REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS



Discurso literario e inmigración: escritores y tipología de textos[1]

Juana Castaño Ruiz

(Universidad de Murcia)

 

I. Consideraciones  previas.

    1. Sobre el tema.

    2. Sobre la selección de escritores y textos.

II. El autor y el texto: perspectiva doble para un estudio de textos literarios.

III. Dos escritores y su emigración: Edward Said y José F. A. Oliver.

IV. Propuesta de tipología de textos.

    1. Algunos rasgos característicos.     

        1.1. Temas.

        1.2. Tonos.

        1.3. Presencia de lenguas.

        1.4. Perspectiva de las voces narradoras.

        1.5. País de procedencia / País de acogida.

    2. Selección de textos.

        2.1. Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni.

        2.2. Jorge Semprún, Viviré con su nombre, morirá con el mío.

        2.3. Mahi Binebine, La patera.

        2.4. Edwidge Danticat, ¿Krik? ¡Krak!

        2.5. Ariel Dorfman, Rumbo al Sur, deseando el Norte.

        2.6. Zoé Valdés, Milagro en Miami.

        2.7. Julia Álvarez, De cómo las chicas García perdieron su acento. Yo!  Cuando Tía Lola vino de visita a quedarse.

V. Conclusión.

VI. Bibliografía.

 

* * ** *

 

Según el DRAE, inmigrar[2] es “llegar a un país para establecerse en él los naturales de otro. Se usa especialmente hablando de los que forman nuevas colonias o se domicilian en las ya formadas”. Nada se indica de los motivos que pueden inducir al traslado de las personas a un país distinto al suyo, pero éstos pueden ser de diversa índole: políticos, económicos, sociales, etc. Las consecuencias de estos desplazamientos son múltiples por lo que suponen de adaptación a la nueva situación y de desarraigo o añoranza por la tierra de origen: “Emigrar es desaparecer para después renacer. Inmigrar es renacer para no desaparecer nunca más” [3].

Desde distintas épocas y por distintos motivos los textos escritos han transmitido los movimientos de poblaciones. Podríamos pensar en ejemplos muy antiguos como los contenidos en la Biblia o en los textos pertenecientes a la antigüedad griega o latina. Aunque se podría hacer una trayectoria hasta el momento actual trazando una perspectiva histórica, nos centramos en este artículo en la época presente puesto que nos encontramos en una fase de grandes movimientos migratorios, debida esencialmente a problemas económicos, políticos y sociales.

La presencia de los fenómenos migratorios en los textos literarios se ha ido acrecentado en los últimos tiempos al igual que ha ocurrido en la vida diaria de muchos ciudadanos y en los medios informativos. La literatura actual expresa también ese aspecto como testigos cualificados que son los escritores. Realidad y ficción se hacen compañeras y el discurso literario se hace eco de este fenómeno, hasta el punto de que, cuando se leen las crónicas periodísticas sobre un naufragio o sobre el descubrimiento de los náufragos en las playas, sobre los ritos religiosos en las parroquias distintos al católico o sobre los problemas de alquiler de viviendas de inmigrantes no se sabe si fue antes la realidad o la ficción.

 

I. Consideraciones  previas.

 

1. Sobre el tema.

 

1. La emigración, como realidad cotidiana. Los españoles tienen una amplia experiencia como pueblo emigrante. No es una novedad para nosotros. Hemos emigrado en distintas épocas de la historia de España, como señala Juan Goytisolo: “Aunque los emigrantes españoles de los cincuenta y los sesenta del siglo que nos deja no naufragaban en pateras ni debían escalar cercas con torres de vigilancia y alambre de púas, sufrían, no obstante, las humillaciones del racismo cotidiano y administrativo de los países de acogida: José Ángel Valente me recordaba hace poco que en 1955, los que llegaban a la estación de Ginebra eran separados de los demás viajeros y desinfectados por los servicios sanitarios suizos.” [4] Han cambiado las circunstancias y España se ha convertido hoy en un país de acogida.

2. La importancia de las migraciones para la expansión de las lenguas. Como lo muestran distintas etapas históricas, la expansión de unas lenguas y el retroceso de otras está ligado a ciertos desplazamientos de población. No olvidemos el paso desde el latín a las actuales lenguas románicas. Tampoco la expansión del español en el siglo XV que permanece hasta la actualidad: la presencia de la diáspora del judeoespañol o el español de América. O, un fenómeno más reciente, la fuerte presencia del español hablado en Estados Unidos como consecuencia de la llegada de hispanos de países diferentes.

3. La literatura como reflejo de la realidad social. La realidad es siempre fuente de la ficción y los textos traducen a la lengua escrita los problemas derivados de los movimientos migratorios.

4. El papel de los escritores ante la emigración. Hay un posible doble papel del escritor: el del intelectual que describe o denuncia (adquiriendo un papel de conciencia social, como ocurre con Juan Goytisolo) y el escritor que atraído por el tema transmite el fenómeno de la inmigración en sus textos, como podría reflejar cualquier otro. “La emancipación del individuo pasa por la cultura” dice Azouz Begag, para añadir: “Mi deber es acercarla a los chicos de los suburbios a través de mis libros y aprovecho mi estatuto de escritor para hacer llegar mensajes políticos a los países que tienen problemas de inmigración. Hago literatura social: ¡Soy el Zola de la Francia de hoy!” [5]

5. La emigración es un fenómeno que alcanza a los propios escritores. La mundialización o globalización creciente nos presenta campañas publicitarias como una reciente de la Editorial Anagrama: “El retorno del British Dream Team: Martin Amis / Kazuo Ishiguro”; “El retorno del British Dream Team: Julian Barnes / Hanif Kureishi”; “De Corea y de Bosnia llegan las dos grandes revelaciones de la literatura norteamericana: Chang-Rae Lee / Alexander Hemon”. La publicidad de las editoriales simplemente se hace eco en estos casos del propio recorrido vital de algunos escritores hasta asentarse en determinado país que no siempre coincide con su lugar de nacimiento o el de su familia.

6. El interés por el análisis de la emigración es creciente. Suplementos de periódicos y revistas literarias le dedican números monográficos (ABC Cultural, julio 2001: “Lengua, Cultura e Inmigración”; Leer, junio 2001: “Emigración, exilios, éxodos... La escritura de las ausencias”; Quimera, junio 2003: “La emigración en el mundo hispánico hoy: huellas literarias”) y se organizan foros y encuentros entre escritores como los Encuentros Euromagrebíes – Círculo Mediterráneo organizados por el Círculo de Bellas Artes.

También son numerosas las monografías dedicadas a este tema, entre las que destacamos, por su interés, dos recientes: Discurso e inmigración. Propuestas para el análisis de un debate social, de Antonio M. Bañón y La inmigración en la literatura española contemporánea de Irene Andres-Suárez, Marco Kunz e Inés D´Ors[6].

Por último, no podemos dejar de señalar que, en una situación paralela a la que ocurre en la literatura, la situación de los inmigrantes es tratada muy frecuentemente en el cine. Desde la adaptación cinematográfica de Le gone du Châaba de Azouz Begag, hasta los problemas de los matrimonios ilegales en  Matrimonio de conveniencia o la vida del escritor cubano Reinaldo Arenas en Antes que amanezca, por citar algunos ejemplos.

 

2. Sobre la selección de escritores y textos[7] .

 

Los escritores y textos elegidos son los siguientes:

 

- Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni.

- Jorge Semprún, Viviré con su nombre, morirá con el mío.

- Mahi Binebine, La patera.

- Edwidge Danticat, ¿Krik? ¡Krak!

- Ariel Dorfman, Rumbo al Sur, deseando el Norte.

- Zoé Valdés, Milagro en Miami.

- Julia Álvarez, De cómo las chicas García perdieron su acento. Yo!  Cuando Tía Lola vino de visita a quedarse.

 

1. La lista anterior es una propuesta personal de escritores y textos, elegida como muestra representativa de algunas tendencias actuales que a nuestro entender son muy significativas al conseguir plasmar por escrito y transmitir con gran realismo, desde prismas diferentes, la vida cotidiana de los emigrantes.

2. Casi todos los textos elegidos son muy recientes, cercanos a nuestra época, y reflejan los problemas y actitudes de nuestra sociedad actual. Solamente los de Ángel Vázquez y Jorge Semprún se alejan un poco más en el tiempo, aunque han sido incluidos en la selección al referirse a dos momentos históricos fundamentales para la sociedad española y de gran trascendencia personal para ambos escritores.

