estudios
Retórica
cultural, lenguaje retórico y lenguaje
literario (*)
Tomás Albaladejo
(Universidad
Autónoma de Madrid)
tomas.albaladejo@uam.es
Resumen:
El
propósito de este artículo es estudiar una de las áreas del objeto de la
Retórica cultural, la cual ha sido concebida como una corriente en la
investigación que se ocupa del papel funcional de la Retórica en la cultura y
de sus elementos y rasgos culturales. El lenguaje retórico y el lenguaje
literario, como clases del arte de lenguaje, son considerados construcciones
culturales hechas a partir del lenguaje natural. El lenguaje retórico es
explicado, como el lenguaje literario, como un sistema de modelización
secundario de acuerdo con la propuesta de Yuri Lotman. Ambos lenguajes son
explicados por medio de la noción de práctica sistemática de la excepción
comunicativa de Antonio García Berrio. Además de ello, el concepto de espacio
de juego de Johan Huizinga refuerza los fundamentos culturales del lenguaje
retórico y del lenguaje literario. La conciencia que el productor y el receptor
tienen de su uso del lenguaje retórico y del lenguaje literario abre una vía a
la idea de que estos lenguajes y la comunicación basada en ellos están dentro
de un espacio especial cuyas leyes lingüísticas, comunicativas y culturales son
diferentes de las de la vida cotidiana. Se propone la Retórica cultural como un
instrumento para la explicación del arte de lenguaje como un fenómeno
comunicativo ligado a la conciencia cultural de productores y receptores.
Palabras clave:
Retórica;
Retórica cultural; cultura; lenguaje retórico; lenguaje literario;
modelización; excepción comunicativa; espacio de juego.
Cultural Rhetoric, rhetorical language and literary
language
Abstract:
The aim of this paper is to study one of the areas of
the object of Cultural Rhetoric, which has been conceived as a trend in the
research dealing with the functional role of Rhetoric in culture and its
cultural elements and features. Both rhetorical and literary languages, as
kinds of the art of language, are understood to be cultural constructions built
up from natural language. Rhetorical language is explained, as well as literary
language, as a secondary system of modelisation in accordance with Yuri
Lotman’s proposal. Both languages are explained by means of Antonio García
Berrio’s notion of the systematic
practice of communicative exception. In addition to it, Johan Huizinga’s
concept of the game-space reinforces the cultural foundations of rhetorical
language and literary language. The producer’s and the receiver’s consciousness
of their use of rhetorical language and literary language opens a path to the
idea that these languages and the communication based upon them are within a
special space whose linguistic, communicative and cultural laws are different
from those of everyday life. Cultural Rhetoric is proposed as a tool for the
explanation of the art of language as a communicative phenomenon linked to the
cultural consciousness of producers and receivers.
Key
words:
Rhetoric; Cultural Rhetoric; culture; rhetorical
language; literary language; modelisation; communicative exception; game-space.
1. Retórica, cultura y
comunicación.
La
Retórica es parte de la cultura y no se concibe una reflexión sobre la cultura
que no preste atención a la comunicación discursiva y a su estudio; pero,
además, la cultura es necesaria para el funcionamiento y la eficacia de la
comunicación humana, en la medida en que ésta es llevada a cabo por productores
y por receptores, que han de estar unidos por un código comunicativo y han de
ser conscientes del contexto y de la necesidad de la adecuación al mismo.
Retórica y cultura están unidas y no puede entenderse una sin la otra. Paiedia de Werner Jaeger ofrece las
claves de la significación cultural de la Retórica en la Grecia clásica, que
estaba unida a la enseñanza y, por tanto, a la formación de los ciudadanos,
como una auténtica cultura política (Jaeger, 1978: 830-856), de tal modo que la
cultura globalmente considerada no podía concebirse sin la Retórica. La función
de la Retórica en la cultura romana es inseparable del programa que en su Institutio oratoria ofrece Quintiliano
para la formación del orador, que en gran medida es un programa para la
formación del ciudadano culto. Por tanto, la Retórica es clave en la cultura y
en la enseñanza (Hernández Guerrero, García Tejera, 2004: 59-65). A su vez, la
cultura tiene una función imprescindible en la Retórica, tanto en lo que se
refiere a los contenidos del discurso como al carácter cultural de su
construcción y, por tanto, a la consideración del propio discurso retórico como
una construcción cultural, como también lo es la obra literaria o cualquier
manifestación poiética de la pintura, la escultura, la música, etc., según se ha
explicado en la Semiótica de la Cultura (Lotman, Uspenskij, 1973; Lotman &
Escuela de Tartu, 1979)
Por la consideración de los discursos
como construcciones culturales, la Retórica, atenta a la evolución de la
comunicación, pero también a la conciencia sobre la comunicación y, por
supuesto, sobre las construcciones que intervienen en ésta, ve potenciada su
dimensión cultural, constituyéndose una Retórica cultural (Albaladejo, 2009a) dentro
del amplio espacio de la Retórica. A ello se añade, siempre en el ámbito de la
cultura, que los elementos culturales son imprescindibles no sólo para la
realización de la comunicación, sino también para la eficacia de ésta, para los
efectos y resultados perlocutivos en los receptores, para la consecución de persuasión
y convicción en los oyentes, en los lectores, en los espectadores, a partir de
su recepción de los discursos retóricos.
En
la medida en que se ocupa, pues, de construcciones culturales, de objetos
culturales, la Retórica cultural aprovecha para el estudio de su comunicación
el conjunto del sistema retórico, sus componentes, sus categorías, y por medio
de ellos conecta los discursos con la configuración cultural de la sociedad e
intenta explicar su funcionamiento comunicativo en el sistema de la cultural.
