médico de las Carmelitas, que conduciría en su coche particular a Edith a Holanda, la llevó a la primitiva iglesia carmelita “Santa María de la Paz”, en el casco antiguo de la ciudad, para rezar por última vez ante la imagen de la Reina de la Paz. Interior de esta iglesia antes de ser destruida en la segunda guerra mundial.

 

Arriba: 1 En el jardín del convento el día de su profesión. 2 Fotografía que se hizo Edith para el pasaporte cuando marchó a Holanda.

Abajo: Manuscrito de la profesión solemne fechada el 21 de abril de 1938.

Recordatorio de la profesión solemne

 

 

5.    El emigrado                                   Albacete, 20, mayo, 2011

 

          Lo conocí en el Congreso de AEPE en Zaragoza, julio, 1999. Más bien diría que, finalizado el Congreso, cuando estuvimos esperando en la Estación de Renfe la salida de nuestros respectivos trenes. Hubo tiempo sobrado para charlar.

          Me hice de Roald Volmer el siguiente retrato interior. Es el típico profesor que acude a los Congresos a título personal sin haber hecho planes con otros colegas, los cuales forman los grupos pequeños que siempre aparecen unidos, y se encuentra algo perdido y solitario entre la masa bien por timidez o por no encontrar “hueco” en que colocarse.

          Lo apunté en mi lista para felicitar la Navidad.

          Nos volvimos a ver en Almería, año 2000, y ya estuve más atenta a comunicar con él pues contestó desde Suecia a mi Villancico 1999.

          Me prometió crear melodías para mis textos poéticos. He encontrado una foto en la que aparece, de perfil, cuando, desde Zaragoza hicimos una excursión y nos detuvimos en el castillo de Loarre (Huesca)

Arriba: Ante el Cartel del Congreso y en la cena de Clausura.

Abajo: Entrada principal al Castillo. Volmer con gafas.

Después de 2000 ya no volvió a los Congresos de AEPE pero seguimos escribiéndonos y me daba noticias de su vida, su familia, un traslado de casa muy divertido -estaba tan llena de cajones y paquetes la vivienda que no se podían ni mover para ir desempaquetando- acompañado del comentario: “y pensar que salí de Estonia, sin más equipaje que un plato y un cubierto”.

Mi amigo nació en Estonia en 1929 y huyó de su tierra tras la Segunda Guerra Mundial. Nada menos que llegó a Argentina donde pasó el tiempo suficiente para aprender español y defenderse con la música. Volvió a Europa y logró establecerse en Suecia donde sigue hasta ahora.

En sus cartas me decía que lamentaba no volver a los Congresos que le daban la oportunidad de practicar el español pero, por motivos económicos, era más rentable viajar a otros lugares con su esposa. Por ejemplo, en 2005 estuvieron en “Amalfi y Ravello, en el sur de Italia. También hemos visto Capri, Pompeji, Salerno y Napoli, que es muy sucia y desordenada, mientras que los otros sitios se destacaban por mucha belleza de una naturaleza a menudo salvaje. Esta región pertenecía antes a España y me parece que vale la pena visitarla. También estuve con mis dos hijos grandes en mi vieja patria, donde daba una demostración pública de mis obras (música y poemas) en la capital Tallinn”.  Con esta carta venía una postal de su “vieja patria” con una nota enternecedora al dorso

Arriba: Ruinas del monasterio de Santa Birgitta, siglo XV. Dice Roald “Es donde jugué y viví en 1940-41. Hasta solía correr allí arriba. El hecho de que vivo todavía será un milagro de la Santa”.

Abajo: Fotos de su residencia sueca en Lundsbrunn:”Nuestro pueblo en realidad forma parte de una población pequeña, vivimos en las afueras de ella, con campos a tres lados, así que de cierta manera vivimos en el campo (….) Durante los veranos hemos tratado de cultivar flores y vegetales, pero las flores salieron mucho mejor. Tengo miedo que yo, de haber sido campesino, me hubiera muerto de hambre hace varias décadas”.

He querido dar la palabra a mi colega porque se define mejor que yo lo hubiera hecho, quizá con estas palabras: un hombre bueno, idealista, independiente y, sobre todo, músico y poeta.

Su último envío postal -después hemos seguido felicitándonos la  Navidad por Internet- es de 2007 con una larga carta unida a un CD

 

La carta dice, entre otras cosas, “Es que yo no elegí la música, sino que la música me eligió a mí. En mi juventud me había propuesto hacerme escritor, escribí varios cuentos y una novela (incluso más de 200 poemas) en estoniano. No podía vivir de ello y durante la ocupación soviética en mi país, marché a Argentina para hacerme escritor en castellano. Pero ¡ay de mí! me encontré con Perón. Dos veces había sido refugiado, había vuelto la espalda a lo de Stalin  y a lo de Hitler. Ya dominaba el español para escribir en esta lengua y dejé todo para refugiarme en Suecia en 1955, abandonando hasta la música. Reanudé mis estudios de música en 1978, pero, de más viejo, ya es muy difícil. De todas maneras llegó un día que escribí una comedia musical, donde usaba melodías conocidas, sentí en otros pasajes la necesidad de usar melodías propias. Me puse a estudiar música, y durante los estudios el flujo de crear se aumentó, así que mentalmente podía oír sinfonías enteras. Desgraciadamente nunca pude escribirlas, ya que no tuve ocasión de acabar mis estudios. Por eso ahora estoy escribiendo cosas menores correspondientes a mi capacidad limitada. Gracias a la técnica moderna es posible escribir ciertas cosas con rapidez, así que en mi computadora tengo más o menos mil melodías/sonatinas.

Ahora tengo muy poco tiempo para dedicarme a ello. Como dice una canción popular argentina: así na´más es.“

En el CD que me envía se incluyen 16 breves piezas interpretadas a la flauta por Mathias Kihlberg, profesor de este instrumento en la Escuela Municipal de Música de Lidköping (Suecia). Acabo de volverlo a oír y es música que serena el espíritu.

La sensibilidad del autor le movió a llamarme desde Suecia por teléfono el pasado domingo, día 15, para recibir información de primera mano sobre los terremotos de Lorca y trasmitir su solidaridad con los afectados. Gestos así nos reconcilian con la humanidad. El profesor Volmer merecía este artículo y algo más. Aprovechó para decirme que había estado bastante enfermo y que había publicado su segundo CD. A los 85 años. En Internet se encuentra su traducción al español de dos poemas del poeta estoniano Bernard Kangro (1910-94), también emigrado de su país a Suecia por disidente. Con ello termino:

 

BERNARD KANGRO

La sombra de furiosos días

Las olas del Leta lamen mis orillas,
el trabajo de mi vida está en cenizas.

Mis ojos miran hacia la tierra
espero que ya vengan a buscarme.

Pero todavía queda vida en los sentidos
cuando ávidas llamas extienden sus garras.

Entonces la cólera se enciende en mi pecho
y nadie sabrá dónde voy a morir.

El sol apagado

El sol apagado en las cimas.
En el suelo mi cansada cabeza.
Pasó la primavera. Pasó el estío.
Se fueron las cigüeñas.
Las seguía
mi vaga mirada.
En el espejo de los vidrios
se marchitaron los últimos rayos.

Los ojos se cubrieron de hielo.

 

Traducción del estoniano por Roald Volmer

 

 

6.     A su debido tiempo

 

 

          De este pozo sin fondo que parece ser mi desordenado archivo de papeles -conviven borradores de textos publicados con los inéditos, un desastre- acabo de rescatar una carpeta muy aseadita en la que descubro un trabajo mío, escrito en 1995, con el propósito de que fuera publicado en la Revista MONTEOLIVETE de la Universidad de Valencia[17]. Llegó tarde, véase la amplia nota precedente sobre su historia, y le añadí una “Segunda dedicatoria” rogando, en romance jocoso, a la Profesora  Morote Magán que guardara el texto por si pudiera publicarse en el Libro-Homenaje que le dedicarían cuando se jubilara en fecha todavía lejana.

          De abril de 1995 hemos llegado a abril de 2011, año en que mi querida colega se va a jubilar por exigencias de la Administración, tan implacable con nuestra fecha de nacimiento.

          Por una vez que puedo respetar las fechas escrupulosamente sin adelantarlas como suelo -o retrasarlas en este movimiento en zig-zag de los Cuadernos de CAVISUR- me congratula digitalizar los papeles hallados sin añadir ni quitar punto o coma. Remito al paciente lector al año de gracia de 1995 y rescato del olvido un trabajo cuya elaboración, en su día, me produjo grandes satisfacciones por tratarse de tema ilicitano, tan familiar,  al fin y al cabo mis raíces.

          Como esta introducción equivale a una tercera dedicatoria, vaya por delante la segunda para dejar el puesto de honor al texto primero que se cierra con unas buenas ilustraciones.

 

A Pascualita Morote, segunda dedicatoria

Desde Albacete a 22 de junio, 1995

 

Prevención imprevista

-y muy gratificante-

la de haber redactado

trabajo que no sale

en tu MONTEOLIVETE

aunque lo hice de balde.

Ay, Pascuala Morote,

no te apures ni enfades

que para todo tiene

recursos esta Carmen

y encaja con salero

lo que en otro es desaire.

El trabajo ya es tuyo[18]

-de él fuiste responsable-

pero ahora te ruego

que con mimo lo guardes

envuelto en naftalina

bajo doscientas llaves

hasta que llegue el día

-el año tú lo sabes-

en  que el Patrón Estado

decida jubilarte.

Si tienes la ventura

de que en Libro-Homenaje

te ofrezcan sus trabajos

colegas y aspirantes,

ya sabes que este mío

a tal efecto vale.

Y si no sale libro,

inédito descanse

lo de las aleluyas

por siglos perdurables.

Algún lector devoto

de mis “genialidades”

ya ha conocido el texto

y yo lo pasé en grande

cuando lo redactaba….

¡no hay quien pueda quejarse!

Será cosa curiosa,

si yo me muero antes

de que a ti te jubilen,

ver si le dan el “pase”,

para que entre en el  libro,

a quien es ya cadáver.

Asomada ami estrella

comprobaré expectante

si con los muertos tienen

más amabilidades

que con los vivos libres

que campan a su aire,

jubilados, felices,

en la tierra de nadie.

No por hojas de imprenta

se desvivirá Carmen.

Tranquila, Pascualita,

y que el Cielo te guarde…

…Ahora que recuerdo:

mil gracias he de darte

por haber provocado

que vuelva al asonante

después de tantos días

sin poder dedicarme

al vicio de la métrica;

con disfrutar de madre

aquí, en tierras manchegas,

pasa el tiempo en un aire.[19]

 

 

TRADICIÓN Y MODERNIDAD EN LA PROCESIÓN ILICITANA DE LAS ALELUYAS

 

A Pascuala Morote Magán, entusiasta investigadora

de tradiciones, a cuya iniciativa debo

 la redacción de este artículo.

 

 

          Entre los múltiples escritos que Eugenio d’Ors dedicó a la FESTA  o “Misterio de Elche” hay una página por la que siento especial predilección y que me permito transcribir como pórtico al tema que nos ocupa:[20]

          “El gran secreto del arrollador dinamismo del “Misterio de Elche” se cifra en la abolición de barreras con que se nos ofrece. Nada separa aquí el escenario del público. Nada, el drama, de los oficios religiosos; nada, el cielo de la tierra ni la anécdota doméstica de la crisis sobrenatural. El presbiterio se ha vuelto nave, el altar, alcoba. El templo es calle, y la calle, templo. La llama de los cirios palidece en la catarata de luz del sol y su cuerpo se ablanda y derrite, más por el calor de este que por el de la llama. El canto llano se vierte a la polifonía, al aire de ópera. Floripondian el recitativo unos calderones; la salmodia no se aísla del canto; ni el canto del rezo; ni el rezo, del grito; ni el grito del sollozo. Se aplaude en la Iglesia y se reza en las esquinas. Los ángeles llevan palmas arrancadas al huerto vecino; los apóstoles lucen gafas con monturas del siglo XIX y el Empíreo desprende confetti de oropel”.

          Aunque referida en particular al drama asuncionista, esta página define, a mi juicio, el modo de ser ilicitano, su talante extrovertido y dado a la dramatización, su especial modo de acercarse a lo sagrado con los sentidos muy abiertos a estímulos sinestésicos: de la palabra a la imagen, de la imagen a la acción.

          Imaginemos la descripción que un turista alemán, cámara en ristre, -y digo alemán como podría decir francés o, más cercanamente, salmantino- haría en su diario de viaje de la procesión vista el domingo de Pascua, 16 de abril, 1995:

          “Esta mañana estuve en una ciudad llamada Elche, a 22 kilómetros de Alicante, camino de Murcia. Quedé fascinado ante los jardines de palmeras. La ciudad queda dividida en dos zonas por el cauce de un  gran río que apenas lleva agua. Se llama Vinalopó. Varios puentes comunican ambas partes, de perfilada fisonomía: a un lado del cauce se encuentra el casco histórico de la ciudad con los monumentos antiguos destacados, -la Basílica barroco-neoclásica, la fortaleza árabe de la Calahorra, el Palacio de Altamira-, al otro, la ciudad moderna. Me he visto envuelto en una extraña manifestación que, de momento, me ha desconcertado. Pronto he comprendido que se trataba de una fiesta religiosa popular. Me he situado estratégicamente en una esquina, frente a una casa en cuya fachada he leído el rótulo CARRER PORTA D’ALACANT. Desfilaban gentes vestidas con largas túnicas amarillas acompañando a la imagen de Jesús Resucitado que iba sobre un trono decorado con macizos de flores rojas. Todo muy vistoso. Pero lo más original ha sido ver cómo desde los balcones y azoteas de las casas, al paso de la imagen lanzaban al aire unos papelillos multicolores, rojos, verdes, azules, añiles, amarillos, blancos, que, por su levedad, volaban suavemente hasta llegar al suelo. Los espectadores, grandes y chicos, pero sobre todo los niños, se abalanzaban para cogerlos y no me explico por qué con tanta prisa pues, al final, había para todos y quedó la calle alfombrada de papel. Yo no  daba abasto a tomar instantáneas, ya de la imagen, ya de los balcones, ya de estas gentes tan dinámicas y bulliciosas. Cuando creí casi concluido el espectáculo vi que aún continuaba la procesión. Apareció entonces, en otro trono, una imagen coronada de la Virgen María, erecta, cubierta con rico manto bordado en oro, manos unidas en oración, rostro como de complacencia por el entusiasmo popular, y aumentó sensiblemente el número de papelillos en el aire hasta envolver la calle en una auténtica nube multicolor que, al sol, producía un bellísimo efecto. He podido recoger algunos de estos papeles y en ellos se reproducen imágenes de santos muy variadas. Me informó uno de los asistentes que esta se llama la “procesión de las aleluyas”; se trata de una antigua tradición local y con ella se escenifica el ENCUENTRO de Jesús Resucitado con su Madre, la Virgen María, venerada en esta ciudad como Nuestra Señora de la Asunción. Al quedar la calle despejada de público he observado que en la fachada donde está el rótulo de la calle hay un mosaico de azulejos que reproduce la misma imagen de la Virgen. Después he seguido camino hacia el  “Huerto del Cura”.”

