CAMPO ZURITA, Julián

Fecha de nacimiento

1891

Fecha de fallecimiento

1978

Lugar de actividad

Asturias
Tenerife

Profesión

Maestro/a

 

Su padre era tipógrafo y también maestro mediante Certificado de Aptitud y su madre ama de casa. Comienza su ejercicio en aldeas del concejo de Salas (Asturias). Como interino en 1905 en Soto de los Infantes, a continuación, en Ardesaldo. Tras obtener el título de maestro elemental, regenta la escuela elemental de Mallecina y luego una sustitución en la capital del concejo. El 1 de mayo de 1909 se posesiona de la escuela incompleta de Igüeste de Candelaria (Tenerife) a donde había sido nombrado, tras la oportuna solicitud, por el rector de la Universidad de Sevilla. El local de la escuela de dicho destino carecía de ventana y tan sólo disponía del material escolar que aportaban los alumnos. En septiembre de 1910 vuelve a Asturias donde sería el resto de sus destinos. En primer lugar, Camuño, Salas, para ejercer también en un local deficiente, con una sola ventana e intermedio entre el cementerio y la iglesia. En 1913, tras una oposición, le cupo Villar de Zuepos en el concejo de Miranda. En febrero de 1917 pasa a San Martín de Arango (Pravia) donde, a la vista del sótano en que estaba alojada la escuela, consiguió aunar esfuerzos para la construcción de un edificio adecuado. Se hizo cargo allí de la Sociedad Agrícola de Pravia, luego adherida al Sindicato de Labradores Asturianos, afecto a la Unión General de Trabajadores. Perteneció también a la Asociación de Maestros del Partido de Pravia de la que fue elegido representante en 1919 para una asamblea en Madrid de la Asociación Nacional del Magisterio Primario convocada en pro de mejoras salariales y a la que hubo de acudir con un traje prestado por no disponer de ropa adecuada. En dicha asamblea se marcaron dos tendencias para alcanzar el objetivo propuesto: “la de los maestros católicos que abogan por el lloriqueo, las súplicas humildes (…) Y (…) uno de los maestros del grupo radical (…) propugna que la Asociación (…) ingrese en la Unión General de Trabajadores” lo que dio lugar a una gran controversia y al rechazo de la proposición. Defendida esta misma opción al regreso en la asociación del partido, también resultó desechada, pero fue aireada en una intensa campaña en la prensa asturiana llegando el clero a proponer su excomunión, según recuerda el autor. En septiembre de 1922 se posesionó de la escuela de Trevías (Valdés) donde, a pesar de su observancia católica, hubo de enfrentarse al clero local por mantener independiente la escuela de los actos parroquiales. En 1923 fue elegido presidente de la Asociación de Maestros del partido de Luarca (Valdés), colaboró en la prensa local y asumió la defensa de algún maestro o maestra frente a las intromisiones del clero. En 1928 fue elegido representante de la Federación Provincial de Asociaciones del Magisterio de Asturias en la junta directiva de la Asociación Nacional del Magisterio Primario para acudir nuevamente a Madrid. También lo hizo en 1929 para abordar como siempre cuestiones sobre los escalafones y salariales, llevando él además la defensa de los maestros del Certificado de Aptitud a quienes se había apartado y cuya reposición se consiguió. Como cargo directivo de la Federación provincial participó en la organización del congreso del Magisterio asturiano celebrado en 1930. En la semana santa del año siguiente volvió a asistir a la junta directiva nacional en Madrid, pero confiesa que el ambiente que se respiraba y la provisionalidad de las autoridades tornaban vanas las reivindicaciones. En los años republicanos aceptó, no muy convencido, la corresponsalía “administrativa” del periódico socialista “Avance” en su localidad. Una decisión que le posteriormente le causaría complicaciones. Por otra parte, su trabajo en la escuela se veía dificultado por la excesiva matrícula (120 alumnos), situación que vio aliviada con la creación de dos escuelas en las inmediaciones. En septiembre de 1934 se trasladó a la escuela graduada de Ceares (Gijón) donde los maestros hubieron de hacer frente a las consecuencias de la revolución adoptando locales provisionales y él, como algunos otros, recaudó ayudas entre el Magisterio para los compañeros presos también con funestas consecuencias posteriores. A principio de 1936 fue elegido presidente de la Asociación de Maestros de Gijón y, una vez iniciada la guerra fue requerido por la Asociación de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT) para que llevara la contabilidad del sostenimiento de los orfelinatos de milicianos. Inmediatamente después, la Consejería de Instrucción Pública del gobierno regional en guerra le nombró habilitado general para el abono de los haberes del magisterio. Cuando cayó Asturias en manos de los sublevados (octubre de 1937), consciente de la represión que le acechaba, anduvo escondido unas semanas hasta que finalmente hubo de presentarse y en ello, fue detenido en base a las primeras acusaciones (incluso de sus propios compañeros de derechas) por su actuación en los años republicanos en Trevías y en los meses de guerra en Gijón. Sometido a consejo de guerra el 29 de enero de 1938, libró la pena de muerte, pero fue condenado a 30 años de prisión que padeció a partir de febrero de 1938 en Celanova (Orense). Allí, junto con otros condenados cualificados y el capellán de la prisión colaboró en la alfabetización y organización de actividades escolares y culturales destinadas a otros reclusos menos ilustrados o en certámenes literarios de corte tradicional. En junio de 1941 recibió la libertad condicional, aunque había de disfrutarla lejos de su domicilio, situación que aprovechó para impartir alguna clase particular y todavía sufrió una nueva acusación de supuesta afiliación masónica que logró desvanecer. Tras el fin del destierro (cuya fecha no concreta) tuvo la oportunidad de entrar a impartir enseñanza en una academia particular en Gijón. En 1950 se extinguió su penalidad y, puesto que seguía suspendido “provisionalmente” de empleo y sueldo desde 1938, solicitó la rehabilitación al Ministerio de Educación para lo que buscó informes favorables e incluso apoyos clericales, pero nada valió hasta diciembre de 1962 cuando ya, cumplido los 71 años, únicamente cabía la jubilación.