El
lenguaje es un componente imprescindible para la comunicación entre los seres
humanos y, por tanto, lo es para la comunicación retórica y también para la
literatura, como formas de comunicación que se distinguen de la comunicación
cotidiana precisamente por hacer del lenguaje no solamente un instrumento de
comunicación, sino un objeto de atención y con frecuencia el centro de la
comunicación misma, con el fin de utilizarlo con una elaboración artística que
forma parte de las prácticas culturales. Y, del mismo modo que la Retórica ha
tenido históricamente una estrecha relación con la Poética, la Retórica
cultural puede, además de prestar atención al lenguaje retórico como
construcción cultural a partir del lenguaje común, proyectarse sobre el
lenguaje literario y ocuparse de las relaciones entre éste y el lenguaje retórico.
Las
intuiciones del ser humano respecto de su actividad comunicativa fueron el
punto de partida de una reflexión sistemática sobre la misma, que abarca el
propio lenguaje, sus potencialidades, sus posibilidades de influencia en los
receptores, su funcionamiento en la sociedad, etc. Esta reflexión ha producido,
a lo largo de la historia, sistematizaciones como la Retórica, la Poética, la
Gramática y la Lingüística, las cuales se han incorporado a la cultura,
desempeñando un papel central en ésta y siendo objeto de trasmisión de unas
generaciones a otras.
Existen varias definiciones de Retórica.
Para Aristóteles, es «la facultad de considerar en cada caso lo que cabe para
persuadir» (Aristóteles, 1971: 1355b25-26). Según Quintiliano, «Rhetorice ars
est bene dicendi» (Quintiliano, 1970: 2. 17. 37). Para George A. Kennedy, la
Retórica es «the art of persuasion by words or the art of civic discourse»
(Kennedy, 1994: xi); el término griego ‘rhetoriké’ significa «the civic art of
public speaking» en su uso en asambleas políticas, tribunales y otras situaciones
comunicativas de carácter formal (Kennedy, 1994: 3). James J. Murphy ofrece una definición en aposición en
la que se combinan el análisis y la proyección: «Rhetoric, the systematic
analysis of human discourse for the purpose of adducing useful precepts for
future discourse, is one of the oldest disciplines in the Western world»
(Murphy, 1983: 3). Otra definición de Retórica puede ser la
sistematización del sentido común relativo a la comunicación, especialmente aquella
que tiene como finalidad influir en los receptores (Albaladejo, 2013). Tanto
esta última definición como la de Murphy pueden ser puestas en relación con la
intuición comunicativa. Por un lado, el sentido común hace que el ser humano
que comunica lo haga intuitivamente, por ejemplo, cuidando de no aburrir a los
receptores, preocupándose por tenerlos a todos en cuenta en su discurso, etc.
En lo que se refiere a la definición de Murphy, puede entenderse que la
Retórica hunde sus raíces en discursos ya pronunciados, respecto de los cuales
explicita y sistematiza sus principios constructivos y comunicativos en un
proceso de construcción de la disciplina retórica, siendo posible, no obstante,
como el propio Murphy apunta, construir y pronunciar discursos retóricos sin
contar con la sistematización que la Retórica implica, es decir, basándose
sobre todo en la intuición comunicativa. Así, a propósito de los discursos
retóricos anteriores a la constitución de la Retórica como técnica sistemática
de la comunicación persuasiva, James J. Murphy escribe:
A considerable body of indirect evidence indicates
that a rhetorical consciousness developed in Greece long before textbooks on
the subject were composed. Homer’s Iliad,
which was written before 700 B. C.,
contains many well-organized speeches that occur either in deliberative
councils of warriors or in debates between men and between gods. Argument and
persuasion play a major role in the poem. (Murphy, 1983: 4).
Junto a discursos extensos, como el de
Fénix en el canto IX de la Ilíada, es
posible encontrar en ésta algún caso en el que el personaje orador pronuncia un
discurso breve, como la arenga de Héctor en el canto IX:
Y
Héctor a los troyanos
a
voz en grito así les arengó:
«¡Arrogantes
troyanos y aliados
que
sois ilustres por lejanas tierras!
sed
varones, amigos,
y
tened bien presente en la memoria
vuestro
arrojo impetuoso,
mientras
yo ahora a Ilio me encamino
y
digo a los ancianos consejeros
y
a vuestras esposas
que
a los dioses sus súplicas dirijan
y
asimismo hecatombes les prometan.»
(Homero,
2007: 274-275).
En los discursos contenidos en la Ilíada se da un uso artístico del
lenguaje, no sólo porque estos discursos forman parte de una obra literaria,
sino porque reproducen en ésta el arte de lenguaje de la comunicación retórica,
en la que el instrumento que es el lenguaje es objeto de especial atención por
quienes lo usan para construir y pronunciar sus discursos, y así lo refleja
Homero cuando tiene que representar a personajes que actúan como oradores ya
que pronuncian discursos con los que intentan influir en sus oyentes.
La conciencia de la comunicación la irá modelando
hasta dar lugar a la técnica retórica explícita, a la sistematización retórica,
como explica George A. Kennedy: «Ultimately, what we call ‘rhetoric’ can be
traced to the natural instinct to survive and to control our environment and
influence the actions of others in what seems the best interest of ourselves,
our families, our social and political groups, and our descendants» (Kennedy,
1994: 3). Hay que tener en cuenta que la Retórica es para Kennedy «a specific
cultural subset of a more general concept of the power of words and their
potential to affect a situation in which they are used or received» (Kennedy,
1994: 3). El carácter cultural de la Retórica está claro para
Kennedy dentro del poder de la palabra. Este planteamiento de Kennedy está relacionado con su
propuesta de una Retórica comparada: «Comparative Rhetoric is the
cross-cultural study of rhetorical traditions as they exist o have existed in
different societies around the world» (Kennedy, 1998: 1).