 

          Hasta aquí el posible relato y el adiós a nuestro imaginado turista.

          Con la autoridad que me concede el haber nacido en Elche y ser testigo ocular de algunos hechos, amén de haber podido recabar información oral y escrita sobre otros, me permito hacer unas puntualizaciones históricas. Esa supuesta información recibida por el turista sobre la antigüedad de la procesión de las aleluyas está impregnando el ambiente de nuestra ciudad[21] y, a la vuelta de unos años, las generaciones más jóvenes habrán perdido la noción de las distintas fases por las que ha pasado esta procesión durante el siglo XX.

          Con datos de primera mano[22] podemos considerar la historia de esta procesión en nuestro siglo -que se apresura hacia su final, así que pasen cinco años- dividida en dos claras etapas: A) Desde comienzos de siglo hasta 1959, y B) De 1959 a nuestros días.

 

A)

 

Hasta 1959 esta procesión, de cuyos orígenes más remotos intentaremos ocuparnos más adelante, se vino celebrando con regularidad -salvo la interrupción obligada en la Guerra del 36-39-, sin cambios, y con las siguientes características: Era la Procesión Pascual de la Patrona de Elche. Seguía el itinerario llamado “vuelta de la Virgen”, propio de la Procesión-Entierro del 15 de agosto, pieza indispensable unida al “Misterio de Elche” y a la liturgia de la Fiesta de la Asunción[23].

Dicha “vuelta de la Virgen” se iniciaba en la Puerta Mayor de la Basílica de Santa María, templo en cuyo Camarín principal se venera la imagen de la Virgen Asunta, y seguía por la calle Mayor hasta la Plaza del Ayuntamiento, Corredera, Puente Ortices, capitán Lagier hasta Santa María. La Virgen era portada a mano en unas pequeñas andas y seguían Palio, Clero y Autoridades[24]. No puedo precisar la fecha exacta en que fueron sustituidas las andas por el trono con ruedas que sitúa la imagen a mayor altura facilitando la visión a los espectadores ¿tal vez en 1959?

Tengo clara memoria de cuando la Virgen era llevada a mano por cuatro hombres quienes, a lo largo de la carrera, se iban turnando de las andas al palio. A su paso se lanzaban aleluyas tal y como hemos descrito por mano del supuesto turista observador. A la entrada de la Procesión se celebraba la Misa Solemne, como sigue ocurriendo en la actualidad.

Quisiera  detenerme a considerar el paralelismo que observo entre esta procesión, tal como se celebraba hasta 1959 -y esta es la que debe ser considerada tradición antigua ilicitana- y la que se celebra el 15 de agosto, tan antigua como la misma FESTA. En ambas se trata de una exaltación popular de María en días de gozo para la Iglesia, puestos de relieve de un modo especial por la liturgia: la Resurrección de Cristo y la Asunción Gloriosa de su Madre. En agosto, el pueblo acompaña el paso de la imagen yacente con ruidosas tracas; en primavera, con flores de papel, las aleluyas. En ambas ocasiones el desfile procesional es prolongación en la calle de la solemnidad litúrgica. La procesión de las aleluyas prolonga la fiesta que se ha celebrado en el templo durante la Solemne Vigilia Pascual.

Permítame el paciente lector una mirada atrás en el tiempo, el de mi alegre juventud. “Es primavera en Elche, 1950. Sábado de Gloria por la mañana. Las diez menos cuarto. Las calles silenciosas y vacías, las puertas de las casas entornadas, las persianas caídas. En Santa María no cabe un alfiler; en el interior del templo, casi a oscuras, la gente mantiene la respiración a la espera del canto del Gloria. Hasta en los púlpitos se arracima la chiquillería atrevida. Los altares, desnudos, las imágenes cubiertas con severos paños morados. El camarín de la Virgen, en lo alto del Altar Mayor, cerrado a cal y canto por su telón de embocadura en el que apenas se adivina el retrato de la Señora pintado entre nubes. Discurren lentos los minutos. Comienza la ceremonia en su latín solemne. El pueblo atento a una palabra: GLORIA. Las diez en punto, estallan las campanas, los truenos, las luces; se alza rápido el telón del Camarín, teatro puro, y un ¡Viva María Santísima! prolongado en mil gargantas atruena entre las bóvedas apagando los acordes del órgano. De los altos balconcillos cercanos a la cúpula manos invisibles arrojan aleluyas que se esparcen por todo el ámbito y preanuncian el confeti de oropel para el siguiente 15 de agosto. El canto del Gloria por la Resurrección de Cristo se ha transformado en una apoteosis mariana. La Trinidad Augusta instalada sobre el arco superior del Camarín guiña un ojo a la Virgen que, atónita, recibe glorificación a destiempo ¿o se trata de un simple “Enhorabuena, Madre, resucitó Tu Hijo”? ¿quién podrá penetrar en lo profundo del corazón del pueblo?

Breves segundos después….precipitadamente salen del templo los obreros requeridos por las bocinas de las fábricas, los comerciantes corren a abrir las puertas de sus tiendas, la chiquillería se lanza sobre toda clase de tiestos prescindibles para romperlos sobre los baldosines de las aceras, las amas de casa se precipitan hacia el mercado, recién abierto, en busca de provisiones con que llenar la mesa en la comida pascual… solo un reducido grupo de gentes devotas permanece en el templo atenta a lo que ocurre en el altar. Han tocado a Gloria en Elche. Mañana, la procesión de las aleluyas”.

Es evidente que mi evocación -experiencia vivida durante años hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II (1962-65)- tiene un prestigioso antecedente en la muy bella escrita por Luís Rosales, recuerdo infantil de su Granada natal. No resisto a la tentación de transcribir, en parte, el capítulo al que me refiero[25]:

      “Los niños, campanitas; los mayores, ayuno; en las torres, campanas. En torno a ellas, el mundo solo y desamparado. En la calle, las casas con las puertas cerradas, y nosotros adentro, silenciosos, casi anteriores al bautismo, esperando algo más de una hora después del desayuno. Tenían que dar las diez en el reloj de la Catedral (….) Parecía que en el mundo hubiera habido un apagón, y nosotros allí, con la nariz pegada a los cristales. Las campanitas eran de barro -todas de igual tamaño- y ahora estaban calladas, cieguecitas, como arropándose en el silencio, mientras mamá, que miraba el reloj de cuando en cuando, nos decía: -Preparados-, aunque era inútil la indicación, pues desde hacía varias horas solo vivíamos esperando este instante. Las campanitas, en las manos; las manos, preparadas; las almas en el almario, y aquel silencio de Dios muerto, aquel silencio deshabitado haciéndose metal en los oídos, hasta que al escuchar una palabra misteriosa: -Ya-, se abrían todas las ventanas de la calle a la vez, para que el campaneo sonara arriba como el campanilleo sonaba abajo, y sentíamos un muro de alegría que llenaba la calle, con un sonido súbito, restallante y estremecedor (….) y las ventanas con racimos de niños; y los niños llenándose de manos; y las manos que ardían; y un solecito manso y haragán; y el son de las campanas que cada vez era más alto, tilín, tolón, mientras las campanitas, rapidísimas, incesantes, solo dejaban de tocar para romperse; y los mantones prendidos al talle y oliendo aún a hierbabuena, el taconeo, el rumor de las voces, y la calzada de la calle de Angulo que se llenaba de campanillas rotas, de risas y de pétalos de lágrimas que calan sobre el abrazo de los vecinos, y todo era un hervor porque el reloj de la catedral sonaba ¡al fin! poniendo a punto los corazones; y esta era la hora unánime, la hora en que nacen flores de repente, y entonces, entre las campanadas de las diez, a mí me parecía que la ciudad de Granada iba subiendo al cielo lentamente, igual que un globo, en aquel Sábado de Gloria.”

………………………………….

 

          Trasladada la Vigilia Pascual a la noche del Sábado Santo las cosas han cambiado mucho y ya no se arrojan aleluyas en el interior del templo ni tiene sentido la desbandada general del pueblo una vez entonado el Gloria. Es curiosa la hora, las diez de la mañana, en Granada y Elche para el anuncio litúrgico de la Resurrección de Jesús. Debía ser norma general.

 

B)

 

          Han pasado nueve años. Abril, 1959. Un joven sacerdote, don Ginés Román García[26], a la sazón Coadjutor de Santa María  y Consiliario de los Jóvenes de Acción Católica, promovió entre ellos la idea de sacar en procesión el Domingo de Pascua, junto con la imagen de la Virgen, la de Jesús Resucitado, talla del siglo XVII, salvada milagrosamente de la barbarie del 36. La imagen salió, en efecto, causando gran extrañeza en el pueblo y provocando en aquella ocasión comentarios para todos los gustos. Por una parte, los de quienes consideraban el hecho lesivo para la pureza de las tradiciones antiguas, y por otra, los de quienes veían como cosa lógica la presencia en las calles de Jesús Resucitado en día de su Fiesta. Desde entonces quedó incorporada a la procesión Pascual de la Virgen la imagen de Jesús. En los años siguientes se comenzaron a arrojar con cierta timidez aleluyas al paso de esta imagen, que desfilaba en primer lugar, aunque el “grueso” de aleluyas se reservaba -y todavía hoy se observa- para la Virgen.

          En la Semana Santa de 1962 la Peña ALANTI se hizo cargo del paso de Jesús Resucitado constituyéndose en Cofradía. Salía de Santa María precediendo a la imagen de la Virgen.

          14 de abril de 1968. Es fecha importante pues por PRIMERA VEZ se organiza la procesión como ENCUENTRO de Jesús con la Virgen. Sin embargo todavía ambas imágenes salen de Santa María sin desviarse de la tradicional “vuelta de la Virgen”. El encuentro se celebró en la Plaza Mayor (entonces del Generalísimo, según se lee en el programa) delante del Ayuntamiento. Consistió la ceremonia en colocar una imagen frente a otra durante unos instantes.

          Otra fecha clave es la del 2 de abril de 1972. Es cuando por primera vez la procesión va a bifurcarse en dos preparando el camino para la estructura que actualmente mantiene. Ese año el paso de Jesús Resucitado sale, no de Santa María, sino de la Parroquia de San Agatángelo, situada en la otra margen del Vinalopó, al tiempo que la Virgen lo hace desde Santa María; en la plaza del Ayuntamiento se realiza el ENCUENTRO y la procesión fundida continúa por la “vuelta de la Virgen” sin que la Patrona se haya desviado de su itinerario habitual.

          6 de abril de 1980. Es el año en el que se inicia lo que hoy se llama prematuramente “tradicional encuentro en el cruce de Reina Victoria con Jorge Juan”. Esperemos que transcurran algo más de 15 años para hablar de tradición[27]. No obstante creo de justicia destacar esta fecha pues en ella se produce algo muy significativo. Es la primera vez que la Virgen, en el día de Pascua, abandona su antiguo itinerario y PASA LOS PUENTES. Destaco el hecho con mayúsculas por el sentido simbólico que en él percibo.

          Ya en el relato del turista alemán indicamos la diferencia evidente entre el casco histórico de la ciudad y la parte moderna separada de este    por el Vinalopó. A medida que Elche se ha ido extendiendo por la zona llamada del Llano, al otro lado del río -zona natural de expansión por no existir en ella el cinturón intocable de los palmerales-, se han ido construyendo puentes que permiten mayor fluidez en la comunicación. Junta al antiguo puente de Santa Teresa o de la Virgen, cuya construcción se inicia a comienzos del siglo XVIII, el siglo XX ha visto nacer varios puentes de los cuales interesa citar el de Canalejas, inaugurado en 1913[28], -elegido para el itinerario de regreso de la Virgen después del ENCUENTRO con Jesús Resucitado- y de Altamira, inaugurado en 1962[29], puente muy próximo a la Basílica de Santa María, lugar de tránsito natural desde la Iglesia al Llano y por tanto itinerario de ida en la Procesión del Encuentro. En la ya citada fecha de 6 de abril de 1980 la Virgen salió de Santa María, cruzó el puente de Altamira y siguió por Blasco Ibáñez hasta la Plaza de España; allí, en la puerta de la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, se le cantó una Salve, costumbre mantenida desde entonces, y siguió hacia Reina Victoria para, en el cruce con Jorge Juan, encontrarse con Jesús.

          Es perfectamente lógica la paulatina modificación en el itinerario y detalles de la procesión de las aleluyas si la consideramos en función del desarrollo y crecimiento demográfico de la ciudad. Elche ha experimentado un gran crecimiento, como ciudad industrial, que la sitúa, en cuanto a índice de población absoluta, entre los 27.308 habitantes censados en 1.900 y los 192.424 del último censo al 1-1-95[30]. Me interesa resaltar algunas cifras intermedias que justificarían, según mi tesis, el hecho del “paso de los puentes” por la Virgen como una necesidad de acercamiento al pueblo instalado en la otra orilla, núcleo de población demasiado denso para no ser tenido en cuenta. La Virgen se adelanta a ser aclamada por las gentes del Llano, en su propio terreno, en significado gesto de solicitud maternal. La población aumenta considerablemente entre 1960 (73.320 habitantes) y 1970 (122.663). Recordemos que es en 1972 cuando por primera vez el paso de Jesús  sale de San Agatángelo, en el Llano, y llega a la plaza del Ayuntamiento por el puente de Canalejas. Ocho años más tarde, 1980 -el censo de 1981 se sitúa en los 164.779 habitantes- , es cuando la Virgen modifica su antiguo itinerario para llegar al otro lado del río Vinalopó. Vistas así las cosas, y si no ocurre un imprevisto cataclismo que viera reducida la ciudad sensiblemente, es de suponer que la nueva estructura de la procesión de las aleluyas llegue a crear, con el paso del tiempo, una consolidada tradición.

En cuanto a los orígenes de la procesión, cuyas vicisitudes hemos estudiado centrándonos en el siglo XX, aunque no hemos investigado a fondo, parece bastante probable que existió durante el siglo XIX y tal vez pueda remontarse al XVIII, época de auge de las aleluyas. Para todo lo relacionado con el origen y evolución de las aleluyas es fundamental el estudio de Carmen Bravo Villasante en su “Historia de la Literatura Infantil Española”, especialmente los capítulos V y VIII. Es curioso comprobar cómo la costumbre ilicitana conserva la pureza primitiva aunque la palabra “Aleluya” no aparezca impresa. Recuerda Bravo Villasante que las aleluyas “en su origen fueron estampitas con motivos religiosos, cada una de las cuales llevaba impresa la palabra aleluya. Las arrojaba el celebrante al pueblo el día de Sábado Santo”[31]. En Elche es el pueblo el que toma la iniciativa y suple al celebrante en acción participativa coral que traspasa los muros del templo. Tenemos noticia de que en el XIX se imprimían estos papelillos multicolores con imágenes de Santos en la Imprenta Rizo, hoy desaparecida. El hecho de que se imprimieran hace suponer que serían utilizadas en la procesión y en la Iglesia[32].

