Los Reinos Combatientes

Los reinos combatientes

La llegada de los casitas (hacia 1570 a.C.) puso fin a la I dinastía de Babilonia, iniciando una nueva época en Mesopotamia. La repercusión de este suceso en Elam no está clara. Algunos sukkalmah llevaban nombres mixtos, tales como Temtiagum (elamita: temti, casita: agum), quien era contemporáneo de Samsuiluna, el primer rey babilonio que menciona un ataque casita en Mesopotamia. Su nombre mixto elamo-casita denota que ya en Elam el elemento casita era importante, incluso décadas antes de su asentamiento en Babilonia; pero nada puede aducirse de sus relaciones políticas con Elam.

Es posible que en su avance hacia el país de Eshnuna, del que se apoderó, el rey elamita Siwepalarhupak entrase en contacto con la casa real casita en su propio territorio, la Casitia, por donde tuvo que pasar. De estos contactos surgirían matrimonios mixtos y relaciones cortesanas de alto nivel, pero no se puede afirmar que los elamitas tuvieran algo que ver con el ascenso al poder de los casitas en Babilonia. En realidad, más bien parece lo contrario en vista de que el último rey de la dinastía del País del Mar -Eagamil- se refugió en Elam como consecuencia de la toma de Babilonia por los hititas, pasando su estado a manos casitas. En cuanto a Elam, es probable que por esta época comenzara a sufrir una fragmentación de su territorio. Simaski desapareció de los títulos reales, mientras que Anshan y Susa, las dos grandes ciudades de Elam, parecían formar parte de un nuevo reino compuesto por dos entidades bien diferenciadas, tanto geográfica como culturalmente.

Los reyes sucesores de los yábridas o sukkalmah se incluyen en una dinastía convencionalmente denominada Kidinuida, por el nombre se primer rey Kidinu, del que se conoce su sello. En el mismo, se dice hijo de Adadsharrurabu y rey de Susa y Anshan. La acadización de su nombre elamita (Kiden) y el nombre acadio de su progenitor, revelan tal vez su relación con los casitas de Babilonia, aunque no es seguro. El rey Tanruhurater II, quizás su sucesor y que lleva idéntica titulatura, es considerado perteneciente a la misma dinastía. Poco más se sabe de ellos.

Contemporáneo o ligeramente posterior, se presenta el rey Shalla, mencionado en los textos de Huhnur y en una tablilla jurídica de Susa, pero sin titulatura. Lo mismo puede decirse del rey Insusinaksharilani, un rey de Susa, pero cuyos dominios debieron extenderse a toda la Susiana, como muestran textos suyos encontrados en la actual Haft-Tepe, la antigua Kabnak, a pocos km. de Susa. Insusinaksharilani es nombre acadio, siendo en elamita Insusinaksunkirnapipir (el dios Insusinak es el rey de los dioses). De este Insusinaksharilani se sabe que restauró un edificio en Susa, erigido por el sukkalmah Temtihalki.

No mucho mejor informados estamos del rey Teptiahar, de quien se han encontrado también textos en Haft-Tepe y en Susa. Este rey figura con los títulos de rey a secas, rey de Susa, e incluso rey de Susa y Anshan. Se le pueden atribuir los treinta nombres de años conocidos en el archivo de Haft-Tepe, aunque en realidad sólo uno le pertenezca con seguridad. De su reinado sólo es destacable que rechazó la incursión del casita Kadasmanenlil I (hacia 1370 a.C.). Aparte este hecho puntual y de causas desconocidas, el archivo de Haft-Tepe nos informa de un activo comercio entre Elam y Babilonia durante el reinado de ambos reyes, así como de un continuo intercambio de mensajeros. Se mencionan reyes de otras ciudades elamitas -Azana, Huhnur, etc.-, lo que sugiere una fragmentación de la Susiana en diversos principados. Por lo demás, la impresión que se obtiene de la lectura de estos textos es que, tanto Kabnak como Susa eran las principales capitales de Elam, pasando Anshan a un plano secundario, quizás como consecuencia de la desurbanización y aumento del nomadismo en la región de Fars, donde estaba ubicada; su mención tras Susa en la titulatura real, como segundo término, abunda en el mismo sentido.

