BARTOLOMÉ COSSÍO, Manuel

Pseudónimo/nombre adoptado

COSSÍO, Manuel

Lugar de nacimiento

Haro

Fecha de nacimiento

22-02-1857

Fecha de fallecimiento

02-09-1935

Lugar de actividad

Madrid

Profesión

Catedrático/a
Profesor/a

 

Hijo del juez Patricio Bartolomé y Flores Calderón y de Natalia Cossío Salinas, nació en Haro (La Rioja). Pasó su infancia en los lugares de destino de su padre, en un ambiente rural. El 8 de septiembre de 1868 entró en el colegio de sacerdotes seglares de El Escorial. Poco después del fallecimiento de su padre, en 1871, inició los estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid, teniendo como condiscípulos a Clarín, Menéndez Pelayo y Joaquín Costa. En una ocasión, Costa le invitó a asistir a una conferencia dominical de Francisco Giner de los Ríos. “He aquí una fuerza que es necesario explotar”, le dijo Costa a Giner al presentarlo. Fue el principio de inteligencia entre ambos, que les llevaría a la creación de un vasto proyecto educativo y de reforma de la sociedad española, clave de toda nuestra cultura contemporánea. Al terminar sus estudios de Filosofía y Letras continuó su formación en la  Escuela Superior de Diplomática durante los cursos 1876-1877 y 1880-1881, por consejo de Juan Facundo Riaño quien despertó su pasión por el Arte. No obstante, la recientemente abierta Institución Libre de Enseñanza (ILE) le llevó a centrarse en el estudio pedagógico.

Cossío fue un viajero incansable desde la creación de la ILE en 1876. Entre noviembre de 1879 y julio de 1880 permaneció en Italia como pensionado en el Colegio de San Clemente de los Españoles de Bolonia. Conoció allí las teorías pedagógicas de Siciliani, que no le acabaron de convencer y tuvo sus primeros contactos con el movimiento froebeliano, especialmente en un viaje a Nápoles que le permitió conocer a Julia Salis Schwabe. En Roma tomó contacto con el orfebre Augusto Castellani y en su casa conoció a Charles Drury Fortnum y su primera esposa Fanny Matilda Keats. En una velada con Terenzio Mamiani conoció a Thomas Davidson, con quien mantuvo una larga conversación. En julio de 1880, sin regresar a España, se trasladó a Bruselas para participar en el Congreso Internacional de Enseñanza que organizaba la Ligue de l’Ensegnemeint belga y fue allí donde hizo un discurso en el que presentó, por primera vez, internacionalmente a la ILE y explicó su sistema de excursiones escolares y estableció un fuerte vínculo con los educadores belgas, en especial con Alexis Sluys.

En 1882 se celebró el Congreso Nacional Pedagógico en el que participó con una ponencia en la que expuso algunas de las líneas maestras de la reforma institucionista para la primera enseñanza: educación integral en desarrollo ascendente; rechazo al libro de texto; alta preparación del profesorado, especialmente el destinado a zonas rurales; y enseñanza cíclica y activa. Ese mismo año ganó la cátedra de Historia de las Bellas Artes de la Escuela de Barcelona, pero enseguida regresó a Madrid para preparase para la dirección del Museo Pedagógico, plaza que ganó en diciembre de 1883. El organismo pronto se convertiría en el centro de alta cultura pedagógica más importante de España. Para prepararse a esta plaza inició un viaje de más de cincuenta días en los meses de agosto y septiembre de 1882 por varios países europeos en los que pudo contrastar el valor de la pedagogía practicada por la ILE, que Henriette Breymann, máxima dirigente del movimiento froebeliano, le confirmó diciéndole: “puedo asegurarle a Vd. que nadie interpreta hoy en Europa el pensamiento de Froebel como esa Institución. Alemania tiene mucho que aprender de ella. Sus ideas no se sueñan siquiera aún por aquí; vendrán también en su día, pero va España muy por delante de nosotros”.

En 1883 visitó Portugal acompañado de Giner, poniéndose en relación con varios miembros de la Geração de 1870 como Francisco Adolpho Coelho, y en 1884 llegó por primera vez a Londres, conociendo a John Tyndall, Benjamin Jovett y Lyulph Stanley, entre otras personalidades. En todas estas expediciones establece una densa red de relaciones que fue afianzando en sus viajes de 1886, 1888 y 1889, para asistir a congresos pedagógicos, en los que se reunían los grandes pensadores liberales de la educación de Europa y América. En estos viajes reforzó su relación con Ferdinand Buisson, James Guillaume, Friedrich Dittes o William T. Harris.