Yuri
Lotman se ocupa de «la organización retórica de la cultura» (Lotman, 1996: 131)
y conecta la Retórica y la conciencia cultural: «Así pues, en la retórica
(como, por otra parte, en la lógica) se refleja el principio universal tanto de
la conciencia individual como de la colectiva (la cultura)» (Lotman, 1996:
131).
La Retórica cultural como dimensión o
especialización de la Retórica centra su atención en el carácter cultural de la
Retórica y su papel en la cultura, junto a un interés por los elementos
culturales que hay dentro de ésta, los cuales consolidan dicho carácter.
2. El arte de lenguaje y
la modelización secundaria: lenguaje literario y lenguaje retórico como
construcciones culturales.
El
uso del lenguaje ha hecho posible a lo largo de la historia una reflexión sobre
este instrumento necesario para la comunicación entre los seres humanos. Esta
reflexión ha permitido que éstos, como usuarios del lenguaje, como productores
y como receptores de expresiones lingüísticas, se hayan dado cuenta de las
amplias posibilidades que el lenguaje tiene para proyectarse como vía de una
creatividad en la que el lenguaje natural llega a ser el material de un nuevo
lenguaje, que es el lenguaje artístico. Frente al lenguaje natural, o incluso
junto a él, como sistema de modelización primaria, es decir, como sistema que
modeliza el mundo, que tiene como objeto el mundo, Lotman sitúa el lenguaje
artístico como sistema de modelización secundario, ya que tiene como objeto el
lenguaje natural. Caracteriza así los sistemas de modelización secundarios:
[...]
los lenguajes secundarios de comunicación (sistemas de modelización
secundaria), es decir, estructuras de comunicación que se superponen sobre el
nivel lingüístico natural (mito, religión). El
arte es un sistema de modelización secundario. No se debe entender
«secundario con respecto a la lengua» únicamente, sino «que se sirve de la
lengua natural como material». [...] Puesto que la conciencia del hombre es una
conciencia lingüística, todos los tipos de modelos superpuestos sobre la
conciencia, incluido el arte, pueden definirse como sistemas modelizadores
secundarios. (Lotman, 1988: 20).
El
lenguaje literario se construye sobre el lenguaje natural, sobre las lenguas
naturales, extrae de ellas determinados rasgos que incorpora a su sistema
artístico, lo cual hace de él un sistema de modelización secundario. Para su
configuración e incluso para su propia existencia, el lenguaje literario
necesita del lenguaje no literario, en la medida en que se construye
artísticamente sobre éste. Por su interés para la conexión de lenguaje
literario y lenguaje retórico, reproduzco este conocido pasaje de Estructura del texto artístico, en el
que Lotman se ocupa de la superposición del lenguaje literario sobre el no
literario:
La literatura se expresa en un lenguaje
especial, el cual se superpone sobre la lengua natural como un sistema
secundario. Por eso la definen como un sistema modelizador secundario. [...].
Decir que la literatura posee su lenguaje,
lenguaje que no coincide con la lengua natural, sino que se superpone a ésta,
significa decir que la literatura posee un sistema propio, inherente a ella, de
signos y de reglas de combinación de éstos, los cuales sirven para transmitir
mensajes peculiares no transmisibles por otros medios. (Lotman, 1988: 34).
El
lenguaje literario tiene un sistema propio, que se puede considerar derivado
del sistema del lenguaje no literario, entendiendo por tal el lenguaje natural
que no se ha proyectado en la modelización secundaria que da lugar al lenguaje
literario.
Antonio
García Berrio ha explicado el lenguaje poético como una práctica sistemática de
la excepción comunicativa (García Berrio, 1994: 81-97) en la que se configura
como sistema la excepción respecto del lenguaje no literario. Un sistema de
carácter lingüístico-artístico es así construido en relación con otro sistema,
el cual necesita de aquél para su propia configuración. García Berrio explica
el funcionamiento de la excepción para el sistema:
La
excepción implica gran autonomía respecto al paradigma básico: no sólo hay que
alterar el sentido de sus líneas, sino que muchas veces incluso las líneas de
direcciones de la excepción no coincidirán con ninguna de las directrices del
sistema básico que crea la regla. Una primera tarea del inventario
imprescindible de reglas para una Poética general en nuestros días radicaría, a
nuestro juicio, en determinar las normas específicamente poéticas como normas
de excepción o reglas de transgresión del sistema estándar de la lengua. (García
Berrio, 1994: 95).
Es
clave que Antonio García Berrio relacione esta práctica sistemática de la
excepción comunicativa que se produce en el lenguaje literario con la Retórica,
con la tradición de las prácticas retóricas que han formado un sistema de
excepciones (García Berrio, 1994: 95-96). Así, escribe: «El camino de esta
sistematización ha de recorrer los pasos de la Retórica clásica, pero con la
conciencia de que realiza la labor de evidenciar un sistema de excepciones
constituido» (García Berrio, 1994: 95). Como él ha explicado en numerosos
estudios, el lenguaje literario y el lenguaje retórico tienen muchos principios
comunes en su configuración y en su funcionamiento comunicativo (García Berrio,
1977; 1984). El lenguaje literario y el lenguaje retórico forman parte del arte
de lenguaje (Albaladejo, 1996); a propósito de los dos es posible tener en
cuenta la excepción comunicativa y el sistematismo de ésta. En ambos lenguajes
se produce la elaboración sistemática de modelización secundaria sobre el
lenguaje natural. El Grupo μ se ocupa de la función retórica (Grupo
μ, 1987: 54 y ss.), que es equivalente a la función poética o estética
(Jakobson, 1975) y sustenta el lenguaje retórico y el lenguaje literario. Por
la función retórica son modificados, respecto del lenguaje natural, elementos
lingüísticos y referenciales, con la consiguiente incidencia pragmática en la
comunicación con los receptores. Tanto en el lenguaje literario como en el
lenguaje retórico se producen modificaciones, metáboles (Grupo μ, 1987:
62-63), como son las figuras y los tropos. Los dos son sistemas de modelización
secundarios, siendo así que la construcción de estos sistemas y su trasmisión,
que incluye tanto su proyección creativa como su aceptación receptiva en la
sociedad, son de índole cultural.
