MEDRANO ARANDA, Guillermina

Lugar de nacimiento

Albacete

Fecha de nacimiento

08-12-1912

Fecha de fallecimiento

28-09-2005

Lugar de actividad

Valencia
Santo Domingo (República Dominicana)
Whasington (USA)

Profesión

Maestro/a
Profesor/a

 

La maestra y profesora Guillermina Medrano nació el 8 de septiembre de 1912 en Albacete, lugar del que eran originarios sus padres. Al poco falleció su padre y su madre, Efigenia Medrano, decidió tiempo después trasladarse a Valencia buscando mejores oportunidades. Guillermina llegó con seis años a esa ciudad y allí realizó toda su formación y desarrolló casi por completo su actividad profesional y política hasta que tuvo que marchar al exilio. Estudió bachillerato en el Instituto Luis Vives y Magisterio con el Plan Profesional de la II República en la normal. Amplió su formación en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se especializó en la educación de niños con discapacidad psíquica. También estuvo becada en 1933 en la Residencia de Señoritas de Madrid, entidad directamente vinculada a la Institución Libre de Enseñanza. Una vez graduada fue destinada en 1935 al Colegio San Vicente Ferrer de Liria, un moderno grupo escolar que había sido inaugurado unos años antes. De acuerdo con esas referencias Guillermina Medrano recibió una buena formación pedagógica, producto del estimulante ambiente educativo y cultural de la II República y procedente de una familia modesta pudo y supo convertirse en una muy competente profesional de la enseñanza.

De ideología progresista por tradición familiar, siendo estudiante se afilió a la Federación Universitaria Escolar (FUE), en 1932 a las Juventudes del Partido Republicano Radical Socialista y en 1934, con la crisis y escisión de ese grupo, formó parte de la corriente que se integró en Izquierda Republicana, el partido que lideraba Manuel Azaña. En este periodo de afirmación y conformación de su identidad política influyó bastante Fernando Valera, -destacado intelectual y político republicano que ocupó diversas responsabilidades gubernamentales en España y en el exilio-, vecino y amigo de la familia Medrano. Como rasgo distintivo, debe señalarse que ya desde los inicios de su actuación pública, Guillermina Medrano siempre se preocupó por la situación de desigualdad de sufrían las mujeres. Reivindicando con los hechos un espacio propio para ellas, fue fundadora del Comité Femenino de Izquierda Republicana, el cual tuvo como meta incorporar los problemas de la mujer al programa del partido. Durante su militancia en esta organización, y gracias a su facilidad de palabra, participó asiduamente como oradora en distintas campañas, en especial en la electoral de febrero de 1936 que dio el triunfo al Frente Popular. El partido reconoció su valía situándola en puestos destacados y de ese modo en junio de 1936 se convirtió en la primera mujer en ocupar una concejalía en el consistorio de la ciudad de València, todo un ejemplo del avance en los derechos de las mujeres llevado a cabo en el periodo republicano.

Durante los primeros meses de la Guerra Civil, Guillermina Medrano siguió con sus responsabilidades en el Ayuntamiento y además desempeñó diversas tareas en las organizaciones de ayuda a la infancia. Formó parte del Comité de Refugiados que se formó en València para atender a las personas, especialmente los niños y niñas, evacuados de los frentes de combate. Igualmente, dirigió la escuela del Asilo San Eugenio –rápidamente renombrada Casa de Infancia Giner de los Ríos- que acogía a los niños atendidos por el Tribunal Tutelar de Menores. En abril de 1938 la trayectoria de Guillermina Medrano sufrió un giro crucial al ser nombrada delegada de las Juventudes del Frente Popular en la sede que la Alianza Juvenil Antifascista tenía en París. La misión principal de esta dependencia era concitar el apoyo internacional hacia la república española, sobre todo entre las organizaciones juveniles. De ese modo, con este brusco cambio en su trayectoria y en medio de un contexto repleto de urgencias de todo tipo, la maestra Medrano pasó de desenvolverse en una dimensión netamente local a otra internacional, que ya no abandonaría a partir de ese momento.