3. La mayoría son textos de narrativa, aunque el de Ariel Dorfman es un relato autobiográfico situado en un marco social que lo hace quedarse a un paso de un ensayo. Consideramos que este tipo de texto es capaz expresar con mayor amplitud y profundidad situaciones y sentimientos.

4. Los textos pertenecen a autores de procedencias diversas, que han salido por circunstancias distintas de sus países de origen, y que nos han interesado por distintos motivos: por sus autores, por las situaciones que plantean y por los tonos que emplean.

5. La mayoría de los textos describen las situaciones desde dos perspectivas: la de la sociedad que acoge a las poblaciones que se mueven y la de los individuos que se mueven por motivos diferentes.

 

II. El autor y el texto: perspectiva doble para un estudio de textos literarios.

 

Partiendo siempre de la premisa de que tratamos de textos sobre emigración, al realizar la propuesta que vamos a analizar[8], tendremos en cuenta los contenidos además del punto de vista y la actitud de cada uno de sus autores. Con todas estas variables, podemos clasificarlos desde una posible doble perspectiva:

 

1. Desde el punto de vista del autor:

 

a) El escritor emigra, es emigrante él mismo. Escribe y, dependiendo de las circunstancias: 

- cuenta lo que dejó: rememora su vida anterior, su país, sus paisajes, sus gentes.

- cuenta lo que encuentra: nuevas costumbres, nueva lengua, a veces desarraigo y proceso de adaptación a una nueva vida. 

- no habla en primera persona, sino que cuenta lo que ocurre a los que son como él y a los vienen de donde él viene.

 

b) - El escritor, sin ser él mismo emigrante, cuenta en los textos el fenómeno de la inmigración/emigración.

 

2. Desde el punto de vista del texto la posibilidad es única puesto que ya hemos indicado que elegimos textos que narran con la emigración y las circunstancias que la rodean.

 

III. Dos escritores y su emigración: Edward Said y José F. A. Oliver.

 

Decía antes que detrás de los escritores está su propia vida personal y su experiencia que transmiten en los textos. Elegimos dos ejemplos, que nos parecen muy ilustrativos en este sentido, sobre la huella que el traslado y la permanencia en países distintos al de su nacimiento y el contacto con lenguas distintas a la materna deja en determinados escritores.

Se refiere el primero de ellos a Edward Said, de origen palestino y norteamericano de adopción, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002 compartido con Daniel Barenboim, que al referirse a su niñez y juventud y los cambios de residencia y de lengua a los que se vio obligado, explica lo siguiente en una entrevista concedida a Sol Alameda:

 

“Sol Alameda: En`Fuera de Lugar´dice que de pequeño no quería hablar árabe porque era de moro, no quería hablar francés porque era una lengua imperialista y no quería hablar inglés porque era una lengua aborrecible. Todo un lío.

 

Edward W. Said: Ahora, al menos, soy capaz de hablar y escribir. He intentado crear una lengua propia. Cuando escribo, lo hago de la misma forma en árabe que en inglés o en francés. He querido inventar una lengua personal. Ésa era mi lucha. Encontrar una lengua que pudiera utilizar sin traicionarme. Es el inglés, pero con muchos ecos del árabe y el francés... Es un mestizaje. Sin olvidar que la base de mi formación procede de escuelas norteamericanas e inglesas.” [9]

 

El otro testimonio pertenece al poeta José F. A. Oliver, al que se refiere un llamativo titular del suplemento literario Babelia, dedicado a “Las letras alemanas hoy”. También habla Oliver de su experiencia vital, aunque su caso es distinto: es el ejemplo prototípico de hijo de emigrantes andaluces, nacido en Alemania:

 

“Mis padres emigraron en 1960 y comenzaron a trabajar en una fábrica de sombreros. Habían previsto quedarse dos o tres años, pero nacimos nosotros, sus cuatro hijos. Con nosotros crecieron otras responsabilidades. Ante todo, el reto de una buena educación escolar. Fuimos a dos colegios: por la mañana, a un colegio alemán, y, por la tarde, a uno español. Mi niñez fue una casa de dos pisos. En el primero se hablaba el dialecto de la región selvanegrina de Kinzigtal, el alemánico, mientras que en el segundo la cultura era andaluza. Se podría decir que me he criado con, entre y a pesar de dos mundos dispares... Para el niño fue una aventura, un gran juego; para el adolescente, un dilema vital, al no saber si era español o alemán, y, para el adulto, ya más maduro, una riqueza enorme: me nutro de dos lenguas, dos maneras de ser, dos formas de vivir. En el fondo creo que tengo dos madres... ¿Se podría decir matrias? Sí, matrias. Me gusta la palabra.” [10]

 

IV. Propuesta de tipología de textos.

 

Los textos en los que encontramos referencias a la inmigración/emigración son muchos y muy variados. Hemos querido realizar una selección explicando cuáles son los distintos puntos de vista que se plantean en ellos y los rasgos característicos que comparten.

Presentamos una tipología de textos contemporáneos, que, en nuestra opinión, inducen a profundizar en el sentido de la palabra “inmigración” en la sociedad actual y su reflejo en la literatura. Con distintos tonos, desde el humor a la tragedia, y desde perspectivas diferentes, que incluyen la voz infantil, la esperanza juvenil o la resignación de la madurez, esta selección de textos nos acerca a los problemas y las vivencias de parte de la población actual y nos recuerda situaciones cotidianas que compartimos con nuestros vecinos.

Todo está en los textos. Los hay que nos transmiten el viaje, la huida de los lugares que la gente debe abandonar por causas políticas y económicas, y nos transmiten también la llegada, la acogida y los problemas que supone la instalación en un nuevo lugar. Compartimos plenamente las palabras de Paloma Jiménez del Campo al referirse a la trascendencia de ese traslado y las consecuencias que arrastra:

 

“La emigración es un fenómeno social muy complejo que envuelve mucho más que el traslado físico de un lugar a otro. Conlleva un largo proceso de ajuste a la nueva sociedad y de reajuste respecto a la de origen. La contienda con un clima diferente, un entorno físico distinto y otra lengua, la asimilación de nuevos valores, nuevos ritmos de vida y otra forma de entender las relaciones humanas, implican adoptar modos diferentes a las raíces de uno, con los consecuentes problemas de identidad, y afrontar en su momento el insoslayable dilema del retorno al lar nativo o la permanencia en el país de adopción.” [11]

 

Es precisamente ese rastreo de las circunstancias de la partida, el medio, el viaje, los paisajes, la llegada y el establecimiento es el que seguiremos en los textos. Sistematizamos a continuación las características que después analizaremos en ellos: 

 

1. Algunos rasgos característicos.

        

1.1. Temas.

 

- el viaje, acto físico de la emigración: en patera o yola, el trayecto, el naufragio.

- motivos: políticos, económicos, bélicos.

- consecuencias inmediatas: idioma, costumbes.

- consecuencias a largo plazo: adaptación / desarraigo, bilingüismo.

 

1. 2. Tonos.

- humor.

- tragedia.

- ironía.

- crítica.

- reivindicación.

 

1. 3. Presencia de lenguas.

- lengua materna.

- lengua dominante.

- lenguas de emigrantes de distinto origen.

 

1. 4. Perspectiva de las voces narradoras.

- desde la infancia.

- voz femenina.

- viajante en patera.

- inmigrante ilegal.

- turista de vacaciones.

 

1. 5. País de procedencia / País de acogida.

 

 

2. Selección de textos.

 

Muchos son los textos que en la literatura universal y en la literatura española podríamos encuadrar en nuestra selección. Pensemos en ejemplos posibles como algunos escritores de nuestra historia reciente que se exiliaron durante la Guerra Civil española, los que emigraron o aquellos otros que representan la supervivencia de la diáspora sefardí como Elías Canetti.

Debíamos fijar unos límites para la propuesta de este artículo. Como anunciábamos antes,  la presente antología está compuesta por determinados  autores y obras que representan conflictos personales y autobiográficos, por una parte, y, por otra, personajes y situaciones relacionadas con la emigración / inmigración. Como característica común, todos los autores vivieron en vida propia lo que cuentan en sus textos.