 

 

          Unas palabras sobre el aspecto material de las aleluyas. Se trata de unos rectángulos de papel multicolor cuya medida aproximada oscila entre los 4x6 cm. (las más pequeñas) y los 10x15 (las de mayor tamaño).

          Es muy importante destacar los cambios experimentados al hilo del progreso técnico. Las aleluyas antiguas -y esto prueba que se imprimieron en Elche antes de que se divulgara la fotografía- llevaban impresas imágenes dibujadas a pluma en las que se representaban escenas bíblicas o figuras de Santos. Recuerdo como las más populares las de la Virgen del Carmen, del Rosario, de los Dolores y, por supuesto, la de la Asunción en distintos tamaños, San José, San Pascual Bailón, San Antonio Abad y el de Padua, El Sagrado Corazón de Jesús y algún que otro Ángel ante el sepulcro vacío…también los escudos de Órdenes religiosas, como el franciscano….

          Incorporación reciente es la reproducción de fotografías. Se comenzó con las de la Virgen de la Asunción y Jesús Resucitado -algunas tomadas durante la procesión con lo que se da el curioso caso gráfico de “la aleluya dentro de la aleluya”-, y se ha seguido con las de los pasos procesionales de Semana Santa[33]. Ignoro si en época anterior al siglo XX la imagen iba acompañada de texto. Con seguridad, en ese siglo nunca hubo palabra impresa. Se explica por la función simplemente decorativa de estos papelillos, que siempre tienen entidad individual sin servir, enlazados, a una historia.

          Un último recuerdo personal. Durante muchos años, en el ejercicio de mi profesión, he tenido oportunidad de explicar a los estudiantes de Magisterio esta singular utilización de las aleluyas en la Pascua ilicitana. Como aplicación didáctica he distribuido entre ellos cientos de estos papelillos -piénsese que desde mis abuelos hemos tenido casa en “la vuelta de la Virgen” y nuestra calle es una de las que más se inunda de aleluyas- con el ruego de que al dorso de los mismos escribieran un dístico en arte menor, o sea una aleluya, adecuado complemento a la imagen representada. Sencillo procedimiento para despertar en los alumnos la afición a versificar. Aleluya, de la palabra a la imagen, o viceversa. Lamento no haber conservado muestras de tales ejercicios pero recuerdo el resultado positivo que conseguí. Nada como invitar a que funcione la imaginación.

 

C O N C L U S I O N E S

 

          En breves palabras quisiera destacar:

1. La procesión de las aleluyas en Elche, de origen antiguo, ha sufrido en la segunda mitad del siglo XX importantes modificaciones.

2. Estas modificaciones se dan en función del dinamismo de la ciudad, en creciente desarrollo.

3. Por su fuerte vinculación al tema asuncionista, tan definitorio de Elche, es de suponer que arraiguen los cambios y la tradición, unida  a la modernidad, perdure firmemente[34].

          4. Esta tradicional procesión tiene un importante refuerzo en su paralelismo con la del 15 de agosto por su condición de complemento expansivo de las solemnidades litúrgicas correspondientes: Pascua de Resurrección y Asunción de María.

          5. Aunque parezca inadecuada la excesiva exaltación de María en el día de Pascua, no podía ser de otro modo en una ciudad como Elche, marcada por la devoción a María Asunta en su joya artística cristiana, la FESTA o MISTERIO DE ELCHE. El culto que Elche rinde a la feminidad apasionadamente se pierde en el origen de su milenaria historia. Ciudad que entra por la puerta grande en la Historia del Arte de manos de una DAMA y sigue rindiendo culto a la Mujer María en la primaveral mañana de la Resurrección de Cristo.

A P É N D IC E

          Sigue una muestra de aleluyas, en las que se puede apreciar la evolución del dibujo a la fotografía de que hemos hablado, y, a continuación, fotografías de la procesión realizadas por quien esto escribe en dos fechas y lugares distintos, aunque  muy cercanos.

          Las fotos de abril de 1969 las hice al paso de la procesión, a pie de calle, en Capitán Lagier, muy cerca de la Basílica.

          La serie siguiente, en abril de 1986, se hizo desde el balcón de mi casa, en Puerta de Alicante, 1, esquina a Capitán Lagier, exactamente en el lugar en que pudo situarse el turista alemán. ¡Quién lo recuerda a estas alturas del relato! Entes de ficción que perduren en la memoria han de tener la talla de don Quijote, palabra de cervantista. Perdone el lector atento este final improvisado en 2011 al hilo de la transcripción del  trabajo casi milagrosamente aparecido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fotos CAVISUR

 

Fotos CAVISUR

Foto CAVISUR

 

Foto CAVISUR

 

 

 

7.    Otro  amigo  se  va

 

 

          El 19 de febrero de 1987 me escribió larga carta Eusebio Aranda de la que cito párrafo pertinente:...aprovechando mi viaje a Murcia -en el que me acompañó Luisa por aquello del Encuentro- visité a toda mi familia, hermanos, tías y primos, a quienes hice entrega de un ejemplar de la “Carta a mi padre”, de la que te mando uno también a ti. En total he repartido cerca de 80 ¿Qué te parece? Mañana, mejor dicho, pasado mañana es el día 21, día del centenario de mi padre.

          El 9 de marzo comentaba yo en un artículo de mis memorias: La carta al padre de Aranda me llevó a su libro “Reyes en Churra”, acechante varias semanas desde todas las repisas a la espera de mi encuentro lector (...) El libro es ameno, documentado, claro, bien escrito. Me siento honradísima con amigos así, y no es cumplido. Ha sido una buena experiencia leerlo a continuación de la “carta al padre”. Ambos escritos tienen como telón de fondo, incomparable, a la huerta murciana, el primero como escenario y en el segundo humanizándose en sus gentes, huerta hecha alma, generosidad, amor. Inevitable el recuerdo de Kafka y la honda tristeza que me produjo la lectura de su carta al padre. Gracias, amigo Aranda, por haber escrito en un tono tan antikafkiano y por esa idea que a todos nos brindas con tu primoroso trabajo, casi el de un escolar grandote, niño siempre desde la infancia que nunca debemos perder. ¿Llegaré yo a escribir mi carta a la madre, al padre, en su centenario?  Para aquellas fechas me emplazo así que pasen trece o catorce años.....Y hasta me atrevo a pensar que alguno de ellos ¿por qué no los dos? puedan estar aún vivos. Mi padre pronosticó esa posibilidad cuando celebramos sus Bodas de Oro y dijo que tal vez celebráramos las de Platino o Diamante.....

          Han pasado los catorce años y casi, casi, se cumplen mis deseos. Si no vivos, desde su eterna morada, testigos son de lo mucho escrito para ellos. Algo se recoge en este libro.

 Hoy digo adiós a Eusebio que ya reposa en el Cementerio del Cabañal, en Valencia, desde el día 28 de mayo pasado. Nuestra amistad se ha mantenido durante cincuenta y tres años. Ha muerto un hombre bueno y no digo más. En tren, a mi regreso de Valencia donde asistí a su entierro, escribí un soneto en su memoria

 

Subes al Padre, Eusebio, en la alborada

de un domingo radiante, en primavera,

hija y madre tenías a la espera,

no pudo ser tu marcha demorada.

                     

Fiesta de la Ascensión, tan celebrada,

a tu alma en vuelo reservada era

el mismo día en que por vez primera

niños reciben Comunión Sagrada.

 

Cristo te eleva al Cielo junto al Padre

y Él desciende a la tierra en alimento

a consolar a quienes hoy te lloran.

 

Aún es mayo y María, buena Madre,

nuestro dolor convertirá en contento.

Ya estás con los que solo a Dios adoran.

 

 

25, junio, 2001

 

P.S. en 2011.

          La referencia a la Revista MONTEOLIVETE y su papel en ella del profesor Aranda Muñoz me ha recordado el artículo que le dediqué a su muerte, en mi libro VIVOS EN MI PALABRA, Albacete, 2001, págs. 27-28. Considero oportuno haberlo reproducido aquí por tratarse de un murciano de la diáspora, tan vinculado a nuestra Universidad.

 

 

 

8.         El epistolario de Santa Teresa[35]

 

          Leo en el nº 55 de VALENCIA ESCOLAR la convocatoria del “Gran concurso-homenaje a Santa Teresa de Jesús” y, además de congratularme por la feliz idea, me detengo en uno de los puntos del apartado III: Carta a Santa Teresa. Bien merece la Santa que le escriban los escolares valencianos - los del mundo entero -, ella que tantas escribió y que tanto gozaba en recibirlas como en repetidas ocasiones manifiesta: “Con todo estoy buena, aunque ya con deseo de ver carta de por allá, que me parece que ha mucho que no he visto ninguna. También tardan los correos en venir acá como en ir allá. A la verdad, todo se hace tarde a quien desea”.

          El epistolario de Santa Teresa es una obra sorprendente. Síntesis de todos los escritos teresianos, aunque ha llegado a nosotros en escasa muestra -se calcula que escribió unas quince mil cartas y de ellas se han conservado menos de quinientas-, es suficiente para comprobar que en estas cartas bulle la vida de la España del siglo XVI, vista a través de los ojos de una mujer excepcional, capaz de interesarse por los más variados asuntos y también de comunicarse por escrito con gentes de la más diversa condición, desde el Rey a la más humilde de sus monjas.

          Teresa salta con la mayor facilidad, en la misma carta, de los temas espirituales a los materiales, de los serio a lo jocoso, de lo sublime a lo prosaico. Los datos que estos escritos nos proporcionan son de una precisión asombrosa, aunque la Santa se queje alguna vez de su mala memoria y de su “seso de fundadora”.

          Sería interesante -y no es este el lugar- hacer un estudio detallado de los temas tratados en el epistolario.

          Sin pretender con este apunte haber abordado el trabajo con rigor, queremos destacar, con breves ejemplos, algunos de los temas que más nos han llamado la atención.

          Aquella mujer con espíritu de hierro y carne flaca se preocupaba constantemente por la salud de sus amigos y deudos. Y muchas veces proponía remedios para tal o cual enfermedad partiendo de su propia condición de mujer enferma: “Hasta que me escrivan que está sin calentura, me tiene con mucho cuidado. Mire no sea ojo, que suele acaecer con sangres livianas. Yo -con haver tan poca ocasión- he pasado en esto mucho. El remedio era unos sahumerios con ervatun y culantro y cáscaras de huevos y un poco de aceite y poquito romero y un poco de alhucema, estando en la cama. Yo le digo que me tornava en mí.”

          Mujer que se ha hecho célebre por aquello de que entre los pucheros anda el Señor, no podía dejar de aludir en sus cartas a temas de alimentación que hacen las delicias de los aficionados al arte culinario: “Los pavos vengan, pues tiene tantos.” “Unos membrillos le envío -para que la su ama se los haga en conserva y coma después de comer- y una caja de mermelada…”. “El atún enviaron la semana pasada de Malagón y estava harto bueno, bien nos ha sabido.”

          ¿Y qué decir de los comentarios en asuntos de dinero? Teresa habla de préstamos, de intereses, de valor de fincas rústicas y urbanas:

          “Si tiene por allá quien me preste algunos reales (no los quiero dados sino mientras me pagan de los que mi hermano me dio, que ya dicen están cobrados), porque no llevo blanca…”.”Harto me he holgado con lo del alcabala, porque mi hermano ha comprado a La Serna -que es un término redondo que está cerca de Ávila- muy buena cosa de hierba y pan de renta y monte y da catorce mil ducados por ello; y como él no tenía tanto dinero ahora…”

          Nuestra escritora salpica sus cartas de consejos y consideraciones espirituales de la más honda doctrina:

          “Una vez leí en un  libro que el premio de los trabajos es el amor de Dios. Por tan precioso precio, ¿quién no los amará? Ansí suplico yo a vuestra señoría lo haga y mire que se acaba todo presto, y váyase desasiendo de todas las cosas que no han de durar para siempre.”  “Yo creo que no está más ruín, aunque le parece que sí. El confesarse a menudo le pido por amor de Dios y de mí. Él sea con ella, amén.”

          Su inteligencia le hace reflexionar a veces sobre las incomprensiones, tan humanas, de las que no se libró:

          “…me estoy todavía aquí, aunque no con intento de quedar siempre en esta casa sino hasta que pase el invierno, porque no me entiendo con la gente de el Andalucía.” “De lo demás, mijor me contentan los de esa tierra, que con los de esta no me entiendo mucho.”

          Encantador el cuidado que pone en interesarse por las cosas de sus familiares y amigos que le han sido encomendadas. Sirva de ejemplo la preocupación por unas alhajas de su sobrina Teresica que se habían extraviado en no sé qué viaje:

           “Ahí escribe Teresa. El agnusdei y sortijas parecieron, gloria a Dios, que me dio cuidado al principio.”

          No aludimos antes al tema permanente de las cartas, el de las fundaciones y sus mil peripecias, por considerarlo de todos sabido. Sirva, para terminar, una pequeña muestra en relación con la casa de Salamanca:

          “La licencia del obispo siempre estará cierta. Sin eso, no estoy tampoco muy confiada de ser gran negociador  el señor don Teotonio; de que tiene gran voluntad, sí; posibilidad, poca.

Ya aguardava a estar allá para bullir ese negocio, que soy una gran baratona (si no, dígalo mi amigo Valdemoro), porque no querría que se dejase de hacer por no acertar en los términos, que aquella casa es lo que mucho he deseado y ésa.”

P.S. en 2011. Hoy no hubiera escrito este artículo en los mismos términos. Me parece muy pobre. Pero no puedo renegar de él. ¿Qué madre ocultaría a un hijo suyo por ser más feo que los otros?

 

         

9.    Vivir de milagro

 

          Revolviendo carpetas y papeles para encontrar principio adecuado a este artículo no tengo más remedio que comenzar transcribiendo dos cartas cuya relectura ha removido gratos recuerdos. El 6 de mayo de 2000, desde Albacete, escribía yo a don José María Casasayas en Palma de Mallorca

Querido don José María:

          ¡Cuánta guerra le voy a dar con lo de Lepanto! Me llamó anoche desde Salamanca Rosa Moreno, que se ha inscrito en el Congreso como acompañante mía. En efecto, casi he movilizado un cuerpo de ejército y buena ha sido la intervención de Rosa para que yo puntualice con usted los datos pertinentes.

          Por indicación mía y para formar un grupo, van las siguientes personas que solicitan dos habitaciones dobles en el mismo hotel más una individual que ocuparé yo. Sus nombres son:

                    Rosa Moreno Rosado, de Salamanca y

                    Carmen Bautista Martín, de Murcia (ambas compañeras de oposición a cátedra conmigo en el año 1958; por cierto que Carmen obtuvo su primer destino en la Escuela de Magisterio de Palma de Mallorca)

                    Manuela Mas Gonzálvez y

                    Ángela Ruiz Torres, ambas de Elche, paisanas y amigas mías

                    Por último, una servidora, Carmen Agulló Vives, coordinadora del grupo de oyentes a quienes exigiré con rigor la asistencia a las conferencias.

