SÁNCHEZ GARCÍA, José

Lugar de nacimiento

Logroño

Fecha de nacimiento

19/03/1897

Fecha de fallecimiento

19/11/1948

Lugar de actividad

Escuela de Fornelos, O Rosal-Pontevedra

Profesión

Maestro/a

 

José Sánchez García era natural de Logroño, aunque a edad muy temprana, su familia se trasladó a Rollamienta, en la provincia de Soria; y más tarde a Rebollar, una pequeña población al norte de la provincia de Soria, donde pasó parte de su infancia y juventud, y de donde se consideraba natural.

Realizó estudios de magisterio en la Escuela Normal de Zaragoza —calculamos que entre los años 1915-1920— donde también se habilitó para la formación de maestros. Y Mientras esperaba la posibilidad de ocupar una vacante en alguna escuela de Magisterio donde poder incorporarse como profesor, decidió empezar su carrera docente en la enseñanza primaria de alguna escuela rural, por no perder tiempo en esperas. La escuela de la parroquia de Fornelos,[1] en el ayuntamiento de O Rosal fue su primer destino a principios de los años veinte, y allí crecieron unas raíces que el tiempo se encargaría de extender por otras parcelas contiguas al mundo de la enseñanza.

José Sánchez fue, desde siempre, un amante de la agricultura, una afición que pudo cultivar en dicha escuela, entusiasmado por las extraordinarias condiciones que ofrecía la combinación de suelos y microclima, a las que habría que sumar la hospitalidad de sus gentes, lo que seguramente propició su definitivo arraigo en tierras del Baixo Miño.

Agricultura y escuela

José Sánchez combinó con maestría la labor pedagógica y su aplicación a la modernización agrícola a través del huerto escolar, que desarrolló a comienzos de los años veinte del siglo XX en su escuela de Fornelos, como medio de promoción individual y colectiva. Esta experiencia llamó la atención de José López Otero,[2] un entusiasta promotor de los jardines escolares, que recogió y posteriormente relató en un folleto titulado Los Jardines escolares, publicado en 1925. En él cuenta que este maestro, animado de su mismo deseo movió el interés de los niños, de tal manera, que ésta fue labor de poco tiempo. Se desmontó y allanó el terreno, haciendo un plano de todo el campo, con una pequeña inclinación hacia el oeste. Se deslindaron las parcelas; se hizo en ellas un desfonde de 60 centímetros, en cada hueco se echó una carga de estiércol que se cubrió con la tierra, cernida, que salió de los hoyos abiertos; así mullida y limpia de piedras se formó la tierra vegetal de las parcelas. La grava y arena gruesa sirvió de firme a los paseos.[3]

Previamente acondicionado el terreno, se realizó una serie de plantaciones que, pese a no seguir un plan demasiado programado, sirvieron para despertar la curiosidad y el interés de los escolares. Como aclara López Otero, se llegó a recoger en la primera siembra una generosa cosecha de pimientos, tomates, repollos, coliflores que se distribuyó entre el alumnado. Además del objetivo educativo, estas prácticas agrícolas tenían por objeto mejorar la precaria alimentación de los escolares, al introducir entre la comunidad campesina el cultivo de determinados productos poco conocidos en aquel entorno rural, en especial los relacionados con la fruticultura y la horticultura.

Aquella experiencia pedagógica que había realizado a modo de ensayo inicial ocupó el curso 1922-1923, y el éxito de la empresa animó a José Sánchez a continuar con las tareas agrícolas el año siguiente, incorporando el cultivo de cereales y leguminosas, la plantación de un pomar y también árboles ornamentales. José Sánchez García alternaba el estudio teórico en el aula con la práctica agrícola en la huerta, donde su alumnado “daba clases entre los frutales y correteaban por el huerto y por los paseos del jardín, respetando plantas y frutas”. Cada uno cuidaba su propia parcela, acotada por lindes de pizarra cuidadosamente dispuesta, y se asumían responsabilidades individuales, pese a que el provecho acabase siendo colectivo, incorporando conocimientos, desarrollando destrezas y cultivando también actitudes de estima hacia el trabajo del campo y el esfuerzo comunal. De este modo, aprendían nociones relacionadas con la producción agrícola; vivenciaban in situ, llevando a la práctica las lecciones aprendidas en el aula e interiorizaban el valor de las tareas compartidas trabajando en equipo.

