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Revista de estudios filológicos
Nº25 Julio 2013 - ISSN 1577-6921
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EL COMPLEJO PANORAMA DE LAS LENGUAS Y DE LA LITERATURA EN BENÍN. LA OPINIÓN DE ROGER GBÉGNONVI

 

Houndegnon Sodansou

(Grupo ECCO. Universidad de Almería)

 

sondansoul@yahoo.fr

 

Resumen: El estudio de la literatura y de la política lingüística en países como Benín debe valorar diversos factores: la presencia del francés y de los idiomas africanos en la escuela; la ausencia de una tradición cultural relacionada con la escritura; la importancia de los relatos orales; la dificultad para aplicar los conceptos y la terminología habituales; y los recursos económicos entre otros.

 

Palabras clave: Benín, literatura, oralidad, política lingüística, Gbégnonvi

 

THE COMPLEX SITUATION OF LANGUAGES AND LITERATURE IN BENIN: ROBER GBÉGNONVI’S OPINION

 

Abstract: Different factors should be taken into account when studying the literature and the language policy in countries such as Benin. These factors are, among others, the following: the presence of different languages in schools; the absence of a cultural tradition associated with writing; the importance of oral tradition and story-telling; the difficulty in applying common concepts and terminology; and the lack of economic resources.

 

 

 

Introducción

 

El profesor Roger Gbégnonvi, doctor por la Universidad de Bielefeld (Alemania), ha enseñado lingüística africana en esta universidad y trabaja actualmente en Benín como catedrático de literatura. 

Gbégnonvi ha sido representante de la Fundación Friedrich Naumann en un proyecto regional destinado a apoyar la democracia, la promoción de los derechos humanos y el pluralismo. Fue miembro fundador de la sección beninesa de Transparency International, organización de la que ha sido presidente. Aparte de su dedicación a la enseñanza, hoy en día colabora en varios proyectos de cooperación al desarrollo, como asesor del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo).

Su experiencia como profesor de lengua francesa en varios países le ha permitido  observar las semejanzas que se dan en las realidades sociales, culturales y lingüísticas de diferentes países africanos. Esas impresiones las ha dado a conocer en artículos publicados en la prensa de Benín y han sido recogidos en diversos libros. El más reciente, África entre infierno y purgatorio, publicado en 2013, analiza los problemas originados por la corrupción y los gobiernos en el continente.

Por su compromiso con las lenguas africanas, el presidente de la República de Benín lo nombró, en 2007, ministro de la Alfabetización y de la Promoción de las Lenguas Nacionales. Como nos explicó en la entrevista, su cese en este Ministerio, que cambió incluso de apelación (ahora se llama Ministerio de la Cultura, de la Alfabetización, de la Artesanía y del Turismo), se produjo porque las autoridades de la Francofonía, que velan por la promoción del francés, veían como una amenaza la promoción de las lenguas nacionales del país.

Roger Gbégnonvi destaca sin duda por la pasión con que trata desde hace años las cuestiones relacionadas con la literatura africana y la literatura oral. En la revista  Biindi e Jande, que creó con otros compañeros africanos mientras estaba en Alemania, publicó varios artículos sobre la promoción de las lenguas nacionales. Además, escribió dos libros, Lǒ y Bogbe en su idioma el fongbé, el idioma de la etnia a la que pertenece y uno de los que cuenta con mayor número de hablantes en el centro y en el sur de Benín. El primer libro nos presenta una selección de proverbios de su idioma. El segundo nos habla de los encantamientos que se pronuncian en los rituales vudú[1].

Como podemos observar en la entrevista, Roger Gbégnonvi mantiene unas ideas originales sobre lo considera ‘literatura y cultura africanas’. Pensando siempre en defender África y sus culturas nos da sus puntos de vista sobre la terminología que se emplea habitualmente para designarlas y sobre los intereses ideológicos y políticos que se mueven tras estas denominaciones.

 

La política lingüística y las lenguas nacionales

 

Para valorar mejor las opiniones del profesor Gbégnovi sobre cuestiones tan complejas como los textos literarios, la tradición oral y las lenguas en África, conviene tener unas mínimas referencias sobre la situación cultural y socio-lingüística de Benín, así como sobre la política que se está llevando a cabo en estos campos.

Durante mucho tiempo el francés ha sido la única lengua reconocida por la administración y la enseñanza en Benín. En este panorama las lenguas nacionales se consideraban como dialectos, en sentido peyorativo. Se pensaba que era imposible transcribirlas y que no servían como instrumento de comunicación a escala nacional ni podían permitir la promoción social de las personas que accedían al sistema educativo.

