VICENTI REGUERA, Eduardo

Este político gallego del tiempo de la Restauración decimonónica, nacido en A Coruña en 1857 y muerto en Madrid en 1924, militó en el Partido Liberal, siendo diputado por la provincia de Pontevedra desde 1886 hasta su fallecimiento; en calidad de tal se ocupó a menudo, tanto de asuntos relacionados con la enseñanza pública y con su profesorado, como del desarrollo de la agricultura y de las cuestiones sociales afectadas, llamando la atención en este caso sobre la necesidad de transformar la propiedad de la tierra regida por el sistema foral en propiedad libre (algo que afectaba singularmente a los labradores de Galicia), siendo por este motivo por lo que presentó y defendió en 1907contra los criterios conservadores una importante proposición de ley sobre foros y subforos, por lo que fue reconocido como directivo de la Liga Agrario-Redencionista con anterioridad a 1910, y por lo que escribió sobre estos asuntos en diversos momentos.

Eduardo Vincenti, después de realizar los estudios de derecho en la Universidad de Santiago, desarrolló, pues, una notable carrera política: parlamentario, director general de Administración y Fomento del Ministerio del Interior, Director General de Enseñanza Primaria, concejal y alcalde de Madrid, presidente del Consejo de Instrucción Pública, y vicepresidente primero del Consejo de Ministros. Renovó su acta de diputado en quince ocasiones hasta 1923. Estuvo casado con Dolores Montero Villegas, hija de don Eugenio Montero Ríos, con quien hizo tándem político en tantas ocasiones.

Fue un notable publicista, con textos como Estudios sobre las reformas penitenciarias (1880); Reformas más convenientes para el mejoramiento de la clase obrera (1884); La propiedad foral en Galicia (con prólogo de Joaquín Díaz de Rávago) (1888); La libertad de prensa (1902); Estudios sobre emigración (1908); El problema agrario en Galicia. Redenciones. Censos y foros. Acción parlamentaria (1917).
Pero también, y como dijimos, tuvo una viva preocupación por el desarrollo de la educación, como puso de manifiesto en las múltiples intervenciones parlamentarias que reunió en uno amplio texto editado en 1916, en las intervenciones realizadas desde la presidencia de diversas Asambleas nacionales y regionales y de diversos congresos de interés pedagógico, e incluso en varias intervenciones internacionales cómo representante del Gobierno español.

Fue Presidente de la Liga de los Amigos de la Enseñanza y dirigió el Boletín de la Liga Protectora de la Educación Nacional a comienzos del siglo XX, con marcados signos regeneracionistas; era uno de los vocales de la Junta de Ampliación de Estudios y como tal fue designado para representar al Gobierno español en el III Congreso Internacional de Educación Popular celebrado en Bruselas en 1910, en el que tuvo una viva participación. También en 1911 volvió a ser propuesto por la JAE, junto con Rafael Altamira, siendo nombrado por el Ministerio de Instrucción Pública cómo delegado español para el l Congreso Internacional de Paidología, el primer congreso europeo de este tipo que pretendía establecer con amplio consenso unas bases sobre la comprensión cultural, científica y racional de la infancia.

Es interesante anotar que, como consecuencia de su participación en el Congreso de Bruselas de 1910, editó una Memoria (La educación popular, 19911), donde defendía la necesidad de introducir reformas relativas a la gratuidad y obligatoriedad de la educación, a la educación de las mujeres, a la educación técnica y de adultos, a la educación especial, haciéndose eco, al tiempo, de numerosas experiencias belgas relacionadas con los asuntos anteriores, con el uso de bibliotecas y museos escolares, con el cinematógrafo, con las escuelas al aire libre y con las colonias escolares, además de referirse con simpatía a notadas figuras de la pedagogía belga, como eran los casos del también masón Sluys, promotor de la Liga de Enseñanza Belga, de Demoor, de Vermeylen, o del profesor parisino Poincaré.

Su defensa constante de la necesidad de avances corporativos y profesionales para el Magisterio le dio credibilidad entre este sector profesional, que lo honró dedicándole un busto y un singular pedestal en los jardines de la Alameda de Pontevedra, que traemos a la galería grafica de esta página.