 

2.1. Ángel Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni[12]. Ángel Vázquez presenta a través del monólogo de su personaje Juanita Narboni la vida cotidiana de Tánger y lo hace en una lengua, la española, a la que él mismo llama en el prólogo “lengua viajera, lengua de emigrantes”:

 

“La verdad es que no siempre se ha conocido y reconocido como se merece esa vital y sorprendente fuerza de adaptación de nuestra lengua. Lengua viajera. Lengua de emigrantes. Mi aportación se reduce a bien poco: tan sólo a una ciudad, a un Tánger que, como quedó dicho, no es ya lo que fue. Hoy la ciudad retorna a su pasado árabe y sería de incautos contradecir a la todopoderosa madre Historia. Pero si he escrito este libro es porque aún sobreviven allí, y desperdigados por el mundo, no pocos tangerinos que siguen hablando al modo y estilo de Juanita Narboni. Por supuesto, el tiempo los irá borrando. Sirve pues esta novela –de servir para algo- como testimonio de recuerdo, de cariño.” [13]

 

El escritor refleja el ambiente de la ciudad cuando en ella vivían, entre otros muchos pobladores, los españoles emigrados y, entre ellos, el propio Ángel Vázquez. Así lo dice en el mismo prólogo, refiriéndose, además, a la confluencia de culturas en la protagonista de su obra:

 

 “Tal vez convendría también aclarar, sobre todo para el lector no conocedor del medio ambiente que describo, que si bien Juanita Narboni es inglesa de “pasaporte” por haber nacido su padre en Gibraltar... pero con el apellido italiano, y ser sus amigas más íntimas todas hebreas, ella es esencialmente española. O mejor: andaluza, como su madre. Su lengua es, por supuesto, el castellano. Y si su castellano tiene esos giros un tanto particulares a los que ya me he referido, es porque Juanita sólo puede ser, al menos eso he pretendido, una hija de Tánger. De ahí que haya creído conveniente no entrecomillar ni usar bastardilla alguna en ciertas frases o dichos en otras lenguas, pues en ella es totalmente natural.” [14]

 

En Tánger se hablaban tres lenguas oficiales: árabe, español y francés, a las que se añadían otras menos usadas como italiano e inglés. No podemos olvidar la yaquetía, como llama Vázquez a la lengua de los judíos sefardíes que vivían en la ciudad. Veamos un testimonio de esa lengua mixta de Juanita:

 

“Pues, hija, porque no venía solo, traía a una mujer, su prometida. No, yo reaccioné bien, soy educada. No, no era fea. Por supuesto que para nada se parecía a la descansada de Berta. No me fijé bien, mamá. Alta, metida en carnes, con una alhajas... Creo que es dueña de media Casablanca. Me acordé de la pendona, Casablanca es fatídica. Todo ese barrio que nunca me acuerdo cómo se llama, por lo visto es suyo. Anfa, creo, y dos o tres hoteles de la Corniche. Simpática, no haya un mal. Con cara de chivo. Hablando en francés todo el tiempo. En un momento en que salió para el tocador, León me explicó que se trataba de un mariage de raison. Lo comprendo. Estuvieron muy bien los dos. Ni siquiera sé lo que pedí, lenguado a la sauce meunière, creo. Se me fue el apetito. ¡Me entró una tristeza! No entiendo a los hombres de negocios, mamá. Hace una semana me recomendaba que no vendiera la casa, y ahora insiste en que debo venderla cuanto antes. Por lo visto en París se ha enterado de cosas. Nos esperan tiempos terribles. “C´est fini le Maroc” me explicó la prometida. “Tánger, kaputt”. Yo creo que es polaca. Te advierto que estuve a punto de contestarle: para mí fue kaputt toda la vida, no tengo nada que perder, pero me contuve.” [15]

 

En sus palabras observamos a menudo la nostalgia por el tiempo pasado en el que los colonizadores eran los amos de la ciudad. Su añoranza la lleva a echar de menos incluso la indumentaria árabe tradicional frente a la modernidad del atuendo de los habitantes tangerinos de ese momento, que es también el símbolo de su independencia:

 

“¿Qué es esto? Iluminaciones. La noche iluminada. Claro, estamos en vísperas del Aachor. Ahora son sus fiestas, antes eran las nuestras las que se celebraran con esplendor. Todo eso se acabó. Miedo me da el Aachor. Esta gente son como los valencianos, todo a base de explotidos (...) Demasiado iluminada, esta ciudad siempre ha sido un carnaval. Lo malo es que antes era un carnaval alegre, y esto, esto es de lo peor. Una imitación. Con bastante mala pipa, las cosas como son. Se acabaron los velos y los jaiques, y el burnús y la yilaba, todo lo que para nosotros tenía el encanto de lo oriental. Mira este que llevo delante: los pelos largos no te van, mi vida, cuando se tienen los pelitos como tú, rizados, el progreso resulta un problema. Pues anda, que la farajmá que me acaba de dar un pisotón y ni siquiera se ha vuelto la muy burra, con minifalda. Cara de dolor lleva. Los tacones, mi bueno, no se pueden pasar de las babuchas a los tacones de la noche al día. ¿La oíste, Juani? Ahora todos hablan en francés y pasan por tu lado como si no existieses... Claro, hemos pasado nosotros tantas veces por el lado de ellos como si no existieran, que esto es la revancha.” [16]

 

Tánger es una buena manifestación en ese momento de sociedad pluricultural, con lenguas y religiones diferentes. Coinciden en un mismo espacio ciudadanos de distintas procedencias, con sus lenguas y las tres religiones. Por ello, las muchachas piden novio según sus creencias:

 

“Mira, mi bueno, gracias a Dios hemos nacido en una ciudad donde no somos ni del todo cristianas, ni del todo judías, ni del todo moras. Somos lo que quiere el viento. Una mezcla. Amigas judías tuvimos que de solteras le pidieron un novio a San Antonio, y amigas moras que te hablaban de Miriam –la Virgen María- y del Arcángel San Gabriel, y cristianas, mi vida, que por matar al marido invocaban a la Aixa Candisha.” [17]

 

Lengua mixta ejemplar es la que utiliza la propia Juanita con su sirvienta árabe Hamruch:

 

“¡Una cruz, Hamruch, una cruz, eso es lo que llevamos encima las dos! ¡Déjame que te haga el jamás! En la espalda. Mira cómo pongo mis cinco dedos. Tú también tienes el baraka, las solteras somos todas cherifas. ¡Jamás, jamás! ¿Quedará vino? Me voy a echar un trago, lo necesito. ¿No quieres un poquito? ¿Gualo? Tú te lo pierdes, tant pis pour toi, ma chère. Déjame probar una patatita, todavía están duras. Esta cocotte era de Grandma Daisy, no puede con los años.” [18]

 

Hoy Tánger sigue siendo una gran ciudad y, además, se ha convertido en un lugar en donde muchos se mantienen a la espera de un viaje esperanzador que les permita pasar a la otra orilla del Estrecho.

 

2. 2. Jorge Semprún, Viviré con su nombre, morirá con el mío. En esta novela Jorge Semprún nos transmite su dolorosa experiencia y su sufrimiento durante la reclusión en el campo de concentración de Buchenwald, una estancia obligada y no elegida en un país distinto al suyo de origen, España, y al de exilio y acogida, Francia.

En estas circunstancias es fundamental el conocimiento de la lengua dominante, la lengua alemana, que le permite sobrevivir en un mundo hostil como es el del campo de concentración:

 

“Pero no hablo aquí de los Prominenten.

Hablo de la plebe de Buchenwald, que por otra parte no es una masa informe, indiferenciada, sino un conjunto social relativamente estructurado, jerarquizado, según criterios de pertenencia política o nacional, del lugar que ocupan dentro del sistema de producción, de la cualificación profesional, del conocimiento o ignorancia de la lengua alemana: lengua de los amos y de los códigos de trabajo, de comunicación y de mando. Es decir, la lengua de posible supervivencia.” [19]

 

Ese dominio del alemán lo hace percibir la envidia de algunos de los dirigentes del campo de concentración, con un dominio menor de su lengua materna que la de un preso:

 

“Odiaba en mí al extranjero, al comunista, al futuro vencedor. Me odiaba aún más porque no tenía la posibilidad de despreciarme por ignorar la lengua alemana. Yo hablaba alemán mejor que él. Al menos mi vocabulario era más rico que el suyo. Además, para darle en las narices a veces le recitaba poemas de los que no tenía la menor idea. Entonces su odio se encendía al rojo vivo.” [20] 

 

Semprún ha explicado en diversas ocasiones cómo la estancia en el campo de concentración le hizo volver a usar su lengua materna, el español, que había abandonado al adoptar el francés[21]  a su llegada a Francia, tras la Guerra Civil:

 

“(...) llego a Francia en el año 1939, al final de la Guerra Civil española y enseguida me adapto, también como un reflejo de supervivencia. Con mis hermanos muy rápidamente hablamos en francés, y el español, no es que desaparezca, pero va postergándose. Cuando a finales de 1943 me deportaron a Alemania, yo soy un estudiante francés, con la peculiaridad de ser de origen español. Cuando llego al campo allí me convierto en un español, completamente. Vivo en esa colectividad de 150 o 200 españoles, recupero la lengua y reconquisto su uso y también la  cultura.” [22]

 

Él mismo indica su nivel de competencia en ambas lenguas cuando se refiere a ciertos giros lingüísticos de difícil traducción a alguna de ellas:

 

“Ahora necesitaría lectores bilingües, fueran lo que fuesen, que pudieran pasar de una lengua a otra, del francés al español y viceversa, no sólo sin esfuerzo, sino incluso con placer, disfrutando de los juegos idiomáticos.

