GUTIÉRREZ CAMPO, Nicolás

Fecha de nacimiento

13-10-1909

Fecha de fallecimiento

09-12-1964

Lugar de actividad

Souto (A Estrada, Pontevedra). 1933- mayo de 1934
Castrogudín (Vilagarcía de Arousa, Pontevedra). Mayo-septiembre de 1934
Zamáns (Lavadores, Pontevedra). Septiembre de 1934- julio de 1936
A Guarda (Pontevedra). (…) – Diciembre de 1964

Profesión

Maestro/a

 

Nicolás Gutiérrez Campo nació Segovia el 13 de octubre de 1909, en el nº 4 de la calle Doctor Pichardo. Su padre, Sadot Gutiérrez, era funcionario jefe de prisiones lo que le obligó a pasar por diversos destinos antes de poder asentarse en Béjar (Salamanca) y permanecer el resto de su infancia y juventud.

Nicolás Gutiérrez nació en un entorno acomodado, y eso le permitió acceder a estudios medios y superiores. En Béjar asistió al Colegio Salesiano (1915-1921), cursó el bachillerato medio en el Instituto de Ávila (1921-1925) y el bachillerato superior en el Instituto Cardenal Cisneros, en Madrid (1925-1927. Luego continuó con provecho estudios de magisterio por libre en la Escuela Normal de Salamanca, rematando en 1929.

Después de opositar en Madrid, tenemos certeza de que llegó a Galicia el año 1933, destinado a la escuela de Souto (A Estrada, Pontevedra), donde permaneció hasta mayo de 1934. De allí pasó a Castrogudín (Vilagarcía de Arousa), desde mayo a septiembre de ese año[1] y seguidamente a la escuela de Zamáns, en aquel momento ayuntamiento de Lavadores. Allí ejerció hasta el golpe de estado del 18 de julio de 1936.

Zamáns fue un destino razonablemente cómodo y tranquilo donde disfrutó de un entorno apacible y un clima suave, en contraste con los rigores de las frías y remotas tierras de A Estrada. Los años 1935 y 1936, antes de la rebelión, fueron un tiempo feliz y extraordinariamente creativo, como revelan los cuadros pintados en ese momento: paisajes que expresan sensibilidad ‘institucionista’ ante una naturaleza plena de belleza y armonía; retratos de alumnos y escenas escolares que transmiten la empatía y el afecto por aquella infancia campesina; su pasión por la escuela rural y una visión innovadora del oficio de enseñar. Es de destacar que su afición por la pintura, y en especial la dedicada a retratar a su alumnado y a reproducir escenas escolares, es un aspecto singular del que no se tienen más registros entre los maestros y maestras que desempeñaron su labor en Galicia por aquel tiempo. Una pintura, en fin, que nos traslada la curiosidad iniciática de un joven castellano por el entorno de acogida en sus inicios profesionales.

En todas estas escuelas se encontró una realidad amarga, definida por la pobreza y el abandono en que estaba sumida la sociedad campesina y marinera, así como la escasez de medios y recursos que padecía la escuela rural para desarrollar su cometido de forma adecuada. Y también hizo suya la consigna más popular entre los educadores republicanos que trabajaron, gozaron y se apasionaron intensamente entre 1931 y 1936 por todas las tierras del estado español: la lucha por una escuela pública y pedagógicamente renovada, sin privilegios de clase ni disciplinas autoritarias.

En Zamáns, relativamente próximo a Vigo y Pontevedra, puede compartir sus inquietudes con otros profesores y profesoras y participar en el mundo asociativo del magisterio que en aquel momento experimentaba una notable efervescencia. Nicolás se afilió a la FETE, a la asociación Casa del Maestro[2] en enero de 1935, próxima a este sindicato, y en su órgano Escuela Vivida[3]  publicó un trabajo en dos entregas donde exponía, desde su experiencia en las sucesivas escuelas en las que había estado, las dificultades que encontraban los infantes, y por extensión los propios maestros y maestras, para afrontar con eficacia el problema del absentismo escolar.