          A propósito de conferencias, he ofrecido mi voz a Ana Luisa Baquero para leer un trabajo suyo si se anima a mandarlo aunque no asista. Acabo de leer tres separatas de comunicaciones suyas y me asombra su madurez y tino.

          También envié hojas de inscripción al Congreso a una compañera de Barcelona, que, a su vez, comprometía a una mallorquina y a dos o tres catalanes, pero gracias a Dios ya no he sabido nada de ellos.

          Acabo de regresar de Tierra Santa y le mando mi recuerdo poético. Espero que también Cervantes me inspire versos humanos, ya que no divinos.                      Un cordial saludo

 

          El 15 de mayo siguiente me contestaba don José María desde Palma. Quiero reproducir íntegro el texto, aunque haya reiteración de nombres, para constatar cómo llevaba personalmente los Congresos este irrepetible fundador de la Asociación de Cervantistas:

“Querida doña Carmen:

          Tal y como Vd me indica, queda inscrito al IV-CINDAC, con alojamiento en el mismo hotel, el grupo Agulló, en calidad de oyentes, integrado por:

          CARMEN AGULLÓ VIVES (hab. Individual),

 

          ROSA MORENO ROSADO y

          CARMEN BAUTISTA MARTÍN (misma hab. doble), y

 

          MANUELA MAS GONZÁLVEZ y

          ÁNGELA RUIZ TORRES (misma hab. doble).

          Pero le agradecería que recordara a Carmen Bautista Martín la obligación de pagar la cuota congresil de oyente, al igual que han hecho las otras compañeras (son 13.500 pts), pues sin este requisito yo no podré reservarle sitio en el hotel y ella no tendrá la rebaja que nos hacen los hoteles a los congresistas. Añado, además, que, toda vez que van en parejas para su alojamiento, la rebaja será doble que en los demás oyentes que van solos.

          Va adjunta una hoja de inscripción para que la Sra. Bautista la rellene y me la envíe.

          Muchas gracias por su interés y su “propaganda” del Congreso. ¿Sabe que aún faltan diez días (y siempre en los últimos es cuando se inscribe más gente) y ya tenemos más de cien inscripciones? Creo que pasaremos las 130.

 

          ¡Bien por los versos! Muchas gracias por la fotografía y la dedicatoria. Hasta nuevas noticias. Un cordial abrazo, atto. y afmo.,

(firma autógrafa)

José Mª Casasayas, Dir.

 

          Sigue el original de la carta escaneado para recoger la firma

 

 

 

 

 

 

 

          Que Carmen Bautista abonó la cuota a su tiempo se puede comprobar en una de las fotos que se siguen en la que aparece, en primer plano, muy atenta al conferenciante en la instantánea que tomé de una de las salas. Queda constancia del rigor con que seguimos las indicaciones del inflexible Director sobre la asistencia a los actos del Congreso. En los que también se incluían las excelentes comidas servidas en el Monasterio por los monjes, siempre tras la alocución del Superior que acompañaba en la mesa presidencial, hablaba en griego y era traducido por la señora que se ve en el lateral de la foto.

 

 

 

 

Fotos Cavisur

 

          El Congreso fue un verdadero éxito de organización, en muchos sentidos. Cervantes me inspiró unos versos profanos, como le anticipé a don José María, que fueron publicados en libro[36] y ahora reproduzco:

 

Molinos  de  viento  en  Grecia

 

Finalizado el Congreso

de la tropa cervantina,

desde Patrás a Corinto

el autobús discurría

entre montañas y mar

por aceptable autopista.

Escuchaba muy atenta

a la gentil francesita

-muy lindas jóvenes vimos

en Lepanto reunidas-

que su Comunicación

me contaba; no la había

yo escuchado con el lío

de programación tan rica;

de la A a la C, por la B,

mi tiempo distribuía.

La percepción sensorial

en el Quijote me explica

y es claro que el caballero

ve lo que otros no veían.

Yo le hablé de Fierabrás,

donde el gusto predomina,

y también de los olores

con que se hace buena lista.

En una ligera pausa

mi mirada se extravía

y allá a lo lejos percibe

una construcción magnífica

que tomé por monumentos

quizás de la Grecia antigua.

Vi con toda claridad

cuatro figuras erguidas

cual héroes celebrados

en batallas antiquísimas.

¡Cómo los rayos del sol

en sus cuerpos relucían.!

El espíritu burlón

de Cervantes convertía

los héroes en chimeneas

de vulgar refinería.

Lo cuento como ocurrió,

testigo, la francesita.

Y llegamos a Corinto

con la impresión de que había

estado allí don Quijote

embutido en mi piel misma.

Esta sí que fue una broma

de estirpe muy cervantina,

en Grecia donde quedó

su gran figura esculpida

en el puerto de Lepanto,

pluma en ristre, gloria viva.

Albacete, octubre, 2000

 

          Ha sido una labor penosa tener que seleccionar unas pocas fotografías de la gran cantidad que hice en Lepanto. Con la selección quiero subrayar los dos planos en los que discurrieron aquellos días: el del Monasterio, en lo alto del monte, sede de las Conferencias y alojamiento para quienes madrugaron más en la inscripción, entre los que se encontraba el “grupo Agulló”, y el del puerto y pueblo de Lepanto donde se alojaron en hoteles los restantes congresistas. Diariamente unos autobuses subían y bajaban al personal por una empinada y serpenteante carretera que daba vértigo. Yo solo bajé los días en que había actos en el pueblo aunque la mayoría, por la noche, terminada la jornada de trabajo bajaba al pueblo a cenar y echar la cana al aire correspondiente. A cenar nos quedábamos arriba unas seis o siete personas y los monjes se esmeraban en el servicio y los postres, todo elaboración casera y de gran calidad. Es que la cena no entraba en los gastos generales y había que pagarla aparte. Nunca me arrepentiré de ese “gasto extra”. Si alguien quiere saber cómo sabe el auténtico yogur griego que vaya al Monasterio de Lepanto. Y la paz que allí se respiraba en los atardeceres la tecla no alcanza a explicarla.

          Y sigo sin explicar el título del artículo ¿Vivir de milagro? Dos motivos tengo para ello. El primero es el pavor que sentí cada vez que subía al autobús para realizar el recorrido del sube y baja. No olvido que siempre pensaba que, en una vuelta, el vehículo la daría de campana con todos dentro. Puedo compararlo tal vez con la ascensión al Monte Tabor en Israel pero allí se iba en taxi, vehículo de menor altura que el autobús y no temí lo del vuelco como me pasaba en Lepanto. El segundo motivo queda para el final. Siguen otras fotos. Hay una, en la que aparezco con Rosa, realizada amablemente por un monje que por allí andaba. Le dediqué una décima

 

La Teotokos hermosa

que adorna discreta fuente

ha servido de repente

de marco para que Rosa

-ella junto a Carmen posa-

se lleve de este lugar,

con el recuerdo del mar,

la imagen de la belleza

que Madre Naturaleza

quiso aquí depositar.

(Albacete, 12, octubre, 2000)

 

          Siguen otras fotos en las que se aprecian los dos “niveles” de que hablé antes, la panorámica del monte y dos fotos del acto homenaje a Cervantes con el descubrimiento de lápidas y la escultura de no se sabe si Cervantes o don Quijote. De tal modo plasmó el escultor la figura que nos hace recordar las palabras de Cide Hamete al final de la obra:”Para mí sola nació don Quijote y yo para él: él supo obrar y yo escribir, solos los dos somos para en uno…..” Ver un barco de la Armada española en el puerto, a los marinos uniformados dando la nota blanca sobre el azul de cielo y mar, escuchar los himnos allí en Lepanto fue una experiencia inolvidable. Gracias, una vez más, don José María.

Fotos Cavisur

          Hora es ya de contar por qué vivo de milagro once años después de la aventura lepantina. Como quería traerme en la cámara toda aquella hermosura y tener constancia gráfica de que “yo había estado allí”, se me ocurrió hacer una foto del interior de la habitación que me fue asignada y otra, desde la ventana, captando una de las zonas al aire libre preparadas con mesas y sillones para los pocos espacios de tiempo que quedaban entre una sesión y otra de conferencias. Incluyo en este bloque una de las muchas que presentan el interior de la iglesia a la que se podía acceder libremente.

 

          Perdonen que haya dejado sobre la cama la abultada cartera y otras cosillas, eran las prisas de siempre. Dentro de la misma habitación rectangular, estaba incluido el baño con sus tabiques y puerta de acceso, amén de una ventana alta para dar luz al interior aprovechando la que había en la estancia por el balcón o ventana, que eso no lo recuerdo; está claro que es el punto de mira para hacer la foto del exterior.

          He aquí el cuerpo del delito: el cuarto de baño incrustado en la alcoba. Disponía de lavabo, inodoro y ducha, sobre la cual había instalado un termo individual para el agua caliente. Un desafortunado día, al abrir la llave de la ducha, no sé qué tubería reventó y de ella salía en todas direcciones un chorretón de agua hirviendo que todavía no sé cómo no quedé abrasada viva o al menos con quemaduras del grado más alto existente; de inundación no hubo peligro porque el desagüe tragaba bien, me puse algo de ropa y salí despavorida pidiendo auxilio. Por el amplio corredor caminaba un monje descomunal, si lo viera hoy lo reconocería, que, sin alarmarse, entró en el baño, manipuló algo y cesó de caer agua. Volvió luego con una herramienta y dejó la ducha compuesta. Y me atreví a ducharme después del susto. Donde menos se piensa…..Dulces y amargos recuerdos de un Congreso. Un placer poder relatarlos.

 

10.Teresa y Sevilla

 

 

“Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol:

tiempo de nacer, tiempo de morir; (…)

tiempo de llorar, tiempo de reír; (…)

tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse; (…)

tiempo de callar, tiempo de hablar;”

ECLESIASTÉS, 3, 1-7

 

          No trata este capítulo de la Teresa que espera el lector[37] sino de otra Teresa presente en veinte años de mi vida, ausente en la tierra desde 1977, no puedo explicarme como no le he dedicado algún escrito. Ella fue

 

 

          Demasiado tiempo callada, es tiempo de hablar.

          Fue el mismo día de la elección de plaza, en mis Oposiciones de 1958, cuando Teresa, Secretaria del Tribunal, se me acercó con una sonrisa y me dijo: “Has elegido la plaza que yo dejé vacante para irme a Sevilla. Te daré información que te ayudará en la busca de hospedaje y ya sabes que me tienes cerca para lo que necesites”. En aquel momento nació una amistad prolongada, leal, sincera, fecunda.

          Quienes quieran saber de la labor docente e investigadora de mi colega que vayan a la Revista CAUCE, hoy digitalizada en la Cervantes Virtual, aunque todo va sintetizado en el recordatorio….que a mí me recuerda muchas cosas.

          Considero nuestras trayectorias profesionales y me asombra el número de coincidencias, las mínimas sobre todo, esos pequeños detalles irrelevantes que no lo son tanto.

          Desconozco la fecha exacta de su nacimiento pero por un dato publicado[38] concluyo que fue en la década de 1920, yo nací en 1931, calculo que me aventajaría en edad unos siete u ocho años.

          Ella ingresó en Escuelas de Magisterio en 1953, yo cinco años después. Ella ejerció en Córdoba tres años y veinte en Sevilla; yo en Córdoba tres años y el resto en Albacete. Ambas nos doctoramos en 1975, ella en “su” Universidad de Granada (granadina era y amaba mucho su tiempo de formación académica), yo en la “mía” de Murcia (hasta para el Examen de Estado, aunque nos correspondía Valencia, nos permitieron hacerlo en Murcia por la proximidad, mi madre me decía que se me había contagiado el –ico).

          Puede decirse que desde 1961, con mi traslado a Albacete, nuestra comunicación epistolar y telefónica fue constante y perseverante, siempre teníamos algo que contarnos, y en varias ocasiones coincidimos en Madrid, por motivos profesionales, e incluso llegamos a compartir habitación en el Hotel Regina, el de la calle Alcalá, a un tiro de piedra del Ministerio de Educación.

          Nadie hubiera imaginado que, cuando Teresa dio mi nombre para que la sustituyera en Alemania en los cursos de actualización para maestros de los hijos de emigrantes españoles, lo hizo porque ya el cáncer que se la llevaría dos años después estaba haciendo estragos en su cuerpo.

          La verdad es que el vínculo que más nos unía era el amor a la madre. La suya, sola en Granada, sobrevivió a sus dos únicos hijos, Alejandro, Salesiano de Don Bosco, y Teresa que lo siguió en prematura muerte. Recuerdo cuando me decía: “gasto muchísimo en teléfono, es lo mínimo que puedo hacer por mi madre, tiene que contarme las charlas con sus vecinas y amigas, las discusiones con la asistenta, si hace frío o calor… y yo la dejo charlar y charlar sin interrumpirla”. Estos detalles tan humanos definen a las personas que saben amar. Y Teresa amaba mucho, su trabajo, su vida familiar, sus amigos, la vida.

          Otra coincidencia: ambas recordábamos con verdadero fervor a nuestros maestros de la Universidad. Una vez en Madrid, en un Seminario de actualización didáctica en nuestra especialidad, don Gregorio Salvador nos dio una clase de Comentario de Texto. Al decirle yo que me había gustado, contestó con cierto aire displicente:”mujer, qué me van a decir a mí que he estudiado con don Emilio Orozco”. Pero lo dijo con tal finura granadina que ni don Gregorio, de haberlo oído, se hubiera molestado. 

          Otra noche, en el hotel, nos la pasamos mucho tiempo charlando de cama a cama, cosa que me recordó cuando, en Santa Pola, hacía yo lo propio con mi hermana Susi; Teresa y yo hablábamos de nuestras vidas, el tema preferido en la infancia era el de contarnos la película que acabábamos de ver en el Cine Chapí, siempre con nuestros padres, en la última fila de un pequeño anfiteatro al que se accedía desde el patio de butacas por tres o cuatro escalones, nuestro sitio, a la izquierda, según se entraba por el pasillo central.

          Tiempo de llorar, tiempo de reír. Teresa, ¿te acuerdas de la aventura?

          He podido recuperar la fecha, otoño de 1973, gracias a Internet. El 28 de septiembre de ese año se estrenó en el Teatro Eslava de Madrid la obra de Antonio Gala “Anillos para una dama”, con María Asquerino, José Bódalo y Carlos Ballesteros en los papeles principales.

          Las sesiones de trabajo a las que habíamos acudido tenían su sede en la Ciudad Universitaria, Facultad de Letras. Estábamos empeñadas en ver la función y el horario iba muy apretado. Salimos disparadas de la Facultad, carreras, Metro, llegada a Sol, nos acercamos al Regina a dejar los cartapacios y, casi sin aliento, llegamos al Eslava, con el tiempo justo para comprar las entradas y ocupar nuestros asientos en el patio de butacas, atestado de público y con las candilejas indicando que iba a levantarse el telón.

