Begastri en época ibérica era ya el núcleo de población más importante, y por lo menos el más importante conocido hasta ahora, cosa que hace compresible que sobre el poblado ibero precedente se desarrollara una ciudad de la importancia de la Begastri romana. Aquí se hallaron, entre otras piezas, fragmentos de cerámicas áticas de figuras negras y figuras rojas (siglos V-IV a.C). Gracias a este yacimiento, se ha podido confirmar la continuidad de la cerámica ibérica hasta el final de la dominación romana, por las piezas de decoración ibérica halladas en contextos claramente romanos.

La zona donde se ubica Begastri tiene unos significativos emplazamientos ibéricos, en sus cercanías cabe hablar del Cabezo de San Agustín poblado situado frente a Begastri, y de cronología más antigua. Aunque aún no se ha excavado, se han hallado bastantes cerámicas de la Primera Edad del Hierro y cerámicas ibéricas del siglo IV a. C. Al igual que Begastri, conp resencia de cerámicas ibéricas y romanas tardías, hemos de mencionar el Morro de la Cerámica, que aún no se ha excavado, se trata de un poblado defensivo desde el que se vigila el río Argos.

La presencia ibérica sobre el territorio vertebrado después sobre la ciudad romana de Begastri debió de ser más que notable, a juzgar por la presencia de un santuario ibérico consagrado al culto del caballo. Se trata del desaparecido santuario de la Fuente del Recuesto (siglo IV a. C.) localizado en el Cerro del Muladar, en las cercanías de la ciudad de Begastri. Este santuario es importante entre otros motivos porque se documenta el culto al caballo. Al igual que en los santuarios ibéricos inmediatamente previos a la temprana romanización de la zona, se observa también aquí un culto tradicional que participa de los rasgos convencionales de la religión mediterránea de la época: ofrendas de objetos personales, exvotos y vasos cerámicos pintados y de buena factura. El emplazamiento se encontraba al aire libre, como es tradicional en santuarios ibéricos (emplazamientos naturales como cerros o fuentes). Los hallazgos materiales confirman que estamos en un emplazamiento cultural. Encontramos las siguientes piezas, que presentan muestras de haber sido inutilizadas en un momento determinado, tras la ofrenda (destrucción ritual): ídolos oculados en forma de plaquitas, realizadas en plata, cuyos precedentes los encontramos en el mundo griego, anillos de bronce y oro, aplanados, de forma cilíndrica. Además se han encontrado fíbulas de bronce, un pilum de hierro de hoja alargada, una lancita de plata, que formaba parte de un exvoto, así como una punta de flecha de hierro. Problablemente los materiales más significativos de este santuario son sus restos escultóricos. se trata de una serie de representaciones de caballos en placas de arenisca amarilla, inciso o de bulto redondo. Su estado de conservación no es bueno y las piezas se encuentran bastante fragmentadas pero no puede negarse su gran calidad y realismo anatómico, con claros paralelos con los exhumado de la favissa del Santuario del Cigarralejo en Mula.