En el desempeño de sus funciones en la capital francesa mantuvo serias diferencias de criterio con los representantes comunistas que trabajan allí. Se trató de un fiel reflejo de las importantes diferencias existentes entre los grupos que integraban el gobierno republicano. Desde la perspectiva ideológica, durante toda su trayectoria tanto en España como en el exilio, Guillermina Medrano permaneció fiel a los principios reformistas y liberales del republicanismo español, representados por Manuel Azaña como personaje e Izquierda Republicana como partido. En consecuencia, se opuso permanente a las ideologías totalitarias. Sus tareas en la capital francesa se prolongaron hasta el final de la guerra, trabajando a partir de finales de 1938 como secretaria de Diego Martínez Barrio, presidente de las Cortes, mientras este formó parte del Comité de Ayuda a España.

Finalizada la Guerra pudo reunirse con su madre que había conseguido atravesar la frontera francesa, huyendo del avance de las tropas franquista en Cataluña, y llegar a Toulouse (Francia). También pudo localizar a su marido, el abogado valenciano y correligionario Rafael Supervía con quien se había casado en plena contienda. Este había podido abandonar la zona republicana en los últimos días de la guerra alcanzando las costas de las colonias francesas del norte de África en donde se encontraba ingresado en un campo de concentración. Dando pruebas de la enorme diligencia y saber hacer que la caracterizaban, la maestra Medrano consiguió interesar a varias autoridades galas con las que había mantenido contactos de trabajo durante su estancia en París. Tras intensas gestiones, su marido fue liberado y pudo viajar a París reuniéndose con su mujer en junio de 1939.

El estallido de la II Guerra Mundial el 1 de septiembre de ese mismo año impulsó a la maestra Medrano, a su marido y a su madre a cruzar al Atlántico. A las pocas semanas embarcaron con rumbo a la República Dominicana a donde llegaron el 7 de octubre de 1939. La situación de los exiliados republicanos españoles, unos 4.000, que fueron arribando a ese país nunca fue buena. La escasa capacidad de la economía y el férreo régimen impuesto por el presidente Leónidas Trujillo se convirtieron en barreras insalvables. De tal modo, que la inmensa mayoría se vio forzada a volver a emigrar hacia otros destinos, quedando instalados definitivamente en ese país en torno a un centenar. En estas circunstancias tan adversas la maestra Medrano, tras trabajar en la administración educativa dominicana, volvió a dar muestras de su capacidad de iniciativa y creó en 1941 el Instituto-Escuela de Ciudad Trujillo.

Se trató de un centro educativo de prestigio al que acudía gran parte de los hijos del personal diplomático de las embajadas ubicadas en la capital y una de cuyas señas de identidad fue trabajar con una metodología pedagógica innovadora y moderna. El colegio, que empezó a modo de clases particulares, se consolidó y fue necesario ampliarlo, por lo que se construyó un edificio de nueva planta, inaugurado en 1944. Gran parte del claustro estuvo integrado por maestros españoles exiliados y el proyecto del nuevo inmueble fue obra de otro exiliado, el arquitecto Tomás Auñón. Un ejemplo más de la aptitud para el trabajo, la certera capacidad para analizar las situaciones, por difíciles que fueran, y de encontrar la mejor manera de afrontarlas con éxito que caracterizó el comportamiento de la maestra Medrano. La iniciativa del Instituto-Escuela fue todo un éxito del exilio republicano español en la República Dominicana, y, además, no se trató de un episodio momentáneo o coyuntural, ya que el centro ha estado en funcionamiento durante décadas.

En 1945, con el final de la guerra mundial y el incremento de la ideología anticomunista, el presidente Trujillo comenzó a tener menos impedimentos para reprimir el menor atisbo de disidencia. Ante esa situación, el matrimonio Medrano Supervía estimó oportuno trasladarse a los Estados Unidos, dejando el Instituto-Escuela en manos dominicanas. Cualquier traslado de los republicanos españoles fue complicado, sobre todo en los primeros años, ya que casi todos los países que los acogieron establecieron estrictos requisitos de entrada. Los gobiernos de los Estados Unidos se caracterizaron por mantener una política muy restrictiva para otorgar permisos de residencia a los que huían de Europa. Es por ello que fueron muy escasos los republicanos españoles que consiguieron establecerse en ese país. En este selecto grupo se ubicó a partir del final de la guerra mundial el matrimonio Medrano-Supervía.