En resumen, si pudiera evocar en español el recuerdo de aquella joven diría que ‘tenía duende’ ¿En qué otra lengua, para hablar del encanto de una mujer, se dice que tiene ángel o duende?” [23]

 

Aunque el uso del alemán es continuo en el campo de concentración, no es la lengua única puesto que los presos son de distintas procedencias y utilizan la lengua propia para expresar sus emociones:

 

“Los deportados se aglomeraban en la entrada del barracón de recepción y consulta, arremolinándose en grupos, tratando de deslizarse hasta el interior. Se empujaban en todas las direcciones, gritaban en todas las lenguas. Aunque el alemán –reducido, eso sí, a las palabras imperativas y a fórmulas de comodín- era el medio de comunicación, es decir, de mando, en Buchenwald, todo el mundo volvía a su lengua materna para expresar la cólera o la angustia, para proferir alguna imprecación.[24]

 

2. 3. Mahi Binebine, La patera. El escritor y pintor Mahi Binebine, de origen marroquí nos cuenta en esta novela (cuyo original fue publicado en francés bajo el título Cannibales) la experiencia de un grupo de personas que espera en Marruecos la salida de una patera para cruzar el Estrecho.

El vocablo “patera” es seguramente uno de los que más evocan en la sociedad española actual los problemas que sufren los inmigrantes y ha entrado a formar parte de la lengua española. Lo encontramos en boca de Achero Mañas al ganar el Goya a la mejor película por El Bola:

 

“Más que el hombre del día soy el pequeñito del día. Como dicen mis amigos: “¡Han triunfado los de las pateras!” [25]

 

El relato narra con detenimiento los motivos que llevan a cada uno de los personajes a decidir marchar para empezar una nueva vida en España, con la que sueñan desde la otra orilla:

 

“En cuanto a Yusuf, a Reda y a mí, habíamos creído en nuestra ingenuidad que podríamos cenar nada menos que en España. “Un atracón de tapas regado con sangría, en pleno centro de Algeciras. ¡Así es como festejaréis vuestro renacer!” [26]

 

El conocimiento del mundo rico les viene a través de emigrantes anteriores a ellos, ese fenómeno al que Juan Goytisolo llama “el efecto llamada”, por el cual “Miles de jóvenes en paro o con empleo precario contemplan día y noche las imágenes de un mundo embellecido a inaccesible. Una buena parte de ellos se liarán un buen día la manta a la cabeza y se lanzarán a la aventura de alcanzar sus orillas.” [27]

La vida en el país de acogida se presenta como una realidad fantástica, lo que es un mito, puesto que no es ni más ni menos que la traducción muchas veces de una vida miserable, aunque siempre considerada mejor que la que viven en su tierra. Un ejemplo de ese “espejismo” de vida confortable lo conocemos en la descripción del apartamento que había tenido en su tiempo Morad, expatriado hasta tres veces por no tener papeles y muñidor de los viajes en patera, en París:

 

“Un agradable apartamento (...) con todo el confort moderno una cama blanda, un armario de pino rojo, una televisión en color, una cocinilla eléctrica colocada encima de la nevera, un lavabo de loza y una ducha cuya cortina de plástico se abría con una cremallera. Y todo en el increíble espacio de seis metros cuadrados. Dos metros por tres, ¿quién da más?” [28]

        

Los que ya han conocido la vida del primer mundo, son los que animan a otros a salir de su país y viajar en busca de mejores condiciones de vida. Pero el crudo relato de Binebine insiste en las condiciones miserables de vida de estos inmigrantes en París, no sólo en su vida laboral, sino incluso en los ratos de ocio:

 

“A mí me gustaba mucho la del burdel al que iba los fines de semana en su día de descanso. Estaba en Barbès, en el último piso de un edificio destartalado, donde un tipo había abierto un negocio de muñecas hinchables reservado exclusivamente a los inmigrantes africanos. Veinte francos el polvo, y un té de menta de propina. Diez veces más barato que en Saint-Denis, con la inestimable ventaja de la cercanía. Argumentos convincentes que, en un tiempo récord, habían atraído a una clientela regular, compuesta en su gran mayoría por magrebíes (...) Las señoritas los esperaban lozanas, seductoras y sumisas, y permitían besos, tocamientos y los revolcones más acrobáticos. Llevaban nombres preciosos, discretamente caligrafiados en la sien, por si a algunos se le antojaba la fantasía de sazonar sus retozos con un poco de ternura o con confidencias íntimas.” [29]

 

Sin embargo, muchos de los que piensan en cambiar de vida son realistas y muy conscientes de que en el país de acogida tendrán que vivir entre la clandestinidad y la ilegalidad:

 

“Después de él se animó Pafadnam. En  un primer momento, pensaba ayudar a su primo en la venta de falsos polos Lacoste en los mercados de Mantes-la-Jolie. Un negocio jugoso en cuyos entresijos contaba con iniciarse. Los cocodrilos provenían, al parecer, del sur de Italia: los polos de los talleres chinos del distrito XIII de París. Todo esto, comprado por una bagatela, se cosía y vendía a precio de oro en los mercados de los pueblos limítrofes.” [30]

 

La historia que nos cuenta La patera no tiene un final feliz, como tantas veces en la vida real[31], que conocemos a través de uno de los personajes que pensaba viajar y cae a tierra. En la pantalla de televisión es capaz de reconocer a algunos de sus compañeros de viaje, que finalmente caen de la barca y sus cuerpos son encontrados en la playa:

 

“Mis ojos se fijaron en el aparato que emitía un programa español. Se veía a unos policías que recogían cuerpos hinchados como globos: un hombre con un niño curiosamente atados con un trozo de tela, dos negros, un blanco y una mujer con las trenzas sueltas. Las caras se distinguían mal. Pero el impermeable verde del patrón, que flotaba a lo lejos, y la estatura de Pafadnam no dejaban  lugar a dudas sobre la identidad de los náufragos.” [32]

 

Es la imagen que muchas veces retiene nuestra atención en los telediarios o en los periódicos. Son las historias que nos recuerdan las mafias para cruzar el Estrecho, la detención de los inmigrantes ilegales, el abandono de los pasajeros para huir pronto de los guardacostas y la deportación.

        

2. 3. Edwidge Danticat, ¿Krik? ¡Krak!. La escritora haitiana emigrada a Estados Unidos recoge en este libro una serie de relatos breves, entre los que destacamos algunos fragmentos de “Hijos del mar” y “La boda de Caroline”. En ellos aborda en un tono dramático, incidiendo en aspectos como el del viaje con final trágico y el del desarraigo que se produce tras la instalación en el país de acogida, el tema de la salida de los haitianos de su isla y su partida hacia los Estados Unidos. La propia familia de la escritora tuvo que exiliarse de su país huyendo de la dictadura de Duvalier, por lo que ella misma conoce lo que significa adaptarse a una lengua y una vida nuevas. Así refiere su experiencia:

 

“P. ¿Cómo se resuelve en su imaginación el conflicto entre el criollo, el francés y el inglés?