          Aparecen en escena un grupo de señores, vestidos a lo mahometano y diciendo no sé qué de pozos de petróleo. Nos miramos sorprendidas. Yo le pregunto a mi vecino de asiento, que iba con su mujer o novia y con la que charlaba muy animado, “perdone, esta función es “Anillos para una dama”. Y me responde: “No sé. Esto es Paco Martínez Soria”. En efecto, salía en aquel momento al escenario el genial cómico -lo fue en su género- y el público, antes de que pronunciara palabra, rompió en un cerrado aplauso seguido de vivas. Como fenómeno sociológico fue una experiencia extraordinaria. El resto de la función lo pasamos observando al público más que a los actores, era cosa de ver. Martínez Soria se movía en el escenario con estilo, naturalidad y gracia. Mejor que en las películas.

          A la salida preguntamos a un empleado del Teatro y nos informó que aquel día precisamente se había trasladado la función de Gala al Teatro de la Comedia. Todavía la pudimos ver la noche siguiente. Y por el maldito, o bendito, error quedamos enriquecidas con el fenómeno Martínez Soria. ¿Te acuerdas, Teresa?

 

11.     Extremadura

 

          2011, 2001, 1981, 1548, va en este artículo la historia desde el presente próximo al pasado…tan lejano que no podré ser testigo ocular de acontecimiento remoto. Pero eso lo liquido en nota[39]. Y me sitúo en  2011 de cuyos acontecimientos doy fe. Relacionados con mi curiosidad y mi vida andariega-profesional.

          Recordará el lector al “extremeño olvidado”[40], Don Eusebio García Luengo. Me aficioné a su obra para reparar el olvido y traigo a colación su libro “Extremadura”[41] que viene como anillo al dedo, perdón por el tópico, en este lugar.

          Se trata de un libro-guía de 229 páginas, pero escrito desde el corazón y el sentimiento de quien se siente hijo de la tierra aunque su vida haya discurrido por otras geografías.

          Me apasionó la lectura sobre todo cuando aludía a lugares vividos por mí en esas dos fechas aludidas antes, separadas por décadas.

          No para reprocharlo al autor sino como apostillas de mi propia experiencia he de señalar algunos detalles.

          El primero es que no he encontrado alusiones significativas a un fenómeno que me llamó mucho la atención en Cáceres: la presencia de las cigüeñas. En la capital, julio, 2001, anidaban decorando las iglesias y altos edificios. Y donde campaban a su aire por todas partes, creo que había más cigüeñas que personas en aquel pueblo, era en Malpartida, a 12 kilómetros de la capital.

          Por cierto que don Eusebio despacha este pueblo con un par de líneas aludiendo a la Parroquia de la Asunción.

          Solo puedo justificarlo si es que el libro, aunque publicado en 1986, fue escrito mucho antes. Lo cierto es que el nombre de esta pequeña localidad cacereña adquirió fama internacional desde que en 1976 a un extravagante alemán Wolf Vostell (Leverkusen 1932-Berlín 1998) se le ocurrió fundar allí el Museo que lleva su nombre y que tuve oportunidad de visitar en 2001 con mis colegas de AEPE ya que en aquel verano Cáceres fue la sede de nuestro congreso anual, el nº XXXVI.

          Con qué entusiasmo aquel joven, que desde niño había tenido relación con el fundador, nos contaba anécdotas de su vida y obra. Si fue así o no, se nos dijo que Vostell acudió a Extremadura para ver in situ la obra de Zurbarán en el Monasterio de Guadalupe, de allí pasó a Cáceres y en Malpartida encontró a una linda maestra de escuela…y se casó con ella. Creo que la señora todavía vivía cuando fuimos nosotros.

          No olvidaré la sensación experimentada al franquear una puerta que nos liberaba del laberinto extraño y algo tenebroso del Museo, y  topar con un golpe de luz, azul cielo, azul el agua de una laguna con pétreas formaciones casi paleolíticas a lo lejos. Por lo visto estaba programado el efecto como un canto al contraste naturaleza-obra transformadora del hombre, sublimada por el arte rebelde y vanguardista.

Juzgue el lector por las fotos de Cavisur

Cigüeñas en los campanarios de Cáceres. 2 y 3. Por la puerta trasera del Museo Vostell, aepeistas asombrados.

 

De la página de Internet del Museo he tomado una pequeña muestra del contenido. Investiguen más los interesados

 

 

Cabe hacer una especial mención de la obra "El Fin de Parzival", ideada por Dalí en los años veinte y realizada por Vostell en 1998.

 

          Añado por mi cuenta: si las fechas no yerran esta obra la compuso el autor el mismo año de su muerte.

          Y sigo con el arte, en este caso, la pintura. En su libro dedica García Luengo un párrafo al Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz indicando que “la pintura moderna extremeña se halla representada por Eugenio Hermoso, Adelardo Covarsí, Felipe Checa, Antonio Juez”[42]y pare usted de contar. Cuento con que estuviera escrito el texto antes de la incorporación al Museo de las 23 obras de don José Pérez Jiménez, considerado hoy, con Hermoso y Covarsí, uno de los mejores pintores extremeños contemporáneos. Y he de añadir una larga apostilla sobre él. No en vano fue el padre de mi querida amiga Mary Pérez Montero que sonríe desde “el sofá de don José María”[43] en la visita memorable al insigne profesor asturiano.

          Asturiano, sí. La vida de Pérez Jiménez, y también la muestra de su obra, está a caballo entre su Extremadura natal y su Oviedo de adopción (tanto en Badajoz como en Oviedo tiene calle dedicada) donde residió hasta su muerte en 1967. Hizo de su casa un Museo pues no vendió cuadros y sus hijos, María Concepción y José, ambos solteros sin descendencia, hicieron donación de las obras de su padre al Museo de Bellas Artes de Badajoz, 23 obras, y a los Museos de Oviedo, el de Bellas Artes y el Catedralicio. Mary conserva en un álbum las fotografías de todos los cuadros de su padre y tuvo la gentileza de regalarme la copia de uno de ellos, cuadro del que el autor hizo dos versiones. Esta es la historia: la primera la pintó para regalarla al Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados pues en ella representaba a la Fundadora rodeada de pobres en la parte inferior y en la superior, como en una nube, su sueño de la Congregación de Hermanitas que se encargarían de atenderlos. Todos los rostros de los ancianos son tomados del natural. El pintor era maestro en la representación de la figura humana. Veamos

 

 

Repitió el cuadro para su museo particular. Esta segunda versión está hoy en el Museo catedralicio de Oviedo. Una muestra de las obras que se conservan en el de Bellas Artes ovetense es el jardín que sigue

«Jardín», Óleo sobre lienzo, de José Pérez Jiménez, 1952

 

«Jardín», Óleo sobre lienzo, de José Pérez Jiménez, 1952. Foto tomada de Internet, Enciclopedia de Oviedo

 

          Recuerdo que en el Congreso de AEPE, en Trujillo, un profesor dio una conferencia ilustrada con diapositivas sobre los fondos del Museo Provincial de Bellas Artes de Badajoz y mostró el cuadro precioso de un niño pintado por Pérez Jiménez. Yo presumí ante los colegas de que era amiga de la hija del pintor.

          Lástima que no pueda leer estas apostillas a su libro don Eusebio a quien reprocharé, y es mi última advertencia, la parquedad en la referencia a nuestro querido don Manuel Muñoz Cortés, poco más de una línea. Méritos aparte, García Luengo no fue filólogo.

          Gracias a la Filología y su Didáctica me hallaba en Extremadura en 1981, treinta años atrás y lo estoy viendo.

          No sé por qué medio de transporte llegué a Jarandilla de la Vera, sí que me llamaron la atención las múltiples referencias al paso de Carlos V camino de Yuste, Travesía I, Travesía II etc. de Carlos V. Y la belleza del lugar elegido por el Emperador. Toda la Vera es una hermosura. Allí estuve del 7 al 11 de septiembre participando en un Seminario sobre Renovación Pedagógica en las Escuelas Universitarias de Magisterio organizado por el ICE de la Universidad de Extremadura en la sede de los Cursos de Verano de dicha Universidad. Lo mío me ha costado encontrar la carpeta pero apareció. En ella algunas Ponencias mecanografiadas, el programa general, el horario y un puñado de papeles manuscritos, guía de mi Ponencia. ¡Ah! Y una carta del Coordinador pidiéndome con urgencia mi texto para la publicación, se llama Florentino Blázquez y en mis “papeles de clase”, esos que emborronamos mientras otros señores hablan leo “Florentino tiene cara de buena persona, la mirada ingenua y transparente”. Me pregunto ¿qué será de él? Y todavía aparece otra página que me ha hecho recordar el sistema que he usado siempre, cada comienzo de curso, para poder reconocer a los nuevos alumnos, el segundo día de clase, con solo mirar mis anotaciones “secretas” en la lista. ¡Qué triunfo el mío ante el personal asombrado! Del grupo de profesores extremeños asistentes al Seminario quise quedarme pronto con los nombres, eran colegas de distintas disciplinas. Escribiré sus nombres sin citar la ciudad de procedencia por si algún duende informático hiciera llegar a sus ojos esta relación: Paco (alto, bigote, mirada perdida); Ángeles (ojos claros, serenos); Lupe (pelo largo, semi-rubio, sonrisa tranquila); Rosa (futura mamá); Miguel (gafas concha, pulcro, cara de bueno);  Antonio (bigote, chicarrón del Norte); Pepe ( cuidada barba entrecana); Puri (pizpireta, pelo corto, mirada viva, brillante); Carmen ( pelo corto, liso, cutis blanco, blusa roja), Matilde (rubita, fina, cejas arco medio punto). Al escribir lo de la blusa roja me viene a la mente algún que otro “patinazo” en clase cuando las alumnas se intercambiaban las prendas de vestir, sobre todo las llamativas de las que yo tomaba nota. Se solía aclarar el asunto porque ellas mismas declaraban el cambio.

          Ya que me costó tanto desempolvar la carpeta de Jarandilla ha valido la pena digitalizar añejos papeles.

          Terminada la labor pedagógica (un paréntesis para recordar al equipo que llegó de la E.U.M. de San Cugat con unos aires de conquistadores que echaba de espaldas, me decía yo -y no lo escribí- “estos vienen a conquistar Extremadura, tierra de conquistadores, no es para tanto la innovación que presentan, pero el aire…”), el profesor Aranda que fue en su coche acompañado de su esposa y la madre de esta, me invitó a seguir con ellos hasta Guadalupe. Decliné la invitación porque me mareo con las curvas y hablaban de lo dificultoso del trayecto. Por libre me dirigí a Cáceres, visitando a mi aire la histórica ciudad. Lejos estaba entonces de pensar que volvería con la tropa de AEPE, pasados veinte años. Y vino bien esperar ese tiempo pues mejoraron las carreteras que llegaban a Guadalupe y tuve ocasión de visitar el Monasterio en el marco de las visitas programadas en el Congreso, que no solo estuvimos en Malpartida.

          Pascualita y yo no nos alojamos en la Residencia cercana a la sede del Congreso sino en un hotel muy céntrico, cerca de una plaza principal, porque ella quería dedicar el tiempo libre a los colegas cacereños del Departamento de Lengua con quienes había tenido muchos contactos. Pero el hotel resultó ser una casa antigua adaptada, sin ascensor, con un enorme cuadro de escalera, de cuatro tramos entre piso y piso y nuestra habitación estaba en el segundo. Las paredes de la tal escalera decoradas con vitrinas planas de cristal con lienzos bordados y encajes antiguos. Menos mal que una se entretenía mirando durante la ascensión sin descuidar dónde colocaba los pies.

          Por fin tuvimos un primer encuentro en una cafetería y nos invitaron a cenar otra noche en casa de un tal Enrique, creo, porque Paco, con quien mantuve cordial relación desde entonces hasta su muerte repentina hace pocos años, nos invitó antes a su casa para, desde allí, acudir a la del compañero previo aporte de una enorme empanada de cebolla elaborada por él mismo ante nuestros asombrados ojos. Yo le cerré los bordes antes de meterla en el horno, estaba riquísima. ¡Qué casa la de Paco! Un chalet con jardín y piscina climatizada en el interior. Descanse en paz.

          Podría escribir todavía más sobre mis dos estancias en Extremadura (y no he citado mi paso, en septiembre de 2000, desde Córdoba, camino de Fátima, con las correspondientes paradas en Badajoz y otros lugares de la Tierra de Barros) pero quiero terminar con un romance[44] que sirvió para relacionar ambas estancias, pasadas dos décadas

 

La  magia  de  un  nombre

Enrique, Paco y Javier

con Pascualita conversan,

Juan y su esposa Jacinta,

sentados a mi derecha.

La charla se va animando

entre cerveza y cerveza,

yo, como nueva en  la plaza,

callo y observo, discreta.

 

Por ser atento conmigo,

Paco a Albacete recuerda,

pues que de allí una señora

se desplazó hasta la tierra

de Cortés y de Pizarro

con una extraña Ponencia

renovadora en cuestiones

didácticas de la Lengua.

La “carpeta de los lunes”

cita Paco y mi colega

Pascualita, puesta en guardia,

en Eusebio Aranda piensa.

Sigue Paco con las citas

y escuchamos, ¡oh sorpresa!

que de “la prima Toribia”

trata uno de los temas.

Ay, la magia de los nombres,

¡la de Toribia yo era!,

por cierto, amiga y no prima...

ay, Dios mío, qué vergüenza.

La sangre me subió al rostro,

se armó la marimorena.

Aquello fue en Jarandilla,

Jarandilla de la Vera,

septiembre y ochenta y uno

de otro siglo, una veintena

de años ha transcurrido

y aún el recuerdo nos queda.

He consultado una carta

de Eusebio sobre las fechas.

 

Él, desde su paraíso,

con grande gozo contempla

este encuentro convertido

en un paso de comedia.

No pudo ser de otro modo

con amigos que a la escena

son todos aficionados;

   contaron muchas anécdotas

de los primeros actores,

los segundos y los extras.

Esto ha sucedido en Cáceres,

-veintiséis de julio era-

en la fiesta de Santa Ana,

por celebrar la Ponencia

de Pascualita y de Juan;

convocatoria extremeña

de “aepeistas”. Siempre en julio

su gran  Congreso celebran.

-Son gentes de todo el mundo

que conocen nuestra lengua,

la aman y la difunden

con singular experiencia.-

Creí que nuevos amigos

encontraba en este tierra

y, por mi amiga Toribia,

supe que ya viejos eran.

Albacete 1 de agosto, 2001

 

 

 

12.     Al encuentro de Bernini

 

          Nunca me cansaré de expresar, cuando viene a colación, mi agradecimiento a don José María Casasayas, que tantas ocasiones me dio de profundizar en el conocimiento de Cervantes asistiendo a los Congresos y Coloquios de la Asociación de Cervantistas por él fundada y, a nadie le amarga un dulce, conocer lugares maravillosos, a los que no hubiera ido en simple visita turística, detesto los viajes colectivos programados con este fin, cada cual tiene sus filias y fobias.