Como
sistema de modelización secundario, el lenguaje retórico opera sobre el
lenguaje natural, que es su material y el objeto de su modelización. Donde más
claramente se aprecia el carácter de sistema de modelización secundario de la Retórica
es en la elocutio, en la que se
encuentran las figuras y los tropos (García Berrio, 1998: 415-744; Arduini,
2000; Pujante, 2012); es en el nivel elocutivo donde se produce con mayor
intensidad esta modelización y donde su presencia resulta más evidente a
nuestra observación. Es precisamente la sistematización de las excepciones que
responden a posibilidades del lenguaje natural lo que permite la creación de un
sistema lingüístico-artístico sobre el sistema del lenguaje natural. Las
figuras y los tropos tienen en este sistema un papel de primer orden, se
construyen a partir del lenguaje natural y se superponen a éste, son
excepciones que quedan sistematizadas en la construcción del sistema
lingüístico-artístico de carácter cultural.
La
modelización secundaria también se produce en los ámbitos de las demás
operaciones retóricas —la inventio,
la dispositio, la elocutio, la memoria y la actio/pronuntiatio, así como también la intellectio (Chico Rico, 1989; 1998)—. La inventio retórica, en el ámbito
semántico-extensional, es resultado de una modelización secundaria sobre el
modo de generar o encontrar elementos referenciales en la comunicación de
lenguaje natural, de lenguaje no retórico. Por su parte, la dispositio, en el nivel macroestructural
del discurso retórico, lo es de una modelización secundaria del organizar la
macroestructura en los textos de lenguaje natural. Tampoco quedan al margen la memoria o memorización del discurso y la
actio/pronuntiatio, operación de comunicación efectiva del discurso, que
igualmente trabajan sobre la memorización de expresiones de lenguaje natural y
sobre la comunicación efectiva de las mismas. La memoria es una forma especial de la memoria general de la
comunicación, pues tiene que tener en cuenta determinados elementos propios del
discurso retórico. La actio/pronuntiatio es igualmente una forma
especial de comunicación, que se construye sobre la comunicación general, pero
atendiendo a peculiaridades de la actuación comunicativa dirigida a persuadir o
convencer. En la intellectio, examen
y comprensión de la situación comunicativa, la modelización secundaria sobre el
examen de las situaciones comunicativas asociadas al lenguaje natural da como
resultado el examen de un conjunto de aspectos específicos como la causa, la propia competencia del orador,
las posibilidades de persuasión y convicción de los oyentes, etc.
Existe
en el lenguaje natural una predisposición a esta compleja modelización
secundaria, al presentar elementos y estructuras fácilmente transformables en
parte del sistema retórico. Ello es debido a la naturaleza retórica del
lenguaje (López Eire, 2006), a su pregnancia retórica (Ramírez Vidal, 2004), a
la carga de retoricidad del lenguaje natural, que facilita la sistematización
retórica de excepciones comunicativas que pueden ser consideradas latentes en
el lenguaje natural.
En
tanto en cuanto el lenguaje retórico abarca la totalidad de la Retórica y no se
limita al nivel elocutivo, a pesar de su fuerte implantación en éste, se puede
afirmar que la Retórica misma es un sistema de modelización secundario. La
Retórica constituye en sí un sistema y un lenguaje, como la literatura. La
construcción de la Retórica se llevó a cabo a partir del lenguaje natural y se
alcanzó un lenguaje especial, cuyos componentes y categorías proceden de una
estilización epistemológica de los componentes y categorías del lenguaje
natural, que contiene en sí la posibilidad de transformación, por medio de una
modelización secundaria, en lenguaje retórico. La Retórica se forma sobre el
sistema lingüístico y en función de la comunicación discursiva persuasiva (y
convincente) ahorma las unidades lingüísticas, las microestructurales y también
las macroestructurales y las pragmáticas, de tal modo que se integren en un
nuevo sistema y constituyan en su conjunto el sistema de la Retórica, históricamente
formado y culturalmente configurado.
Quintiliano
establece una relación entre Gramática y Retórica que es de interés para la
relación entre el lenguaje natural y el lenguaje retórico (y, por analogía con
éste, también el literario). Para el autor de la Institutio oratoria la Gramática es «recte loquendi scientiam»
(Quintiliano, 1970: 1. 4. 2), mientras que la Retórica es, como se ha expuesto
antes, «ars bene dicendi». Mientras que la Gramática se basa en la corrección
lingüística del hablar, la Retórica busca la eficacia comunicativa, para la
cual es imprescindible el conocimiento de la Gramática, si bien éste no es
suficiente, siendo necesaria, además de la Gramática, la Retórica. Puede
entenderse, pues, que la Retórica se construye sobre la Gramática (y se
superpone a ésta) y que el lenguaje retórico se construye sobre el lenguaje
natural, en lo que sería un planteamiento no alejado de la idea de sistema de
modelización secundario de Lotman. Puesto que de la Gramática también formaba
parte el comentario de los autores literarios, de los poetas, «poetarum
enarrationem» (Quintiliano, 1970: 1. 4. 2), no se puede dejar de tener en
cuenta la proyección de la Gramática hacia el lenguaje literario en una
perspectiva interpretativa, que sería formativa para la posibilidad de una
producción literaria por parte de los receptores de los poetas, al llevar a
cabo la «enarratio». Es importante tener en cuenta que esa formación estaba
orientada a la instrucción oratoria, a la preparación del orador. La
modelización secundaria que constituye el lenguaje literario se da en los
diferentes niveles lingüísticos y afecta a la totalidad de los componentes del
hecho literario (Albaladejo & Chico Rico, 2010), si bien, como en el caso
del lenguaje retórico, dicha modelización es especialmente evidente en la
microestructura textual, en el nivel de la elocutio.
