El origen oriental de este tipo de planta ya ha sido planteado. Schlunk propuso la procedencia de este sistema arquitectónico de la tradición persa, y lo relacionó directamente con la iglesia sasánida de Quars bint el Quadi; también el martyrium de Marusinac descubierto por Dyggve tendría influencias mesopotámico-sasánidas, según defendió R. Egger. Pero, independientemente del posible origen oriental del arquetipo, la tipología arquitectónica del martyrium ha sido relacionada con los ejemplos bien conocidos de Pecs y Marusinac mencionados, es decir, con los martyria paleocristianos del siglo IV. Como hemos visto, en el debate cronológico mantenido entre C. de Mergelina y H. Schlunk, este último hizo valer los ejemplos tipológicos bien conocidos para el siglo IV, que resultaban claros, y acabó por fijar para esta época la construcción del martyrium, y no para época bizantina. El ejemplo más claro y decisivo es el martyrium de Marusinac. Los paralelismos resultan muy evidentes: «(…) No podemos dudar que entre éste [el mausoleo de La Alberca] y el de Marusinac existen analogías decisivas». El martyrium de Marusinac se encuentra en una necrópolis paleocristiana y había sido erróneamente identificado con un castellum aquae. En 1930 se reconoció que aquella construcción era propiamente un martyrium, de planta rectangular y dos pisos, con una única entrada en el piso superior, al que se accedía por una escalera. Desde allí se bajaba a la cripta por otra escalera, la cripta estaba habilitada para dos sarcófagos. En el exterior, el edificio se apoyaba sobre un gran basamento. En su lado menor había un ábside se encontraba más elevado que la cripta. Este martyrium está identificado con certeza, lo hizo levantar una cristiana llamada Asclepia lo más tarde en 313 en honor del santo de la ciudad, san Anastasio, martirizado en el 304. Tanto el martyrium de Marusinac como el de Pecs en Hungría, y el mausoleo de La Alberca tienen en común «no sólo el aspecto exterior, donde en vez de un templo con columnas tenemos muros lisos reforzados por contrafuertes, que descansan sobre un gran basamento que rodea todo el edificio, sino la disposición de la cripta con sus tumbas o sarcófagos, y el ábside que estaba separado del recinto sepulcral propiamente dicho por medio de un muro».
Dentro de la tipología de estos edificios, se da la existencia de una fenestrella confessionis, una pequeña comunicación que tenía la función de hacer visible el sarcófago o el relicario de dentro del ábside desde la cripta. En lo que respecta al martyrium de la Alberca y su hipotética fenestrella confessionis en el muro que separa el ábside de la cripta, las opiniones han sido controvertidas. El informe de González Simancas señalaba la existencia de «unas piedras desiguales (…) en forma tal que parece que fueron puestas allí para cerrar un vano o ventana». El estado de conservación del edificio, sin embargo, ya no permite ubicar exactamente esta fenestrella confessionis, y por otra parte la descripción de Simancas tampoco parece que se haya correspondido fielmente con la realidad. De existir realmente la fenestrella confessionis tendría que estar por lo menos a 1,62 m de altura (que es la altura que el muro de separación entre la cripta y el ábside conserva en su parte central). Tampoco Hauschild ve argumentos absolutamente claros para hablar de una fenestrella, por el contrario el muro de separación parece haber estado siempre cerrado.
Fontaine no descarta la posibilidad de tal fenestrella, aunque le parece «difícil de saber», y V. Mergelina, siguiendo a Fontaine, no quiere descartar la existencia de una fenestrella. En definitiva, el estado actual de conservación del martyrium de la Alberca no permite afirmar categóricamente que también aquí haya existido una fenestrella confessionis, aunque su existencia no es absolutamente imprescindible en una construcción martirial.
Estos edificios siempre fueron monumentos lisos y sin decoración. Presumiblemente esto también se repitió en La Alberca, de los elementos decorativos (por ejemplo las columnas del siglo VI y las antefijas) que cita Mergelina, no hay pruebas de que ninguno de ellos pertenezca directamente al monumento, por más que procedan del entorno. Estos martyria de planta rectangular pueden compararse muy ilustrativamente con los edificios representados en un tejido de seda procedente de Egipto, en donde se encuentran construcciones de dos pisos con una escalera que conduce al piso superior, tales construcciones se califican expresamente como martyria, y están acompañados del nombre del mártir cuya memoria honra el edificio.
Aunque el tipo de planta rectangular y ábside hunde sus raíces en la arquitectura funeraria helenística y en la tradición de los heroa, (dentro de la Península Ibérica podemos citar los mausoleos romanos de Villarodona en Tarragona y el de Fabara en Zaragoza), (Vid. fig. 9-10), los mejores paralelismos del martyrium de La Alberca remiten a la arquitectura cristiana medieval. H. Schlunk ha estudiado la tipología del martyrium en relación con el arte prerrománico asturiano.
Un paralelismo importante lo encontramos en la Cámara Santa de Oviedo, que estuvo dedicada primeramente a San Miguel, levantada bajo el reinado de Alfonso el Casto (792-842). Se trata de dos naves superpuestas de la misma anchura; la capilla inferior tiene una bóveda muy baja de ladrillo que arranca de un basamento, el cual recorre el interior de la nave. Respecto a la capilla alta, tiene un ábside cubierto por una bóveda de ladrillo. La nave central fue aumentada y abovedada posteriormente; por el exterior el edificio estaba rodeado de contrafuertes al norte, sur y este, de los que hoy sólo pueden verse bien los de la parte este.
Esta construcción responde a un modelo compuesto de dos estancias estrechas abovedadas y que tiene como referente las construcciones funerarias de planta rectangular del Bajo Imperio Romano. En particular, esta estructura fue relacionada por Schlunk con la construcción martirial descubierta en Marusinac de la que informa E. Dyggve. La supervivencia no es sólo arquitectónica sino también temática, ya que es muy sugestivo que el tipo arquitectónico del que estamos hablando lo encontremos en las construcciones funerarias de la Baja Antigüedad y la advocación de esta capilla a San Miguel, está muy relacionada con el simbolismo funerario, ya que es a San Miguel a quien le corresponde asistir al juicio de las almas.