En él afirma: “Pensamos en aquellas otras cosas que nos hubiera gustado enseñar y en aquellos métodos de enseñanza y trabajo escolar que nunca podemos llevar a la práctica. Pensamos también en los pobres muchachos aldeanos condenados a vivir en un nivel mental inferior que se traduce más tarde en el desprecio y la superioridad cultural de los hombres de ciudad. Y sentimos horror ante la rutina, el amaneramiento, la anquilosis profesional en la que fatalmente hemos de caer”. Nicolás propone como solución “desdoblar la matrícula en dos grupos que asistirían a la escuela con independencia, unos por la mañana y otros por la tarde. Haría compatible la asistencia a la escuela con el trabajo o menesteres que se encargan a los niños y las faltas se reducirían considerablemente. Permitiría formar grupos más homogéneos y de constante asistencia. No se perderían tantos esfuerzos del Maestro y la labor de la clase sería más eficaz y fecunda en resultados y realizaciones. De este modo los niños vendrían a una sola sesión (ya lo hacen ahora irregularmente) pero vendrían siempre; se provecharía por entero el tiempo de su permanencia trabajando bajo la vigilante atención del Maestro que no se vería como antes obligado a dejar algunos niños sin hacer nada, con los perjuicios para la clase que esto trae, o encomendados a algún otro mayor, remedio también ineficaz”.[4]

No se equivocaba Manuel Bartolomé Cossío al afirmar, en su preocupación por la escolaridad del mundo rural, que no era suficiente con enviar allí enseñantes: “No basta con enviar maestros, es preciso también enviar a los mejores maestros. Investigadores del alma campesina, hombres que vayan no solo a enseñar sino a aprender”.

También en esta época encuentra el amor de una joven maestra, Ana Marina Melero Fernández, con la que se acaba casando algún tiempo después. La boda se celebró, tal como estaba previsto, el 20 de julio de 1936, pese a que dos días antes, el general Franco acababa de dar un golpe de Estado que desembocó en una cruenta guerra con resultado conocido. Fue la ruptura violenta del régimen político constitucional y el comienzo, a partir de ese momento, de un período de represión con resultado de castigos administrativos por depuración; de secuestros y ‘paseos’, torturas, procesos extrajudiciales, confinamientos y asesinatos… además del destierro o el exilio, interior o exterior, de miles de personas. Período que se prolongó las décadas siguientes. En el caso de Nicolás, poco tiempo después llegaría el “regalo de boda”, como recordaba Marina: el maestro era depurado e inhabilitado con suspensión de empleo y sueldo. Aparecen como cargos en el Boletín Oficial de la Provincia de Pontevedra (no. 227, 1 de septiembre de 1936): “militancia en organizaciones afectas a la República” e “ideología/simpatías de izquierdas”. En su pliego de descargo afirma conocer “lealmente la certeza de ambos cargos”, pero también el haber desempeñado con responsabilidad y entrega su labor docente sin hacer nunca proselitismo de sus ideas, como así lo reconocían sendos informes, “muy favorables en los sentidos profesional y social”, firmados a tal efecto por el jefe de la guardia civil de Lavadores y el cura párroco de Zamáns. Con todo, la propuesta de sanción formulada por la comisión depuradora fue la separación del servicio y baja en el escalafón, siendo la resolución definitiva, publicada en el Boletín Oficial de la provincia con fecha 11 de mayo de 1940 “inhabilitación para el desempeño de cargos directivos y de confianza en Instituciones culturales y de Enseñanza” y “traslado dentro de la provincia” por un período de dos años, como así consta en su expediente de depuración, y lo señala Francisco Morente en su documentado estudio sobre la represión del magisterio en el estado español.[5] En realidad, la sanción habría de durar algunos años más, sin que pudiera reincorporarse hasta avanzada la década de los cuarenta.

Nicolás Gutiérrez y Ana Marina Melero, ya casados, deben alterar los planes previstos de futuro, para iniciar una vida muy diferente a causa de la rebelión y la represalia política. El maestro destituido encuentra un trabajo como contable en una fábrica de jabones y despacho de productos coloniales en Pontevedra, mientras se prolongaba la situación de castigo e incertidumbre. Pero nuevamente se alteran sus planes al tener que incorporarse a filas, y permanece en el Ebro, Cataluña y Sector centro hasta el final del conflicto. Será entonces cuando, sin escuela, decida trasladarse a Valencia con su mujer y la primera hija, aceptando la oferta de un industrial guardés con negocios de cerámica en aquella provincia. Fue un gesto que la pareja habría de recordar con gratitud y agradecimiento el resto de sus vidas como auxilio solidario ante el injusto castigo. Allí permanece la familia hasta su reincorporación, después de varias reclamaciones formuladas al Tribunal de Reposición de Recursos.

Desde su rehabilitación con destino en la escuela graduada de A Guarda, Nicolás se dedicó por entero a la familia y al magisterio como única forma de afrontar su propio exilio. Como consecuencia quizá de la dramática experiencia, abandonó definitivamente la pintura y el dibujo como medio de expresión anímica.