En los años setenta, tras el golpe de Mathieu Kérekou, se manifestó la necesidad de emprender una reforma y de cambiar esta situación[2]. En el discurso presidencial de 30 de noviembre de 1972, se insistía en “revalorizar nuestras lenguas nacionales” y en organizar “en las lenguas nacionales la alfabetización de las masas, factor esencial de nuestro desarrollo”. A su vez, en 1973, el texto legal dedicado a la Reforma de la Enseñanza señalaba la introducción “de nuestras lenguas en nuestra enseñanza” como un factor de unidad nacional. E indicaba que esa introducción sería progresiva y que el objetivo final era que las lenguas nacionales figurasen como materia y como lengua vehicular para las restantes disciplinas.

Las nuevas medidas surgían de acuerdo con la orientación socialista del gobierno y su propósito de alfabetizar al conjunto de la población como un paso previo que permitiera impulsar el desarrollo económico y elevar el nivel de conciencia política según la terminología y el discurso oficial del momento.

La aplicación de estas medidas exigía también contar con los conocimientos lingüísticos necesarios para caminar en una o en otra dirección. Por este motivo, se crearon varios órganos e instituciones políticas y académicas. En junio de 1974 nació la Comisión Nacional de Lingüística para investigar las lenguas nacionales y elaborar materiales pedagógicos para la alfabetización y la inserción de las diferentes lenguas en el sistema educativo. En 1975 se fundó la Dirección de la Alfabetización y de la Prensa Rural para aplicar las directrices adoptadas. Finalmente, en febrero de 1977, se estableció una última estructura: la sección de Estudios lingüísticos y de la tradición oral de la Facultad de Letras, Artes y Ciencias Humanas (FLASH). Su tarea consistía en enseñar lingüística y en promover investigaciones en este campo.

Todas estas iniciativas mencionadas apenas tuvieron un desarrollo adecuado. Hubo que esperar al establecimiento de un nuevo sistema político para observar otras iniciativas destinadas a promover las lenguas nacionales.

El gobierno de transición a la democracia promulgó una nueva Constitución en 1990. En ella encontramos disposiciones en este sentido y se menciona la obligación de impulsar el conocimiento de las diversas lenguas nacionales. Junto a la Constitución destaca la Carta Cultural de la República de Benín, que se centra en la promoción de las lenguas nacionales[3]. En ella se declara lo siguiente: "El Estado de Benín, asegurando equitativamente la promoción de todas las lenguas nacionales, debe preparar y poner en marcha las reformas necesarias para una introducción progresiva y metódica de estas lenguas en la educación.”

En esta misma etapa de transición a la democracia, en 1990, se elaboraron los Nuevos Programas de Estudios y en ellos se defendió la práctica de la lengua materna en la escuela por medio de cuentos, proverbios, historias, etc.

Junto a las medidas políticas, de nuevo se procuró estimular la creación de órganos académicos que analizaran la realidad lingüística. Para ello se constituyó el Departamento de Ciencias del Lenguaje y de la comunicación de la Facultad de Letras, Artes y Ciencias humanas de la Universidad de Abomey-Calavi, y el Centro Nacional de Lingüística Aplicada.

Estas iniciativas, al igual que las anteriores, no tuvieron un resultado práctico. Al margen de las dificultades económicas y políticas que supuso su aplicación, hay que tener en cuenta otros factores para explicar el fracaso de las mismas. En efecto, la propia población desconfiaba de estas medidas, puesto que identificaba claramente su promoción económica con el conocimiento del francés. Tal y como indicaba en 1978 el profesor Nata, si se quiere vencer las resistencias, cualquier reforma debía ir acompañada por una mejora de las condiciones de vida de las personas que se alfabetizasen en las lenguas nacionales para que éstas comprendieran las ventajas que suponía dominar su lengua materna[4].

Por esto podemos decir que las lenguas nacionales, en la práctica, no han sido nunca enseñadas en las escuelas primarias antes del 2006, cuando llegó al poder el presidente actual, el doctor Yayi Boni. No hubo ningún proyecto en este sentido planificado y mucho menos aplicado. Sólo se mantuvo el principio de que la lengua local dominara las actividades educativas en las guarderías, al inicio de la escolarización.

Podríamos decir, por tanto, que con el Gobierno actual se abrió una nueva etapa, un nuevo intento de abordar este complejo problema, tal y como indica el profesor Georges Guedou[5]. Para avanzar en este camino, en noviembre de 2007, se creó el Ministerio de la Alfabetización y de la Promoción de las lenguas Nacionales, que ocupó precisamente Roger Gbégnonvi. Si bien éste nos comenta, asimismo, en la entrevista los recelos que su labor generaba.