Marhasi

Marhasi

Era un país asociado habitualmente a Elam, pues para llegar a él había que atravesar el territorio elamita. Con diversos nombres según las versiones -Marhasi, Warakshe, Barakse, Parashum-, se encontraba situado en la frontera con Dilmun, siendo las culturas del valle del Indo – Mohenjo Daro, Chechu Daro y Harappa-, territorios de Marhasi o fronterizos. Conformó más tarde la provincia persa de la Gedrosia, entre Beluchistán y la India. Los textos literarios sumerios lo hacen cuna de piedras preciosas y de grandes riquezas.

Lugalannemundu, rey de Adab, es el primer monarca en mencionarlo. Más adelante aparece en todo su esplendor en la época del imperio de Akad. Así, Sargón de Akad se jacta de ser el vencedor de Marhasi, de quien da los nombres de algunos notables, e incluso de su rey. Rimus volvería a luchar contra la plana mayor de Marhasi, alardeando de haberlo expulsado de Elam. Naramsin tuvo que luchar también contra Hubshumkipi -llamado Tishenki por los hititas-, que se había aliado con Iphurkish en la famosa gran rebelión.

Con los reyes de Ur III vuelve a hacer su aparición de forma importante. Shulgi casaría a una hija suya con un rey de Marhasi; en cambio, sorprende que el famoso Gudea de Lagas no lo mencione a pesar de haber importado materiales de todos los países lejanos para la construcción de su templo al dios Ningirsu. Ibisin e Ishbierra de Isin aún hacen referencia a Marhasi, pero sólo a los efectos de delimitar la frontera oriental de Elam. Lo mismo que sucederá con Hamurabi de Babilonia y Kurigalzu II de la dinastía casita. Por el contrario, Ilummutabil, gobernante de la ciudad de Der, recuerda en una inscripción suya una victoria sobre Elam, Simaski y Marhasi. Tras estas escuetas menciones, Marhasi pierde importancia o interés para los mesopotámicos, pues desaparece de los textos. Su declive corre parejo al de las culturas del valle del Indo. Sólo las cartas de El Amarna harán alguna somera mención de piedras preciosas de Marhasi, incluidas en un recapitulativo de regalos ofrecidos por el rey Tushrata de Mitanni, con motivo de un matrimonio.

Los productos que Marhasi proporcionaba eran de muy diversas clases: osos, perros, ovejas, monos, elefantes, zebus, esteatita, clorita, ágata, cornalina, lapislázuli y cebolla o ajo echalote, cuyos países de destino se ignoran. En cambio se sabe que los metales preciosos llegaban a Nipur y Akad; el lapislazuli a Nipur y el topacio a Dilmun.

Se conocen los nombres de algunos gobernantes. Así, Migirenlil -contemporáneo de Lugalannemundu de Adab-; Abalgamash -de Rimus de Akad-; Hubshumkipi -de Naramsin de Akad-; Libanukshabash y Hashibatal -de Shulgi de Ur-; Arwilukpi y Pariashum -de Amarsin de Ur-; Mashhundahli -tal vez de Ibisin de Ur-. No todos llevan el título de rey; algunos constan como gobernadores o simples mandatarios.

Los Yábridas o Sukkalmah

Los Yábridas o Sukkalmah

Nada se sabe del origen de su fundador, que tenía por nombre Eparti, Ebarat o Yabrat, ni de su relación con la dinastía anterior. Llevaba el título de rey de Anshan y de Susa, lo que implicaba una supremacía de Anshan sobre Susa, ciudad conquistada e incorporada al imperio. Se conoce también como dinastía de los sukkalmah (gran enviado), epíteto sumerio utilizado por estos reyes como distintivo de su más alta titulatura, pues entre los soberanos elamitas de esta dinastía, el título de rey se reservaba para los monarcas locales. Curioso hecho éste, pero hay que tener en cuenta que se trata de un término sumero-acadio, empleado en las versiones acadias de los textos encontrados en Susa, una ciudad con población acadia; el elamita se reservaba para Anshan y otras regiones orientales del imperio. En elamita se utilizaba una versión indígena: likame rishari (el grande del reino).