En 1885, leyó su tesis doctoral sobre el Timeo de Platón, y desde ese año hasta 1892, en que se celebraría el Congreso Pedagógico Hispano-Portugués-Americano, se sumergió en la actividad del Museo, donde no descuidaba su dedicación a las cuestiones tangibles que la educación planteaba en el día a día. Dirigió en 1887 la primera colonia escolar española, que fue ejemplo para las que después se realizaron por todo el país. Al año siguiente presentó la experiencia en el Congreso de Colonias Escolares de Zurich que admiró a Edmond Cotttinet, quien afirmó que era el mejor informe de todos los presentados.

Su conocimiento de la educación y el haber obtenido en dos ocasiones una plaza como profesor público, hizo que fuese nombrado en 1904, catedrático de Pedagogía Superior en el doctorado de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, y ese mismo año realizó un viaje a los Estados Unidos para participar en el Congreso Internacional de Educación que se celebraba en San Louis, donde conoció a William Wistar Comfort e Isaac Sharpless, entonces presidente del Haverford College. En Nueva York trató al hispanista John D. Fitz-Gerald, y a Benjamín Richard Andrews, ambos de la universidad de Columbia. Seguramente a su paso por esta ciudad se entrevistó también con Archer Milton Huntington (1870-1955), que había fundado la Hispanic Society sólo unas semanas antes de su llegada, y de la que posteriormente sería asesor. Años después, Huntington y Cossío formarían parte del Patronato de la Casa-Museo de El Greco.

En 1887 también participó en la creación del Patronato Sierra Pambley con la apertura de su primera escuela en Villablino. El apoyo que dio a esta institución marca un hito en el desarrollo pedagógico de la ILE que por segunda vez se acerca a la formación técnica de la juventud, que ya antes había realizado con la Institución de Enseñanza de Pollença, abierta en 1879 por su amigo Guillem Cifre de Colonya. Fue desde el principio su director pedagógico y ejerció una notoria influencia, actuando como “maestro de obra” de las ideas de Giner, como también influiría poco después en la Escuela-Asilo Sotés, inaugurada en 1896.

En 1893  contrajo matrimonio con Carmen López Cortón y Viqueira, en el Santuario del Monte del Bom Jesus de Braga, instalándose en la casa de la Institución Libre de Enseñanza, en cercanía con Giner y su amigo Ricardo Rubio, que se casaría algo más tarde con Isabel Sama. Pasará los años siguientes muy dedicado a la escuela, y dando varios cursos en el Ateneo de Madrid sobre “Los problemas contemporáneos de la ciencia de la educación” desde el curso 1896-1897. En 1903 fue nombrado profesor de la Escuela de Criminología, en la que permanecerá hasta 1924.

Por una R.O. el 1 de diciembre de 1908, la Junta para Ampliación de Estudios le concedió una pensión para estudiar la organización de los Seminarios pedagógicos en Alemania, Inglaterra y Francia. Salió, acompañado de su familia, el 25 de diciembre de ese año y permaneció fuera de España durante un año y cinco meses. La mayor parte del tiempo vivió en Berlín cuyo ambiente cultural pudo conocer muy bien gracias a Julius Meier-Graefe y Leo von König. El libro que había escrito sobre El Greco le abrió todas las puertas: Cassirer lo había leído y cuando fue a visitar a Valerian von Loga, el director del Museo de Berlín, se encontró con que lo tenía encima de la mesa de su despacho. Entre enero y julio de 1910 regresó a Madrid para hacerse cargo del Museo Pedagógico, debido a una repentina enfermedad de su subdirector, Ricardo Rubio. La última parte de su pensión la disfrutó en Bruselas y Londres. En la capital belga asistió al III Congreso de Educación Popular que organizaba la Ligue de l’Enseignement, en el que tuvo trato de alta autoridad por parte de la organización. En octubre pasó a Inglaterra, visitando escuelas y organismos destinados a la preparación de los maestros, y se entrevistó con los técnicos del Board of Education y del County Council de Londres y dio una conferencia sobre coeducación en la King Alfred School.

En los años siguientes empezaría a pasar su tiempo en la Residencia de Estudiantes, creada en 1910, para charlar con sus amigos y discípulos como Juan Ramón Jiménez, Castillejo, Llorca o Santullano y supervisar las expediciones de maestros que la propia Junta para Ampliación de Estudios empezaría a organizar a partir de 1911. También solía llevar a algunos de los huéspedes ilustres a visitar Toledo, como fue el caso de Einstein o Howard Carter. Tras la muerte de Giner en 1915, continúa las labores de la ILE. En 1921 es nombrado Consejero de Instrucción Pública, organismo en el que no puede hacer otra cosa que una labor de honesta minoría, y en el que fue antagonista del jesuita Ramón Ruiz Amado que deseaba disolver la Junta para Ampliación de Estudios.