En estos últimos años se realizaron algunas actividades importantes para abordar el problema de las lenguas nacionales. Se organizó, por ejemplo, el Forum Nacional sobre el Sector de la Educación, en febrero de 2007, en Cotonou. De acuerdo con sus indicaciones, se propusieron ahora diez lenguas nacionales, en lugar de seis, como disciplinas de enseñanza: yoruba, fon, aja, dendi, baatonu, ditammari, gun, fulfulde, yom, gen. Asimismo, se insistió en la importancia de sensibilizar a la población a la hora de emprender la reforma.

Otra reunión, en mayo de 2008, en Lokossa, ha abordado un asunto trascendental. Se ha ocupado en concreto de elaborar el Alfabeto nacional de las lenguas beninesas[6].

Al mismo tiempo, se están elaborando manuales escolares de lectura y escritura, listas de léxico, para el profesor, etc. En cuanto a la formación de profesores, se ha preferido no contar con un cuadro de maestros específicamente dedicado a esta tarea.

El objetivo final sería, en definitiva, optar por el bilingüismo (lengua nacional/ francés). Y, para llevar a cabo el plan, se contaría con la ayuda de la UNESCO, que ha destinado una cantidad anual de dinero durante un decenio.

Abordar estas cuestiones precisa conocer la realidad lingüística del país. Pero no es desde luego una tarea fácil de cumplir. Como indica Adama Samasséko[7], presidente de la Academia Africana de las Lenguas (ACALAN), existe un serio problema a la hora de realizar una clasificación de las lenguas. De hecho no hay todavía un atlas lingüístico de África y son pocos los países que disponen del mismo. Contamos con un trabajo realizado por el SIL (Summer Institute of Linguistics), que recoge un censo de las lenguas africanas, pero no resulta del todo satisfactorio. Según Adama Samassekou, se produce con frecuencia una confusión entre los dialectos, los idiolectos y las lenguas. De ahí el número tan elevado de lenguas reconocidas en el continente africano.

En el caso de Benín nos encontramos con una situación muy parecida. Se ha establecido una lista con 62 lenguas maternas en 2008. Y una vez más se aprecia la dificultad para conciliar lo académico y lo político. Como señala el profesor Gbégnonvi, la política es de nuevo la que marca el rumbo de las decisiones.

En principio, todos los idiomas de Benín tienen, como hemos dicho, la condición de lenguas nacionales, pero la realidad es que entre ellos existen importantes diferencias cuantitativas. Por este motivo, los lingüistas y otros investigadores consideraron, en 1992, que sólo seis idiomas debían ser promovidos por el Gobierno de Benín en la alfabetización de adultos: el aja (360.000 hablantes), el batonun o bariba (460.000 hablantes), el dendi (300.000) el fongbe (1,4 millones), el ditamari (120.000) y el yoruba (465.000).

La decisión tomada ha sido la de introducirlas todas en la enseñanza aunque, al mismo tiempo, se reconoce que muchas no cuentan aún con ningún estudio lingüístico. Por un lado, se insiste en el argumento de evitar cualquier privilegio que coloque a una lengua sobre otra. Por otro, se establecen unos criterios objetivos basados en el número de hablantes, el área geográfica de uso, las producciones científicas en esa lengua, o el hecho de que sean o no transfronterizas.

 

La tradición oral

 

Al margen de los problemas para distinguir las lenguas nacionales, resulta evidente que no se ha conseguido establecer una enseñanza que permita escribir esas lenguas. Lógicamente, la ausencia de registros escritos afecta directamente a la forma de trasmitir la cultura y a lo que llamamos literatura.

Para rellenar ese hueco, se habla de la tradición oral. La manera de mantener y transmitir a las futuras generaciones la historia, las leyendas y las costumbres de un determinado pueblo constituiría lo que se denomina ‘literatura oral’. Sin embargo, esa denominación, al igual que la expresión ‘literatura africana’, no parece convencer, por ejemplo, a especialistas como el profesor Gbégnonvi. Le parece contradictoria y, como explica en la entrevista, puede esconder la tendencia colonialista de convertir el continente africano en un lugar marginado, en el que no cabe aplicar las mismas normas académicas o científicas.

El reconocimiento de la tradición oral, que Roger Gbégnonvi defiende, no evita que África ocupe de nuevo una posición secundaria en el campo cultural. Como es sabido, en las sociedades letradas, se ha utilizado de manera tradicional la palabra literatura para referirse básicamente a escritos, a textos fijados por el sistema alfabético. En cambio, las manifestaciones artísticas orales, que han ido recreándose desde el origen mismo del hombre, no han tenido la misma suerte. Probablemente, habrá que esperar aún mucho tiempo para que el término “literatura oral” ocupe un lugar privilegiado en el dinámico polisistema literario.

En estas culturas que han carecido de la escritura o de la impresión, se da un tipo de oralidad específica que Walter Ong y Paul Zumthor llaman “primaria”. Los pueblos orales otorgan a la palabra hablada un poder mágico y le confieren el valor de preservar la memoria y el conocimiento colectivos. Pero este material organizado en forma verbal no es visto ni considerado como manifestaciones literarias (desde una concepción logocéntrica).