En esta nueva etapa del exilio, Guillermina Medrano continuó trabajando en la enseñanza. Ahora tuvo que reciclarse como profesora de español y también tuvo éxito en la nueva faceta. Durante 33 años enseñó español en el Sidwell Friends School, un destacado colegio de Washington. Su capacidad de iniciativa no quedó limitada a las clases, sino que fue más allá. Entre otras actividades, diseñó y dirigió desde 1957 a 1970 un programa de verano en la ciudad de México, para que sus estudiantes tuvieran la oportunidad de conocer y convivir con familias hispano hablantes. Con posterioridad, cuando se jubiló, continuó con algunas actividades profesionales, impartiendo clases de español como profesora visitante en la American University de Washington desde 1979 hasta 1983. Además, dando otra vez muestras de su capacidad de liderazgo, presidió durante varios años la sección de la American Association of Teachers of Spanish and Portuguese en la capital norteamericana.

Su capacidad profesional fue permanentemente reconocida por los directivos del colegio, el alumnado y sus familias Su labor en pro de la enseñanza del español mereció varios reconocimientos. Fue premiada en 1965 como Distinguished Secondary Teaching Award, por la Harvard University. Su entrega profesional también contó con el reconocimiento de las autoridades de la España democrática, que en marzo de 1986 la condecoraron con el Lazo de Dama de Isabel la Católica. La maestra Guillermina Medrano siempre procuró ir más allá en el aprendizaje del español, inculcando en sus alumnos el interés por la cultura española y muy especialmente por su literatura. De ese modo fue trenzando sólidos vínculos con muchos de ellos. Una muestra se concretó cuando a su jubilación, bastantes de sus exalumnos realizaron importantes contribuciones económicas para crear en el Sidwell Friends School, a modo de homenaje, The Supervía Endowed Faculty Chair for Spanish and Latin American Studies, que continúa en activo en la actualidad

Durante la estancia en los Estados Unidos, Guillermina Medrano y su marido Rafael Supervía no olvidaron los ideales que les habían llevado al exilio y no cejaron en apoyar la causa de la república española. Participaron muy activamente en American from Democraty Actión, un grupo que denunció constantemente durante décadas al régimen franquista ante las más diversas instancias de la administración norteamericana. También mantuvieron contactos muy frecuentes con compatriotas exiliados residentes tanto en Estados Unidos como en otros países, especialmente en México, a donde acudieron frecuentemente. Dentro de las corrientes internas del exilio republicano español ambos se situaron siempre en la que encabezaba el socialista Indalecio Prieto, con quien les unió una intensa y sincera amistad.

Tras su jubilación, Guillermina Medrano comenzó a pasar temporadas en Valencia, hasta que se instaló definitivamente. En esa etapa de su vida se preocupó mucho por la recuperación y el mantenimiento de la memoria del exilio republicano español de 1939. Alentó y participó en la edición en México del libro Nuevas Raíces. Testimonios de mujeres españolas en el exilio (1993), un trabajo pionero sobre la experiencia del exilio desde la perspectiva de género. Un acontecimiento muy importante en este capítulo consistió en la donación en 1998 de la valiosa biblioteca y archivo reunidos por ella y su marido a lo largo de más de seis décadas a la Biblioteca Valenciana - Nicolau Primitiu. Esa iniciativa posibilitó la creación en la misma del Departamento del Exilio Republicano, donde en la actualidad se custodian un conjunto especialmente valioso de libros, revistas. materiales y documentos de todo tipo relacionados con el exilio. En esos años también fue objeto de varios actos de homenaje y el Ayuntamiento de València le puso su nombre a una calle en la pedanía de Borbotó. La maestra Guillermina Medrano Aranda falleció en València el 28 de septiembre de 2005.

Obras del autor/a

Nuevas Raíces. Testimonios de mujeres españolas en el exilio. México, Joaquín Moritz, 1993.

Autor de la biografía

José Ignacio Cruz Orozco

Bibliografía

Cruz, José Ignacio (2017). Guillermina Medrano y Rafael Supervía. Testimonio y memoria del exilio republicano de 1939. Laberintos: revista de estudios sobre los exilios culturales españoles (19), 113-116.

Medrano, Guillermina y Cruz, José Ignacio (1998). Experiencia de una maestra republicana. Valencia, Real Sociedad Económica de Amigos del País.

Ruiz del Árbol Cana, Antares (2015), Hacer España en América, Guillermina Medrano Aranda (1912-2005). La pervivencia del magisterio republicano en el exilio americano, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia.

Ruiz del Árbol Cana, Antares (2017), De la incertidumbre al éxito. Guillermina Medrano una maestra republicana en Estados Unidos, Laberintos: revista de estudios sobre los exilios culturales españoles, (19), 127-154.