          El lector, en el número 9 de este Cuaderno, ha sido informado de mis aventuras en el Congreso de Lepanto, aunque el título del tal número 9 era deliberadamente equívoco.

          Tampoco el 12 hace pensar en Cervantes pero tiene su explicación.

          Asistí del 27 al 29 de septiembre de 2001 al X-CIAC en la Academia de España en Roma acompañada de Pascualita y Luís, su marido. Este accedió a acompañarnos porque, por su gran afición al Arte, tenía verdadera obsesión por ver in situ la obra de Bernini “El éxtasis de Santa Teresa”. 

          Fueron unos días muy aprovechados. Casasayas, siguiendo su política de “atar” a los Congresistas para que no perdieran sesión, había previsto los alojamientos en varias Residencias, todas en el Trastévere, camino de la  sede del Coloquio. Era un paseo muy grato por ese barrio tan típico de Roma atravesando los jardines del Janículo, por la mañana sobre todo. Me gustaba tomar tiempo para poderme detener y hacer fotos. Todas las que incluyo son obra mía, salvo alguna que hizo Luís para que pudiera salir yo.

 

 

Claustro de la Academia de España en Roma. 2. Lápida conmemorativa de la fundación de la Academia por iniciativa de don Emilio Castelar, reinando Alfonso XII, año 1881. 3. Roma desde el Janículo.

 

Revisando la correspondencia que mantuve con Casasayas desde abril, él se tomaba tiempo para la organización, encuentro que en una carta me dice: “No se preocupe, que Vd estará alojada, si no surge inconveniente inesperado, en habitación individual en casa de las Soure Francescane  della Croce del Líbano ¿Qué le parece el título? La casa es magnífica. Mejor que cualquier hotel de Lepanto y con una paz y tranquilidad que no se encuentra en los hoteles. De allí a la Academia hay solo dos minutos a pie”. Hubo inconveniente pues al fin nos hospedamos mis amigos y yo en la casa de las Soure Armene, Vincenzo Monti, 15, un lugar excelente  pero algo más alejado de la Academia. Como nos pedían que comunicáramos los datos de nuestro vuelo de ida y regreso a Roma, también he encontrado copia de una carta mía escrita el 12 de septiembre en la que decía: “Ayer acudí a la agencia para pagar y recoger los tres billetes, reservados desde mayo, y habían cancelado las reservas sin previo aviso. Después de varias gestiones conseguí los tres billetes pero con cambio de la fecha de regreso, será la vuelta el 29 a medio día y no el 30. El cambio de billetes ha supuesto el de tarifa, más cara que la concertada en la reserva ¡Qué mundo el de las compañías aéreas! Todo esto nos obliga a no asistir a la comida de Clausura del Coloquio, con gran sentimiento por nuestra parte, y a pernoctar una noche menos en Roma. Como la Organización se encarga de cobrarnos el hospedaje, confiamos en que no sea mucho trastorno conseguir el descuento correspondiente a esa noche. En Roma nos dará la respuesta si es que conseguimos encontrarnos allí en vista de lo que está ocurriendo en el mundo. Ayer estuve toda la mañana danzando con el asunto de los pasajes de avión y por la tarde la catástrofe de América. Como para pensar en aviones…

          Confiando en que Cervantes y la Providencia nos lleven a Roma y nos devuelvan sanos y salvos a España le mando un abrazo.”

          Esta carta es histórica. Vaya valor que tuvimos. Y hasta se nos ve sonreír en las fotos. Hoy recuerda el mundo entero el décimo aniversario de la tragedia en Nueva York.

 

En el jardín de Suore Armene. 2. El Janículo. 3. Sesión de trabajo presidida por mi amiga Bénédicte Torres

 

Siguen tres fotos de jardines realizadas en distintos puntos, alguna será reconocida  aunque no la titulara

 

Otro lugar del Janículo con la señora que pasea a su perro. 2. Los Jardines del Vaticano vistos desde un balcón del Museo. 3. Jardines de la Academia ¿dónde habrá encontrado el perro esta cervantista?

 

No olvidemos que muy cercana a la Academia se encuentra la Iglesia de San Pietro in Montorio, con el famoso templete de Bramante. Mis fotos:

 

            1 y 2. Interior de San Pietro in Montorio. Los Reyes Católicos mandaron construir los altares. 3. Luís nos retrató de espaldas, perdidas por una calzada peligrosa, nunca se acababa aquella casi carretera  que parecía alejarnos cada vez más de la ciudad.

 

          He de decir que mis amigos, no obligados por los compromisos que imponía la Organización a los cervantistas, alguna vez se alejaban del Trastévere para deambular por Roma a su aire. Yo no quería faltar a las sesiones por mi interés y por atención a los colegas. Y si de atenciones hablamos no podré olvidar la que tuvo el profesor Heinrich Merkl conmigo un día en que terminaron los trabajos ya de noche y yo tenía que volverme sola a la Residencia. La suya estaba más cercana a la Academia pero se ofreció a acompañarme hasta casa para que no anduviera sola.  Nos conocemos de otros congresos y es una persona muy singular. Es filósofo y ama la soledad. Ha llegado a confesarme que en los pasillos prefiere no hablar con los colegas porque está pensando. Debo ser una privilegiada porque sé que tiene esposa y dos hijos. El detalle de aquella noche da muestra de su sensibilidad.

          Ya nos vamos acercando al tema de Bernini. Luís no dejaba de darnos la lata con lo de la Iglesia de la Victoria, de Carmelitas Descalzos, donde se encuentra el altar con el éxtasis de Santa Teresa. 

          No sé si fue en día libre o que me escapé de la Academia, no podía dejar de ver la famosa escultura de Bernini.

          En la bolsa donde conservo los papeles de Roma  he descubierto un sobre con varias estampitas que recogí en la sacristía de la Iglesia. En una de ellas, que representa un Nacimiento, se lee al dorso: “Famosa Immagine della Vergine, che si venera nella Chiesa omónima dei PP. Carmelitani Teresiani, in Via XX Settembre, 17, Roma. Il piccolo quadro (olio, 29x19), sfregiato dagli eretici boemi, fu racconto e venerato dal Carmelitano P. Domenico di Gesù Maria, a Strakonitz, presso Pilsen. Durante la battaglia alla Montagna Bianca (Praga), ottenne una strepitosa vittoria emettendo vivissimi splendori che abbagliarono e sbaragliarono i nemici della Fede católica (8-11-1620). La festa liturgica recorre la 2ª Domenica di Novembre”.

          Ya sabe el lector la dirección de la Iglesia de Santa María de la Victoria y el origen de su nombre. Por cierto que la batalla citada recuerda Lepanto. Nos costó dar muchas vueltas hasta que la encontramos, la iglesia, no la batalla.

Me remito al principio y a la referencia de Valbuena Prat, a quien no convence la obra de Bernini. Algunos la consideran su obra maestra, otros ven una especie de paganización del místico fenómeno pues el ángel parece un Cupido y la Santa sugiere más bien el acto carnal, de un barroquismo extremo. Los interesados encontrarán en Google muchas fotos y comentarios. He querido hacer uso solo de las fotos que yo misma hice ante el altar, una va en la portada del Cuaderno, otra a continuación:

 

Santa Teresa de Bernini. 2. Fachada de Santa María de los Ángeles, muy próxima a la Victoria.

 

Capricho por capricho, José Luis me hizo prometerle que no regresaría de Roma sin visitar la Chiesa Nuova (Santa Maria in Vallicella) donde se encuentra el sepulcro de San Felipe Neri, de quien mi amigo es muy devoto. Así que allá nos dirigimos y, aunque conservo fotos del interior y el excelente mosaico del Santo, hay que sacrificar alguna de ellas y he preferido escoger la del exterior con un medallón de la Virgen en la esquina. Es este un fenómeno muy típico de Roma y que también encontré en mi rápida visita a Brujas desde Alemania.

En los jardines de Villa Borghese a la espera del turno de la 1 del mediodía. 2. Exterior de la Chiesa Nuova. 3. Piazza Colonna.

 

Hora es de ir terminando. Y lo haré con unos versos inspirados en una de las fotografías.  Al dorso de la misma veo la fecha y hora en que se hizo, 25-9-2001, cinco de la tarde. Esto me tranquiliza porque, habida cuenta de que el Coloquio se inició el 27, queda claro que nosotros, que llegamos el 24 a Roma, aprovechamos dos días para disfrutar de la ciudad a nuestro aire.

Soy una enamorada de los pinos de Roma, tienen algo especial, plasmado musicalmente con gran belleza por Ottorino Respighi, cada vez que lo escucho me emociono. Aunque nunca haya sido en directo sino en trasmisiones de televisión. Eso sí, con grandes directores.

 

El poema [45] es como sigue:

 

El instante en la cámara

Roma, 25-9-2001, cuatro de la tarde. Los pinos, el castillo de Sant’ Angelo, semáforo rojo.

 

          Luz cegadora difumina al fondo

          imponente silueta de Sant’ Angelo,

          en pie la Roma eterna

          historia canta en cada piedra ilustre.

          Mas la vida en los pinos,

          en el aire, en la nube,

          en el hombre, en la máquina.

          Un mínimo destello

          ordena los latidos

del corazón en esta gran ciudad.

          En Roma encuentro la raíz profunda

          de mi lengua y mi espíritu,

          en esta luz del mar Mediterráneo.

 

Albacete, 14-10-2001

 

          Puramente descriptivo de la fotografía, lástima que la excesiva luz  haga casi imperceptible la mole de Sant’ Angelo, pero me valió el semáforo en rojo para que se viera nítidamente el primer plano de los vehículos, me encanta el señor de la moto con su casco decorado. Que conste que al dorso de la foto dice cinco de la tarde y no cuatro como aparece en el libro. Estos escritores…. todo lo adulteran.

 

 

 

 

 

 

 

 

13. Día Internacional de la Poesía

Para mi amiga Alicia,

helenista, cervantista, poeta y mucho más.

 

          Con los trágicos acontecimientos de Japón y las revueltas norteafricanas no tuve tiempo de pensar en que llegaba la primavera el 21 de marzo y con ella uno más de esos días anuales que deberían celebrarse a diario, 365 veces, 366 en los bisiestos.

          En el caso que nos ocupa, o se es poeta o no se es, se es aficionado a la poesía -es mi caso- o ni siquiera se leen cuatro versos en toda la vida.

          Oyendo un noticiero de radio a las ocho de la tarde me percaté del asunto y de la edición homenaje de las Obras Completas de Antonio Colinas. Más tarde, abro el correo electrónico y encuentro un mensaje de Alicia alusivo al Día de la Poesía con el siguiente hermoso poema:

LUNA LLENA DE MARZO

Alicia Villar Lecumberri

 

Luna llena de marzo,

tsunami mental,

negro seísmo.

 

Rasgueo de mástil,

cincel del desvarío.

Te bebes el jugo de la existencia,

quedan posos heridos.

 

Luciérnagas apagadas,

vaivén de sinrazón,

y el mar, río.

 

          Le contesto al punto que me ha cogido descolocada y no tengo poema a mano para corresponder al suyo. Miento. Tengo recursos. En el corazón de Juana Teresa hay un arrinconado archivo: VERSOS. Lo abro y escojo una perla de la que ni tenía memoria. Me parecía el contrapunto adecuado para arrancarle a Alicia una sonrisa. Al menos tuve su nuevo mensaje agradeciendo mi gesto, -ya verá el lector la “gesta”- porque quería compartir con sus amigos poetas la celebración primaveral. Por cierto, añadiré como ilustración, un patio cordobés pintado por el marido de Mari Carmen, antigua alumna de mi primer destino andaluz.

 

          No puedo demorar más la transcripción de los olvidados versos.

 

Seguidillas de la buena aficionada

 

Un poeta de fuste

me califica

de “buena aficionada”

a prosa y lírica.

 

Con el número doce

sobre mi espalda

me veo jaleando

desde la grada:

 

Dad al balón, Cervantes,

Lope de Vega,

Góngora, Garcilaso,

Juan de la Cueva,

Gustavo Adolfo Bécquer,

Núñez de Arce,

Espronceda, Zorrilla,

Paco Cascales.

(Perdone, don Francisco,

por lo de Paco;

es nombre de mi padre

muy recordado)

 

Hay algunos acosos

por banda izquierda,

queda bajo los palos

don Juan Valera.

Tan fino y diplomático,

tan elegante...

me temo que le metan

goles de balde.

 

El rival que arremete

es peligroso,

va buscando penalti

de malos modos.

Yo, si os veo en peligro,

me lanzo al campo,

no estoy en la plantilla

pero he entrenado.

Y no sería justo

que la victoria

la consiga un equipo

de poca monta.

 

Vamos a hacer la ola,

los de la grada,

aúpa “Literatos”

contra “Piratas”.

 

Quedan cinco minutos

de sufrimiento,

solo vamos ganando

por once a cero....

 

Por fin en el partido

se oyó el silbato.

Hay vivas a los héroes,

¡incluso al árbitro!

 

Ya termino y confieso

mi secretillo:

el ELCHE, Club de Fútbol,

ese es mi equipo.

 

Las justas literarias

fueron torneos

que agradaban al público

en otros tiempos.

Hoy, el “balón de oro”

más codiciado

que “flores naturales”

en dulces prados.

Albacete, 11, diciembre, 2003

          Siete años y pico han pasado y, al encontrarme con las seguidillas, recuerdo con pelos y señales la circunstancia de su redacción. Si alguien es capaz de reconocerla, premio. Es mi secreto. Y va de colofón el patio con su pozo que me hace pensar en una posible composición para el 21 de marzo de 2012 dedicada al pozo de nuestra querida Universidad murciana, la de Santo Cristo, 1. Se la debo. Ya dije en una ocasión que si el pozo desapareciera, en una hipotética remodelación del patio, me negaría a entrar en la Universidad. Ha habido suficientes cambios desde nuestros tiempos. Aquellos azulejos del zócalo …

Albacete, 1 de abril, 2011

 

 

 

14.     Ávila de Santa Teresa

 

          Escribió sobre esta ciudad Gregorio Marañón: “aún vaga por las calles, por las casas, por los conventos abulenses la sombra de Santa Teresa, el gran Quijote de carne y hueso, cuya Dulcinea era Dios”[46].

          Amplia bibliografía existe sobre la Santa y la ciudad que la vio nacer en 1515, acudan a ella los interesados porque en este tema quiero recoger lo que queda en mi memoria de la visita a Ávila allá por los años sesenta del pasado siglo. Hace cincuenta años y ni un mísero papel al que agarrarme.

          Sé que estuve unos días en algún cursillo o convivencia con gente de cuyos nombres no me acuerdo y ya quisiera … pero todo queda en la nebulosa del olvido. ¿Para qué el artículo?

          Para actualizar tres momentos conservados con nitidez por las emociones que en mí suscitaron.

