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Revista de estudios filológicos
Nº29 Julio 2015 - ISSN 1577-6921
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reseñas

PASADIZOS, DE AMADEU VIANA

 

Xavier Laborda

(Universidad de Barcelona)

xlaborda@ub.edu

 

Valencia: In Puribus Libros – L’Eixam ediciones, marzo de 2015.

174 páginas. 19€. ISBN: 978-84-15180-44-9.

Versión en valenciano, Passeres; ISBN: 978-84-15180-43-2.

 

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La publicación del libro de Amadeu Viana Pasadizos es una invitación vibrante a gozar de la lectura como una experiencia sorprendente. Sus breves anotaciones abordan por todos los ángulos imaginables cuestiones de la lengua, la comunicación, la historia del pensamiento, el debate de paradigmas, el sentido crítico, el sentido del humor, el sentido común y los múltiples sentidos del discurso. Esas anotaciones resuenan en la mente del lector como un aldabonazo que concita sensibilidad, conocimiento y gusto por el matiz y la mirada insólita.

Las singularidades de la obra de Amadeu Viana, poco frecuentes en el mundo de la filología y la lingüística, pueden alcanzar una elevación conceptual que aparte y distraiga al estudioso de la lengua de las tareas cotidianas. Permítasenos formular esta objeción genérica, para desvelar dudas al respecto y rebatirlas con rotundidad. Precisamente nos advertía contra ese peligro de desviación el librepensador Lichtenberg al proclamar que “cuando el espíritu se eleva el cuerpo se arrodilla”. Dicho de otro modo, que el debate de altura conceptual puede perder el sentido de la realidad y faltar al mandato de una ciencia útil. Pues bien, ese no es el caso de Pasadizos, cuyo razonamiento está anclado en un suelo nutricio que es el cuerpo de la persona y orientado a objetos audaces como la percepción, el ensueño o la verbalización. Nuestro comentario está refrendado por el comentario inicial del autor, quien declara que ha razonado en esas páginas “siempre pensando que el lenguaje, y las palabras, forman parte del cuerpo humano” (p. 14).

Amadeu Viana (Valencia, 1958) es profesor de Lingüística en la Facultad de Letras de Lleida. Sus estudios en inglés, alemán e italiano, entre otras lenguas, le han deparado campos de estudio y fuentes que ha incorporado a la docencia y a sus publicaciones. Es sobresaliente su interés por la historia de las ideas (Raons relatives, 1997; Tempesta de signes, 2015). Ha traducido al catalán los aforismos del alemán G. C. Lichtenberg (Quaderns de notes, 2012), diversos autores en El pensament sociolingüístic europeu (1995) y a Lewis Carroll (A través de l’espill, 1985), entre otras obras. Para completar su perfil académico, cabe añadir que ha dedicado muchos esfuerzos al estudio del humor, del que se impregna un ensayo original y sorprendente sobre la conversación (Acròbates de l’emoció, 2004).

Esta nota biográfica confirma la condición singular y capaz del autor de Pasadizos. Al concebir su trayectoria se aprecia una dedicación tenaz a la corriente contextual y existencialista de la lingüística. Es la que, a diferencia de la corriente formalista, proclama la importancia de la experiencia de los hablantes, de las circunstancias comunitarias y sus propósitos individuales, para abarcar científicamente la comunicación, sus principios y sus formatos. La experiencia del sujeto cuenta mucho, es decir, cuenta su cuerpo, sus hábitos y las tradiciones verbales en que crece. De ahí la oportuna advertencia de Lichtenberg contra los encantos de la teoría y el peligro que entraña con su abstracción de abolir el cuerpo, sea individual o social. Para Viana la metonimia del cuerpo tiene mucha substancia, para mal y para bien, porque “produce sus propios errores de percepción, y a la vez categorías, objetos, enlaces” (p. 14).

