Las últimas Campañas
Desde las excavaciones llevadas a cabo durante los años 20 hasta la actualidad, el yacimiento del Santuario de la Luz no había sido objeto de nuevas campañas arqueológicas, si bien las investigaciones sobre el propio yacimiento, los materiales encontrados en superficie o pertenecientes a colecciones privadas y a museos, y especialmente sobre los exvotos han continuado prácticamente sin interrupción durante estos años generando una amplísima bibliografía.
Las nuevas comenzaron en el año 1990, cuando bajo la dirección del Dr.Lillo Carpio y con la participación de 25 alumnos de la Universidad de Murcia reemprendieron los trabajos en este importante enclave ibérico, y desde esa fecha hasta la actualidad han continuado durante todos los años las excavaciones en el Santuario de la Luz.
La continuación de las excavaciones en la Luz tras este prolongado parón se debió se produjo con una triple intencionalidad: la formación en métodos y técnicas de excavación arqueológica de dibujo de campo de los alumnos de la Universidad de Murcia, la consecución de un proyecto sistemático de investigación sobre un Santuario ibérico su contexto, y por último, el propósito de integración en el contexto general del Parque Natural de El Valle – La Fuensanta de este yacimiento y que, en su día, habrá de ser un interesante foco de interés cultural dada su estratégica y privilegiada ubicación y el valor de las monumentales estructuras que en el Santuario ibérico están apareciendo y que aseguran una pronta restauración y consolidación con vistas a la creación de un itinerario visitable y del mayor interés.
El primer propósito fue proceder a una excavación de una serie de cortes en el sector central del Santuario en el denominado Llano del Olivar, paraje que en el siglo XVIII el canónigo Lozano llamo el Yermo del Olivar, sector en el que había que retomar y analizar los testimonios de excavaciones anteriores referidos a restos de estructuras arquitectónicas y sus contextos.
Los trabajos llevados a cabo confirman la existencia de un santuario ibérico que mantuvo su culto activo al menos desde el siglo V hasta el I a.C, aunque se han documentado testimonios materiales que indican que desde el siglo VII a.C. estuvieron llegando aquí cerámicas suntuarias procedentes del Mediterráneo Occidental, indudable signo de un notable poder adquisitivo de los habitantes de la zona.
Por otra parte, y tras las campañas realizadas durante la década de los 90, se ha atestiguado que el Santuario tuvo un primer momento de auge en el tránsito de los siglos V al IV a.C. A lo largo de esta centuria y la siguiente, es evidente el intenso contacto y comercio con el Mediterráneo Central, con presencia de cerámicas de barniz negro, grecoitálicas finas, ánforas itálicas, púnicas y de ciudades griegas, ponen de manifiesto una época de sólido desarrollo material del Santuario.
El Santuario parece seguir su proceso a lo largo de los siglos de forma inalterable. Las sucesivas restructuraciones ponen de manifiesto la evolución socioeconómica del contexto poblacional, sus crisis o sus fases de excavación, simultáneas al contexto social de las sucesivas fases de poblamiento ibérico en la zona. El último período del Santuario, el de la fase de ocupación romana, representará una peculiar reestructuración del área cultural; la colina que preside el santuario va a ser remodelada con la construcción de un templo en terrazas y una serie de estructuras en este sector cambian el carácter del conjunto del Santuario que queda subordinado a un monumento de clara ascendencia clásica en cuanto a su concepción, su estructura y su arquitectura.