          Uno de ellos la visita al Monasterio de Santo Tomás. Quedaba algo alejado del centro pero era visita obligada porque allí se conserva el sepulcro de don Juan, el malogrado hijo de los Reyes Católicos, cuya muerte prematura cambió el rumbo de la Historia de España. De la web que los Dominicos dedican a este lugar son las imágenes que siguen

 

 

Fotografías

Justicia sin misericordia es crueldad

Santo Tomás de Aquino

El Sepulcro del Infante Don Juan.

Sepulcro del Infante Juan

El príncipe Don Juan era el único hijo varón de los Reyes Católicos, pero murió prematuramente antes de llegar al trono. Su madre, Isabel, quiso dejar en su testamento un sarcófago de mármol para su hijo.

El sepulcro es obra de Doménico di Alessandro Fancelli. Fue esculpido en Génova en los años 1511-1512 y luego colocado en la iglesia del monasterio. Doménico Fancelli se inspiró en el sepulcro de los Reyes Católicos (capilla real de Granada) y en el arte italiano (bronce del Papa Sixto IV en el Vaticano, realizado por Pollaiuolo).

El Infante Don Juan vestido de guerreroa

El príncipe, vestido de guerrero, reposa con actitud serena y muestra unos rasgos jóvenes y bellos. Los pliegues del manto son de una gran perfección. A los pies una inscripción recuerda las cualidades del príncipe y lamenta su muerte prematura. El sepulcro está adornado con virtudes, alegorías y santos.

Varios de los magníficos relieves fueron mutilados durante la guerra de la independencia en 1809.

Real Monasterio de Santo Tomás (PP. Dominicos)
Plaza de Granada, 1. CP.05003 - Ávila (España)
(t) 920 22 04 00 (f) 920 35 22 37
avila.vre@dominicos.org

Usuarios OnLine

Sepulcro del Infante Juan

 

 

          No tanto la contemplación del hermoso sarcófago sino las reflexiones que hice ante él quedan en mi memoria. En pocos instantes hice un repaso a la historia de España y pensé cómo un acontecimiento inesperado puede tener repercusiones tremendas. Si el príncipe hubiera llegado a ocupar el trono no hubiera existido el Emperador Carlos I de España y V de Alemania, ni se hubiera retirado a Yuste, ni, ni… Trasladado a la historia anónima de cada individuo, cuántos planes frustrados cuando sobreviene una muerte, una catástrofe natural, hasta un desengaño amoroso….

          Eso queda en mi memoria de hace cincuenta años. Hoy, en 2011, traslado la reflexión a los niños no nacidos por decisiones personales evitables, y me pregunto ¿con qué derecho se niega la vida a quien puede ser un genio de la ciencia, del arte, de la política, o simplemente un ser humano bueno, generoso, respetable siempre? Isabel la Católica, madre al fin, quiso dejar memoria del paso por el mundo de su único hijo varón. ¿Dónde el recuerdo de los indefensos seres abandonados con fría ignominia? Tengo piedad de quienes los engendraron. Un gran dolor.

          El segundo recuerdo, tan nítido como el anterior, es de una visita al Convento de San José, la primera fundación de la Santa. No estaba programada para el colectivo con el que conviví esos días. Una chica del grupo me pidió que la acompañara porque quería visitar a una muy su amiga, carmelita descalza en aquella casa, le daba un poco de apuro ir sola tocando campanillas hasta comunicar con las monjas de clausura tan severa. No recuerdo la cara ni el nombre de quien me lo pidió. Allá que nos fuimos, yo contenta porque me gusta deambular sin guía. Una puerta abierta, una campanilla, un torno, una voz al otro lado del artefacto circular, unos minutos de espera y la monja en cuestión que aparece, se intuye su presencia, solo se escucha su voz, joven, alegre, chispeante. Yo callaba mientras ambas amigas hablaban de sus cosas, de amistades comunes, del motivo de nuestra estancia en Ávila, motivo que no puedo aclarar, creo que nos invitó a pasar a la Iglesia para que la viéramos antes de irnos. A la salida mi acompañante me contó la historia de esta religiosa, eso sí lo recuerdo porque me parece la versión española, “mutatis mutandis”, de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, protagonista del artículo nº 4, “Unas horas en Colonia”. Era hija única de familia acomodada, muy inteligente, amaba la literatura y la música, tocaba el piano. Un día cayó en sus manos el Libro de la Vida de Santa Teresa y decidió ingresar en San José de Ávila. La oposición de los padres fue muy fuerte, pienso en Edith Stein y su madre, pero al fin cedieron y, milagro de la Santa, hasta regalaron un nuevo órgano al convento para que su hija pudiera practicar. Como me lo contaron lo escribo, hace cincuenta años. Si esta monja vive calculo que tendrá más o menos los mismos años que yo.

          Tercero y último apunte. Íbamos en grupo visitando la imponente Catedral. Al pasar por la girola interna yo me demoraba contemplando los relieves de los cuatro evangelistas cuando se me presenta el imponente sepulcro de D. Alonso de Madrigal, Obispo de la Diócesis e importante teólogo del siglo XV. Casi me caigo de espaldas al leer que se le conoció también con el sobrenombre de “El Tostado”. ¡Dios mío! El Tostado fue Obispo de Ávila y estoy ante su sepulcro, y yo que creía que era un personaje del folklore popular como cuando decimos “Juan Soldado” o “Juan Lanas”. Es que mi padre, desde bien niña intuyó mi afición a la escritura y me decía con frecuencia: “vas a escribir más que El Tostado”. Y yo, tan tonta, nunca le pregunté quién era El Tostado. He de confesar públicamente que hasta los treinta años de mi vida desconocía la existencia del personaje.

          Aseguro que el recuerdo más emocionante de Ávila se centra en el mágico momento del hallazgo, en la Catedral, del enterramiento de don Alonso, cuya imagen, tomada de Internet brindo al lector



Catedral de Ávila. Sepulcro de Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado

Catedral de Ávila. Sepulcro de Alonso Fernández de Madrigal, el Tostado
 Autor:Vasco de la Zarza
 Fecha:1520 h.
 Museo:Catedral de Avila
 Características:
 Material:Alabastro

 

 

15. Lecturas gratificantes

 

Si tuviera que buscar breves palabras para definir el libro cuya lectura ha sido para mí gratificante elegiría: la verdad y el corazón en la mano.

          Ha trabajado veloz María Luisa componiendo la biografía de Sor Celina[47],  Abadesa en el Monasterio de Clarisas de Villaviciosa, fallecida el 29 de enero de 2005. Me anunció que andaba en tal menester poco antes de que llegara a mis manos el libro, con olor a tierra mojada, a flores, a frutas, a naturaleza, a franciscanismo.

          En su sencillez, es primorosa  la edición, ilustrada con bellas fotografías.

          La autora, desde su dedicación a la música y la literatura, artista de cuerpo entero, nos deleita, mejor, se deleita, tanto con el paisaje, el entorno, la circunstancia, como en el acercamiento al personaje central de su relato: una mujer muy valiosa que supo vivir plenamente su vocación a la vida monástica, sentida desde la infancia y culminada a lo largo de cincuenta y siete años de los setenta y dos que vivió en este mundo.

          Es libro para leer y releer. Dada mi relación con las Clarisas de la Villa. No viene ahora al caso el origen de la misma. Basta decir que tuve la inmensa suerte de conocer a Madre Celina unos meses antes de su muerte y nunca hubiera pensado que estaba esta tan cerca. Su sonrisa, su serenidad, su dulzura, su formación humana y espiritual, en aquel fugaz encuentro, me fascinaron.  La historia de su vida me ha descubierto por qué se estableció tan profunda simpatía en tan breve tiempo.

          Hay muchos paralelismos entre su vida y la mía, distintas y distantes. Descubro que nació en primavera, como yo, solo un año después. Por poco no nacemos el mismo día y año. Precoz, un año antes que yo, ingresa en el Monasterio, fecha determinante en su vida, como lo fue para mí la del ingreso en la Universidad. Hace su Profesión solemne el mismo año, 1953, en que yo terminé la Licenciatura en Murcia. Un año después que yo accediera a la Cátedra en Córdoba, ella era nombrada Abadesa, aunque por no tener la edad requerida, pasó a ser Maestra de Novicias…cuando yo intentaba ser maestra de maestras en las Escuelas  de Magisterio.

          Lo del nombre tiene mucha gracia. Al entrar en Religión tomó el nombre de Celina por una clarisa francesa, muerta en 1897. Cuenta Sor María Luisa: Lo primero que se escribe sobre ella es una biografía titulada ”La pequeña Sor Celina” en el año 1955.Tiene por autor al P. Marcelo Lekeux. Está escrita en francés y traducida al español por el P. José Carrillo; ambos son franciscanos.[48]  Lo que faltaba. El Padre Carrillo transitando por el libro. Mi compañero de Facultad, al que convertí en personaje literario[49], y cuya imagen, recogida en dos fotografías, también conservo  publicada[50], una entre Ana Luisa y don Manuel, en la otra el primero a la derecha, primera fila, nuestro cincuenta aniversario del ingreso en la Universidad, 1998. No sé dónde, pero en alguna parte conservo papelillos relativos a la Sor Celina francesa, llegados en cartas afectuosas del colega franciscano.

          Esto es lo que hace especial y gratificante la lectura de un libro: el ver, por sorpresa, parte de nuestra vida entre sus páginas.

          Algo más quiero decir de Sor Celina: sus insomnios, hermanos de los míos; su andar ligero como si fuera a coger el autobús con el tiempo justo para no perderlo[51] me recuerda los tiempos de Córdoba, cuando, recién llegada, casi llamaba la atención a los indolentes andaluces mi paso rápido, detenido solo ante la cancela de un patio, asombro de la vista; su amor a la puntualidad[52], a la sagrada Liturgia[53], al cumplimiento del deber hasta la exageración…[54]. Entiéndase que comparto tales “aficiones” en un notable nivel de imperfección con respecto a la biografiada. Botones de muestra, nada más.

          Difícil escoger uno entre los hermosos apuntes de paisaje que componen el “marco” adecuado a la historia. Me inclino por la página en que la autora “acompaña” a la recién ingresada en el monasterio en su recorrido por escaleras y galerías hasta el lugar desde el que al fondo se divisa el pueblo de Amandi, sobre el que destaca la preciosa iglesia románica. Más allá se divisa Lugás, con su santuario mariano protegiendo el pueblecito acostado a sus pies. Un poco más a la derecha está la Mesada, como solitario e imponente baluarte elevado sobre el monte. Siguiendo hacia la derecha y más lejano aún, aparece el pueblo de Cazanes, tan alto, tan erguido, tan cerca de las nubes, que semeja un puñado de estrellas perdidas en el cielo. Y más cerca, casi lo tocamos con las manos, el palacio de los marqueses, Sorribas, con su vegetación exultante y frondosa…Se contempla la carretera de Gijón, ascendiendo entre plantíos de eucalipto….

          El conjunto es de una belleza impresionante: de entre la campiña vestida con mil tonalidades verdes, emergen las casitas blancas con sus rojos tejados, en las lejanas quintanas astures. Mary abre los ojos desmesuradamente, como si quisiera meter dentro tanta hermosura y adueñarse de ella. Porque este paisaje iba a ser suyo; aquí se recrearía hasta el final de sus días; este apacible entorno iba a ser testigo de su entrega incondicional a Jesús y a la Iglesia.[55]

          Para quienes hemos tenido el placer de transitar por Asturias y hemos visitado los lugares descritos, la nostalgia de otros días se hace emocionada memoria y nombres propios, no solo de lugares, también de personas, acuden al papel: Luisa, José Francisco, Charo, Mary, Pilar, Lily, las Clarisas todas, con especial recuerdo para las veracruzanas por aquello de mi estancia en México….

          Al comienzo aludí a los conocimientos músico-literarios de María Luisa Picado. La inclusión de textos poéticos da al relato especial amenidad y ligereza: sencillas composiciones en versos de arte menor,[56] los octosílabos, -de esos que a los españoles nos salen solos- y que ilustran las fiestas monjiles. Muy graciosas las estrofas que ilustran un álbum de fotografías:

¡Aquí llega una gran tarta…

con la sidra y los mariscos…!

¡Cómo te chupas los dedos

con tan rico aperitivo!

(….)

En la que sigue, ¡preciosa!

estás como una manzana:

Guapa, elegante, sonriente…

¡como la reina de España![57]

          Distinto tono el de los dos poemas que cierran el libro, Ya no puedo cantar  y Ahora. Con estrofas de este último cerramos el comentario: …Ahora / que la noche llega / tan deprisa / y las nubes oscurecen / el azul de las montañas. // Ahora / que mi soledad te añora / como la noche añora al sol, / como el amor / añora la presencia. // Ahora / que tu última sonrisa / quedó clavada / en mi huérfano / y solitario corazón. / ¡Ahora…! / Precisamente ahora / que la sal de mis lágrimas / salpica todos los días / mi ventana desnuda…//(…) Y ahora / ¡solo una súplica me queda! : / Que conduzcas nuestras vidas / por la unión y la belleza, / hacia el Cosmos / do tú habitas / más allá de las estrellas.

 Gracias, Madre Celina, por haber existido. Gracias, María Luisa, por dejar constancia de ello y por tu continuada amistad.

 

                                                           Albacete, enero, 2007  

                       

16.     La llamada

 

          Aunque la Clausura en los Monasterios impida el acceso a las dependencias reservadas para aquellas personas que se entregan a Dios en vida contemplativa, por sus obras las conoceréis.

          El lema “ora et labora”, que rige en la vida monástica desde la Edad Media, cada Congregación lo aplica a su Regla con matices específicos, pero lo cierto es que el legado monástico a lo largo de la historia queda materializado en los más destacados campos de la cultura desde las Artes Plásticas a las Humanidades o la Música. Eso es lo que se aprecia materialmente pero la misión de los consagrados contemplativos es la alabanza de la Divinidad y la oración por todos los hombres, y eso no se puede “ver” desde fuera sino desde la amorosa mirada de Dios.

          Lástima que haya tantas gentes ajenas a este mundo. Me siento privilegiada al haber tenido ocasión de establecer contacto con Monasterios de las más destacadas Órdenes, las de las Hijas de San Benito, de Santa Clara -que es decir también Francisco-, o las de Teresa de Jesús, El Carmelo Descalzo.

          El Cuaderno de CAVISUR nº 6 ha sido posible porque hubo un nº 1[58] gracias al regalo que en día ya lejano me llegó de Sevilla por gentileza de la incomparable Conchi Cuenca que todavía no sabe cuánto tengo que agradecerle. Un día de febrero de este mismo año me dio la noticia de que su hermana Ascensión, profesora, se había pre-jubilado y pensaba ingresar en el Monasterio Cisterciense de San Clemente en Sevilla.

          El recuerdo de Mª Luisa en Villaviciosa, de Sor Mª Dolores en  Gradefes y el más reciente hallazgo de Mª José Pérez González de las Descalzas de Puzol, colaboradora de TONOS, me hace pensar en un auténtico florecimiento, en este desnortado siglo XXI, de la vida monástica que los ignorantes piensan que es cosa de la Edad Media. Y no digamos los influidos por la obra de Eco “El nombre de la rosa”. ¡Cuánto va de lo pintado a lo vivo!