Por tratarse precisamente de un tipo de literatura en perpetuo movimiento, estas composiciones llevan entreverada la memoria viva de un pueblo. En su propia estructura se entretejen voces, experiencias, emociones, ideas e inquietudes de este grupo humano, que acompañan a sus miembros en su complejo proceso de socialización y culturización. Pero en ellas resulta difícil admitir, por su formación y por su propia naturaleza, fijación textual alguna[8].

Trabajar con la literatura oral requiere, por tanto, un enfoque muy diferente al utilizado con los textos escritos. Hay que tener en cuenta que son composiciones líricas con las que el receptor ha establecido tradicionalmente unos fuertes vínculos afectivos, ya que tanto sus cauces de transmisión como su proceso de aprendizaje y disfrute han estado siempre ligados al contexto familiar y social[9]. Asimismo, hay que valorar que estamos ante una práctica en la que la voz ostenta el monopolio de la transmisión y en la que adquiere un valor esencial la performance, es decir, la acción compleja por la que un mensaje poético es simultáneamente transmitido y percibido, aquí y ahora[10].

 

¿Existe una literatura africana?

 

Finalmente, en la entrevista realizada al profesor Gbégnonvi surge otra importante cuestión, vinculada con la noción de las literaturas nacionales en África. Las lenguas utilizadas en las novelas escritas en el continente suelen ser las heredadas de la colonización. Por este motivo oímos hablar de la literatura africana en lengua francesa, inglesa, portuguesa y española.

No hay, en cambio, apenas libros escritos en las lenguas propias del continente. De ahí que algunos intelectuales africanos opinen que no hay realmente una literatura africana. Para ellos sólo encontramos una literatura escrita sí por africanos, pero en lenguas extranjeras.

Ante la dificultad para recurrir a criterios relacionados con la lengua, la existencia de una cierta unión entre los escritores del África negra se ha fundamentado en que todos eran conscientes del desafío que debían asumir: luchar contra la colonización y devolver África a los africanos. Los pueblos africanos mostrarían un mismo destino unido por la colonización. Sin embargo, a medida que los pueblos africanos fueron logrando la independencia, el sentimiento anticolonialista se ha ido apagando y han ido apareciendo las divergencias en la forma de concebir la literatura, de percibir la política y su visión del mundo. En este contexto, como era de esperar, la unión intelectual de la que hablamos anteriormente se ha ido deshaciendo y lo que constituía el tema principal de esa supuesta ‘literatura africana’ -la oposición al colonialismo- ha ido perdiendo su razón de ser.

Para entender las dificultades que acompañan la existencia de una ‘literatura africana’, basta con formular una pregunta: ¿qué señas de identidad podría tener una literatura que iría desde Túnez hasta Sudáfrica o del Océano Índico hasta el Atlántico?  Como afirma el escritor nigeriano, Sebastian Okechukwu Mezu, “no se puede negar que el escritor africano de hoy sigue cantando las glorias y los sufrimientos de su tribu y de su raza para revindicar los derechos y las aspiraciones de sus compatriotas. Sin embargo, ha evolucionado, canta y expresa sus reivindicaciones, sus derechos a su manera.”[11] Es necesario por tanto analizar las corrientes literarias fijándonos en lo que ocurre en los diferentes países y no sólo atendiendo al continente africano como una entidad unitaria. Pero aquí tropezamos con una nueva dificultad y con una nueva pregunta: ¿hasta qué punto son representativas las fronteras en África?

La lengua y la cultura en países como Benín están pues rodeadas de preguntas difíciles de responder. En torno a ellas parece necesario cerrar de una vez por todas los planteamientos colonialistas, la visión simplificadora que muestra África como un conjunto. Y al mismo tiempo es preciso abrir nuevos caminos, nuevas clasificaciones e investigaciones.

La entrevista al profesor Gbégnonvi nos da algunas sugerencias sobre todas estas dudas y sobre los nuevos caminos por los que avanza la reflexión de los intelectuales en Benín.

 

Bibliografía

 

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ZUMTHOR, P. (1991). Introducción a la poesía oral. Madrid: Taurus.

 

 

 

ENTREVISTA: ROGER GBÉGNONVI

 

-H. Soudansou.- Profesor Gbégnonvi, ¿podría indicarnos en qué situación se encuentra actualmente la literatura beninesa?