El libro ahora editado por In Puribus libros apareció en 2012, en formato digital, ligeramente diferente, con el título más explicito en catalán de Passeres. Notes Barcelona-Berlín 1978-2008. Recopila las anotaciones en cuadernos de trabajo de la vida profesional de Amadeu Viana. Versan dichas notas sobre el lenguaje y las palabras como producciones sociales y personales, como verbo del que mana la acción. El propósito que da unidad a una tarea tan dilatada en el tiempo y diversa en sus detalles es el sentido crítico, la “disposición a no dejarse encandilar” por las apariencias y “a aprovechar el contraluz” de un ojo avizor “para volver a casa” (p. 14), para no ahorcar a la razón ni ahogar el sentimiento.

Las notas de Pasadizos se presentan agrupadas en siete capítulos, que bien pueden responder a sendos cuadernos, que cubrieron su tiempo bajo circunstancias e invocaciones particulares. En “Astérix en Ibiza” el autor trata de las reglas sociales y sus contrarios. Las notas sobre sociedades sin escritura, teñidas de añoranza, se recogen en “Un mundo oral”. Las discontinuidades como invariante del pensamiento es el motivo de “Desvíos”. En “Geometría de la mente” se indaga sobre los mecanismos de la analogía en la cantera del razonamiento. En “El sobrino de Rameau” se considera el significado de la historia y la historia de los significados. El debate sobre orientaciones e interrogantes finiseculares aparece en “Pasadizos”, el capítulo más extenso de todos y que da título al libro. Le sigue “La isla de Montecristo”, para explorar semejanzas y contactos. Y cierra la obra un breve colofón, “Tornada”, sobre los sueños.

En los razonamientos del Pasadizos se pulsa una formación lingüística tan sólida como discreta, que evita el fácil recurso de los tecnicismos y la referencia especializada, para hablar como quien dialoga. La argumentación mueve el ánimo cordial y sereno del autor a exponer su as, un argumento, una trama: lo que decimos, escuchamos o leemos puede dilucidarse como un juego verbal y social a la luz de la historia del pensamiento, del humor y de las modas. Regocija al lector hallar en la unidad de un flujo tan cambiante e ilustrativo que encauza el libro las preclaras influencias de aquellos a quienes Amadeu Viana ha dedicado tiempo de traducción, como Vico, Lichtenberg y Carroll. La actualidad de la retórica, el aforismo escéptico y lacerante o los juegos humorísticos del lenguaje como lógica humanísima y experimental, respectivamente.

Estas observaciones nos conducen a una realidad inapelable. Pasadizos es una obra autobiográfica. Más concretamente, pertenece a la modalidad heterogénea de autobiografía, como sucede con la crónica, el reportaje de viajes, el discurso público o en algunos pasajes una lección magistral. El autor se convierte aquí en el personaje de su discurso, cosa que realiza sin presunción como un servicio intelectual más, pero no menor, de su carrera académica. Descubre su ser, su razón vital, desmenuzada en desvíos y pasarelas que conducen a lugares liminares y fronterizos o a perspectivas invertidas. Importa qué hace, pero el cómo fascina. Con aforismos, con humor y con fábulas. Veamos unos ejemplos.

Aforismos: “No eres fantástico –si no gusta tu fantasía–“ (p. 166). “La paradoja de un mundo internacional es que podría acabar con el mundo. Una comunidad que esperara que todos se pusieran de acuerdo no podría funcionar (p. 64)”. El anuncio dice “¿No va siendo hora de que lo consigas todo?”, una memez como cualquier otra, si se nos permite la vulgaridad; pues bien, “este memema ilustra bastante bien el error y la inmoralidad de la publicidad” (p. 73).

Humor: “Los héroes existen: son las Grandes Marcas –o logos– (p. 97). “Creo que lo decía William Blake, de forma muy clara: si los otros no fueran estúpidos, lo seríamos nosotros” (p. 91). “Alguien que vuelve pasa de ser ex a ser re” (p. 90). “En una palabra: los viejos amigos son los amigos de juventud” (p. 114). “La cita excita” (p. 77).

Fábulas: “Hay una fábula preciosa al inicio de El hombre eterno de G. K. Chesterton. Un muchacho sale de su granja a ver mundo buscando la efigie o la tumba de algún gigante. Pero a poco se va alejando y, cuando está a cierta distancia, se da la vuelta y se da cuenta de que su granja forma parte de una figura grandísima” (p. 69). “En algún lugar, humildemente, está anunciada una conferencia con este título: El miedo a la ciencia en la Universidad” (p. 76).