          Y para que no haya dudas ahí tienes lector las fotos de quien hoy, día 31 de mayo de 2011, Fiesta de la Visitación de la Virgen a su prima Isabel, ha ingresado en el Monasterio de San Clemente sevillano. Sigue el poema que da título a estas notas y que lo escribí para Conchi en primera instancia pero he rectificado la dedicatoria como regalo a la postulante. Su hermana no se enfadará que toda queda en la familia

 

En el Monte de los Olivos, Jerusalén

 

 

 

 

 

 

La llamada

A Ascensión Cuenca Alejandre, que en mayo ingresará en el Monasterio de San Clemente, de la Orden del Císter, en Sevilla.

 

Y Dios sigue llamando….

 

a la entrega total en su alabanza,

por todos los caminos del espacio y el tiempo,

ya a la clausura de los monasterios,

ya a la vida en común en el servicio

al ser necesitado en tantos ámbitos.

 

Y Dios sigue llamando….

 

al ermitaño en pura soledad,

al misionero en un lugar lejano,

al consagrado cerca de los suyos

en la vida ordinaria, levadura

que consiga la masa fermentar.

 

Y Dios sigue llamando….

 

en mocedad o ya en edad madura,

cada uno a su tiempo y su lugar.

Respuesta personal a la llamada

que bien puede venir desde Benito,

en la Alta Edad Media, a nuestros días,

familia bendecida

con tan frondosos árboles que un bosque

desde Monte Casino se divisa

hasta la orilla del Guadalquivir.

En Europa florece

la santidad de los benedictinos,

Benito y Escolástica,

Bernardo y Rafael,

el benjamín recién canonizado

hijo de nuestra España,

co-patrón de los jóvenes que en Madrid y en agosto

testimonio darán al Santo Padre

de su amor a la Iglesia, de su adhesión a Cristo.

 

Y Dios sigue llamando…

 

Hijos de San Benito, es vuestra hora,

sin oración nada de Dios se alcanza,

vuestros salmos al cielo elevad sin descanso,

que Dios sigue llamando….

 

Alguien responderá.

 

Albacete, 27 de febrero de 2011

 

 

 

17. La Navidad de las familias

 

15 “Al marcharse los ángeles al cielo, los pastores se decían unos a otros:

-Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha anunciado el Señor.

16 Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.

17 Al verlo, les contaron lo que les habían dicho del niño. 18 Todos los que lo oyeron se admiraban de lo que les decían los pastores. 19 María, por su parte, conservaba el recuerdo de todo esto, meditándolo en su interior. 20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por lo que habían visto y oído; todo como se lo habían dicho.”

LUCAS, 2, 15-20

…………………………………

 

1 “Al llegar los ángeles al cielo, Dios les hizo un segundo encargo con estas palabras: 2 - Cuando mi Hijo cumpla la misión para la que ha bajado a la tierra, 3 sea enviado el Espíritu Santo a quienes creyeron en Él 4 y se vaya extendiendo la Buena Nueva por el mundo, 5 cada veinticinco años bajaréis a la tierra y visitaréis veinticinco casas para anunciar el Nacimiento de Jesús a quienes en ellas se encuentren.

6 Estas veinticinco familias tendrán el privilegio de viajar, solo durante un día, por el tiempo y el espacio, hasta llegar a Belén de Judá donde para ellas se repetirá el prodigio 7 y se unirán a los mismos pastores que han visto al Niño en el pesebre con María y José.

8 Y así sucederá hasta el final de los tiempos, dijo Dios.”

SEGUNDO LUCAS (APÓCRIFO DEL SIGLO XXI) 1, 1-8

 

 

Canción de las familias que milagrosamente estuvieron en Belén

 

1.Venimos las familias

del mundo entero

a ver al Sol bajado

del alto cielo.

2.Es el Niño un clavel,

rosa su Madre,

vamos con los pastores

a saludarle.

3.A través del espacio,

-también del tiempo-

hemos hecho la ronda

del Universo.

4. Esta es una cadena

de Amor tan fuerte

que no podrán romperla

aunque se intente.

5. Asia, Europa y América

se dan la mano,

África, Oceanía

vienen bailando.

6. A la ronda, a la ronda,

Dios ha nacido,

se ha vestido de Hombre

por redimirnos.

7. Un matrimonio ruso

no tiene hijos;

y le pide a María

que le de al Niño.

8. ¡Qué alboroto, señores,

qué disparate!

Pues todas las familias

van a imitarle.

9. La Virgen, diplomática,

pide paciencia,

Jesús le pertenece

y no está en venta.

10. Si por dólares fuera,

aquí está USA,

libras, marcos y yenes

suben la puja.

 

11. San José, antes callado,

ahora se impone:

“Déjense de dineros,

callen, señores.”

12. La niña más pequeña

de cinco hermanos

con unas castañuelas

sale tocando.

13. Se acabó el altercado,

todos al baile,

que Jesús ha nacido

y hay que alegrarle.

14. Bendita Trinidad,

que desde el cielo

nos manda una Familia

como modelo.

15. Ya todos se retiran,

la noche avanza

y la Virgen María

canta una nana.

 

Albacete, Martes de Pascua, 26, abril, 2011[59]

 

 

 

 

 



[1] V. Ángel Valbuena Prat. “Historia de la Literatura Española” Tomo II, 9ª edición, Gustavo Gili, Barcelona, 1981, págs.359-60

[2]  En otro lugar comentaremos la foto de Bernini que va en portada

[3] Me refiero a la segunda edición de la BAC , Madrid, MCMLXVII

[4] Con gran disgusto del Rector Batlle a quien hice una jugada para que me aceptara la dimisión. Tan generoso conmigo como siempre, firmamos las paces.

[5] V. TONOS 20, diciembre, 2010, Cuaderno de CAVISUR, nº 4, artículo 13

[6] V. TONOS, 17, julio, 2009, Tintero, “Cuaderno de ida y vuelta”, artículo 5, “La esposa del juez de las tres cruces”

[7] V. TONOS, 19, Tintero, Cuaderno de Cavisur nº 3, artículo 3.

[8] No se asombre el lector por la precisión en la fecha. Grabé la clase y la he oído no hace mucho. Por cierto, me ha gustado. Muy participada.

[9] Todas las citas las tomo de la edición de Obras Completas de la Santa, BAC, Madrid MCMLXVII. Y pido disculpas al lector por extenderme tanto con los textos. Me entusiasman.

[10] V. SANTA TERESA, CARTAS, Monte Carmelo, Burgos, 1981, pág. 184

[11] V. David Garrido Valls, “Marqués, duque y virrey” INFORMACIÓN.es, Opinión, domingo 25-11-2007

[12] V. Carmen Agulló Vives, “Crónicas de dos siglos, Albacete, 2003, págs.155-58

[13] V. TONOS, 19, julio, 2010, Tintero, Cuaderno, nº 3, artículo 11

[14]  Hace un par de días me contaba una amiga cordobesa que se ha roto un brazo por una caída en una visita guiada a restos romanos a los que se accede por los garajes subterráneos de los edificios modernos. Solo pueden acceder grupos a determinadas horas y el guía abre y cierra las puertas de estos edificios privados. Curioso sistema.

 

[15] Edith Stein. “Obras selectas”, Ed. Monte Carmelo, Burgos, 1997

[16] María Amata Neyer, “Edith Stein (Su vida en documentos e imágenes)” Editorial de Espiritualidad, Madrid, 1987. La autora nació en Colonia en 1922.Estudió primero Medicina y en 1944 ingresó en el Carmelo de Colonia. Especialista en la biografiada, ha creado y dirige el “Archivo Edith Stein”. Al menos lo dirigía en 1987. Si vive, tiene ahora 89 años.

[17] Apareció el primer número en el curso 1983-84 por iniciativa de un grupo de profesores de la Escuela Universitaria de Magisterio; más tarde fue creciendo como publicación anual del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad valenciana. Fue cofundador  y coordinador hasta el curso 1994-95 el murciano Eusebio Aranda Muñoz, ya en calidad de Profesor Emérito pues el nº 7 de la Revista, Extraodinario, 1991, se le dedicó al jubilarse, allí estuvimos presentes, con los valencianos, una representación de Murcia encabezada por el Profesor Muñoz Cortés, no en vano Eusebio, antes de acceder a la Cátedra fue Ayudante de don Manuel en Murcia. Creo que el  nº doble 11-12, el último que poseo, cerró el ciclo de esta publicación, que bien merecería ser digitalizada para su difusión en Internet.

[18] Ignoro si a fecha de hoy, 2011, lo conserva, en caso afirmativo ni sabrá dónde y desde luego mecanografiado “a la antigua”.

[19] El tono del romance es respuesta a la que me dio la profesora Morote de que el equipo de redacción de la Revista -ya no estaba Aranda, le quedaban pocos años de vida- no disponía de presupuesto. De hecho la Revista desaparecería casi de inmediato.

[20] Tomo la cita de Alejandro Ramos Folqués, HISTORIA DE ELCHE, 1971, pág. 357

[21] En el programa de la Semana Santa 1995, editado por el Ayuntamiento y la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades, al hacer referencia a la procesión que nos ocupa se dice textualmente al detallar el itinerario: “…Reina Victoria, en el cruce con Jorge Juan se efectuará el TRADICIONAL ENCUENTRO CON EL CRISTO RESUCITADO, siguiendo por el Puente de Canalejas…”. El término “tradicional”, puesto tan de relieve puede inducir a error en cuanto a la antigüedad del acto a que hace referencia.

[22] Dispongo de información recibida por tradición familiar, sobre todo de mi madre, Asunción Vives Belso, nacida en 1899 y lúcidamente viva en la actualidad.

[23]  Remito al lector a la cita inicial dorsiana y huelgan comentarios.

[24] Este itinerario, invariable desde tiempo inmemorial, discurre por las calles del casco antiguo de la ciudad y era recorrido por la Virgen de la Asunción en dos ocasiones solemnes: el Domingo de Pascua y el 15 de agosto, portada a hombros por los actores de la FESTA, en lecho mortuorio, seguida de Palio. También el 29 de diciembre, fecha en la que se conmemora la Venida de la Virgen, hallazgo en las playas del Tamarit, desfila por las calles de Elche la Patrona pero esta tercera procesión tiene la particularidad de que sigue el itinerario en sentido inverso y ha sufrido cambios en el mismo. No es este lugar para detallarlos.

[25]  Del libro “El contenido del corazón” incluido en: Luís Rosales, POESÍA REUNIDA, Seix Barral, 1981, págs. 306-7

[26] Debo a su amabilidad la información que sigue con datos tomados de los programas oficiales de Semana Santa.

[27] Cuando estoy digitalizando el texto escrito en 1995, señala el calendario abril de 2011, siguen siendo pocos los años para hablar de tradición ¿qué menos que un siglo?

[28] V. Ramos Folqués, obra citada, pág. 541

[29]  Debo este dato a la amable información del Director del Archivo Municipal, don Rafael Navarro

[30]  Tomo los datos de la Oficina Municipal del Censo y de José Gozálvez Pérez, “La ciudad de Elche”, Tesis Doctoral. Departamento de Geografía. Universidad de Valencia, 1975

[31]  Pág. 72. Cito por la edición de 1959, Madrid, Revista de Occidente

[32]  El dueño de la Imprenta Segarra, fundada en 1917, -una de las principales imprentas que en la actualidad fabrica aleluyas; este año de 1995 ha vendido 1.600.000 unidades- me comunica verbalmente que su padre utilizó todavía en la impresión de aleluyas unas planchas antiguas de madera, adquiridas en la Imprenta Rizo, con imágenes de San José, San Pascual y otros Santos. Él recuerda haberlas visto en la imprenta pero hoy ya no las conserva.

[33] Por cierto que el Sr. Segarra me comunicó que ha revisado los modelos antiguos y se propone imprimir, en años sucesivos, solamente imágenes de Jesús Resucitado y de la Patrona. Yo echaré de menos los ingenuos dibujos a pluma de San Antón con el cochinillo o la escatológica visión del Purgatorio.

[34] De lo que ya no estoy segura es de que el itinerario explicado como actual en 1995 no sufra cambios. He visitado Elche en abril de 2011 y me he encontrado con la desagradable sorpresa de que la Procesión de la Palmas ya no pasa por mi esquina. Se utiliza esa calle para desviar el tráfico rodado y en vez de palmas he contemplado caravanas de coches en doble fila y con retenciones de no sé cuántos metros. ¿Qué será en el futuro del itinerario de las aleluyas? 

[35] Transcribo un artículo publicado en la Revista VALENCIA ESCOLAR,  curso 1981-82, abril, nº 59, pág. 5

 

[36] V. Carmen Agulló Vives, “Crónicas de dos siglos”, Albacete, 2003, págs. 41-42

[37] Para la relación de Santa Teresa con Sevilla vid. Capítulos 23 al 26 del “Libro de las Fundaciones” y las abundantes referencias en el Epistolario.

[38] V.  Elena Barroso, CAUCE, número cero, pág.15: “consiguió el grado académico de doctora cuando había rebasado el ecuador de los cincuenta”

[39] En esta fecha peregrinó a Guadalupe Santa Teresa para dar gracias por la batalla de la que salieron vencedores en Perú tres de sus hermanos. La escritora andariega todavía no viajaba para fundar conventos. Pero estuvo en Extremadura ya monja, con 33 años.

[40] V. TONOS, 21, julio, 2011, Tintero, “A mis soledades voy….”, nº 19

[41] He manejado la edición de Destino, Barcelona, 1986, aunque existe otra más moderna del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, Cáceres, 2004

[42] O.C. pág. 72

[43] V. TONOS, 20, Tintero, Cuaderno nº 4

[44] V. Carmen Agulló Vives, “Crónicas de dos siglos”, Albacete, 2003, págs.81-83

[45] Publicado en mi libro “Crónicas de dos siglos”, pág.43

[46] Tomo la cita de la Revista “Teresa de Jesús”, nº 170, marzo-abril 2011, pág. 47

[47] María Luisa Picado Amandi, “Recuerdos desde el amor”, Villaviciosa, Asturias, España, 2006

[48] O.C. página 56

[49]  Vid. Carmen Agulló Vives, “Crónicas de dos siglos, Albacete, 2003, pág.165

[50] Vid. Carmen Agulló Vives, “Escrito  con amor”, Albacete, 2005, pág.192

[51] O.C. página 83

[52]  O.C. página 96

[53]  O.C. págs. 113-14

[54]  O.C. pág. 91

[55]  O.C. págs. 52-53

[56]  O.C. pág. 131

[57]  O.C. pág. 132

[58] V. TONOS, 17, julio, 2009, Tintero

[59] No extrañe al lector la fecha. Escribo el poema navideño con tanta anticipación habida cuenta de que he de remitirlo a mi buen amigo el doctor López Onega para que vaya pensando en cómo ilustrarlo. He recibido su magnífico dibujo en septiembre y el cuaderno debe enviarse a Murcia con la debida antelación; quisiera mandarlo en octubre.