Roger Gbégnonvi.- Voy a intentar ser muy sistemático. Para empezar, ¿a qué llama usted literatura beninesa? Tenemos la literatura beninesa en lengua francesa y la llamada literatura oral beninesa. No estoy de acuerdo con ninguna de las dos fórmulas. La literatura no puede ser oral, solo puede ser escrita. Nos conceden la fórmula, que exista una literatura oral, por no contar desde el principio con una escritura. Pero no es justo, ya que la escritura no se rige por las mismas reglas de la oralidad. No entiendo, pues, que se pueda hablar de una ‘literatura oral’. Contamos sí con unos textos orales, los proverbios, los cuentos, los encantamientos, pero sólo se les podrá llamar ‘literatura’ cuando hayan sido escritos.

 

-H.S.- Entonces, ¿no puede hablarse de literatura oral sino de tradición oral?

R.G.- Evidentemente. Por esta misma lógica no tiene sentido hablar tampoco de literatura escrita. ¿Hay acaso una literatura que no sea escrita? Debería hablarse de literatura sin más. Solo en África los europeos, no sé por qué motivo, los mismos que no soportarían oír la expresión ‘literatura escrita’, son los que nos han metido en la cabeza la expresión ‘literatura oral’. Son términos contradictorios. No hay una literatura oral, sino una tradición oral. Ésta se transmite de boca en boca y uno retiene, se queda con lo que puede, mientras que la literatura se difunde de otro modo; no se escucha, se lee.

 

-H.S.- Si nos centramos ahora en los textos escritos, ¿cuál es su opinión acerca de otras denominaciones como las de literatura africana, literatura beninesa…?

R.G.-Para mí lo que define una literatura es ante todo el idioma. Hablamos de literatura africana y precisamente, muy a menudo, de literatura africana en lengua francesa, de literatura africana en lengua inglesa, etc. Considero todo eso como un insulto para nosotros.

¿Qué es una literatura en lengua francesa? ¿Es que puede hacerse la literatura francesa en un idioma que no sea el francés? Además no se habla realmente de literatura europea, que yo sepa.

La literatura se define o se califica por el idioma en el que está escrita. En este sentido, podemos decir que es el idioma el que le da una forma determinada. Puesto que usted se encuentra en España le hablaré de José María de Heredia, cubano de origen. Le debemos algunos de los mejores sonetos en lengua francesa. Su literatura se considera francesa, aun siendo de origen cubano. Produjo una muy interesante literatura en francés que le permitió entrar en la Academia Francesa. Es pues un autor francés y este hecho no sorprende a nadie.

Ahora bien, cuando se trata de un africano de Senegal como Léopold Sédar Senghor, que cumple exactamente los mismos requisitos que José María de Heredia y entra en la Academia Francesa, se estima que es un escritor africano. No es un escritor francés como José María de Heredia.

De una manera o de otra, se nos ha condenado a la oralidad y se nos encierra siempre dentro de ella. Nos encontramos así ante una forma extraña de tratar a África, una forma un poco colonial, pues somos para ellos, en el fondo, gente sin escritura y sin historia. No tenemos más literatura que la de los otros, escrita en otras lenguas que no son las nuestras. Esto no es cierto y, cuando se den las condiciones adecuadas, nuestra literatura se revelará.

 

-H.S.- Pero frente a ese criterio de definir una literatura por su idioma, se podrían dar otros argumentos. Los escritores que viven en Benín tienen, por ejemplo, las mismas experiencias con independencia de la lengua que utilicen.

R.G.- Pero no escribo en francés como escribo en fon. Es un honor para mí poder escribir en fon y desde luego no hablo francés como hablo fon. El fon nació aquí a más de 30º, cuando el francés nació allí, donde a veces el termómetro baja a menos 10º. No sabemos nada de esa realidad. De hecho en la cultura francesa, el francés recibe “calurosamente” (porque hace frío) a alguien; cuando en la cultura fon, si se recibe a alguien calurosamente, éste no volverá a visitarlo.

Nosotros que hablamos fon a veces traducimos al francés las fórmulas de nuestra cultura. Por ejemplo, por el tiempo que lleva usted sentado ahí, le habría dicho “bonne assise”. Eso no es comprensible para un francés, porque no lo dicen.

Con todo, lo peor es que con frecuencia intentamos traducir al francés lo que por educación se recomienda en fon, algo que resulta a veces ridículo.

Le cuento una anécdota. Mi madre, por ejemplo, solo hablaba fon y utilizaba expresiones como «m’mado yin diyé aho, yé na kpon nounkounmè noumi.». Se trata de una fórmula muy bonita. Un día, mientras hablaba con un amigo, un misionero francés, utilicé la expresión en francés, en muy buen francés creo: «Mon père si je n’avais pas dit me voici, ce type m’aurait eu». El misionero no entendió lo que quería decir. Entonces se lo repetí y me pareció simular que lo había entendido quizás porque no quería molestarme. Sin embargo, seguí pensando en lo que le dije y me hicieron falta varios días para entender que no había hablado francés, sino que había traspuesto el fon al francés. Debería haberle dicho: «Si je ne m’étais pas montré plus intelligent que lui, ou si je ne m’étais pas montré très courageux, si je n’avais pas fait face, ce type m’aurait eu». Se da cuenta de la cantidad de expresiones que uso para intentar traducir una expresión fon al francés y que un francés no comprende.

