El mausoleo de la Alberca, fechado  en la primera mitad del siglo IV d.C., es uno de los monumentos tardorromanos más relevantes de la Península Ibérica. Se encuentra en el antiguo Llano o Llano de la Mora, actualmente la Calle de  la Paz, en el municipio de La Alberca (Murcia). Tiene una necrópolis aneja, y al perecer se encontraba formando parte de una uilla de dimensiones más amplias, pero cuyos límites precisos desconocemos. Pese a los expolios sufridos desde  antiguo,  el  mausoleo  mereció  el título de Monumento Histórico  Artístico de Interés Nacional en 1931.

Las primeras noticias de las que disponemos son los informes de Fuentes y Ponte y de A. Engel a fines del siglo XIX. Ya en 1832 se conocieron los primeros hallazgos en la zona, cuando se hicieron trenques para el aprovechamiento del agua y se escalonó el terreno. Fue entonces cuando se documentaron los primeros restos arquitectónicos. En 1890, se constituyó una Asociación para su explotación, que casi significó la ruina del yacimiento, pues su labor esencial era la depredación y la búsqueda de «tesoros» que se suponían ocultos en el lugar. A estos informes hay que añadir otro más reciente, a principios del siglo pasado, de Manuel González Simancas, que también habló sobre los restos arqueológicos de El Llano. Víctima de los expolios iniciales fue un mosaico del que sólo nos ha quedado una descripción de Fuentes y Ponte. Se trataba al parecer de una figura femenina sedente y otras figuras de animales. Fue bautizado con el nombre de «La Reina Mora». Cayetano de Mergelina pensó que se trataría de un mosaico dedicado a Orfeo, con la lectura dudosa de (V)IRTUS. El mencionado mosaico de «La reina Mora» acabó rebautizando el Llano, como informa el director del Museo Arqueológico de Murcia en 1941, entonces Fernández de Avilés. Los intentos de proteger el recinto llevados a cabo por el arquitecto Torres Balbás llegaron tarde, cuando ya habían sucedido los expolios.
Nadie había realizado una aproximación verdaderamente arqueológica al edificio y la necrópolis hasta 1947, cuando C. de Mergelina llevó a cabo sus in- vestigaciones. Éste se concentró sobre todo en el mausoleo y en su reconstruc- ción hipotética (identificándolo inicialmente con una iglesia bizantina), y abandonando el resto de la necrópolis al encontrarse el terreno removido y destruido. Sin embargo, la dirección correcta la marcó el mismo año H. Schlunk con sus trabajos sobre la arquitectura paleocristiana en el sureste de la Península Ibérica. Este investigador concretó de manera más exacta la cronología del mausoleo en la primera mitad del siglo IV, al relacionarlo en función de criterios tipológicos, con otras construcciones funerarias de carácter martirial mejor documentadas. Una buena reconstrucción planimétrica acompañada de un estudio tipológico no se publicó hasta 1971 a cargo de Th. Hauschild.

Fuente: MOLINA, J. A., El Martyrium de La Alberca. Cuadernos de Patrimonio Histórico-Artístico de Murcia, nº 2, Murcia 2004. Editado aquí en versión digital por cortesía de la Asociación Patrimonio Siglo XXI