Los
sistemas de modelización secundarios son construcciones culturales, resultantes
de procesos en los que la creación individual y colectiva y la aceptación y
asunción de éstas por la sociedad van configurando y consolidando los procesos
de creatividad y los resultados de éstos, con la inserción de unos y otros en
el acervo cultural históricamente acumulado y en constante crecimiento.
Retórica y literatura, lenguaje retórico y lenguaje literario, funcionan
culturalmente sobre el conocimiento del lenguaje natural, de las lenguas
naturales, y sobre el conocimiento de lo específico de este sistema, que
necesariamente tiene como punto de referencia el sistema de modelización
primario sobre el que se construyen el lenguaje literario y el lenguaje
retórico. La conciencia lingüística del ser humano está en la base de este
paralelismo de la Retórica y la literatura: «Puesto que la conciencia del
hombre —escribe Lotman— es una conciencia lingüística, todos los tipos de
modelos superpuestos sobre la conciencia, incluido el arte, pueden definirse
como sistemas modelizadores secundarios» (Lotman, 1988: 20). La relación
existente en la cultura griega entre Retórica y poesía en la paideia permite insistir en la
existencia de procesos culturales creadores en el caso del lenguaje literario y
el lenguaje retórico; como expresa Werner Jaeger, «tanto la filosofía como la
retórica brotaron de la entraña materna de la poesía, que fue la paideia más antigua de los griegos, y no
podrían comprenderse al margen de este origen» (Jaeger, 1971: 831-832).
La
Retórica cultural, puesto que se ocupa de la dimensión cultural de los
discursos y de las obras literarias, de su constitución y de su comunicación,
así como de la propia Retórica, contiene en su objeto de estudio la
fundamentación cultural del lenguaje retórico y del lenguaje literario como sistemas
de modelización secundarios, al tener esta modelización una raíz eminentemente
cultural.
3. La comunicación
literaria y la comunicación retórica como espacios culturales.
La
situación de la comunicación literaria y la comunicación retórica y, en definitiva,
de la literatura y la Retórica, en la cultura, permite tomarlas en
consideración como formas especiales de comunicación e incluso explicar el
desarrollo de su comunicación como la generación de un espacio de cuya excepcionalidad
tienen conciencia los productores y los receptores. Se trata de un espacio
culturalmente establecido y delimitado, es un espacio objeto de un consenso
social en el que rigen unas normas distintas de las vigentes fuera de él, en el
que podríamos llamar espacio normal o espacio estándar. Y es en ese espacio
especial donde tiene lugar la comunicación basada en el uso del lenguaje
literario y del lenguaje retórico, comunicación que va acompañada por la
conciencia que los comunicantes —quienes producen y emiten discurso o texto y quienes
lo reciben e interpretan— tienen de la propia comunicación. Es una especie de
espacio sacro, en el que se entra y por el que se transita teniendo en cuenta
sus características diferenciales del espacio externo respecto de aquél. En
relación con este espacio se encuentran fenómenos (y conceptos) como el extrañamiento
o la desautomatización, que tienen sus cimientos en el carácter excepcional de
dicho espacio, en su diferencia con aquello a lo que estamos acostumbrados, con
lo cotidiano, con lo habitual. El espectador teatral se sitúa en la
representación y ante la representación con la conciencia de que está
asistiendo a algo que sucede en un espacio diferenciado, con leyes propias, en
un espacio no habitual. Aunque en el caso de la lectura de la obra literaria el
lector no se constituya como espectador, también se activa en él la conciencia
de que está participando en un acto especial de comunicación, de que está en un
espacio distinto del cotidiano. Esta conciencia está presente también en la
recepción por los oyentes de las obras recitadas por rapsodas y juglares. Y es
igualmente activada en la comunicación del discurso retórico, cuyos oyentes
también saben que se encuentran en un espacio comunicativo especial. No sólo
los receptores, sino también los autores, como productores de obras y
discursos, y los emisores, trasmisores de obras de otros autores, son
conscientes de la excepcionalidad de esta comunicación.
Johan
Huizinga planteó en su obra Homo ludens
el papel del juego en la cultura. La comunicación del discurso retórico y la
representación teatral se hallan incluidas en el juego, atendiendo a la idea de
la relación entre representación y juego. Para el investigador holandés, el
juego tiene excepcionalidad y separabilidad: «De uitzonderlijkheid en
afzonderlijkheid van het spel neemt haar treffendsten vorm aan in het geheim,
waarmee het zich gaarne omringt» (Huizinga, 2008: 40). El autor de Homo ludens confronta el juego y la vida
cotidiana, cuyas leyes y usos carecen de validez en aquél: «Binen de sfeer van
een spel hebben de wetten en gebruiken van het gewone leven geen gelding» (Huizinga,
2008: 40). Para Huizinga, los espacios de juego («speelruimten») son lugares
sagrados, separados, son sitios aparte, con leyes propias: «gebannen grond,
afgezonderde, omheinde, geheiligde terreinen, waarbinnen bijzondere eigen
regels geldig zijn» (Huizinga, 2008: 37). Junto a otros espacios de juego como
el estadio o la pantalla cinematográfica, Huizinga incluye entre los «speelruimten»
el templo, el teatro y el tribunal (Huizinga, 2008: 37), que están relacionados
con el discurso, con la literatura y con la representación, en definitiva, con
la comunicación escenificada de la palabra. Son sitios sagrados («geheiligde
terreinen») en los que se desarrollan actividades reguladas de manera distinta
a como lo son otras actividades humanas.