En otra ocasión, cuando era profesor de francés en un instituto de Costa de Marfil, me encontré en el examen de un alumno de troisième (corresponde a 4ª de la E.S.O. en España) una expresión que existe también en fon pero que los fons no traducen nunca al francés: «Il a versé notre figue parterre», para decir simplemente que nos ha avergonzado. No fui capaz de subrayar la frase y decirle al alumno: “Es falsa, eso no es francés”. Me sentí obligado a decirle: “Su expresión es tan bonita que hubiera podido ser francesa. Pero si habla así, los franceses no lo comprenderán.”

 

-H.S.- Si volvemos al tema de la literatura, ¿en su opinión sería aventurado hablar de literatura beninesa? ¿Quiénes serían los autores más representativos?

R.G.- Jamás habrá una literatura beninesa, porque Benín no tiene una sola cultura, un solo idioma. Solo habrá, cuando llegue el momento, una literatura en fon, en yoruba, en bariba, etc. El idioma en el que la literatura se escriba será responsable de la misma. La literatura francesa es francesa no porque esté escrita en Francia sino por emplear el francés. De hecho, considero la literatura hecha por Olympe Bhêly Quenum o Jean Pliya como literatura francesa.

Olympe Bhêly Quenum, por ejemplo, es más francés que beninés, si tenemos en cuenta el lugar donde ha vivido y trabajado. Escribe sus libros en francés y lo llaman literatura beninesa por ser de Benín, cuando no es la identidad de la persona la que define su literatura; es más bien el idioma que usa lo que debería tenerse en cuenta. Pero nada resulta claro cuando se trata de África.

Usted puede hablar de la literatura beninesa en lengua francesa, aunque eso no tiene ningún sentido. Estoy convencido de que no hay una literatura beninesa, ni en fon ni en francés porque no es el francés el idioma que hablan los benineses. Y pienso que habrá una literatura en fon y en yoruba sólo cuando esas obras estén escritas.

Y aquí surge otra cuestión, la situación geográfica de las etnias. Los fons al menos están concentrados en Benín. No ocurre lo mismo con los yorubas. Una literatura yoruba no será más beninesa que nigeriana; será yoruba y pertenecerá al pueblo que se sitúa entre Benín y Nigeria. Lo mismo ocurre con una posible literatura haoussa. Los haoussa están por todas partes y no podríamos decir que la literatura de los haoussa de Benín es beninesa. Están en Benín, en Níger sobre todo, en gran parte en Burkina Faso...

 

-H.S.- ¿Qué obras, qué manifestaciones representarían mejor, en su opinión, nuestra cultura?

R.G.- Lo que representaría a Benín serían los proverbios que tendrá usted muchas dificultades para traducir a cualquier idioma latino. Los proverbios son como poemas. No sé cómo quedaría un poema español traducido al fon, porque en poesía hay que tener en cuenta los matices del idioma. Y no veo cómo se traducirían los matices del fon al español. Sería tan complicado que llegaría a cambiar el sentido del poema y no sería el mismo. Lo mismo ocurre con los proverbios y con nuestros cantos.

A partir de todas estas obras se podrá dar una imagen no de lo que es Benín, sino una imagen de la cultura fon, yoruba o baatonou, etc. Lo que no saben los franceses y europeos en general es que los países africanos están constituidos por piezas de todo tipo. Nos encontramos en Benín, pero Benín es una composición hecha por Francia. La historia nos lo dice con claridad. Lo que les interesaba a los franceses era conseguir un pasillo para acceder al gran Sudán, al desierto, donde esperaban encontrar más recursos que explotar. Es así como encontramos varios pueblos reunidos, de manera que cuando el español, por ejemplo, no mira desde fuera, cree que constituimos una nación, y no es el caso. Lo que hay son varias pequeñas naciones reunidas dentro de Benín, que se llamaba Dahomey, por el nombre de uno de los pequeños reinos conquistados por Francia. Son todas estas piezas las que desde hace 50 años intentan vivir juntas, lo cual no resulta fácil.

Estamos siempre ante fronteras artificiales. Hay gente en Togo que son benineses y benineses en Benín que son togoleses etc. Las fronteras se han trazado de tal manera que dividen pueblos en dos, pueblos que comparten la misma lengua, las mismas costumbres, las mismas divinidades que están hoy para algunos en Togo y en Benín, para otros en Nigeria y en Benín, etc.

