SAGRA PERÍZ, Ramón de la

Lugar de nacimiento

A Coruña

Fecha de nacimiento

1798

Fecha de fallecimiento

1870

Profesión

Botánico/a
Inspector/a de Primera Enseñanza
Profesor/a

 

Ramón de la Sagra, una figura con relieve intelectual transnacional, fue alguien que había asumido los mejores ideales de la Ilustración, que hacía gala de positivismo científico, que no eludió participar en los debates sociales del momento y que depositaba su confianza en el desarrollo de la educación al servicio de la reforma social. En él hay investigación científica, viajes internacionales, actividad política parlamentaria, iniciativas de creación de prensa escrita, ediciones en diversos países, controversias, actividad empresarial, correspondencia internacional: vemos en él un naturalista, un sociólogo, un economista, un comparatista, un teórico social y un político. También destacó su interés por lo escolar, desde los días en que en América había recorrido escuelas y otras instituciones para el socorro y la reforma social, como se manifiesta en sus libros de viajes y en su implicación en las primeras iniciativas hispanas de creación de escuelas de párvulos y primarias.

Ramón de la Sagra, luego de iniciar su formación académica y científica en su ciudad natal y en Compostela, con probable adscripción juvenil a la masonería, se traslada a Madrid, donde comienza a colaborar en 1820 en El Constitucional y entra en relación con los liberales doceañistas. En 1823 se trasladará a La Habana como catedrático de historia natural adjunto al Jardín Botánico, siendo nombrado también su director. En este campo, como en el de la mineralogía y la geología, desarrollará una amplia actuación científica, siendo nombrado miembro de distintas Sociedades y Academias, como la Linneana de París, la de Física y de Historia Natural de Ginebra, la de Ciencias Naturales de Filadelfia o la del Museo Real de Historia de París. Entre los años 1827 y 1831 funda y dirige los Anales de Ciencia, Agricultura, Comercio y Artes, donde deja entrever lo que serán sus preocupaciones intelectuales y educativas, mantiene correspondencia con figuras como A. von Humboldt, De Candolle, o F. Aragó. Además, conoce las ideas del llamado socialismo racional formuladas por el  sansimoniano barón de Colins, por las que se sentirá influenciado, y  en 1835 viaja a los Estados Unidos, con una estancia de cinco meses, dedicados al estudio de las cuestiones sociales. Recorre las ciudades de New York, Filadelfia, Washington y Boston, visitando centros científicos y museísticos, establecimientos benéficos (orfelinatos, escuelas de ciegos y de sordomudos,…), cárceles, centros de enseñanza primaria y otros para la formación de jóvenes artesanos y toma contacto con distintas personalidades.

Desde América se dirige a París, en calidad de Agregado a la Embajada española, inicialmente para proceder a la edición de una obra extraordinaria, la Historia física, política y natural de la Isla de Cuba, en doce tomos, editados entre 1838 y 1857, con un complemento, Cuba en 1860. En 1837 es nombrado miembro correspondiente de la sección de Ciencias Morales y Políticas del Instituto Real de Francia, aunque en este mismo año se traslada a Madrid, como diputado del Partido Moderado por A Coruña, siéndolo hasta 1841. En Madrid, una de las preocupaciones de Ramón de la Sagra será la de difundir el interés social de las escuelas de párvulos y contribuir a la fundación de la “Sociedad para propagar y mejorar la educación del pueblo”, que creó cinco escuelas en los años de 1839 y 1840, una de ellas, la conocida como de Virio en Atocha.