Estos tres recursos, aforismos, humor y fábulas, trenzan un tejido de palabras y efectos sin solución de continuidad, de modo que, por ejemplo, una sentencia compone un juego de palabras divertido y acuna una historia en ciernes. Otra muestra de ubicuidad de ideas en géneros diferentes; la fábula de Chesterton sobre la ambición del joven granjero por algo colosal se reproduce en un aforismo: “Si quieres correr hacia el infinito, tienes bastante con caminar por lo finito en todas direcciones” (p. 68).

Tras este saber fragmentado, intermitente y subterráneamente conectado con que están sembradas las páginas de Pasadizos trasluce un modelo actualísimo de discurso, que llevó a la perfección Baltasar Gracián en Oráculo manual y arte de prudencia (1647). Lo distintivo en Viana es su visión pragmatista de la comunicación, la lengua y los fines de la lingüística. “La comunicación son dos caras, dos personas”. Y añade que “lo demás es pura ideología”, cuyo peor efecto consistirá en arrodillar el cuerpo (p. 86). Sobre la lengua y su razón social leemos esto: “En algún lugar se explica que la lengua sería como un código de barras que te identifica, aunque tú no lo sepas descifrar. (…) Un GPS social, la dotación semántica de nuestra imaginación” (p. 93). Frente a estas visiones, una perplejidad que da munición a cualquier bando: “Si la sintaxis es lo que sirve para que comprendamos, ¿cómo podemos comprender la sintaxis?” (p. 98).

Dejemos a un lado las preocupaciones de los lingüistas para considerar la derrota –en los dos sentidos, de trayectoria y penosa zozobra– de las humanidades. Viana aporta una explicación sencilla. “El hecho de que las ciencias humanas hayan dejado de lado la imaginación es una de las causas de su gran desprestigio social”. El autor reconoce en la deriva cientifista y autocomplaciente de las humanidades la “señal inequívoca de decadencia y deterioro” (p. 69). Pero a su parecer hay un remedio preciso y conocido para esa calamidad, que denomina visión bifocal. “Si fuésemos buscando un emblema de la visión bifocal (el modo en el que funciona realmente la visión), la alianza entre filosofía y filología parece una buena candidata”, porque son dos caras complementarias del conocimiento (p. 84). Aportan la acción especulativa y la práctica de las denominaciones, de modo que no solo se refuerzan estas fuentes de conocimiento, sino que se limitan y se dan forma mutuamente.

Pero la razón de Viana es hija de la dialéctica y de las contradicciones creativas. ¿Qué sucede si negamos la primacía de la filosofía y la filología, a favor del queso y las aceitunas? Sucede que aparece el cuerpo para recuperar su papel.

Queso con aceitunas.- Partidarios de la idea del queso con aceitunas, ¡uníos! Que se aparten los demás títulos, las filosofías y las filologías. La divisa de Horacio y Virgilio es esa: queso con aceitunas. Un paisaje de cabras y olivos. Fuera títulos: queso con aceitunas. Ni Heráclito ni Demócrito, que siempre acababan discutiendo. Un plato de queso con aceitunas, donde mirarnos, donde soñar, a través del cual especular. No sería ningún alegato sobre la gastronomía (Dios me libre; aunque podríamos salvar la cebolla sofrita), sino una defensa, un programa que apela a la memoria. Queso con aceitunas, contra Descartes [p. 140].

Este aperitivo humilde y restaurador propala un modelo que engloba a filosofía y filología. Es el modelo de la memoria crítica o de la perspectiva histórica. Un rasgo fundamental es su postura contraria al cartesianismo y sus solipsismos. Para concluir nuestro comentario se nos ocurre sugerir a los lectores apresurados la consulta de una anotación de Pasadizos que podría brindar el resumen de su lección. También es cierto que podría ser el pre-texto para un trabajo de investigación. El pasaje trata del sentido común, no ya en una acepción psicológica o de la vida práctica, sino el sentido común en su manifestación discursiva.