R. El criollo es mi lengua materna. En la escuela, aprendí a escribir en francés. De modo que hablaba en un idioma y escribía en otro. Después vine a Estados Unidos, y ahora mi lengua literaria es el inglés. El inglés presenta un rasgo muy interesante: tiene una gran capacidad para absorber la expresividad de otros idiomas, de modo que en le caso de los escritores procedentes de otras lenguas, el espíritu del idioma originario se asoma por detrás del nuevo. El inglés de la chicana es muy diferente del de Toni Morrison. Cuando se lee a Sandra Cisneros se percibe la sensibilidad del español” [33]

 

“Hijos del mar” es un dramático relato a dos voces: la del chico que escapa en una barca con otros pasajeros desde Haití a  Miami y la de la chica que queda esperando en la isla. Él huye por motivos políticos y cuenta la vida miserable y cotidiana dentro del barco en su propio diario de viaje que, al final, tiene que tirar por la siguiente razón:

 

“El barco debe perder peso. He tenido que echar por la borda mis dos grandes gourdes como ofrenda a Agwé, el espíritu de las aguas. Ayer oí murmurar al capitán que habría que hacer algo con algunas de las personas que no se recuperan de los mareos y las náuseas. Temo que pronto me van a pedir que tire este cuaderno. Quizás tendremos que desnudarnos todos hasta quedar como cuando nacimos, para no ahogarnos.” [34]

 

La vida en un espacio tan reducido como el barco, en el que todos pelean por sobrevivir, es realmente dura e indigna para las personas. Los más débiles, como los bebés, son los que más sufren y, muy a menudo, no sobreviven a la aventura:

 

“Estamos más tranquilos respecto a las vías de agua. El capitán ha puesto en las brechas toda la brea que le quedaba y parece que el agua no va a entrar durante un tiempo. Mucha gente se ha ofrecido  voluntaria para tirar a la hija de Célianne por la borda. Ella no les deja. Están esperando a que se duerma para hacerlo, pero ella no duerme. No sabía que los niños muertos fueran de color morado. Los labios sobre todo, porque la niña es muy negra. Morada como el mar cuando se ha puesto al sol.” [35]

 

Presentimos un trágico desenlace a través de la voz de la chica, en su monólogo desde tierra:

 

“anoche en la radio oí que otro barco se había hundido en la costa de las Bahamas. no puedo imaginarte allí, entre las olas. se me ponen los pelos de punta.”[36] 

 

“La boda de Caroline” narra la vida cotidiana de una familia originaria de Haití en Brooklin, peleando por tener papeles y por adaptarse a la vida de Estados Unidos. A pesar de esos intentos de adaptación, el proceso es lento. Habitualmente siguen en relación con los otros miembros de la comunidad haitiana y acuden incluso junto a sus miembros a los oficios religiosos[37], en los que siempre está vivo el recuerdo de los que han perdido la vida en el mar: 

 

“Desde hacía mucho tiempo, los servicios de Saint Agnès habían sido adaptados a las necesidades de la comunidad haitiana (...) Los monaguillos se dispusieron en forma de arco alrededor del sacerdote, mientras éste recitaba una lista de veintinueve nombres, los de los refugiados haitianos que se habían ahogado en el mar aquella semana. La lista era interminable y a cada nombre mi corazón latía más aprisa, porque me parecía como si, en algún momento de mi vida, hubiera conocido a gran parte de las personas que estaba mencionando.” [38]

 

La integración de las nuevas generaciones en el país de acogida es siempre más fácil. Sin embargo, la madre sigue aferrada a ciertas costumbres haitianas como la siguiente:

 

“Hacía casi diez años que papá había muerto de un cáncer de próstata sin tratar. Cuando hubo muerto, mamá nos obligó a llevar luto, a vestir de negro absoluto durante dieciocho meses. Tanto Caroline como yo íbamos por aquel entonces al instituto y rápidamente nos las arreglamos para llevar la ropa negra como si se tratara de una moda. Pero bajo los vestidos oscuros teníamos que llevar bragas rojas. En la familia de mamá, las viudas siempre habían llevado bragas rojas, para que sus maridos muertos no volvieran y yacieran con ellas por las noches. Las hijas que se parecieran mucho a sus madres también debían llevarlas para que, en caso de que el padre  las confundiera, estuvieran seguras” [39]

 

Pero solamente la recepción de los ansiados papeles permitiendo la ciudadanía americana hace que se cumpla el sueño de pertenencia al país, conseguido tras pasar mil penalidades:

 

“Al día siguiente, llegó mi pasaporte por correo. Iba dirigido a Gracina Azile, mi nombre real. Rellené los espacios en blanco con mi nombre y dirección, e indiqué que se avisara a mi madre en caso de que yo sufriera un accidente. Por primera vez en mi vida, me sentía segura viviendo en Estados Unidos. Era como haber vivido  en una zona en guerra y recibir, finalmente, una pistola; como haber estado en la primera línea de fuego y conseguir un chaleco antibalas.

Habíamos pagado con creces el precio de aquel trozo de papel, la prueba definitiva de que pertenecía al club. Había costado el matrimonio de mis padres, el alma de mi madre, el brazo de mi hermana.

Me sentía como un criado al que finalmente permitieran unirse a la familia.” [40]

        

2.5. Ariel Dorfman, Rumbo al Sur, deseando el Norte. Ariel Dorfman, descendiente de judíos que desde la Europa del Este emigraron a Argentina, argentino de origen y chileno de adopción, narra en este libro autobiográfico el modo en el que se salvó de una muerte segura durante el golpe de estado contra Salvador Allende. Esta narración le sirve para saldar las cuentas pendientes con su pasado, sus orígenes y las lenguas que marcan su vida: el español y el inglés. En el Prefacio a modo de dedicatoria de su libro, Dorfman lo resume con estas palabras:

 

“Es mi historia, la de mis muchos exilios y mis tres países y las dos lenguas que se disputaron mi garganta durante años y que ahora me comparten: el inglés y el castellano, que finalmente he llegado a querer casi tanto como te quiero a ti.” [41] 

 

Su primer rechazo al uso del español, su lengua materna, llega siendo un niño. Trasladado a vivir a Nueva York con sus padres, se pone enfermo y debe quedar ingresado en el hospital, alejado de su familia a la que permiten visitarlo unas horas al día. Como represalia por su aislamiento y soledad, el niño decide renunciar voluntariamente al uso del español nada menos que durante diez años:

 

“Y entonces mi mamá y mi papá tieneque irse y yo me doy vuelta y estoy muy solo y me duele el pecho y me doy cuenta en ese momento, como me doy cuenta ahora, de que soy frágil como una rama, de que la vida puede quebrarse como una rama. Me doy cuenta de esto en castellano y levanto la mirada y los únicos adultos que veo son doctores y enfermeras. Me hablan en un idioma que no entiendo. Un idioma que poco después sabré que se llama inglés. ¿En qué lenguaje respondo? ¿En qué lenguaje puedo responder?

Tres semanas más tarde, cuando mis padres vinieron a recoger a su hijo, con una mente probablemente insana en un cuerpo sano, los desconcerté al rehusar a contestar sus preguntas en castellano, hablándoles tan sólo en inglés “I don´t understand”, mi madre dice que yo dije, insistía en que no entendía nada de lo que me preguntaban, y desde ese momento en forma testaruda, rebelde, sin vacilar, me negué a hablar la lengua a la que había nacido.Durante los próximos diez años no volví a hablar ni una palabra más en castellano.” [42]

 

El escritor habla de esa experiencia traumática de su niñez como un primer avatar del proceso que, como hijo de emigrantes, debía conocer un poco más adelante. El problema del aprendizaje de la lengua es uno de los problemas que encuentran los chicos en edad escolar. Según Mohamed El-Madkouri, “el problema de los estudiantes inmigrantes recién llegados, no sólo les concierne a ellos o a sus padres, cuando éstos son conscientes de la cuestión, sino que compete también a la escuela.” [43] El abandono voluntario del español provoca nuevos problemas cuando, por razones de trabajo del padre, la familia va a vivir a Chile. El niño ha de ser escolarizado en español, lengua que no domina en ese momento por la renuncia que había hecho de ella:

 

“La directora me dirigió ahora, por primera vez, la mirada. Me preguntó algo. Yo comencé a tartamudear algunas palabras en castellano, palabras medio gringas, encabalgadas y fusionadas con un castellano desvencijado, mal pronunciadas, una jerigonza temible, los primeros vocablos que había expresado en mi idioma nativo en diez años.” [44]

 

Inevitablemente tuvo que seguir un proceso de reaprendizaje de la lengua española de nuevo y conscientemente:

 

“Y fue así como, en los primeros días de septiembre de 1954, forcé mi garganta a que volviera al idioma que había abandonado diez años atrás, empecé a estudiar el castellano. Lo hice por amor al inglés. Lo hice porque un defensor del Imperio Británico me había dado confianza en mi propia capacidad. Lo hice para joder a esa directora de Liceo que le cerraba su establecimiento a un niño por ser gringo. Pero lo hice, sobre todo, porque mis padres me había advertido que su paciencia no tenía un límite: si yo no pasaba estos exámenes, el año siguiente me inscribirían en el primer año del Manuel de Salas.” [45]

 

