LÍMITES E INCENTIVOS DEL CONOCIMIENTO, por el Prof. Dr. D. Alberto Requena, académico numerario

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La Ciencia es la acumulación de conocimiento. Todo puede parecer indicar que no tiene límites. Puede que ello sea consecuencia de nuestra percepción que nos hace entrever su carácter indefinido y esa es la sensación que nos produce. Porque, ciertamente, cuando se escudriña más de cerca, se advierten otras cosas. En Ciencia, hay, al menos, y desde hace bastante tiempo, hay dos escenarios bien construidos en los que se evidencia que el conocimiento tiene límites. Por un lado, el conocido Principio de incertidumbre de Heisemberg, que nos dice que en el mundo microscópico existen límites impuestos teóricamente al conocimiento, ya que la posición y el momento de una partícula microscópica (y otras parejas de variables observacionales conjugadas) nunca pueden ser determinados simultáneamente. Por otro lado, en el universo matemático, los Teoremas de Incompletitud de Kurt Gödel demuestran que todo sistema lógico, suficientemente complejo para resultar interesante, debe permanecer incompleto. Si nos preguntamos si existen otros límites como estos, repararemos que en Biología podríamos pensar en el interrogante sobre si un cerebro puede comprenderse a sí mismo o que, en Meteorología, el tiempo atmosférico es esencialmente impredecible. No sabemos, todavía, explicar estas cosas. Es posible que desde la ignorancia tampoco nos las cuestionemos,

 

En el mundo microscópico, la “incertidumbre” establece una diferencia, pero lo hace a un nivel que pudiera parecer de poca incidencia en los seres macroscópicos, como nosotros mismo. Pero no deja de ser un ejemplo útil de limitación, que emergió inesperadamente y tuvo consecuencias de tipo físico. En efecto, puso de manifiesto nuevas incógnitas desconocidas previamente, inaugurando décadas de avances fructíferos no previstos y dio lugar a nuevos e interesantes problemas, algunos de los cuales siguen como incógnitas todavía hoy día. El enredo cuántico es uno de los más peculiares resultados en el mundo de la Físicoquímica Cuántica, emergido, casi directamente, de la incertidumbre desvelada por Heisemberg.

 

Aclaremos que el resultado de Heisemberg no es un simple caso de falta de bondad en un instrumento de medida, como era usual en el ámbito de la Ciencia Clásica. La naturaleza del Universo, denominada dualidad onda – partícula de las entidades microscópicas, es la que hace imposible esas medidas y es, justamente, esta imposibilidad la que prueba la validez de esta descripción profunda del Universo: algunas cosas fundamentales nunca pueden ser conocidas con certeza. El hecho, difícil de asimilar, es que si no somos capaces de medir los valores de partida, nunca podremos predecir el estado futuro de un sistema. Si no podemos medir la posición o el momento exactos de una partícula a tiempo cero, no podemos saber, de ninguna manera, donde se encontrará la partícula en cualquier instante posterior. El Universo, de esta forma, no es determinista, sino probabilista y no se puede predecir el futuro con certeza. Ahora bien, ciertamente, en el ámbito práctico, cuando las masas de los cuerpos se sitúan en torno a 10^(-28) gramos, las probabilidades llegan a ser tan grandes que es posible predecir cómo actúan. Todo el mundo es capaz de reaccionar cuando le tiran un tomate al escenario desde el lado derecho del patio de butacas de un teatro y sabe que la mejor elección es apartar la cabeza hacia el lado izquierdo, pronosticando la trayectoria de tan usual proyectil antaño, cuando las cosas no iban, bajo juicio de la audiencia, todo lo bien que debieran.

 

Este escalón o discontinuidad entre los mundos cuánticos y clásico es el que hace que la incertidumbre cuántica sea tan difícil de apreciar. El comportamiento cuántico es contra-intuitivo. Los pioneros de la Mecánica Cuántica ya advirtieron que estos fenómenos solamente se pueden comprender por una voluntad decidida de aceptar una descripción sensible del Universo. Resulta irónico que los resultados extraños e indiscutibles de la Mecánica Cuántica descansan sobre rigurosos armazones matemáticos, aunque solamente están disponibles conceptualmente en alusiones metafóricas del tipo “enredo cuántico” o el conocido “gato de Schrödinger”, que al mismo tiempo está vivo y muerto y ninguno de los dos. En cualquiera de los casos en que se pueda estar, lo importante a saber sobre el principio de incertidumbre es que, aunque lo pueda parecer, no es ninguna limitación, sino más bien un incentivo para realizar más investigación, formular más preguntas y generar nuevas ideas. A veces, las limitaciones al conocimiento, son realmente fértiles y útiles.