VELASCO ARANAZ, Pilar

Pilar Velasco Aranaz, nacida en 1883 en Algeciras, Cádiz, donde su padre era administrador de aduanas, inició los estudios de Magisterio en 1910, a los veintisiete años, en la Escuela Normal de Maestras de Sevilla. Con calificación de sobresaliente en todas las asignaturas, en 1912 obtuvo premio extraordinario en la reválida y en 1913 le fue emitido el Título de Maestra. Ya había cursado asignaturas de taquigrafía y de inglés en las clases que organizaba la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Sevilla. Estudió el bachillerato y comenzó la carrera de Filosofía y Letras para, en los años treinta, finalizar la licenciatura en Derecho en la Universidad de Sevilla, con Título firmado en febrero de 1933.

Las calificaciones obtenidas, el interés por la educación y la madurez personal, seguramente contribuyeron a que el curso siguiente fuera nombrada profesora especial interina de Contabilidad Mercantil en el mismo centro donde había terminado la carrera. No llegó a ser profesora numeraria, dejando, pasados los años, la docencia con maestras.

Cuando se estaba iniciando la docencia publicó un trabajo en el que afirmaba: «considero de vital importancia, todo lo que se refiere a la enseñanza femenina y al progreso y cultura de la honrosa profesión que tengo orgullo de haber elegido libremente, por espontanea vocación de mi alma». Fueron numerosos los artículos en prensa y los folletos publicados, lo mismo que los certámenes y premios a los que se presentó. Las temáticas tratadas giraron en torno a cuestiones, mayoritariamente, sobre educación, mujeres, alguna disciplina científica, religión y política, actividad en la que se implicó durante la Segunda República.

En octubre de 1912, fue premiada en el certamen científico-literario, celebrado con ocasión del centenario de las Cortes de Cádiz, bajo el lema «Cádiz, baluarte de la enseñanza durante la invasión napoleónica», por su trabajo sobre «Influencia de la mujer en la desaparición del analfabetismo en España».

Fruto de una rápida toma de conciencia de la situación de descuido que sufrían las profesoras de Escuelas Normales publica, en ese mismo año de 1912, ¿Qué deberá hacer el profesorado femenino en las Normales para conseguir que se le concedan por el Estado las consideraciones que merece y para que las Normales españolas femeninas se igualen a sus similares del extranjero?. Respondía al tema propuesto en el XII Certamen científico, literario, artístico y pedagógico de la Real Asociación de Maestros de primera enseñanza San Casiano de Sevilla; recibió uno de los premios. Al mismo Certamen presentó otra aportación al tema Estudio crítico sobre los distintos sistemas de graduación de Escuelas Normales, premiado con un accésit.

Su participación en la prensa fue continua sobre temas educativos generales y sobre los que afectaban a las mujeres. En varias ocasiones se trató de textos enviados a diferentes certámenes pedagógicos y premiados. Por ejemplo, «Crítica de los periódicos para niños» y «Carácter de una revista infantil y secciones que debe comprender», o «El cinematógrafo como medio de educación e instrucción», premiados en el Certamen pedagógico de la Asociación de Maestros Católicos de Zaragoza de 1913. En el Certamen pedagógico, científico, literario y artístico de la asociación San Casiano de Sevilla fue premiada, en 1912 por la monografía Estudio crítico sobre los distintos sistemas de graduación de Escuelas Primarias, en 1913 por El profesorado femenino y ¿Es la mujer inferior al hombre moral e intelectualmente?, en 1914 por La pedagogía y el periodismo, ¿es éste un medio educativo? Publicó La memoria en la taquigrafía, Leyendo a Santa Teresa. La educación femenina. Sus varios aspectos, La educación femenina. Sus beneficios.

Interés por la educación de las mujeres que mantiene a lo largo del tiempo y que explica la solicitud que presenta en octubre de 1920 a la Junta para la Ampliación de Estudios con el objetivo de «estudiar la enseñanza superior femenina en Bélgica por tiempo de cuatro meses».

Fue muy activa en el asociacionismo femenino y en reclamar derechos para las mujeres. En 1920 formó parte del equipo fundador de la Confederación Católica Femenina de Estudiantes, en asociaciones profesionales, en la Acción Católica de la Mujer y, durante la etapa política de la dictadura de Primo de Rivera comenzará a definirse públicamente en su orientación política. Participa en 1926 en una manifestación de mujeres «para conmemorar la acertada política del marqués de Estella en África». Figura entre las que acudieron a felicitarle en nombre de todas las mujeres españolas. En mayo de 1930 interviene en el Lyceum Club femenino de Madrid con una conferencia sobre Literatura romántica española.

Durante la Segunda República se implicó más directamente en la vida política como militante de Acción Popular, llegando a ser vicepresidenta de su agrupación femenina. Activa redactora y propagandista intervino en mítines organizados en diferentes localidades, Brunete; Valencia, Ávila, Madrid, animando a las mujeres a preparase para actuar en política. Defendiendo siempre en esas situaciones la participación política de las mujeres.

En los años 1932 y 1933 escribe varios artículos en la revista Ellas sobre cuestiones relacionadas con la implicación que se solicita a las mujeres católicas en la vida ciudadana pública, incluso política; escribe sobre la oratoria, sobre la unión de las mujeres, sobre la propaganda, sobre actitudes necesarias. Fue una de las tres mujeres que actuó como ponente en los Cursos de Verano de Santander de 1934 hablando de «Las artes plásticas españolas»; un tema que había trabajado unos años antes y con el que ganó un accésit en los premios convocados por la Asociación Universitaria femenina.

En diciembre de 1934 fue nombrada vicepresidenta del Jurado mixto de Vestido y Tocado (Modistería, Peletería, etc.) de Madrid por el Ministerio de Trabajo, Sanidad y Previsión, cargo del que es cesada en abril de 1936. En enero de 1935 recibe un nuevo nombramiento para formar parte de la Comisión Interina de beneficencia y asistencia pública de Madrid, en su condición de abogada.  Su dedicación es múltiple en estos años de la Segunda República, como había sido siempre en distintos espacios, proyectos y relaciones. Una mujer que prestó su palabra a las cuestiones y acontecimientos que consideraba importantes.