En 1838 saldrá de Madrid hacia Bélgica y Holanda, con la finalidad de seguir reuniendo argumentos a favor de las instituciones de educación popular, premisa básica de cualquier reforma social. En este período publica Des établissements de bienfaisance a Madrid, como muestra de su sensibilidad hacia la situación de la infancia, pronuncia un discurso en el Colegio de Sordomudos de Madrid,  es elegido vicepresidente de la Sociedad para la mejora del sistema carcelario, dicta en el Ateneo seis conferencias sobre economía social, marco en el que se refiere a Krause y a sus doctrinas ―conocidas a través de su diálogo personal con Ahrens―, ejerce como inspector de la escuela de párvulos de la calle Atocha, interviene en la creación de las escuelas de la Fábrica de Tabacos, y dirige la Escuela de Artesanos creada por el Instituto Español. En el otoño de 1843 hará un corto viaje por Francia, Bélgica y Alemania, acompañándolo, en esta ocasión, Juan Manuel Ballesteros (director de la Escuela de Sordomudos y Ciegos de Madrid), abriéndole La Sagra las puertas de las instituciones que él ya conocía: “Ayer he vuelto a ver a mi amigo Mr. Ducpetiaux y tuvimos una larga conferencia que duró toda la noche. Hallábase presente el Dr. Arhens, cuyas doctrinas he citado en Madrid en 1840, en el Congreso de Diputados, con otras aún más avanzadas que las suyas para la reforma política, y que no fueron comprendidas” (La Sagra, 1844:75).

A su regreso, emprende La Sagra la dirección de la Revista de los intereses morales y materiales, como “Periódico de doctrinas progresivas a favor de la Humanidad”. En ella aparecen algunos trabajos sobre instrucción pública en Inglaterra y Francia, el trabajo infantil en las minas inglesas y la mortandad de los niños expósitos en Madrid, entre otras referencias, mientras mantiene sus contactos con algunos protosocialistas europeos. En 1847 interviene en Bruselas en el Congreso de Economistas, en el que también participa Marx, y a continuación lo hará en el Congreso Penitenciario. Escribe colaboraciones en La Democratie Pacifique, colabora con Proudhon, lo que le lleva a escribir en Le Peuple, en Le Representant du Peuple (1848-1849) y aún en la La Tribune des Peuples. En aquellos momentos entendía precisa una reforma económica y social porque la propiedad capitalista y el régimen de trabajo  “impiden que las masas puedan disfrutar de la instrucción necesaria y conveniente, ni del preciso tiempo libre, ni pueden aprovechar la igualdad de derechos, porque esta igualdad es ilusoria ante la desigualdad de condiciones, que son inherentes hoy a la ley orgánica del trabajo” (La Sagra, 1849:92-93). Sin embargo, tendremos ocasión de percibir un La Sagra que deja constancia en sus Aphorismes Sociaux de su rechazo a las alternativas revolucionarias, así como de su posición revisionista, en virtud de  su deuda con la filosofía idealista alemana, con el sansimonismo y con las posiciones religiosas.

Funda El Eco Hispano-Americano, ejerce por dos años como diputado unionista (moderado), publica aquí y allá artículos de divulgación científica, traduce textos botánicos y de física al castellano, participa en sesiones de la Societé de Statistique, a la altura de 1866 aparece como colaborador habitual de La Solidarité, un mensual parisino de filosofía racionalista, de librepensamiento y de lucha por la emancipación de las mujeres. En octubre de 1870 se traslada a Suiza, yendo a vivir a la casa de Hugentobler, amigo y propagador de las ideas sociales de Colins, en Cortaillod (Neuchâtel), donde morirá poco después, perdiéndose su memoria y los rastros documentales de sus últimos años.

Moría un defensor de la educación pública y de la educación de párvulos, solidario con los desheredados, aunque no acertase en las transformaciones a realizar para evitar los males sociales. Un racionalista y un idealista, que en el curso de la vida acentúa un progresismo social del que más tarde dimite, para buscar refugio en posiciones religiosas católicas y conservadoras, distante de los partidos políticos, crítico con la sociedad de su tiempo, ni absolutista, ni demócrata, que trataba de formular un modelo humanitario para la sociedad futura. Un pensador ilustrado, filántropo, y cosmopolita, que analizó los problemas sociales derivados de la forma capitalista de producción, compartiendo algunos puntos de vista con los sectores progresistas y liberales, sobre una base filosófica de tradición racionalista.

