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03 de febrero de 2017
cronobio

A comienzos de la era industrial, muchas factorías desarrollaron tres turnos estándar de 8h (día, 6:00-14:00; tarde, 14:00-22:00; noche, 22:00-6:00; seguidos de uno o dos días libres) con el propósito de mantener la producción activa las 24h del día. Hoy en día, los turnos de trabajo se han diversificado y extendido para adaptarse a una economía global, cada vez con una mayor variedad de servicios y un creciente número de ambientes de trabajo diferentes, hasta tal punto que, en la actualidad, tan solo un 24% de los trabajadores de la Unión Europea desempeñan su actividad dentro de un turno de día, por ejemplo de 8:00 a 15:00, de lunes a viernes. Especialmente marcados por las agendas de trabajo a turnos, tenemos sectores como la hostelería y la restauración, la agricultura, la salud y los transportes y comunicaciones. En la Tabla 1 podemos ver de forma esquemática, cómo se reparten los trabajadores a turnos entre distintos sistemas: turnos partidos, permanentes, rotatorios, etc.

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Foto tomada de http://www.webmd.com/

En este sentido, un aspecto fundamental de la biología de mamíferos en general y de humanos en particular, es la existencia de ritmos circadianos (de cerca de 24h) coordinados por el marcapasos circadiano central (el reloj endógeno central que coordina los relojes moleculares en el resto del organismo), el cual se localiza en los núcleos supraquiasmáticos del hipotálamo. Este marcapasos central recibe señales del ambiente y las traduce en un ritmo endógeno de melatonina, hormona que hace de señal horaria interna, permitiendo sincronizar los ritmos de todo el organismo con los del exterior, especialmente con el fotoperiodo (ciclo luz: oscuridad ambiental). Los humanos somos una especie diurna y, como tal, normalmente dormimos durante la noche y estamos activos durante el día. El momento óptimo de funciones marcadamente rítmicas como el sueño, el metabolismo, el estado de alerta o el rendimiento, se encuentra en una fase determinada del día. Así pues, un cambio en el horario de trabajo implicará una alteración en la información ambiental que recibirá el reloj endógeno central, especialmente en forma de luz artificial, lo cual afectará a su funcionamiento. El reloj circadiano interno se adapta lentamente, si es que llega a adaptarse, a las transiciones rápidas entre diferentes turnos de trabajo lo que provocará que la hora ambiental no coincida con la hora interna o biológica, produciéndose una desincronización que puede persistir durante un periodo de tiempo variable, dependiendo del sistema de turnos y características propias del individuo. Esta desincronización afectará a esos procesos fisiológicos rítmicos que hemos mencionado y se asocia con un incremento en el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, problemas gastrointestinales y digestivos, patologías del sueño, incluido insomnio, y desajustes cognitivos. Además, las evidencias observadas, principalmente en estudios en mamíferos, apuntan a que la incidencia de luz artificial durante las horas correspondientes a la noche biológica, puede aumentar la incidencia de cáncer de mama en mujeres y de próstata en hombres. Por este motivo, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (siglas IARC en inglés) concluyó en 2006 que “el trabajo a turnos que implica disrupción circadiana es probablemente carcinogénico para humanos”.

 

Es importante saber que existen diferentes características que determinan el impacto de un sistema a turnos sobre el sistema circadiano y la salud: 1) Tipo (hora de comienzo del turno, número de horas por día, rotatorio o permanente, velocidad de cambio y dirección en que se rota, regular o irregular); 2) Años que el trabajador permanece en un sistema de turnos; 3) Intensidad del turno (tiempo libre entre días sucesivos bajo un mismo turno). Así, por ejemplo, un sistema de turnos rotatorio en sentido horario (día: tarde: noche) es menos disruptivo que un turno rotatorio en sentido antihorario (día: noche: tarde) mientras que ambos sistemas rotatorios son más disruptivos que un turno permanente.

En la actualidad, se están realizando estudios para valorar diferentes aproximaciones al trabajo a turnos. Una de ellas, consiste en el uso de luces de espectro e intensidad que permitan minimizar el impacto de la luz artificial sobre los ritmos biológicos. Otra tiene que ver con el uso de melatonina, la cual puede actuar como un sincronizador externo. En condiciones controladas de laboratorio y siguiendo unas pautas en casa, tanto la luz como la melatonina, de forma separada o combinada, pueden ser usadas para sincronizar los ritmos circadianos con la nueva agenda de trabajo:descanso. Sin embargo, los resultados de campo son inconsistentes, probablemente debido a las grandes diferencias existentes entre individuos.

Indudablemente, queda mucho por hacer en este campo.

Referencias:

Stevens RG, Hansen J, Costa G, Haus E, Kauppinen T et al. 2011. Considerations of circadian impact for defining `shift work´ in cancer studies: IARC Working Group Report. Occup Environ Med 68: 154-162.

Arendt J. 2010. Shift work: coping with the biological clock. Occup Med 60: 10-20.

Artículo escrito por Pedro Francisco Almaida Pagán

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