En 1931, ya jubilado de todas sus responsabilidades públicas desde 1929, fue nombrado presidente del Patronato de Misiones Pedagógicas. Dedicó así todos los esfuerzos de los últimos años de su vida a orientar sus actividades y a hablar con los jóvenes que iban por los pueblos y aldeas, con quienes departía largas horas escuchando sus relatos. Cossío hacía hincapié en la importancia de entregarse a la libertad de pensar y disfrutar con aquello que no vale para nada, sino que vale por sí mismo. Lo que él mismo definió como “la celeste diversión que la humanidad, por miserable que sea, persigue con afán al par del alimento” y creía que había que llevar a los campesinos algunas de las luces de los bienes culturales que disfrutaban las ciudades, y para ello se utilizaron el cine, el teatro, el guiñol, loa audiciones culturales, audiciones públicas, o las exposiciones de copias de cuadros del Museo del Prado, pero lo más llamativo es que aquellos jóvenes que iban por las aldeas se sentían, a su vez, influidos por el pulso de una España inédita, desconocida en el mundo urbano. La última ocasión que salió de su refugio en Collado Mediano, donde finalmente falleció, fue el 15 de mayo de 1935 para participar en las actividades del Teatro y Coro de las Misiones Pedagógicas en Bustarviejo (Madrid). La II República le concedió el título de “Ciudadano de Honor”, dignidad que sólo alcanzaría también Unamuno.

El pensamiento educativo de Cossío, de raíz krausista y fröbeliana, se caracterizó sobre todo por su reacción contra una educación intelectualista y abstracta que ponía todo el énfasis en el proceso instructivo, olvidando la formación del carácter, valores morales y personalidad de los alumnos. Propuso una educación total, integral y armónica, en la que el sentimiento y la voluntad eran cultivados junto al pensamiento, conforme a una concepción del hombre y de las cosas que, como recuerda Xirau, tenía su raíz en la mejor tradición del romanticismo germánico y en la práctica de la civilización anglosajona, pero también en cierta tradición milenaria de la cultura hispánica. Desde un principio Cossío consideró que no había categorías en la función educadora y que un buen maestro de aldea era un profesor tan digno, y por consiguiente susceptible de ser remunerado con el mismo sueldo, que un catedrático de Universidad.

Consideraba que educar es vivificar y la escuela, el lugar en el que hombres y mujeres se podían forjar un ideal de vida en libertad; el crisol de una sociedad democrática que unía a los niños sin ningún tipo de discriminación; un sitio donde no caben los prejuicios y los dogmas, ni otra meta más auténtica que el propio placer de aprender. El maestro era la levadura que posibilitaba a los niños las condiciones para hacer esto posible, y por ello daba mucha importancia a sus ideales, a su vocación y tacto pedagógico, a su personalidad, porque como agente vivificador es quien les muestra el mundo. Pensaba así que lo que más caracterizaba a un buen maestro, a una buena maestra, era su profundo respeto por la infancia y creía que su labor, en un sentido más auténtico, se correspondía con una misión artística e incluso poética. El maestro es el artista de la más delicada de las artes: es quien despierta el arte de la vida en su íntegra y armónica totalidad, ya que estaba convencido que una vida digna de ser vivida tenía que aspirar a convertirse en una obra de arte.

 

Obras del autor/a

 

Carácter de la Pedagogía contemporánea (1879)

Comment doivent être pratiquées les excursions scolaires (1882)

Situación de la instrucción pública en Bélgica (1885)

Sobre la educación estética (1887)

La primera colonia escolar de Madrid (1888)

La enseñanza primaria en España (1897)

Notas sobre construcción escolar (1900)

El maestro, la escuela y el material de enseñanza (1906)

El Greco (1908)

El arte en Toledo (1925)

De su jornada (1927)

 

Autor de la biografía

OTERO URTAZA, Eugenio

Bibliografía

 

Castro, A. (1935) Manuel B. Cossío. Fue él y fue un ambiente, BILE, LIX-904, 202-211.

Otero Urtaza, E. (1994). Manuel Bartolomé Cossío. Trayectoria vital de un educador. Madrid: CSIC/Residencia de Estudiantes.

Santullano, L. A. (1946). El pensamiento vivo de Cossío. Buenos Aires: Losada.

Xirau, J. (1945). Manuel Bartolomé Cossío y la educación en España. México: El Colegio de México.