El viajero educacional

Había recorrido La Sagra diversos escenarios sociales en los EEUU de América. En el terreno escolar lo que más observa allí es la presencia del sistema lancasteriano y se muestra complacido con las realizaciones que en favor de la reforma social observa, aunque muestra su contrariedad en relación con la desatención pública a la infancia marginada y con aquellas situaciones de miseria familiar.

Una similar preocupación será la que guie sus nuevos viajes realizados en 1838 a Bélgica y a Holanda, lo que de nuevo quedará reflejado en dos interesantes libros, editados en francés en París en 1839, y posteriormente en castellano. Lo hace siguiendo “un plan de viajes filantrópicos y científicos”, para el que cuenta con apoyos institucionales  y la protección del gobierno francés. El resultado será una obra llena de observaciones y descripciones sobre las realidades educativas en esos dos países en muchas de sus ciudades. Prisiones, hospicios, escuelas, institutos de ciegos y de sordomudos, talleres de trabajo, escuelas industriales y museos estarán en el punto de mira de sus observaciones y, una vez más, La Sagra reclama la instrucción pública para mejorar la condición del pueblo.

La Sagra se muestra interesado en contrastar los programas educativos de estos dos Estados, en los que existen tradiciones religiosas, culturales y políticas diferentes, estando mucho más presente el mundo católico con sus centros escolares privados, en una Bélgica que en 1830 había accedido a la independencia política con respecto a Holanda. Observa con disgusto este notable protagonismo de la iniciativa privada religiosa católica, al mostrarse, en cambio, ferviente partidario de un plan público de educación y también de formación del profesorado, como el que se lleva a cabo en Holanda. Con los datos reunidos y comparados, unidos a los conocidos de los Estados Unidos y de Francia, querría ofrecer propuestas para la reforma social y escolar en España.

Procura fijar su atención en la política y administración general educativa, en la organización de la instrucción primaria,  en los “establecimientos de beneficencia” y en las instituciones para prevenir o evitar la pobreza, con particular atención a la condición social de la clase obrera. Su mirada es rápida y descriptiva. La presencia constante de estadísticas es muy apreciable. El comentario es también a menudo rápido, claro y explícito. En medio de tantas páginas, hay espacio para descripciones demoradas, lo que nos permite ‘ver’ a través de su mirada: como era la disposición y la metodología didáctica de una escuela, fuese ésta pestalozziana o lancasteriana; cómo era la organización de una escuela industrial; cómo se abordaba la enseñanza moral y religiosa; cómo se practicaba la educación de sordomudos y ciegos; cómo se hacía la enseñanza del dibujo; cómo se organizaba un hospicio, cómo una clase de música para niños, que actividades promovía y cómo se organizaba una Sociedad para el desarrollo de la educación, o cómo funcionaba una colonia agrícola para adolescentes y jóvenes en procesos de reinserción.