Destaca su exalumno José Antonio Uris que, en ese contexto, educó a varias generaciones de alumnos, y “a comienzo de los años cincuenta preparó a decenas de jóvenes que hoy están en las Américas, otros fueron concejales, algún alcalde, empresarios, trabajadores cualificados, armadores o profesores”. También, en alguna época, la dirección del colegio privado de los PP. Somascos solicitó sus servicios ante la escasez en la villa de cuadros docentes cualificados para impartir algunas materias.

Fuera del ámbito escolar, Nicolás Gutiérrez ocupó el cargo de presidente de la Entidad Local Menor de Camposancos[6] entre junio de 1963 y octubre de 1964, fecha en la que decidió renunciar. Un cargo que desempeñó aceptando sin mucho entusiasmo —ni posibilidad de rechazar en aquellas circunstancias— la oferta del gobernador civil de Pontevedra. Pero esta situación habría de dejar un rastro amargo en la conciencia recta de un hombre de principios que probablemente aceleró la decisión de poner fin a su vida dos meses después, el 9 de diciembre.

En el Acta de la sesión extraordinaria celebrada el día 10 de diciembre de 1964 en dicha Entidad, sus compañeros lo definieron como “hombre de clara y sólida mentalidad en la que el sentido del bien y de la justicia, de la bondad y de la dignidad se manifestaron ininterrumpidamente durante toda su vida, tanto pública como privada, a través de su proverbial humildad; maestro nacional ejemplar, tanto por su preparación intelectual como por sus dotes pedagógicas”. Expresiones similares suscriben también sus ex-alumnos, aquéllos que en una muestra de reconocimiento y gratitud promovieron un entrañable homenaje en la primavera de 1987: “Legión de alumnos que bajo enjundia y seráfica paciencia adquirimos unos óptimos conocimientos (…) Muchos hombres hoy, niños ayer, diseminados por toda la geografía hispánica, europea y latinoamericana, pasados por sus aulas distintas, escuelas utilizadas por el docto profesor. De imborrable y grata memoria”.[7] Ellos quisieron que el colegio recientemente creado en el lugar de As Solanas, del barrio guardés de Ribadavila se llamase “Nicolás Gutiérrez Campo”, y encargaron en su memoria un busto que allí permanece. En la memoria de un buen maestro, de un hombre bueno que Galicia ganó para sí.

[1] El maestro que ocupó después aquella escuela, Segundo Abal Padín, fue asesinado por los falangistas en 1938.

[2] Asociación profesional progresista que nacía en Pontevedra, integrada por profesores afiliados a la FETE ―cuyo secretario, Víctor Fráiz Villanueva, fue asesinado en Vigo en 1937― y miembros a su vez de la Asociación Provincial de Maestros. Véase: Ángel Porto Ucha y Raquel Vázquez Ramil, A “Casa del maestro” de Pontevedra: Organización societaria e depuración do maxisterio (1934-1936). (Santiago: Fundación Luis Tilve, 2020).

[3] Casa del Maestro fundó una revista profesional, Escuela Vivida. Sus 53 números ―el último con fecha 16 de julio de 1936― componen un modelo entre las revistas progresistas y de renovación pedagógica en Galicia.

[4] Nicolás Gutiérrez Campo, «El problema de la asistencia escolar». Escuela Vivida. Órgano de la Casa del Maestro 30, 9 de diciembre de 1935, p. 3; y nº 31, de 16 de diciembre de 1935, pp. 3,10.

[5] Francisco Morente Valero, La escuela y el Estado Nuevo. La depuración del Magisterio Nacional (1936-1943) (Valladolid: Ámbito Ediciones, 1997).

[6] Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Entidad_local_menor

[7] Homenaje a D. Nicolás Gutiérrez Campo (1984). Folleto s.p.

 

Obras del autor/a

 

Gutiérrez Campo, Nicolás (1935). El problema de la asistencia escolar. Escuela Vivida. Órgano de la Casa del Maestro (30) 9 de diciembre de 1935, p. 3; y (31) 16 de diciembre de 1935, pp. 3-10.

 

Autor de la biografía

Xosé Manuel Malheiro Gutiérrez

Bibliografía

 

Malheiro Gutiérrez, Xosé Manuel (2007). Nicolás Gutiérrez Campo, o recordo dun bo mestre, dun home bo. A Guarda: Tóculo/Concello da Guarda.

Malheiro Gutiérrez, Xosé Manuel (2011). Nicolas Gutiérrez Campo: un maestro republicano que Galicia ganó para si. En Pablo Celada Perondones (Coord.), Arte y Oficio de enseñar. Dos siglos de perspectiva histórica. XVI Coloquio Nacional de Historia de la educación (pp.  691-700). Burgos/Madrid/Valladolid: Universidad de Burgos/SEDHE/ Universidad de Valladolid.