Me quería morir (o Murcia no-typical)

Hace unos días un amigo querido vino a hacerme una visita y, al igual que él me enseñó Berlín, le mostré algunos lugares de Murcia. Al final de su estadía me dijo: interesante lugar pero ¿por qué los servicios de limpieza están tantos días de huelga? Me quería morir.

Cómo explicarle que los distintos ayuntamientos de la Región han ido incrementado, de forma sustantiva, los presupuestos dedicados a la limpieza de las calles y parques pero que todo sigue más o menos como siempre; es decir, sucio. Y que la responsabilidad es de la gente que aquí vive. Y ahora se unen las playas, de morirse. Hace unos días fueron elecciones y la gente de esta Región votó en ellas por encima de la media de participación nacional. En numerosas ocasiones se pone como ejemplo de compromiso ciudadano, de la gente de aquí, los bajos niveles de abstención que se dan en la Comunidad. Me permito dudar. El primer síntoma de ciudadanía es el compromiso, el sentirse parte, con los espacios comunes, y no sólo físicos. No es una anécdota que despreciemos nuestro entorno y lo tratemos como si fuese un chiquero.

Es un síntoma de un menosprecio más sustantivo y más amplio.

Descuidamos, ensuciamos, guarreamos nuestras calles, playas, jardines por la sencilla razón de que no lo consideramos algo propio. Creemos que tenemos derecho a tirar bolsas, y bolsones, donde primero se nos ocurra ya que, total, eso no va con nosotros. Eso es lo que da esencia a nuestro compromiso ciudadano: la ausencia del mismo. No nos puede extrañar, por tanto, que la Comunidad de Murcia sea, por ejemplo, una de las que peores resultados logra cuando se trata de establecer, en España, el nivel de capital social, en términos de Putnam.

No sentimos que formemos parte de algo, más allá de las declaraciones folclóricas. Y por eso no sentimos que tengamos responsabilidad en ningún proyecto común. Sin duda, eso es también lo que explica que los niveles de economía sumergida y de evasión de impuestos sean significativamente altos, como ponen de manifiesto distintos estudios e indicadores. Si no me siento copartícipe de una comunidad de ciudadanos con los que tengo responsabilidades, al igual que ellos las tienen conmigo, ¿qué sentido tiene que pague impuestos? ¿qué aliciente tengo para no tirar la botella al suelo?

Creo, sin duda, que este tema, el primario, el de la limpieza, necesita una campaña de concienciación. Es preciso empezar a crear ciudadanía en esta Comunidad. Deberíamos estar hablando de otras cosas como, por ejemplo, de cómo obligar a las instituciones y a sus responsables a tenernos en cuenta. Pero, aquí, para nuestra desgracia, hay que empezar, también, en algo más básico. Una campaña, por otra parte, que no nos haga avergonzarnos de ser de aquí cuando salimos del límite provincial. Es decir, que no tenga absolutamente nada que ver con el último esperpento, vergonzoso y humillante, al que nos sometió la Consejería de Cultura y Turismo (fantásticos los videos de Youtube sobre el susodicho). Y también una campaña más barata que las genialidades, carísimas y desquiciantes, con las que nos amenazan desde la misma Consejería que gobierna el consejero Cruz. Necesitamos que nos ayuden a los de aquí a sentir que tenemos una responsabilidad con lo que nos rodea. Y aunque nos parezca una boludez, eso empieza por aprender que las papeleras no forman uno más de los adornos, algunos horribles, que los alcaldes ponen por las calles.

Publicado en: La Verdad / La Tribuna / 21-06-2009

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