Este
espacio de juego no es propiamente el contexto, aunque tiene relación con éste,
pues está situado contextualmente en unas coordenadas espacio-temporales;
aunque tenga vinculación física, es un espacio de actuación que está
culturalmente establecido y delimitado y del cual los participantes tienen
conciencia en su relación con la comunicación (en su consideración de la
comunicación y en su realización de la misma). Se trata de un espacio
caracterizado por la excepcionalidad («uitzonderlijkheid») y por la
separabilidad («afzonderlijkheid»), las cuales también se dan en la recitación
de la poesía oral, como la que se hacía en Grecia (Gentili, 1996) o en la Edad
Media (Menéndez Pidal, 1957; Zumthor, 1989) o en la lectura de obras literarias
ante un público más o menos amplio (Auerbach, 1969: 36 y ss., 239; Senabre, 1987:
27-46), lo que convierte la recitación o lectura ante un público en una
actuación comunicativa que también se produce en espacios de juego. Hay que
tener en cuenta que de la condición especial de esta comunicación, como en los
casos de la que se tiene lugar a propósito del sermón religioso, del discurso
forense o de la representación teatral, tienen conciencia no sólo los
receptores, sino también los productores, así como los emisores o trasmisores
del texto que no han producido pero que comunican (como los actores y la
persona encargada de la dirección de la obra en el caso de la representación
teatral).
Partiendo
de la noción de «speelruimte», espacio de juego, es posible ir más lejos, se
puede avanzar sobre la base de la excepcionalidad y la separación de otras
formas comunicativas y llegar a la lectura individual, en la que el lector
procede interpretativamente con la conciencia de estar realizando un acto que
tiene un carácter excepcional, que está separado de otros actos comunicativos
en los que participa. El encuentro del lector con el metro, con el ritmo, con
la ficción, con el monólogo interior, con el diálogo, etc. lo sitúan en un
peculiar «speelruimte» en el que, si bien no hay representación, no hay
escenificación, toma parte, en correspondencia con el juego autorial, poiético,
en el juego interpretativo, en el que, como en el caso de la pronunciación del
discurso retórico y de la representación de la obra teatral, las reglas comunicativas
son distintas de las que rigen la comunicación de lenguaje natural. En la
lectura del texto teatral o de un discurso retórico que un lector lleve a cabo
de manera privada se da asimismo esta conciencia asociada a la interpretación
individual: el lector de Antígona de
Sófocles o de La casa de Bernarda Alba
de Federico García Lorca, pero también el lector de las Catilinarias de Cicerón o del discurso en defensa de la abolición
de la esclavitud, de Emilio Castelar, tiene conciencia, como en el caso de la
lectura de los sonetos de Garcilaso de la Vega o de La Regenta de Clarín, de que se encuentra en un espacio excepcional
surgido desde el lenguaje de la obra literaria y del discurso retórico.
Esta
conciencia a propósito del lenguaje literario, del lenguaje retórico y de la
comunicación que es activada tiene una dimensión cultural, es parte de la
cultura de la sociedad, en la que comunicación y lenguaje basados en la
excepcionalidad tienen un espacio propio, un espacio en el que, sin renunciar a
los elementos comunes y a las imprescindibles relaciones con el lenguaje
natural y su comunicación, productores, emisores y receptores son conscientes
de que se encuentran en unas posiciones comunicativas especiales, por su propia
experiencia y porque así lo han aprendido como parte de la cultura y han visto
consolidado su aprendizaje con una experiencia continuada de la praxis comunicativa
en la producción y creación y en la recepción e interpretación. Por los efectos
que esta conciencia tiene en los receptores, en la persuasión y en la
convicción, en definitiva en el ámbito de los actos perlocutivos, es objeto de
atención y explicación por la Retórica cultural.
La
conciencia del lenguaje literario y del lenguaje retórico y de su comunicación
implica una cenestesia comunicativa como conciencia que quien produce la obra
literaria o el discurso retórico tiene del espacio que éste o aquélla crean y
ocupan (Albaladejo, 2009b: 45-46), espacio que, por un lado coincide con el
espacio de juego, pero que se proyecta en el exterior de éste y engloba a
receptores que no están situados en el «speelruimte» original y que pueden ser
intérpretes indirectos o no previstos. La cenestesia comunicativa también la
posee el receptor, que, como intérprete de la obra literaria o del discurso
retórico, tiene conciencia del espacio ocupado por éste o por aquélla, así como
de la propia relación que él establece con el objeto lingüístico que es
comunicativamente proyectado y que él interpreta.
En
relación con la conciencia del lenguaje retórico (y también literario) y con la
cenestesia comunicativa están la cohesión y la concentración lingüística que se
producen en el discurso retórico y en la obra literaria, que resultan así
consolidados y confirmados como generadores de la cenestesia, en relación con
el espacio de juego. Para Lotman, una diferencia entre el texto de lenguaje
natural y el texto retórico es la que expone en el siguiente pasaje:
Mientras
que el texto en una lengua natural se organiza linealmente y es discreto por
naturaleza, el texto retórico está integrado desde el punto de vista del
sentido. Al entrar en el todo retórico, las distintas palabras no sólo «se
acercan» desde el punto de vista del sentido (toda palabra en un texto
artístico es, idealmente, un tropo), sino que también se funden, sus sentidos
se integran. (Lotman, 1996: 135).