¿Cómo quiere usted que un español que no se ha interesado nunca en la formación de los países africanos lo entienda? Puede hablar de la literatura yoruba por ejemplo en Benín, pero se trata ante todo de una lengua de Nigeria. Hay que tener en cuenta todos estos parámetros cuando hablamos de cultura africana. Por eso no se puede tratar la cuestión de la cultura en Benín considerando solo las grandes etnias que se encuentran aquí y en Nigeria. Y en este contexto no hablaría siquiera de la cultura de Benín, sino del pueblo yoruba repartido en dos países, Benín y Nigeria, simplemente porque el colonizador lo decidió así, en su momento, en Berlín.

 

-H.S.- ¿Cómo se podrían agrupar las diferentes generaciones de escritores que han vivido o han nacido en Benín?

R.G.- Podemos hablar del periodo justo anterior al de las independencias, de los que escribieron para denunciar la colonización; y, después, de los que se utilizaron sus escritos para denunciar a los dictadores que sustituyeron al colonizador e hicieron lo mismo que él.

Hay además un tercer grupo. Cuando muchos vieron surgir la desesperanza por la actuación de los dictadores, se pusieron a escribir obras que solo hablaban del hombre en general.

Si tomamos el caso de Benín, no sé a cuántos autores podemos considerar como escritores o dramaturgos. La escritura no forma parte, como le digo, de nuestra cultura tradicional. Además, cuando escribimos, lo hacemos en un idioma extranjero. No encontrará, por ejemplo, en la ciudad carteles en fon o en baribá. Y entre los que nos expresamos en francés, ¿cuántos hay que sean capaces de escribir? Me refiero a una obra literaria. La pregunta que debería hacerse sería por qué hay tan pocas obras literarias. El francés es un idioma extranjero, nos resulta extraño. No diría que haya que ser un genio, pero no es nada fácil desde luego intentar escribir una obra literaria en francés, puesto que no vivimos, no respiramos dentro la cultura francesa.

 

-H.S.- Nos ha hablado usted de la importancia de la lengua y de su diversidad en Benín. ¿Qué se hace para promover nuestras lenguas? Recuerdo que fue ministro de la Alfabetización y de la Promoción de las Lenguas Nacionales.

R.G.- Fui ministro de la Alfabetización y de la Promoción de las Lenguas Nacionales durante once meses. Con el equipo que puse en pie, tuvimos que trabajar seriamente porque sabíamos que no teníamos más de dos años para conseguir que este Ministerio fuese imprescindible. Sin embargo, a los once meses el Ministerio fue suspendido. Pero el recuerdo y la convicción de que hay que usar nuestras lenguas para que éstas no desaparezcan, están presentes todavía. Una lengua que no se usa desaparece y con ella muere toda una cultura, una manera de ver el mundo. Todo el mundo debería participar en la preservación de los idiomas en África porque se trata de salvar una visión del mundo.

Me dediqué todo el tiempo en el Ministerio a decirle a los benineses que no era ministro de la alfabetización sino de la escritura. Decidí que todas las lenguas eran nacionales y conté sesenta y dos, siguiendo un criterio muy amplio para contentar a todo el mundo y no excluir a nadie. Cada una de estas sesenta y dos lenguas debería contar, en mi opinión, con la escritura.

Para ello elaboramos un plan. El niño que va al colegio debe aprender a leer y a escribir en su idioma, teniendo claro que no es con ese idioma con el que entrará en contacto con el mundo. En todos los países del mundo cuando uno va al colegio es para aprender a leer y a escribir en su idioma. Solo en África se aprende, se estudia en un idioma que no es el suyo. Entonces el niño va al colegio, vuelve y se convierte en un extranjero para sus padres.

Se hacen esfuerzos para cambiar un poco esta situación. Pero entenderá que, cuando el presidente crea un Ministerio para promover las lenguas nacionales y tiene al lado al embajador francés que está para defender los intereses de la Francofonía, porque se gastan mucho dinero en ello, entenderá que eso no puede funcionar adecuadamente. El embajador puede llegar a convencer al presidente para que abandone su idea de apoyar tal Ministerio. Mientras los pueblos africanos no entiendan la necesidad de promover la escritura en nuestras lenguas, será difícil llevar a cabo nuestros proyectos.

 

-H.S.- Parece que se están haciendo trabajos para mejorar la enseñanza de las lenguas maternas en primaria. ¿Qué opina usted sobre eso?

R.G.- Quiero creer en los esfuerzos pero dudo que se hagan realmente con la seriedad que eso requiere. No creo que se enseñen estas lenguas con la misma seriedad que el inglés por ejemplo. El inglés se enseña en nuestro país como segunda lengua viva, siendo el francés la primera, cuando podíamos tener un idioma nacional en su lugar.

 

-H.S.- ¿Podríamos hablar de que existen unos sesenta dialectos y unas quince lenguas en Benín?

