La Luz

Del siglo XVIII datan las primeras noticias sobre el Santuario de la Luz, referencias expuestas por el Canónigo Lozano en su Contestania y Bastetania del Reyno de Murcia obra en la que mencionaba los interesantes restos de estructuras y materiales en el área Verdolay – La Luz.
El hallazgo de numerosos exvotos en bronce por los monjes el Cercano Convento de la Luz, la posterior venta de estos el Museo Arqueológico de Barcelona y el posterior estudio de estos por parte de Bosch Gimpera, motivaron el inicio de las primeras campañas de excavaciones en el yacimiento por parte de Mergelina Luna. Tras estos primeros trabajos, continuaron otros muchos que tuvieron a los exvotos en bronce su principal referencia; el propio Bosch Gimpera, Álvarez Ossorio, Fernández Avilés o Jorge Aragoneses fueron algunos de los investigadores que publicaron sobre los exvotos de la Luz.

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Las investigaciones en el Santuario de la Luz se iniciaron en la década de los 20, impulsados por los hallazgos en el Cerro de los Santos y por las primeras campañas de excavaciones en el Santuario ibérico de Los Jardines de Santa Elena (Jaen), en Sierra Morena. Tras las excavaciones de Mergelina Luna en el Santuario de la Luz durante estos años, se produjo un amplio parón en las actividades arqueológicas hasta el año 1990, año en el que la Universidad de Murcia reemprendió las campañas de excavaciones en el Santuario bajo la dirección del Dr. Pedro A. Lillo que contó durante todos estos años con la colaboración de numerosos estudiantes de arqueología de la Universidad de Murcia.

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La continuación de las excavaciones en la Luz tras este prolongado parón se debió se produjo con una triple intencionalidad: la formación en métodos y técnicas de excavación arqueológica y de dibujo de campo de los alumnos de la Universidad de Murcia, la consecución de un proyecto sistemático de investigación sobre un Santuario ibérico su contexto, y por último, el propósito de integración en el contexto general del Parque Natural de El Valle – La Fuensanta de este yacimiento.

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Las intervenciones realizadas en este importante yacimiento panibérico sacaron a la luz los restos de una estructura de un templo y su temenos, de inspiración greco-itálica, construido en el tránsito de los ss III al II a.C, en los años inmediatos posteriores a la ocupación romana de toda la zona.
El lugar elegido para su ubicación habría sido en lo alto de la colina que presidía el Santuario ibérico, una pequeña cima rocosa a 17 metros sobre el área de santuario y en la que en épocas posteriores sólo debió haber un pequeño altar hecho como simple montículo de piedras trabadas con barro pero con un gran valor cultual. Desde los primeros momentos de existencia, hasta su destrucción, unos cincuenta años después de la construcción del templo, parece pervivir un culto asociado a las divinidades Démeter-Perséfone, en torno al ciclo anual de la fertilidad cultual.

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El templo y su entorno inmediato (el temenos, las terrazas y los caminos deambulatorios), representan el último capítulo de la dilatada existencia de un importante centro de devoción en época ibérica, claramente vinculado en un principio a los influjos de las corrientes mediterráneas.

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Las excavaciones arqueológicas en el Santuario, el estudio de su entorno más inmediato y de los materiales hallados han generado una importante bibliografía publicada en revistas especializadas, además de haberse diseñado una página web sobre este importante edificio cultual y que se ha convertido en uno de los principales referentes de la arqueológica ibérica en la red.

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