La
sinergia de los elementos del lenguaje retórico, como de todo el arte de
lenguaje y, por tanto, del lenguaje literario, es un factor clave para la
creación de un espacio propio formado por el material lingüístico-artístico,
espacio que resulta imprescindible para la creación del espacio cultural de la
comunicación retórica y de la comunicación literaria. Los «speelruimten»
necesitan del lenguaje artístico con sus reglas o, en su caso, del lenguaje del
propio juego con las suyas para constituirse como espacios englobadores y
delimitadores de la actividad que en ellos tiene lugar.
4. Conclusión. La Retórica
cultural y la globalidad comunicativa.
Por
su inclusión en el ámbito general de la Retórica, en el que están
interrelacionados desde un punto de vista semiótico (Albaladejo, 1990) el nivel
sintáctico (en sentido semiótico), el nivel semántico-extensional y el nivel
pragmático, la Retórica cultural presta atención a todos los niveles del
lenguaje retórico y también del lenguaje literario en su incidencia en el receptor
en su proyección perlocutiva hacia éste, en la generación o consolidación de su
conciencia de espacio excepcional, espacio de juego de Johan Huizinga, dentro
de la práctica sistemática de la excepción comunicativa propuesta por Antonio
García Berrio y con la recursividad de sistemas en función de la modelización
secundaria planteada por Yuri Lotman. En tanto en cuanto estas nociones
implican tanto al lenguaje literario como al lenguaje retórico, éstos aparecen
conectados en el ámbito de la Retórica cultural dentro del arte de lenguaje
como fenómeno cultural que, si bien se manifiesta de manera más directa en el
nivel microestructural y elocutivo, abarca la macroestructura y el referente
textual, englobando también los aspectos pragmático-comunicativos. La
proyección perlocutiva de los discursos retóricos y las obras literarias y la
conciencia de ésta por parte de productores y receptores fundamentan el interés
de la Retórica cultural por el arte de lenguaje como fenómeno de globalidad
comunicativa.
La
Retórica cultural abarca muchos de los ámbitos de la Retórica, parte de la cual
es, y tiene como razón de su existencia la explicitación de la dimensión
cultural de ésta, por su situación en la cultura y por el carácter cultural de
muchos de sus componentes, carácter que, como sucede en la relación entre
lenguaje retórico y lenguaje literario, hace posible que se ocupe de fenómenos
y aspectos de la comunicación y del arte de lenguaje que no son directamente
retóricos y que, sin embargo, en el caso de muchos de ellos han sido objeto de
la Retórica en diversos momentos de su desarrollo histórico.
La
dimensión cultural de la Retórica y, por consiguiente, la Retórica cultural no
se agotan, sin embargo, en el lenguaje retórico, aunque éste sea uno de sus
componentes más importantes. Otros elementos constituyentes de la Retórica
poseen un indudable carácter cultural, como, por ejemplo, los relacionados con el
referente de las partes del discurso retórico (partes orationis), especialmente las secciones referenciales
correspondiente a la narratio y a la argumentatio, y son, por ello, objeto de
la Retórica cultural. El lugar de la Retórica en la cultura, en la construcción
de la identidad y el horizonte de personas, grupos humanos y sociedades está
situado en el campo de estudio de la Retórica cultural. La determinación del
componente cultural de la Retórica y su función en la comunicación en la
sociedad es otra de las tareas de la Retórica cultural. Si bien se trata de
aspectos diferentes, de objetos distintos, todos ellos están relacionados entre
sí en el sistema de la Retórica y en la Retórica cultural como explicación de
la función de la Retórica en la cultura y de sus elementos culturales.
Referencias bibliográficas.
Albaladejo, T. (1990). Estructuras
retóricas y estructuras semióticas (Retórica y hecho literario). En Investigaciones
Semióticas III (Retórica y Lenguajes). Actas del III Simposio Internacional de
la Asociación Española de Semiótica (pp. 89-96). Vol. I. Madrid: Universidad Nacional
de Educación a Distancia.
Albaladejo, T. (1996). A propósito del
receptor en el arte de lenguaje: de retórica a literatura. Salina.
Revista de Lletres,
10, 226-229.
Albaladejo,
T. (2003). La lectura del discurso oral. En Hernández Guerrero, J. A., García
Tejera, M. del C., Morales Sánchez, I. & Coca Ramírez, F. (Coords.), La recepción de los discursos: el oyente, el
lector y el espectador (pp. 17-30). Cádiz: Universidad de Cádiz.
Albaladejo, T. (2009a). La poliacroasis en la
representación literaria: un componente de la Retórica cultural. Castilla. Estudios de Literatura, nueva
serie, 0, 2009, 1-26.
http://www5.uva.es/castilla/index.php/castilla/article/view/4/1
(fecha del último acceso: 25 de mayo de 2013).
Albaladejo, T. (2009b). Retórica de la
comunicación y retórica en sociedad. En Beristáin, H. & Ramírez Vidal, G.
(Eds.), Crisis de la historia (pp. 39-58). México: Universidad Nacional
Autónoma de México.
Albaladejo, T. (2013). Rhetoric and
Discourse Analysis. En Olza, I.,
Loureda, Ó. & Casado, M. (Eds.), Language Use in the Public Sphere:
Methodological Perspectives and Empirical Applications (pp. 19-51). Frankfurt
am Main: Peter Lang.