Improvisemos un guión de materiales para el estudio del sentido común: 1) mapas mentales (pasadizos); 2) relojes blandos (calendarios relativos); 3) teoría de catástrofes (pequeñas reorientaciones en la conversación); 4) práctica de diálogos (verdad de las cosas y métodos persuasivos); 5) historias y anécdotas (modos de asociar metafóricos y metonímicos); 6) narrar y conversar (encadenamientos de significados); 7) ética e imaginación (márgenes relativos del discurso); 8) juegos (interpretaciones cruzadas: el humor) [p. 90].

En esas ocho secciones se expresa un programa sobre lo más selecto de la inteligencia, el ejercicio capaz de la comunicación para crear vínculos, satisfacer aspiraciones personales y explorar lo infinito. Este programa tiene un origen múltiple y alguna filiación reconocible: Lichtenberg, entre otras figuras. Amadeu Viana, editor de Lichtenberg, ha afirmado del sarcástico escritor que es una excepción cultural. “Ante la deriva de las disciplinas que impregnaría la modernidad, los escritos de Lichtenberg exponen un modo de ver las cosas que combina singularmente el conocimiento humanístico y un espíritu experimental, baconiano, curioso y observador. La calidad de su escritura, aforismos y anotaciones en clave ingeniosa, es otro de los atractivos para quien se interese por el discurso y las formas retóricas” (Viana 2014: 389). Gusta imaginar que hemos escrito estas palabras para definir el carácter de Amadeu Viana.

Posiblemente el lector de Pasadizos reconozca en el libro el destello de Gracián, Vico, Lichtenberg y Carroll, junto con abundantes ingredientes de filología y lingüística. Al publicar Amadeu Viana lo que ha escrito en privado durante décadas sobre los desvaríos de nuestra disciplina, da a conocer nuestros errores secretos. Sus pensamientos reflejan un paisaje fascinante, el rostro humano. Como sus maestros, sabe que un rostro no se deja analizar en un instante. Necesita estar en pie, no arrodillado, para obrar y ser la consecuencia y una secuencia de imágenes.

La naturaleza sobresaliente de Pasadizos / Passeres se beneficia de la alianza editorial con In Puribus libros. Una edición doble del libro, en versiones catalana y castellana, cuidada y elegante, parece un signo insólito y un augurio de buenos tiempos para las obras imaginativas y valerosas de las ciencias humanas. El breve y recién estrenado catálogo de la editorial ofrece otros ensayos que aseguran una lectura apasionante, como la de Balance de existencias, de Joan Dolç, en que se analiza un centenar de fotografías antiguas y anónimas, a la manera de Roland Barthes. La imagen, la palabra y la historia del pensamiento confluyen de manera sagaz y crítica en estos libros de Joan Dolç y Amadeu Viana, que celebramos como la excelente noticia que es para las humanidades.

 

Bibliografía

Georg Christoph Lichtenberg (2012) Quadern de notes. Girona: Edicions de la El·la Geminada. Edición y traducción de Amadeu Viana.

Amadeu Viana (1995): Aspectes del pensament sociolingüístic europeu. Barcelona: Barcanova.

Amadeu Viana (1997): Raons relatives. Lleida: Universitat de Lleida.

Amadeu Viana (2004): Acròbates de l'emoció. Tarragona: Arola.

Amadeu Viana (2012): Passeres. Notes Barcelona-Berlín 1978-2008. Kindle Publishing Editions. Amazon.

Amadeu Viana (2013): “Amadeu Viana”. La lingüística en España. 24 autobiografías. Ed. por Xavier Laborda, Lourdes Romera y Ana Maria Fernández Planas. Barcelona: UOC Oberta Publishing, 377-392.

Amadeu Viana (2015): Tempesta de signes, en prensa.

 

Direcciones de interés en Internet

Ficha de la obra reseñada: http://www.inpuribusllibres.com/books/passeres

Texto del capítulo “Isla de Montecristo”; http://www.inpuribusllibres.com/media/samples/Amadeu_Viana_pasadizos_extracto.pdf

Obras de In Puribus libros: http://www.inpuribusllibres.com/books