            El primer rey de esta dinastía, Yabrat III –hubo dos reyes Yabrat en la dinastía de Simaski-, aparece mencionado junto a Silhaha -su hijo- y Addahushu. Este último dice que Eparti era rey de Anshan y de Susa, mientras su hijo Silhaha era el primer sukkalmah y rey de Anshan y de Susa, y el propio Addahushu, sukkal (enviado) y notable de Susa e hijo de la hermana de Silhaha. Esta compleja información de Addahushu parece dar a entender que Silhaha fue el creador de la dinastía de los sukkalmah. La denominación hijo de la hermana de Silhaha es un término de parentesco (= sobrino), pero también indica descendencia por parte de madre, de modo que Addahushu sería sobrino o simplemente descendiente de Silhaha, pero no su sucesor en el trono, puesto que Silhaha fue sucedido por su hijo Kuknasur I. Es éste un aspecto importante y diferenciador de la realeza elamita a partir de esta época. Cuando un rey elamita no pertenecía a la rama principal de la familia, o su progenitor no había sido rey, entonces su legitimación al trono se producía de manera colateral, a través de la hermana del rey anterior. En este caso, el nuevo rey incluía entre sus títulos el epíteto hijo de la hermana de NP.

            La organización política de esta dinastía elamita estaba basada en el poder del sukkalmah, y tenía su sede real en Anshan, la capital de Elam. No obstante, la importante ciudad de Susa tenía su gobernador propio, que llevaba el título de sukkal de Susa o rey de Susa. La región de Simaski no es seguro que existiera como tal en esta época, con lo cual su aparición en la titulatura –sukkal de Elam y de Simaski– puede ser sólo un indicativo del lugar de origen de estos reyes. A la muerte del sukkalmah le sucedía su hijo, de haberlo, o bien un hijo elegido entre los hijos de una hermana del rey designada para la sucesión, que normalmente era el gobernador o sukkal de Susa. Junto al sukkalmah y el sukkal, había otros miembros de la casa real por los que se juraba en los contratos, los cuales o no llevan título alguno, o bien aparecen nombrados con cargos inferiores, como alcaldes, etc.

            La economía era próspera. Los textos económicos de Susa mencionan la división de un gran número de profesiones y de personas que recurrían a préstamos empeñando sus campos, huertos, casas y ganados. Los testigos de los contratos constan en número especialmente alto si los comparamos con los de los documentos jurídicos mesopotámicos, desde un mínimo de dos a un máximo de cuarenta y dos. Los ricos habitaban en casas palaciegas y se hacían enterrar en panteones junto con una pintura de su retrato.

            El Derecho era una mezcla entre religioso y profano. La información disponible no permite un conocimiento sistemático del Derecho, pero se puede hacer un repaso genérico a determinados aspectos sacados de la casuística de los documentos. Así por ejemplo, las transgresiones de los contratos se castigaban con la amputación de la mano y la lengua, junto con una multa. La ordalía por el agua era semejante a la de Mesopotamia; se aplicaba en casos de herencias, donaciones y adopciones. La familia podía tener una composición legal, permitiéndose las adopciones en calidad de hermano y hermana. La transmisión de los bienes se realizaba por el testador a su libre albedrío entre sus hijos, hijas, hermanos o esposa. La posición de la mujer ha sido tradicionalmente exagerada, concediéndole un papel inexistente en la documentación legal, pues los casos en que aparece como heredera se explican simplemente por el hecho de que el testador asignaba libremente sus bienes y no por su derecho preferente ante sus hermanos, a más de ser excepciones, puesto que en la generalidad de los casos son los hijos los que heredaban los bienes del padre. En todo caso, parece evidente que podía ser testigo y propietaria de bienes, incluso en estado de casada.