Su autobiografía constituye un testimonio de primera mano sobre las condiciones de vida del maestro rural del primer tercio del siglo XX y sobre la represión ejercida contra el magisterio tras la Guerra Civil. Al propio tiempo, el relato de su peripecia vital nos trasmite la riqueza de una memoria prodigiosa impregnada de detalles etnográficos y costumbristas que constituyen un buen retrato de la vida asturiana a lo largo del siglo XX.

 

Obras del autor/a

 

Campo Zurita, Julián (2009). Los avatares de una vida (Memorias de un maestro asturiano). Gijón: Muséu del Pueblu d´Asturies - Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón.

Campo Zurita, Julián (4 de noviembre de 1919). El clero y el magisterio. A la Federación de Asociaciones de Maestros de Asturias y a todas las Asociaciones del magisterio de Asturias, El Noroeste, sin paginar.

Campo Zurita, Julián (10 de junio de 1923). Sobre el suceso de Escoredo (Pravia). El magisterio y el clero, El noroeste, sin paginar.

 

Autor de la biografía

BORQUE LÓPEZ, Leonardo

Bibliografía

 

Borque López, L. (1991). El Magisterio Primario en Asturias. Sociedad y educación (1923-1937). Oviedo: Ministerio de Educación y Ciencia, Delegación Provincial de Asturias.

Borque López, L. (2010). La represión violenta contra los maestros republicanos en Asturias. Oviedo, KRK ediciones.

Borque L. y Suárez López, J. (eds.). (2009). Estudio preliminar.  En Julián Campo Zurita, Los avatares de una vida (Memorias de un maestro asturiano) (pp. I-XXIII). Gijón, Muséu del Pueblu d´Asturies - Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijón.