El Entorno

El enclave en el que nacen las aguas mineromedicinales ha condicionado el desarrollo de las instalaciones termales de las diferentes épocas. La sugerencia está inmediata al río, casi a la misma cota. El lugar para construir infraestructuras está limitado por el cauce del Segura al este y el Cabezo del Ciervo al oeste, de tal manera que la longitud máxima está en torno a los 400 m. y la anchura máxima no supera los 60 m. Y si lo que tenemos en cuenta la longitud máxima que puede recorrer el agua desde el nacimiento hasta que desagua el río estamos hablando de menos de 150 m.

A lo limitada que es la superficie a ocupar hay que añadir que es de ladera, no pudiéndose habilitar zonas sino en las conjunción de las faldas del monte con las playas formadas por el río, lo que reduce la superficie útil, en especial durante el mundo antiguo.

Si los problemas de espacio eran importantes, no lo era menos el peligro que suponía tener en ese lugar una instalación permanente. El río Segura es de régimen irregular, por lo que periódicamente se desborda y con una frecuencia algo más dilatada es capaz de producir riadas de efectos devastadores, lo que desde siempre ha provocado, que a excepción de la zona del nacimiento, que no se puede cambiar, la tendencia haya sido a ocupar las zonas más altas. Pero el monte también plantea problemas. En su mayoría está formado por margas y coronado por una cresta de travertino, lo que merced a la erosión provoca la fractura de los travertinos y su caída sobre zonas habitadas.

Es evidente que se trata de un lugar completamente inadecuado para una instalación permanente, mucho más cuando el río no estaba regulado por los actuales pantanos. Y sin embargo no solo tenemos las infraestructuras de época romana, sino que para construirlas se gastó una desproporcionada cantidad de dinero.