            En cuanto a la historia política de los primeros gobernantes de esta dinastía, la información se reduce a Addahushu, cuya actividad constructora en Susa da testimonio de la prosperidad económica. También nos informa que erigió en el mercado una estela de justicia, bajo la tutela del dios Samash, para que la gente conociera el precio de los productos y no fuera engañada. Esta estela es un claro antecedente de la del Código de Hamurabi. Tras Addahushu existe un vacío histórico y dinástico. Empezamos a saber algo más con Sirukduh, un contemporáneo de Samsiadad I de Asiria, cuya relación con Addahushu o con Silhaha se desconoce. Sirukduh derrotó a Ipiqadad II de Eshnuna en un intento de eliminar un competidor en el comercio del estaño, si bien el advenimiento del gran rey asirio supuso una contrariedad para los intereses elamitas. También le hizo la guerra al rey de Gutium, para evitar su influencia en la ciudad de Eshnuna. Poco más se puede decir de él. Para sus sucesores Siwepalarhupak y Kuduzulus, la mejor información proviene de los archivos de Mari. Ocupa un espacio temporal de unos pocos años, pero es muy intensa. De acuerdo con la documentación mariota, el rey de Elam aparece como el soberano más poderoso del Próximo Oriente. Aunque esta hegemonía se hace patente de súbito, a partir del año 7 de Zimrilim, es lo cierto que debía venir de bastante antes.

            Frente a Elam, Samsiadad I de Asiria y el reino de Eshnuna eran las dos potencias que ejercían de contrapeso equilibrando los poderes. La muerte de Samsiadad I disgregó su reino, que fue repartido a Eshnuna, Mari y Babilonia. Algunas ciudades del valle inferior del río Eúfrates, especialmente la ciudad de Hit, fue atribuida a Mari por un arbitraje del rey de Elam. Ahora, sólo Eshnuna permanecía como intermediario de Elam y Mesopotamia en el comercio de lapislázuli y estaño; por ello los elamitas decidieron, por segunda vez, aprovechar la ocasión para eliminarla, pues encarecía los precios. Aliados a Mari y a Babilonia, los elamitas destruyeron Eshnuna en el año 28 de Hamurabi y 7 de Zimrilim, colocando en ella a un virrey títere llamado Atanrum. El siguiente paso era eliminar el control asirio de la ruta del estaño, que llevaba hasta Kanish en Capadocia. Con este objetivo los elamitas, al mando de Kunam y con apoyo de tropas de Eshnuna y Gutium, tomaron también la ciudad de Shubatenlil, la antigua Sehna. El suceso tuvo un gran impacto entre los reyes amorreos, como se deja ver por la correspondencia.

            Con Elam en el dominio de la Alta Mesopotamia, las relaciones con los estados amorreos se tornaron más arrogantes. El general elamita Kunam, en tanto que gobernante de Shubatenlil, pretendía obtener de Zimrilim su asistencia a los grandes sacrificios de la fiesta en honor de la diosa Ishtar de Der, lo que supondría su reconocimiento público y la sumisión formal a Elam. En cualquier caso, desde su puesto Kunam ejercía de virrey, transmitiendo las órdenes del monarca de Elam a los reyes amorreos, que debían visitarle en su ciudad, arrodillarse ante él y agasajarlo con regalos. No obstante, la superioridad elamita queda patente en la correspondencia, en la que se alude al soberano de Elam como el Sukkal, y al que los demás reyes se dirigían con el tratamiento de mi padre, mientras que entre ellos se trataban de mi hermano. Además debían salir a recibir a los mensajeros elamitas e inclinarse ante ellos ofreciéndoles sacrificios. La importancia de los mensajeros elamitas y el puntual cumplimiento de sus exigencias culinarias y de regalos, se aprecia muy bien en las cartas, donde se puede leer que se les proveían con carneros, corderos, hielo y vino. Los obsequios en forma de vasos, oro, plata y vino a los soberanos elamitas Siwepalarhupak, sukkal de Elam, y Kuduzulus, sukkal de Susa, seran también numerosos.