Nos salen al encuentro autores, textos y educadores hacia quienes La Sagra muestra, con alguna frecuencia, proximidad y conocimiento personal; y también la narración está salpicada aquí y allá por referencias de textos de educación. Entre los nombres de autores y educadores aparecen los de: el estadístico Quetelet, con quien visita el Instituto para jóvenes ciegos de Bruselas; Van Nerum, que dirige la escuela de niños de Gante, siendo «uno de los hombres que mejor conoce en Bélgica el buen arte de enseñar la niñez;» el abate Carton (autor de Sur l´éducation des sourd-muets), a quien visitó en Brujas en 1838, donde había fundado un colegio de sordomudos, y a quien había conocido antes en París –«le dí informaciones americanas sobre el Dr. Howe de Boston, y él me las dio de Inglaterra y Escocia»; De Ville Thiry, profesor de dibujo en la Escuela Industrial de Lieja, autor del Cours élémental de dessin geometrique appliqué aux arts, para uso en las escuelas primarias e industriales de Bélgica, que acompaña a La Sagra en sus visitas a los distintos establecimientos de Liège; el Baron De Gerando, impulsor en París de la educación infantil y de la de sordomudos; Zoé Gatti de Gamond, educadora, feminista y fourierista, inspectora de escuelas primarias de niñas y de escuelas normales de institutrices; el Dr. Howe de Boston, médico comisionado a Europa en 1831 para instruirse sobre los métodos de educación de ciegos, que descubrió aquí los métodos de interpretación del movimiento de los labios y de vocalización que se empleaban en las escuelas para sordos de Alemania, y quien en Boston, con la compañía de dos maestros ciegos procedentes de los institutos de París y de Edimburgo, puso en marcha un colegio de ciegos e imprimió libros impresos en relieve, regalándole ejemplares a La Sagra, con quien sostuvo distinta correspondencia y envíos de materiales didácticos; Van der Bosch, fundador de las colonias agrícolas, como la de Metray, para la educación de huérfanos y la reeducación de jóvenes delincuentes; Charles Guyot, director del colegio de sordomudos de Groninga, a quien le dió «información sobre los establecimientos de Nueva York, Filadelfia y Boston»; Van der Plaats, inspector de las escuelas de Frisia, «a quien he dado una porción de detalles muy curiosos que yo he recogido sobre la educación primaria», o los directores de la colonia de Mettray, en Tours.

Una magnífica fuente para la historia de la educación comparada en España.

 

 

 

 

 

Obras del autor/a

 

Sagra, Ramón de la (1836). Cinco meses en los Estados–Unidos de la América del Norte. 1835. Diario de viaje. París: Imprenta de Pablo Renouard.

 Sagra, Ramón de la (1839). Voyage en Hollande et en Belgique sous le rapport de l’instruction primaire, des etablissements de bienfaisance et des prisons, par…. París: A. Bertrand Ed. 2 Tt., 300+364 pp.; una obra que recompondrá en su presentación y editará en Madrid en 1844 como Relación de los viajes hechos en Europa bajo el punto de vista de la instrucción y beneficencia pública, la represión, el castigo y la reforma de los delincuentes, los progresos agrícolas e industriales y su influencia en la moralidad, Madrid: Imprenta  de Hidalgo, 2 Tt,  175+182 pp. Hay también una edición en holandés de 1839 del primer tomo de la edición francesa dedicado a Holanda.

 

Autor de la biografía

Antón Costa Rico

Bibliografía

 

Cambrón Infante, Ámparo (1989). El socialismo racional de Ramón de la Sagra, A Coruña: Deputación Provincial

Costa Rico, Antón (2008). Ramón de la Sagra. Un protosocialista hispano ante el desarrollo educativo, Revista Española de Historia, 228, 193-210;

http://hispania.revistas.csic.es/index.php/hispania/article/viewArticle/78.

―― (2013). A educación nos Países Baixos nos anos trinta do século XIX: Informes e textos de Ramón de la Sagra. Sarmiento. Anuario Galego de Hª da Educación,  17,  213-252

―― (2013). Sociedad burguesa y educación en el siglo XIX: la perspectiva reformista transnacional de Ramón de la Sagra y la educación en España. Bordón,  65 (4), 47-60

González López, Emilio (1983). D. Ramón de la Sagra: naturalista, historiador, sociólogo y economista, A Coruña: Caixa Galicia

Nuñez de Arenas (1924). D. Ramón de la Sagra, reformador social, Revue Hispanique (Tours), LX, 329-531

Viñas Mey, C. (1946). Las doctrinas sociales de Ramón de la Sagra, Revista Internacional de Sociología, 35 y 36 (1946), 37 (1952), 41, 42 y 43 (1953)