Se han barajado diferentes posibilidades para definir de un modo concreto el fin de Begastri, y desde hace algunos años los nuevos planteamientos y las dataciones mediante cerámica han retrasado sustancialmente las primeras interpretaciones (ver nota 1). Hoy parece claro que la ciudad mantuvo intacta su funcionalidad y estructura durante los siglos VIII y IX.; de la teoría de una convulsión total pareja a la invasión musulmana y al fin del Reino Visigodo de Hispania, hemos pasado a una reconsideración apoyada por restos materiales y cerámica que indican la pervivencia sorprendente de la vida en la ciudad, si bien muchas veces de forma residual y mínima, hasta la Baja Edad Media y la Reconquista. En gran parte, este fenómeno se debió al factor mozárabe, ya que aquéllos tuvieron que sentir un fuerte sentimiento emocional de apego a la ciudad derrotada y desmantelada, único recuerdo de los tiempos dorados de esplendor Hispano-Visigodo que habían terminado para siempre, y quizá también su único consuelo para afrentar su nueva situación, amarga y oprimida. No parece aberrante considerar que mientras permaneció en la memoria colectiva el recuerdo de la agresión y la destrucción de la ciudad, una población menguante de mozárabes se resistió a abandonar su primitivo hogar para trasladarse a Cehegín, que para muchos de ellos debería ser tan sólo un símbolo del poderío musulmán que detestaban, y una ciudad nueva que contemplaban con rencor, donde a buen seguro iban a ser tratados como inferiores por obvias consideraciones políticas y religiosas.

1. Julio Navarro Palazón encontró piezas cerámicas que, según su opinión, pertenecían a los siglos X-XIII, con lo que la cuestión del fin de la ciudad debería ser replanteada.