            No satisfecho con lo conseguido, el Sukkal se propuso conquistar Larsa para quedarse como único proveedor de lapislázuli, el cual se obtenía en Mesopotamia por dos caminos: desde Dilmun, a través del golfo Pérsico; y desde Badakshan, en Afganistán, a través de Elam. Al mismo tiempo, preparaba la invasión de Babilonia, necesaria para tener toda la zona bajo su control. Pero Hamurabi de Babilonia y Rimsin de Larsa se enteraron de los planes elamitas, porque les exigió tropas a cada uno para invadir al otro. De modo que su doble juego quedó al descubierto y llevó a Hamurabi a aliarse con Zimrilim.

            Pero los elamitas tenían un pequeño problema estratégico. El mantenimiento de la ciudad de Shubatenlil a largo plazo requería igualmente el de la plaza de Razama, que no estaba en su poder. Por ello, los elamitas dividieron en dos la conquista de Mesopotamia: la región sureste desde Eshnuna, y la región noroeste desde Shubatenlil. El asedio y toma de Razama fue encargado a Atanrum, que tenía como misión coordinar la invasión elamita en el noroeste. Pero el sitio de Razama supuso el principio del fin del dominio elamita. Para evitar un largo asedio de la ciudad, Atamrum pidió refuerzos a Elam, sugiriendo al Sukkal que atacara Mari cuando Zimrilim acudiese en auxilio de Razama. El Sukkal no accedió, ordenando en cambio a Kunam que se aliase con los turukeos y consiguiese su ayuda, lo que a la postre no consiguió. La negativa al envío de tropas de refuerzo se debía al hecho de que el Sukkal se encontraba invadiendo la región de Hiritum.

            De este modo, Atamrum se quedó sin apoyo; envió al Sukkal un nuevo mensaje subido de tono, apremiándole a decidirse a tomar la ciudad o abandonarla. Se desconoce la repuesta del elamita, aunque debió ser negativa, puesto que ante la llegada del ejército de Mari, Atamrum se pasó al otro bando, desertando de Elam y rogando a Hamurabi, rey de Kurda, que intercediera por él ante Zimrilim para hacer las paces; como señal de buena fe le dijo que iría a Shubatenlil y expulsaría a Kunam o lo mataría. Pero este hecho no tendría lugar. La alianza conjunta de Mari y Babilonia, unida a la traición de Eshnuna, obligó a Elam a evacuar Hiritum. Durante su retirada, con un ejército de 30.000 hombres, los elamitas les hicieron creer que iban hacia el norte, cuando en realidad intentaron tomar las ciudades de Kakulatum, Shitullum y Ekallatum en represalia esta última por ayudar a Babilonia; finalmente saquearon Eshnuna; después, desde la ciudad de Diniktum emprendieron la retirada a Elam. En la ciudad de Sehna se quedó aislado y abandonado el comandante elamita Simathulurish, quien a pesar de los informes que le llegaban, creía que se trataba de una maniobra de distracción, pero que en realidad el Sukkal volvería.

            En cuanto a Babilonia, la retirada elamita fue celebrada como una gran victoria por Hamurabi en su año 30 de reinado, al decir de manera engañosa que ”gracias al poder del dios Marduk y de los grandes dioses, derrotó al ejército de Elam, desde la frontera con Marhasi, de Subartu, de Gutium, de Eshnuna y de Malkium, que se habían levantado con todo su poder, derrotó e hizo firmes los cimientos de la tierra de Sumer y de Akad”; declaración pomposa que no se ajusta a la realidad. Los amorreos aprovecharon para dar al enfrentamiento un fundamento religioso, afirmando que el rey de Elam había infringido el juramento de los dioses, lo cual dió lugar al estallido de la guerra y a su desenlace final, al ponerse los dioses en contra de los elamitas. La expulsión de Elam no disminuyó su superioridad, y tampoco supuso una ruptura de relaciones entre los estados mesopotámicos y los elamitas. La correspondencia de Mari nos da a conocer una noticia curiosa. Un convoy proveniente de Malgium había llevado a Hamurabi, quien se alegró mucho, la noticia de la muerte del rey de Elam, si bien, más tarde, llegaron los embajadores elamitas a Babilonia diciendo que sólo se encontraba enfermo.