Ya en la edad adulta, rechaza de nuevo el uso del inglés, esta vez por motivos políticos al considerar intolerable la injerencia americana en los asuntos chilenos. Únicamente muchos años después, cuando encuentra refugio en la Embajada de Estados Unidos para intentar salir de Chile, recobra el gusto por alternar y gozar de las dos lenguas de su vida:

 

“Es allá, en esa embajada, aun antes de que el exilio cree una distancia con el país, aun antes de que lo haya dejado, donde comienzo una nueva etapa en mi viaje, donde comienzo a conceder que la historia puede que me esté forzando, contra mi propia voluntad, a hacerme bilingüe, es en aquella embajada donde por primera vez exploro la posibilidad de vivir en dos lenguas, usando cada una de ellas para una comunidad diferente. Es allá donde echo a andar sobre el camino que me lleva a ser este animal híbrido, esta conciencia que es la mezcla de lenguas antagónicas y que traduce estas palabras tantos años más tarde.[46]

 

 2. 6. Zoé Valdés, Milagro en Miami. De Zoé Valdés, escritora cubana en el exilio, ya tuvimos la oportunidad de conocer Café Nostalgia, novela en la que contaba la vida de algunos cubanos en París. En Milagro en Miami retrata, en un tono irónico y humorístico, la vida de la ciudad en la que, por proximidad geográfica, se refugian tantos exiliados cubanos:

 

“Miami es una ciudad rebosante de exaltaciones, excesiva en pasiones, y de tan temperamental se ha vuelto lindísima, preciosa. Así la hicieron los inmigrantes: después de los anglosajones y los africanos siguieron los cubanos, quienes nunca han sido exiliados del todo, sino que cada cual pretende pertenecer a ambas orillas, la de la isla y la de Miami.” [47]

 

Algunos personajes de esta novela representan el prototipo del inmigrante, resultando una mezcla de orígenes y culturas, como le ocurre a Tierno Mesurado, el detective encargado de la investigación, en cuyo linaje confluye media geografía mundial:

 

“Exclamó para sí Tierno Mesurado, un extraño escalofrío recorrió sus poros. Para al punto preguntarse ¿qué hacía él, un detective francés, hijo de españoles exiliados, divorciado de una marroquí, con dos hijos nacidos en Ginebra, enredado otra vez en líos de cubanos? Sus abuelos por parte de madre habían fallecido en Miami en la pobreza total, luego de un segundo exilio; en la isla habían sido desposeídos de la decorosa ganancia que habían logrado rehacer allá. En realidad, su madre era cubana, pero al casarse con un valenciano decidió adquirir la nacionalidad española.” [48]

 

A lo largo de la novela hay alusiones a la forma y al medio en el que llegan los inmigrantes a la ciudad. Algunos son balseros:

 

“-Es terrible... Cuántas noches he estado sentado en esta terraza y he escuchado los alaridos de los balseros intentando tocar la otra orilla para ganarse el derecho a quedarse en este país, huyendo de los guardacostas...-musitó el Lince-. Nadie nos entiende, o no quieren entendernos, es como una gran burla en torno a todo lo que tenga que ver con Cayo Cruz.” [49]

 

Y otros utilizan distintas estrategias para evitar ser considerados espaldas mojadas. Desde mantenerse siempre con ropa seca, al cruzar la frontera, hasta permanecer en silencio para que su lengua no los delate:

 

“Cuando divisaron las aguas del río Matamoros debían quedar rezagados, aguardar, quitarse las ropas. Atravesarían el río con las vestimentas encima de la cabeza, pues secos era la única manera de resultar creíbles si la policía los sorprendía del lado opuesto. No podían de ningún modo confesar que habían cruzado como espaldas mojadas. Ni ocurrírseles declararse cubanos o mexicanos. Ellos debían callar, abrir la boca lo menos posible, fingir que no entendían ningún idioma.” [50]

 

La lengua que emplean los personajes es muy peculiar. Por un lado, toda la novela está salpicada de rastros del inglés, el idioma dominante, y por otro, al mezclarse esa lengua con el español surgen los giros del spanglish:

 

“- Déjame tus coordenadas y te localizo o te llamo para atrás en media hora.- Usó la fórmula americana de “I´ll call you back.” [51] 

 

Al igual que hemos observado en textos anteriores, se produce un hecho peculiar en la segunda generación de emigrantes. Las nuevas generaciones conocen mejor la lengua del país de acogida y por ello sirven de intérpretes y enlace a sus padres, integrándose mejor en la nueva sociedad[52]. Sin embargo, no olvidan, totalmente la lengua de ellos, de la que tienen un uso desigual, por lo que son frecuentes los conflictos lingüísticos personales:

 

“Sentía un malsano interés por el país de donde provenían sus padres. Había nacido en Hialeah, por tanto sabrá ostentar su cubanía. Sin embargo, su lengua de preferencia era el inglés, el idioma del aprendizaje escolar; pero debía hablar español en la casa. Era ella quien servía de intérprete entre las facturas y su padre. Hablaba un español averiado por las innumerables muletillas anglófonas y por el argot cayocrucero.” [53]

 

2. 7. Julia Álvarez, De cómo las chicas García perdieron su acento / Yo! / Cuando Tía Lola vino de visita a quedarse/. Julia Álvarez dejó su país en la niñez para trasladarse a Estados Unidos y se convirtió en escritora. Analizamos tres de sus novelas, en las que destaca su tono humorístico y no exento de mordacidad, desde el punto de vista de la mujer dominicana que escribe, ya asentada en un país distinto al suyo.

En su obra De cómo las chicas García perdieron su acento, la escritora narra el proceso de asentamiento de la familia García en Estados Unidos, a los que se ha trasladado desde la República Dominicana por motivos políticos. Es frecuente la vuelta de la familia a la isla, no exenta de situaciones conflictivas con la lengua, puesto que las hermanas García, que dan título a la novela, han adoptado el inglés en  su vida cotidiana y van olvidando progresivamente  el uso del español:

 

“Allá en los días de su adolescencia, durante sus visitas estivales, las cuatro muchachas solían escandalizar a sus primas de la Isla con relatos de sus aventuras en Estados Unidos.

En inseguro castellano, Yolanda explica lo que hacen sus hermanas. Cuando recurre al inglés, es abroncada: “¡En español!”. Cuanto más practique, antes recuperará su lengua materna, insisten las tías. Sí, y cuando vuelva a Estados Unidos descubrirá de repente que no recuerda alguna palabra inglesa o bien, como su madre, mezclará en la conversación cualquier frase hecha de su país de origen. Esta vez, sin embargo, Yolanda no está tan segura de que vaya a volver allá. Pero esto es un secreto.” [54]

 

Los conflictos lingüísticos son frecuentes. Así lo indica la madre al comienzo de la segunda novela, Yo!, en la que distintas voces presentan la visión de la autora del libro sobre la familia García:

 

“A decir verdad, lo más difícil al llegar a este país no fue el invierno como todo el mundo me advirtió: fue el idioma. Si usted tuviera que escoger la manera más trabalenguas de decirle a alguien te amo o cuánto vale una libra de picadillo, escoja el inglés. Por mucho tiempo creí que los americanos eran más inteligentes que nosotros los latinos –porque si no, cómo podían hablar un lenguaje tan difícil. Pero al cabo del tiempo, se me hizo todo lo contrario. Con la variedad de idiomas que existen, solamente un idiota escogería hablar inglés a propósito.” [55]

 

En un efecto parecido, pero a la inversa,la cultura y las costumbres de la familia García hacen estragos en su edificio de Nueva York:

 

“La vieja que vivía en el apartamento de abajo y lucía un casco de cabello azul, producto característico de un salón de belleza, había venido quejándose al administrador desde el mismo día que la familia se instaló allí, unos meses atrás. A los García había que desalojarlos. Su comida olía mal. Hablaban demasiado fuerte y no en inglés. Las chicas hacían más ruido que una manada de burros salvajes. Alfredo, el administrador portorriqueño, llamaba casi cada día a la puerta. ¿Podría la señora García tener a sus hijas más a raya? A la vecina de abajo la había despertado el matraqueo de sus zapatos sobre el piso.” [56]

 

Se abordan en esta novela ciertos aspectos relacionados con la inmigración ilegal, como la referencia a la llegada de inmigrantes desde la República Dominicana a Puerto Rico en yola, embarcación similar a la muy conocida patera:

 

“Y todo lo que ocurrió después fue igualito a como había ocurrido en el sueño de Consuelo. Ruth había llegado a Puerto Rico en una yola, y luego a Nueva York, donde trabajó en un restaurante por las noches, y de sirvienta en una casa particular durante el día.”[57]