R.G.- Prefiero hablar de lenguas para no molestar a nadie. ¿Acaso porque hablo fon y entiendo el gun, el adja y el mina, el fon es una lengua y los demás son dialectos? Es cierto que tenemos unas sesenta lenguas: las del sur tienen muchos puntos en común, mientras que las del norte no se parecen tanto entre ellas.

Cuando nos pongamos a escribir, irán desapareciendo algunos matices. Los fons y los gun en un momento determinado necesitarán el mismo silabario porque solo hace falta un pequeño cambio de entonación para que el fon se convierta en gun y el gun en fon.

 

-H.S.- ¿Hay libros escritos en alguna lengua nacional de Benín? ¿Qué se hace para animar a la gente a escribir en lenguas nacionales?

R.G.- Cuando estudiaba en Alemania con otros estudiantes africanos creamos la revista Biindi e Jande y escribíamos en fon, en bambara, en swahili y en francés. Es lo que se hacía en los años ochenta. Mi amigo, Jean Norbert Gbegnonde, y yo hemos publicado más de mil proverbios únicamente en fon, sabiendo perfectamente lo que hacíamos. Nos decíamos que cuando los franceses publican sus obras, no las traducen en fon para permitirnos un fácil acceso, sino que debemos aprender el francés para poder leerlas. Hubiéramos hecho fortuna traduciendo nuestro trabajo a las lenguas europeas, pero preferimos dejarlo así. Es cierto que eso hubiera interesado a algunos etnólogos… pero había que demostrar que nuestras lenguas también podían escribirse.

Conozco lógicamente lo que se hizo cuando era ministro para promover las lenguas, pero no sé lo que se está llevando a cabo en Benín en la actualidad. Lo que sí sé es que la gente con la que había trabajado en el Ministerio decidió tomar esta cuestión muy en serio. De hecho, vamos a crear una ONG para seguir haciendo lo que se realizaba en el Ministerio, pero en este caso con muchos menos recursos.

 



[1] El vudú tiene su cuna en Benín. Es el lugar donde nació y desde el que fue llevado a América. Constituye una religión monoteísta, con un concepto claro del bien y del mal, del infierno y del paraíso, y en la que “Mahou” es el Dios Padre, creador del universo, del cielo y de la Tierra. No se debe confundir con el santerismo cubano o haitiano con el que lo asocian en muchas ocasiones.

[2] Para conocer las reformas y los debates sobre las lenguas nacionales, destacamos el trabajo de Théophile Nata, Prolégomènes á une problématique d’une politique linguistique conséquente au Benin, CNPU, noviembre 1978. T. Nata ha sido embajador en EE.UU, ministro de Asuntos exteriores, de agricultura. Ha sido diputado en el Parlamento Pan-africano. En la actualidad es presidente de la HAC, organismo de regulación de la prensa en Benín.

[3]Puede consultarse el documento en internet: www.droit-afrique.com/.../Benin/Benin%20-%20Charte%20culturelle.pdf 

[4] T.Nata, op. cit., p.57.

[5] “Introduction des langues nationales à l’école au Benin: un point des dispositions prises par el Gouvernement actuel”, Atelier Langues africaines Dans l’enseignement au Benin: problèmes et perspectives, Cotonou, 11-12 mayo, 2009.

[6] Se trata de un problema extensamente debatido en África. Sobre estas cuestiones y las dificultades para adoptar un sistema de representación ortográfica común, puede verse el trabajo de T. Nata, op. cit., pp. 22 y ss. En él comenta los problemas que surgen en torno a la representación de las vocales y el uso de los signos diacríticos.

[7] Javier Fornieles y Antonio Bañón, “Entrevista a Adama Samassékou, presidente de la Academia Africana de las Lenguas (ACALAN)”, Tonos Digital, nº18, diciembre 2009. http://www.um.es/tonosdigital/znum18/secciones/entrevista-1-adama.htm

[8] Margit Frenk señala a este respecto que “cuando un texto de esa índole se transcribe en un manuscrito (o, más tarde, en un impreso), lo que se registra es sólo una versión efímera, que se pronunció en cierta ocasión y que difiere en más o menos de las pronunciadas en otras ocasiones”: Lírica española de tipo popular, Cátedra Madrid, 1978, p.36.

[9] A. Pelegrín, Cada cual atienda su juego, Cincel, Madrid,1984, p. 20.

[10] Véanse P.Zumthor, La letra y la voz. De la literatura medieval, Cátedra, Madrid, 1989, p.149; e Introducción a la poesía oral, Taurus, Madrid, 1991,p. 33.

[11] Mezu, Okechukwu, Léopold Sédar Senghor et la défense et illustration de la civilisation noire, Ed. Didier, Paris, 1968, p. 17.