            El sukkalmah Kutirnahunte I, sucesor de Siwepalarhupak y contemporáneo de Samsuiluna, fue el autor de una famosa incursión en Babilonia con saqueo incluído de sus santuarios, según nos lo cuenta el rey asirio del I milenio a.C. Asurbanipal. Tras estas noticias, sólo tenemos pequeñas informaciones sueltas del Elam de los sukkalmah. Así, conocemos inscripciones conmemorativas, dedicadas a los dioses, junto con la construcción de pequeños templos; también que los sukkalmah Palaishan y Kukkirwas restauraron la justicia y el Derecho. Otra noticia la proporciona un texto datado en el primer año de reinado de Amisaduqa, penúltimo rey de la I dinastía de Babilonia, que menciona a Kuknasur III, lo que hace de él su contemporáneo. Al igual que la de Simaski, la desaparición de esta dinastía permanece en las sombras, aunque sus causas pudieran encontrarse en el proceso de desurbanización y desarrollo del pastoralismo en la región de Anshan, así como en la invasión de los casitas.

Elam y su entorno

Elam y su entorno

El antiguo Elam quedaba situado, más o menos, en territorio del actual Irán, sirviendo de enlace entre los antiguos pueblos del Irán y los centros del Asia anterior. De hecho, los valles de los ríos Kerka (Uknu) y Karun (Ulai), que formaban las puertas de entrada a Elam, no eran más que la prolongación oriental de la llanura mesopotámica. Elam formaba una meseta irregular, rodeada por cadenas montañosas -los montes del Kurdistán lo separaban de Urartu; los montes Zagros, de Mesopotamia; la cadena del Indukush, de la India; los montes de Kopetdaj limitaban por el norte; y los montes de Suleimán, por el sur, separando el mar del desierto de Lut, que ocupaba, junto con el desierto de Kavir más al noroeste, la zona central de Elam. Aunque la distribución geográfica de Elam no es del todo conocida, tomando en consideración su momento de mayor expansión, podemos configurar el territorio en varias regiones:

-Regiones de Pashime y de Sherihum, en la costa del golfo Pérsico, desde Huzistán a Bushir y a lo largo de la misma costa hasta Bandar Abbas, respectivamente.

-Región de Susiana, cercana a la orilla mesopotámica del golfo Pérsico, con capital en Susa.

-Región de Awan al noroeste de Susa.

-Región de Zahara, próxima al Luristán, entre Awan y Susa.

-Región de Idamaraz, entre Gutium y la Susiana.

-Elam propiamente dicho, situado en la zona interior, con capital en Anshan (actual Tell-i Malyan).

-Región de Zabshali, situada al norte de Anshan y hasta el mar Caspio.

-Región de Simaski, situada al este de Zabshali y al norte de Kerman (en la frontera con Marhasi).

Desde el punto de vista climático puede dividirse a Elam en dos zonas: las tierras altas y las tierras bajas. Las tierras altas se corresponden con la zona central de los montes Zagros, ofrecen un clima caracterizado por un invierno relativamente lluvioso y frío, y un verano muy caluroso. Una parte importante del terreno es de roca, sin embargo, existe una extensión apreciable de zona de bosque que da paso a pastos en los niveles más elevados. Conforme se va hacia la meseta y a medida que disminuye la pendiente del terreno, las precipitaciones son menores y los ríos se convierten en estacionales, por lo que escasean los bosques y los pastos. La agricultura es poco productiva y no existe irrigación. Las tierras bajas de Elam constituyen el Huzistán donde se aprecian una zona árida, situada al sur de Ahwaz, muy poco lluviosa y sin importancia al combinar pantanos salinos con el árido desierto. Una zona semiárida, que se extiende desde Ahwaz hasta las colinas del Agha Jari, a unos pocos km al sur de Susa y Dizful. Y una zona seca, que se extiende desde el límite más superior de la zona semiárida hasta territorios del norte como Deh Luran y los pies de las montañas de los Zagros. El verano es caluroso, mientras el invierno es muy frío. Huzistán es una extensión de la llanura aluvial mesopotámica, alimentada por cinco ríos -el Kerka, el Diz, el Karun, el Marun y el Zuhreh o Hindian-, de los que el Karun es el más importante y el que mayor cantidad anual de sedimentos aporta.