 

Igualmente hay alusiones a la práctica de los matrimonios de conveniencia para conseguir la documentación que permita la estancia legal en el país de llegada. En un caso concreto existen las trabas del marido, al parecer enamorado realmente, que no quiere dejar marchar a la que se ha casado con él por interés y amenaza con delatarla:

 

“Sucedía que el hombre no quería darle el divorcio a Ruth. Decía que estaba enamorado de ella. Y que si trataba de dejarlo, la iba a denunciar a inmigración. ¿Qué debo hacer? ¡Ay, Mamá, aconséjame! Era la primera vez que su hija le pedía consejo a Consuelo.” [58]

 

E incluso la experiencia cotidiana de alquilar una casa, por la que puede pasar cualquier ciudadano, casi se convierte en un acto clandestino que despierta las sospechas de la patrona[59]. Ésta, prejuzgando el aspecto de la chica que va a alquilarle un apartamento y considerando que es una inmigrante, decide poner una serie de condiciones al alquiler, por si piensa llenar, sin avisar, el piso de inquilinos no deseados:

 

“Ella lo está pensando, recorre las habitaciones una vez más, regresa y me dice: “Tengo que recoger a una amiga que me va a ayudar con la mudanza. ¿Puedo traerla a ver el apartamento... antes de tomar la decisión?”

Qué manera tan enrevesada de hacer las cosas, pienso. Pero luego me asalta la sospecha. He visto en la tele esos balseros que luego se traen a toda la familia a Miami. “Dije cuatrocientos noventa y cinco si vive sola. Cada persona adicional es sesenta dólares más. Y necesito un mes de depósito también”, añado algo seria.” [60]

 

Los estereotipos sobre las mujeres latinas también tienen cabida en esta novela:

 

“Pero el momento de Dexter Hays se acerca. Lo huele en el aire. Esta yo es la mujer de sus sueños, de eso está seguro. Alguien rebelde y atrevido como él, pero con la atracción adicional de ser latina. En las películas las mujeres latinas siempre aparecen con rosas enganchadas detrás de la oreja, con blusas campesinas de grandes escotes y con pequeños crucifijos que les cuelgan como mal de ojos sobre esos pechos jadeantes, ¡ay!” [61]

 

Incluso una novela aparentemente ligera como Cuando Tía Lola vino de visita a quedarse,plantea un conflicto lingüístico constante entre inglés y español, pues la Tía Lola que da nombre a la obra llega a Vermont a visitar a sus sobrinos sin saber hablar inglés, lo que da lugar a situaciones como la siguiente:

 

“Si a Tía Lola le cuesta trabajo aprender simples palabras en inglés, utilizar expresiones delante de ella resulta francamente peligroso.

-Becky tiene el pulgar verde –comenta Mami un día, al llegar a casa con un ramo  de albahaca que su vecina le ha dado.

-¡Emergencia!-grita Tía Lola-.¡Puede tener gangrena!.

Va corriendo a coger al teléfono. Mami le ha dicho que debe llamar al 911 en caso de emergencia.

-¡No, no, Tía Lola!-la ataja Mami.

La frase es una expresión en inglés que significa que a Becki se le dan bien en las plantas.

-¿Por qué no lo dijiste antes?-pregunta Tía Lola, mostrándose razonable por una vez.” [62]

 

Otro de los temas planteados tienen es el de la identidad y la imagen de los dominicanos y su posibilidad de tener o no papeles en regla. Esta realidad se hace especialmente patente con motivo de un viaje de vuelta de toda la familia a la República Dominicana. Al pasar por la frontera, en el control de pasaportes, son los niños los que notan la diferencia de color de la documentación, que está relacionada con la de su ciudadanía:

 

“Se paran en una cola a esperar su turno. Algunas de las personas que están en la cola tienen pasaportes rojos. Los suyos son azules.

-¿Por qué? –le pregunta Juanita a su madre.

-Porque somos ciudadanos de Estados Unidos. Los dominicanos tienen pasaporte rojo.

Juanita se siente orgullosa de tener un pasaporte de Estados Unidos, aunque desearía que Estados Unidos hubiera escogido el rojo, que es su color favorito.

El agente de la cabina acristalada revisa sus pasaportes, mira a Miguel y luego a Juanita.

-No parecen americanos –le dice a la madre.

-¡Somos americanos! -salta Miguel.

Se pregunta qué hace de él un verdadero norteamericano: ¿Haber nacido en Nueva York y no en la República Dominicana como sus padres? ¿Hablar en inglés? ¿Qué su equipo favorito de béisbol sean los Yankees? ¿Qué todavía le gusten más los perritos calientes que el arroz con habichuelas?

En realidad, cuando Miguel mira a su alrededor, ve que se parece más a los dominicanos de pasaportes rojos que a sus compañeros de colegio de Vermont.

Miguel recuerda parte de la clase que Tía Lola les ha dado en el avión. Quizá la manera de probar que es un americano es actuar como él. Le sonríe al empleado y se pone de puntillas para estrecharle la mano.” [63]

 

Son los propios niños, la generación que nace en el país de acogida, los que se plantean el lugar de residencia de su identidad, tras pasar la primera generación por el período de integración y adaptación a la nueva realidad y la nueva lengua.

 

VI. Conclusión.

 

Hasta aquí la propuesta de autores y textos. Trabajamos en este momento en una antología más extensa. Nos proponemos organizar un más amplio repertorio, siguiendo el esquema básico que hemos presentado en este artículo, tratando siempre de rastrear la presencia de un fenómeno como es el de la inmigración/emigración, de tanta trascendencia en nuestra sociedad actual, en los textos literarios. Es una realidad que percibimos continuamente en nuestra vida cotidiana por las nuevas condiciones de vida y que encuentra su reflejo fiel en la literatura, planteando también en ella el conjunto de problemas que afectan a diario a muchas personas que llegan, entre otros, a nuestro país. 

 

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URRUTIA, Jorge, Lectura de lo oscuro. Una semiótica de África, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2000.



[1] Un avance del presente artículo fue presentado en el XXI Simposio de la Sociedad Española de Lingüística (Universidad de Almería, 17-20 de diciembre de 2001), en la mesa redonda coordinada por el Prof. Antonio M. Bañón, en la que participamos junto a la Dra. Dña. Luisa Martín Rojo (Universidad Autónoma de Madrid), Dr. D. Xavier Laborda (Universidad de Barcelona) y el Dr. D. Mohamed El-Madkouri (Universidad Autónoma de Madrid) y en el IV Curso de la Variación Sociolingüística. Enfoque contrastivo (Sociedad, Discurso, Inmigración) celebrado en Murcia, 11-22 de noviembre de 2002.

[2] Inmigrar/emigrar son dos conceptos dependientes del lugar en el que uno está y/o se desplaza.

[3]Sami Naïr y Juan Goytisolo, El peaje de la vida. Integración o rechazo de la emigración en España, Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 2000, p. 19.

[4] Juan Goytisolo, El peaje de la vida, p. 188.

[5] Isabel Obiols, “Azouz Begag trae a España sus historias de la inmigración”, EL PAÍS, viernes 8 de junio de 2001.

[6] Véase Antonio M. Bañón, Discurso e inmigración. Propuesta para el análisis de un debate social, Servicio de Publicaciones, Universidad de Murcia, 2002 e Irene Andres-Suárez, Marco Kunz e Inés D´Ors, La inmigración en la literatura española contemporánea, Editorial Verbum, Madrid, 2002.

[7] Como decíamos antes, este trabajo pertenece a una investigación en curso de realización más amplia, que forma parte de un proyecto. Fruto de esta misma línea es el artículo “El mosaico multiétnico en la obra de Daniel Pennac”, Tonos Digital, Revista Electrónica de Estudios Filológicos, nº 2, noviembre de 2001, http://www.um.es/tonosdigital/ .

[8] Véase a este propósito la propuesta de Jorge URRUTIA en su artículo “Inmigración y Literatura”, publicado en el suplemento “Lengua, Cultura e Inmigración”de ABC Cultural,  20 de julio de 2001, en el que establece 4 situaciones posibles con respecto al escritor que se marcha a un país distinto al suyo.

[9]Sol Alameda, “Edward Said. La virtud del mestizaje”, EL PAÍS SEMANAL, 6 de octubre de 2002.

[10] Ciro Krauthausen, “José F. A. Oliver: “Alemania es un poeta turco, griego o español”, EL PAÍS, Babelia, sábado 9 de noviembre de 2002.