Y llegaron a elaborar, entre otras, una curiosa muestra con diferentes tipos de fertilizantes, que recogieron en frascos para su estudio y exposición didáctica, y realizaron laboriosos experimentos, como el referido a los gusanos de seda: el alumnado criaba las orugas y plantaban, además, las moreras que habrían de alimentarles, cerrando con un sentido didáctico el provechoso ciclo de la Naturaleza. Entre otras actividades consta también la celebración anual del Día del Árbol, en el que cada alumno participaba plantando su propio árbol. Existe una vieja morera frente al antiguo edificio de la escuela de Fornelos que, coincidiendo con esa festividad, fue plantada el año 1922 para poder alimentar las orugas que el maestro les había enseñado a criar. Además, la ubicación de la escuela permitía que José Sánchez pudiera organizar salidas y convertir el monte próximo en un aula abierta donde estudiar el entorno. Allí acudía con sus alumnos para recoger minerales que luego clasificaban.

De ese modo, en la alternancia metodológica de la teoría y la práctica, se estudiaban una serie de contenidos, empleando diferentes textos didácticos, como La Viña, o Economía y arte de abonar los cultivos en Galicia, de la autoría de López Otero, que se sumaban a los tradicionales del currículum primario de la época. A través de estos textos, los niños aprendían lecciones acerca de los cultivos de huerta, y se iniciaban en las técnicas de poda —“La poda en el parral viejo”—; recibían nociones sobre los diferentes tipos de injertos —“Injertos en espinos y en la viña”, “lección de injerto sobre vid americana”—; ensayaban las múltiples aplicaciones de los fertilizantes fosfatados, de las sales de potasa y de los nitratos —“Aplicación de los abonos industriales”—, o trataban aspectos sobre la alimentación y tratamiento del ganado.

Y como relata López Otero, el maestro José Sánchez, “muchacho fino, no le desdora coger la azada, y los niños, aún aquellos que presuman de ricos y señoritos, toman por sport esta labor y aprenden agricultura, que mañana puede servirles”.[4] Y fue así como la extensión aledaña al edificio escolar donde José Sánchez llevó a cabo esta experiencia, que tuvo continuidad a lo largo de la década de los años veinte y primeros años de la década de los treinta, se fue cercando, poco a poco, de frutales y viña, llegando a formar un estimulante entorno didáctico, fruto del trabajo de los propios escolares, avivado por el entusiasmo del maestro. Allí laboraban un enjambre de niños, donde disponían de plantas, flores y frutos para llevar a cabo diferentes experimentos —“que cuidaban con esmero, no siendo necesarios guardas ni vigilancia alguna”[5]—, complementando as clases teóricas dentro do edificio con las prácticas en el recinto exterior, atendiendo a las exigencias y necesidades de una innovadora formulación que, además de su inmediata utilidad práctica, contribuía “a la educación estética, el desarrollo de los sentidos y hasta la compensación a los trabajos intelectuales de la escuela”.[6] Gracias a la dedicación de José Sánchez —“que une a sus excelentes condiciones personales de carácter e ilustración, la de buen pedagogo que conoce la psicología del niño y la conduce bien”[7]— los experimentos agrícolas realizados en la escuela de Fornelos, concluía José López Otero, “muy pronto serán un hecho en todas las escuelas del término”.[8]