Albaladejo, T.
& Chico Rico, F. (2010). L’ampliamento della teoria del
linguaggio letterario e l’analisi del fatto letterario. En Vitacolonna, L. (a
cura di), Prospettive di semiotica del testo (pp. 145.176). Lanciano:
Carabba.
Arduini, S. (2000). Prolegómenos a una teoría general de las figuras. Murcia:
Universidad de Murcia.
Aristóteles (1971). Retórica. Edición bilingüe griego-español de A. Tovar. Madrid:
Instituto de Estudios Políticos.
Auerbach, E. (1969 [1957]). Lenguaje
literario y público en la baja latinidad y en la Edad Media. Traducción de L.
López Molina. Barcelona: Seix Barral.
Chico Rico, F.
(1989). La intellectio. Notas sobre una sexta operación retórica. Castilla.
Estudios de Literatura, 14, 47-55.
Chico Rico, F.
(1998). Intellectio. En Ueding, G. (Hrsg.), Historisches Wörterbuch
der Rhetorik, Band 4: Hu-K. Tübingen; Niemeyer, pp. 448-451.
García Berrio, A. (1977). Formación de la Teoría Literaria moderna. La
tópica horaciana en Europa. Madrid: Cupsa.
García Berrio, A. (1984). Retórica como ciencia de la expresividad (Presupuestos
para una Retórica general). Estudios de
Lingüística Universidad de Alicante, 2, 7-59.
García Berrio, A. (1994). Teoría de la literatura (La construcción del
significado poético) (2ª edición revisada y ampliada). Madrid: Cátedra.
García Berrio, A. (1998). Forma interior. La creación poética de
Claudio Rodríguez. Málaga: Excmo. Ayuntamiento de Málaga.
Gentili, B. (1996 [1984]). Poesía y
público en la Grecia antigua. Traducción de X. Riu i Camps & C.
Miralles. Barcelona: Sirmio-Quaderns Crema.
Grupo μ (1987 [1970]). Retórica general. Traducción de J.
Victorio. Barcelona: Paidós.
Hernández Guerrero, J. A. & García
Tejera, M. del C. (2004). El arte de
hablar. Manual de Retórica Práctica y de Oratoria Moderna. Barcelona:
Ariel.
Homero (2007). Ilíada (13ª edición). Edición y traducción de A. López Eire.
Madrid: Cátedra.
Huizinga, J.
(2008 [1938]). Homo ludens. Proeve eener
bepaling van het spel-element der cultuur. Amsterdam: Athenaeum Boekhandel
Canon – Amsterdam University Press.
Jaeger, W.
(1978 [1933]). Paiedia: los ideales de la
cultura griega (2ª edición, 3ª reimpresión). Traducción de J. Xirau &
W. Roces. México: Fondo de Cultura Económica.
Jakobson, R. (1975 [1960]). Lingüística y
poética. Traducción de J. Cabanes. En Jakobson, R., Ensayos de lingüística general (pp. 347-395). Barcelona: Seix Barral.
Kennedy, G. A.
(1994). A New History of Classical
Rhetoric. Princeton: Princeton University Press.
Kennedy, G. A.
(1998). Comparative Rhetoric. An
Historical and Cross-Cultural Introduction. New York: Oxford
University Press.
López Eire, A. (2006). La naturaleza retórica del lenguaje. Salamanca: Logo.
Lotman, Y. M. (1988 [1970)]. La estructura del texto artístico.
Traducción de V. Imbert. Madrid: Istmo.
Lotman, I. M. (1996 [1981]). La retórica.
En Lotman, J., La semiosfera I. Semiótica
de la cultura y del texto (pp. 118-142). Edición y traducción de D. Navarro.
Madrid: Cátedra.
Lotman. I.
M. & Escuela de Tartu (1973). Semiótica
de la Cultura. Traducción de N. Méndez. Madrid: Cátedra.
Lotman, J. M. & Uspenskij, B. A.
(1973). Ricerche semiotiche. Nuove
tendenze delle scienze umane nell’U.R.S.S. Traducción de C. Strada Janovic,
M. Marzaduri & G. Garritano. Torino: Einaudi.
Menéndez Pidal, R. (1957). Poesía
juglaresca y orígenes de las literaturas románicas. Madrid: Instituto de
Estudios Políticos.
Murphy, J. J. (1983). A Synoptic History of Classical Rhetoric. Davis: Hermagoras Press.
Pujante, D. (2012). La operación elocutio, ¿una reina destronable?: su
complejo predominio en el discurso retórico. En Del Río, E., Ruiz de la Cierva,
C. & Albaladejo, T. (Eds.), Retórica
y política. Los discursos de la construcción de la sociedad (pp. 175-187). Logroño:
Instituto de Estudios Riojanos.
Ramírez Vidal, G. (2004). La pregnancia
retórica del lenguaje. En Bubnova, T. & Puig, L. (Eds.), Encomio de Helena. Homenaje a Helena
Beristáin (pp. 399-412). México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Quintiliano,
M. F. (1970). Institutionis oratoriae
libri duodecim. Edición de M. Winterbottom.
Oxford: Oxford University Press.
Senabre, R. (1987). Literatura y público. Madrid: Paraninfo.
Zumthor, P. (1989). La letra y la voz.
De la «literatura» medieval. Traducción de J. Presa. Madrid: Cátedra.
* Este trabajo es resultado de
investigación realizada en el proyecto de I+D+I de referencia
FFI2010-15160/FILO, financiado por la Secretaría de Estado de Investigación,
Desarrollo e Innovación del Ministerio de Economía y Competitividad.