[11] Paloma Jiménez del Campo, “Una sociedad portátil, una literatura en tránsito”, en Irene Andres-Suárez (coord.), La emigración en el mundo hispánico, Quimera, junio 2003, p. 32.

[12]Una magnífica monografía sobre Ángel Vázquez y su novela es la obra de Natalie Sagnes Alem, Images et représentations du Maroc hispanophone: Ángel Vázquez romancier (1929-1980), Collection Espagne contemporaine, Université Paul Valery-Montpellier III, 1999.

La novela fue adaptada al cine por Javier Aguirre en una película protagonizada por Esperanza Roy en 1982. Véase también de Javier Aguirre y Ángel Vázquez, Novela/Cine, Vida/Perra, Fancy Ediciones, Valladolid, 1999.

En la actualidad la directora marroquí Farida Benlyazid se encuentra dirigiendo una segunda versión cinematográfica de la novela protagonizada por Victoria Abril. Véase JavierValenzuela, “La `segunda´vida perra de Juanita Narboni”, EL PAÍS, domingo, 13 de octubre de 2002.

[13] A. Vázquez, La vida perra de Juanita Narboni, Barcelona, Editorial Planeta, 1983, p. 11.

[14] Ibídem, p. 10.

[15]Ibídem,  p. 157-8.

[16] Ibídem, p. 225-6.

[17] Ibídem, p. 259.

[18] Ibídem, p. 111.

[19] Jorge Semprún, Viviré con su nombre, morirá con el mío, Tusquets Editores, 2001, p. 31.

[20] Ibídem, p. 89.

[21] Al uso de la lengua francesa por parte del escritor hace referencia Bernard Pivot, que considera que “el mejor escritor español ha elegido el idioma francés para escribir sus obras. Es Jorge Semprún” Rosa Mora, “Bernard Pivot: Las audiencias han convertido a la cultura en una víctima”, EL PAÍS, domingo 1 de abril de 2001.

[22] Mª Luisa Blanco, “Jorge Semprún: “Soy un deportado de Buchenwald”, EL PAÍS, Babelia, sábado 19 de mayo de 2001.

[23] Ibídem, p. 95.

[24] Ibídem, p. 154.

[25]Jesús Ruiz Mantilla, “Achero Mañas: Si no hiciéramos cine social, haríamos el ridículo”, EL PAÍS, lunes 5 de febrero de 2001.

[26] Mahi Binebine, La patera, Akal Literaria, Madrid, 2000, p. 17.

[27] Juan Goytisolo, “El ‘efecto llamada’”, EL PAÍS, domingo 9 de septiembre de 2001.

[28] Mahi Binebine, La patera, p. 18.

[29] Ibídem, p. 68.

[30] Ibídem, p. 104.

[31] Reseñamos solamente tres noticias de prensa que relatan espeluznantes naufragios en nuestras costas: Agencias, “Detenidos más de 120 inmigrantes en Canarias, entre ellos una mujer que dio a luz en la patera. Hallado el cadáver de otro subsahariano tras el naufragio de una embarcación el miércoles”, EL PAÍS, viernes 26 de abril de 2002; Tomás Bárbulo, “¡Saltad, saltad! ¡Ya tierra!” Los supervivientes de la tragedia de Tarifa relatan cómo fueron obligados a tirarse al mar por los patrones de la embarcación”, EL PAÍS, sábado 3 de agosto de 2002; Juan Manuel Bardellas y Tomás Bárbulo,  “Nos dijeron que volverían a buscarnos” Cuatro de los seis supervivientes tras 14 días a la deriva relatan cómo fueron abandonados sin agua ni comida por el patrón de la patera”, EL PAÍS, martes 25 de febrero de 2003.

[32] Ibídem, p. 136-7.

[33] Eduardo Lago, “Edwidge Danticat: ‘Me limito a transcribir mis pesadillas y las de todo un pueblo’, EL PAÍS, Babelia, 8 de enero de 2000.

[34] Edwidge Danticat, ¿Krik? ¡Krak!, “Femenino Lumen”, Barcelona, Editorial Lumen, 1999, p. 29.

[35] Ibídem, p. 33-4.

[36] Ibídem, p. 37.

[37] No es extraño, por ejemplo, encontrar en determinados barrios de Murcia en los que viven emigrantes la celebración de cultos religiosos no católicos. Veamos algunas noticias de prensa en dos periódicos locales: Maite Gobantes, “Alá amplía su reino en El Carmen. El imán de Murcia inauguró ayer una nueva mezquita en el barrio”, La Opinión, sábado 2 de junio de 2001; Paz Gómez, “Mamá Dummy canta gospel en su iglesia murciana. El motín de los nigerianos alumbra la existencia de una colonia regional de 2.000 compatriotas”, La Verdad, domingo, 10 de junio de 2001; M. De la Vieja, “Culto grecocatólico para la población eslava en el Carmen. El párroco carmelitano cede su iglesia los domingos para que los inmigrantes ucranianos celebren sus ritos”, La Verdad, lunes 8 de diciembre de 2003.

[38] Ibídem, p. 164-5.

[39] Ibídem, p. 168.

[40] Ibídem, p. 213

[41] Ariel Dorfman, Rumbo al Sur, deseando el Norte, Barcelona, Planeta, 1998, p. 7.

[42] Ibídem, p. 45.

[43] Mohamed El-Madkouri Maataoui, “El mapa lingüístico-educativo marroquí y su influencia en la adquisición del español como lengua de instrucción”, Tonos Digital, nº 5, abril 2003, http://www.um.es/tonosdigital/

[44] Ibídem, p. 149.

[45] Ibídem, p. 155.

[46] Ibídem, p. 364.

[47] Zoé Valdés, Milagro en Miami, Barcelona, Planeta, 2001, p. 9.

[48] Ibídem, p. 13.

[49] Ibídem, p. 67.

[50] Ibídem, p.77-8.

[51] Ibídem, p. 61.

[52] Dejamos testimonio de ciertas noticias de actualidad cuya novedad estriba, según el titular de cada una de ellas, en la creciente presencia activa de los “nuevos pobladores” en ciertos acontecimientos de la vida social española, hasta ese momento vetados para ellos y las tareas solidarias de la recuperación de las costas gallegas: la lotería nacional y el gordo: Camilo Valdecantos, “Con otro acento. Cuatro niños originarios de Guinea, Colombia y Argelia, internos en el Colegio de San Ildefonso, extrajeron las bolas y cantaron el premio gordo”, EL PAÍS, martes 23 de diciembre de 2003; el Bando de la huerta en Murcia: J. Alberto Pardo, “La nueva güerta. Miles de murcianos volvieron ayer a las calles en una fiesta marcada pro el consumo masivo de alcohol y en la que cada año se nota más la presencia de inmigrantes”, La Opinión, miércoles, 18 de abril de 2001; la procesión de los Salzillos: Toñi Mateos, “Los “salzillos” se democratizan y se abren a inmigrantes católicos”, La Opinión, martes, 26 de junio de 2001; y la catástrofe del Prestige: Manuel Altozano, “Todos son héroes en Pedriña. Un albañil rumano, dos `sin papeles´lituanos, un estudiante japonés, pelean codo con codo junto a los españoles”, EL PAÍS, domingo 8 de diciembre de 2002.

[53] Ibídem, p. 105.

[54]Julia Álvarez, De cómo las chicas García perdieron su acento, Ediciones B, Barcelona, 1994, p. 19.

[55] Julia Álvarez, ¡Yo!, Grupo Santillana de Ediciones, Madrid, 1998, p. 39.

[56] Julia Álvarez, De cómo las chicas García perdieron su acento, p. 171.

[57] Julia Álvarez, ¡Yo!, p. 140-1.

[58] Julia Álvarez, ¡Yo!, p. 141-2.

[59] Son habituales las noticias de prensa que hacen referencia a la dificultad de los inmigrantes para alquilar viviendas, por la desconfianza que, a veces, existe hacia ellos. Veamos algunos ejemplos de prensa: Tere Martínez, “Los inmigrantes ecuatorianos exigen más control en el alquiler de viviendas”, La Verdad, domingo 8 de junio de 2003; M. J. Martínez, “Los Alcázares perseguirá la saturación en los pisos”, El Faro, sábado 2 de agosto de 2003.

[60] Julia Álvarez, ¡Yo!, p. 213.

[61] Julia Álvarez, ¡Yo!, p. 258.

[62] Julia Álvarez, Cuando tía Lola vino de visita a quedarse, RBA, Barcelona, 2001, p. 61.

[63] Julia Álvarez, Cuando tía Lola vino de visita a quedarse, p. 111-2.