El pasado 5 de octubre, numerosos medios de comunicación, entre ellos el diario El País, se hacían eco de una reciente publicación en Nature en la que un análisis estadístico realizado por un grupo de la Escuela de Medicina Albert Einstein de Nueva York, sugiere que los humanos tenemos un límite máximo de vida establecido, el cual se podría haber alcanzado ya.
El récord de longevidad lo ostenta en estos momentos la francesa Jeanne Calment, quien murió en Arlés (Francia) en 1977, a los 122 años y 164 días de edad. Según los autores de este estudio, es altamente improbable que, en términos de longevidad, se pueda ir mucho más allá. Jan Vijg y sus colaboradores trabajaron con la Human Mortality Database, la cual engloba 38 países y es gestionada conjuntamente por demógrafos de Estados Unidos y Alemania. Tras los resultados de su trabajo, razonan que si no hubiera límite máximo para la longevidad humana, entonces se debería haber experimentado un incremento cada vez mayor en la supervivencia de las personas a medida que pasan los años y la medicina va mejorando. Pero, lo que se han encontrado es que el máximo de supervivencia humana se ha estancado en 114,9 años desde la década de los noventa, justo tras la muerte de Calment. Dados los continuos avances que se han producido en este tiempo en salud general, esto, interpretan, es una evidencia sólida de que «la longevidad máxima en los humanos es fija y está sujeta a limitaciones naturales».
No obstante, esta conclusión no está exenta de controversia. Investigadores como James Vaupel, director y fundador del Instituto Max Planck para la Investigación Demográfica en Rostock (Alemania), defiende que la duración de la vida humana es maleable, que no está determinada de antemano, y que en las tendencias demográficas no se ve, por ahora, un estancamiento real de la esperanza de vida máxima, puesto que no se incluyen países como Japón, el cual tiene la esperanza de vida más alta del mundo. Otros investigadores, como Richard Faragher, biogerontólogo de la Universidad de Brighton (Reino Unido), se refieren a futuros desarrollos de la medicina que podrían aumentar la esperanza de vida máxima del ser humano, los cuales no son mencionados por el trabajo de Vijg y colaboradores: «Por supuesto que hay límites en la longevidad humana si no interferimos», afirma y es que existen trabajos en los que se ha conseguido alargar de forma muy significativa la vida de gusanos, moscas y ratones mediante manipulación genética. «Si no fuera posible extender la longevidad máxima en humanos», concluye Faragher, «, esto nos haría diferentes de cualquier otra especie con la que lo hemos intentado».
Al seguir indagando en el tema, uno se da cuenta de que la verdadera noticia no está tanto en si esa supuesta frontera temporal se encuentra más allá o más acá, sino en el hecho de que los investigadores ni siquiera están seguros de si existe. Y en la base de todo esto, se encuentra un hecho aún más significativo y es que no hay acuerdo unánime acerca de qué es exactamente el envejecimiento, el proceso que conduce irremisiblemente a la muerte. ¿Por qué envejecemos? ¿Es el envejecimiento una enfermedad o es un proceso natural, una etapa más de la vida? ¿Por qué no todas las especies lo experimentan del mismo modo?
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El trovero murciano Juan Tudela Piernas, conocido como el Tío Juan Rita, celebró su 104 cumpleaños el pasado 14 de febrero de 2016. Foto de José Miguel Cerezo en Radio Murcia Cadena Ser http://cadenaser.com/emisora/2016/05/26/radio_murcia/1464251194_530879.html
Artículo escrito por Pedro Francisco Almaida Pagán