Agricultura e iniciativa empresarial

La actividad pedagógica de la escuela de Fornelos fue el germen de una cultura innovadora en el ámbito agropecuario de la zona, que llega hasta nuestros días a través de varias iniciativas empresariales en las que también participó inicialmente José Sánchez García. Se trata de la fábrica de conservas “Dulces de fruta del Rosal” en 1938, que en 1940 se transformaría en “A Rosaleira”, especializándose en la conserva de tomate y dulces de frutas, a los que incorporó más tarde otras variedades como el mirabel, que acabó siendo su producto estrella como fruto envasado o transformado en mermeladas y licores.[9]

Cargos:

Militante de Acción Popular, partido político español confesional católico durante la Segunda República, núcleo principal que dio origen a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), participó en los mítines políticos de las elecciones de febrero de 1936. A partir del golpe de Estado de julio de 1936, fue nombrado alcalde de O Rosal a principios de agosto de 1936 hasta su muerte en 1948.

Alcalde de O Rosal (Pontevedra) entre los años 1936 y 1948.

Vicepresidente de la Cámara Oficial Sindical Agraria de Pontevedra.

Fundador y Secretario de la Unión Territorial de Cooperativas del Campo (UTECO)

Títulos:

Comendador de la Orden Civil del Mérito Agrícola.

Caballero de la Orden de Cisneros.

Placa: “El Municipio de El Rosal quiere evocar en este Grupo Escolar el recuerdo de quien ejemplarmente supo ser: Maestro de la Escuela, Forjador de Hombres del Campo; Orientador de la grandeza del Municipio y Guía de todos los que aman la honradez". A ti Loor y Gloria”.

 

 

 

 

 

[1] En los municipios rurales de Galicia existe la “parroquia” como demarcación local, aunque carece de reconocimiento legal expreso. Cada ayuntamiento está compuesto por un número de parroquias que varía en cada caso. Sobre este tema, pueden consultarse los trabajos de Xosé Mª Lema Suárez, Bamiro, un estudo do hábitat rural galego (Santiago de Compostela: COAG, 1977) y Xosé Fariña Jamardo, La parroquia rural en Galicia (Madrid: Instituto de Estudios de Administración Local, 1975).

[2]Profesor de la Escuela Normal de Pontevedra, fue ayudante de la sección Agronómica de Pontevedra, de la que fue nombrado jefe en 1925. Desarrolló además una amplia actividad periodística como colaborador de O Galiciano, El Anunciador, A Tía Catuxa, La Revista Popular, La Unión Republicana, Crónica de la Asamblea Pedagógica y Exposición Escolar, El Noticiero Gallego, El Diario de Pontevedra e dirigió la revista Galicia Agrícola. José López Otero defendió la necesidad de incluir las prácticas agrícolas en el currículum de las escuelas rurales como instrumento eficaz para desarrollar las aptitudes y capacidades del alumnado. Es autor de varios trabajos de carácter didáctico relacionados con la actividad agrícola: De la Viña (1923), Los jardines escolares (1925), Libro de la Agricultura regional (1931) y La Viña (1936).

[3] íbidem.

 

[4] Ibidem.

[5] Ïbid., p. 31.

[6] Íbid., p. 5.

[7] Íbid., p. 31.

[8] Íbidem.

[9] El mirabel es una variedad de ciruela, muy común en Francia y Alemania pero desconocida en España. José Sánchez supo encontrar en las tierras ácidas y soleadas del Baixo Miño las condiciones perfectas para su producción y comercialización.

 

 

Obras del autor/a

(1925). Los jardines Escolares. Villagarcía de Arousa, Tipografía de “Galicia Nueva”, 1925, 29-32.

Autor de la biografía

Xosé Manuel Malheiro Gutiérrez

Bibliografía

 

Malheiro Gutiérrez, Xosé Manuel (2002): “Tra-los pasos de Décroly: a escola no medio natural en Galicia a comezos do século XX”. Adaxe, Revista de Estudos e Experiencias educativas 18, 45-67.

Xoan Martínez Tamuxe (1974-1985) “Sánchez García, José”, en S. Cañada (ed.) Gran Enciclopedia Gallega (p. 235). Santiago-Gijón, Tomo XXVII.