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Banda ancha para todos

Seis de cada cien españoles tenían acceso de banda ancha a comienzos de septiembre de 2004. La cifra es extraordinaria, porque duplica la de hace dos años, pero es al mismo tiempo una muestra del enorme recorrido que tiene por delante la apuesta de Telefónica, que ha anunciado una nueva estrategia de inversiones en banda ancha con un objetivo notorio: contribuir al desarrollo de la sociedad de la información que el mercado de banda ancha crezca y que el cliente disponga de unos servicios de banda ancha mas flexibles y acordes con sus necesidades especificas.

¿Banda ancha? Sin abusar de tecnicismos, conviene saber que se denomina ancho de banda al volumen de datos que pueden transitar por un canal en un determinado período de tiempo. En una conexión telefónica normal, el ancho de banda puede llegar hasta 56 kb/s; se considera que la conexión es de banda ancha cuando permite un trafico de 256 kb/s o más.

En una definición más descriptiva, la banda ancha abarca el conjunto de servicios interactivos que permiten el uso simultáneo de voz y datos, con velocidades de transmisión en aumento. Se trata de permitir que los usuarios disfruten de un caudal creciente de información, imprescindible para que la telefonía evolucione hacia auténticos servicios multimedia e interactivos al alcance de los hogares y las empresas.

Se ha mencionado a menudo una metáfora sugestiva. La banda ancha representaría en nuestros días el equivalente a lo que fueron los ferrocarriles y las autopistas en los dos siglos anteriores: la capacidad de transformar la vida cotidiana y el trabajo, mediante un cambio radical de las concepciones sobre la distancia el espacio y el tiempo. Internet, en sus usos convencionales, habría sido sólo un primer paso, pero dar el segundo exige desarrollar la banda ancha, tales la lección de la metáfora.

Son varias las tecnologías que responden a la descripción de banda ancha -cable, satélite e inalámbricas- pero en España esta prestación se identifica fundamentalmente con las líneas ADSL, cuyo número crece de forma constante.

ADSL forma parte de la familia DSL (línea digital de abonado, según su sigla en inglés). El principio general que rige a este grupo de tecnologías expresa que, gracias a la digitalización, sobre una línea telefónica de par de cobre se utiliza una porción marginal de ancho de banda para la voz, lo que deja mucha capacidad disponible para transmitir datos.

Para que esta opción sea posible, las centrales telefónicas son equipadas con un dispositivo multiplexor mientras que en el domicilio del abonado se instala un filtro que separa la voz de los datos, y un modem. El flujo de datos puede ser equivalente en ambos sentidos (se dice entonces que la línea es simétrica) o hasta doce veces superior en sentido descendente, como en la variante ADSL (asimetría que se expresa en la A de la sigla ADSL).

El primero pero no único mérito de ADSL reside en que preserva y aumenta el valor de la infraestructura de red instalada, así como su capacidad para prestar servicios de mayor valor añadido y generar ingresos. Asimismo, es el modo más directo de disponer de una conexión permanente de calidad uniforme cualquiera que sea el número de usuarios conectados, por lo que su uso más común es el acceso a Internet en sus aplicaciones clásicas: correo electrónico, navegación, descarga de ficheros.

No es lo mismo bajar de la red un fichero gráfico o musical en cuestión de segundos que en varios minutos, como no lo es reducir de horas a minutos el tiempo necesario para descargar una película. Gracias a la ganancia de velocidad, nuevas aplicaciones y servicios se abren camino; en esto consiste el reto de la banda ancha.

En 2003, los servicios de banda ancha tuvieron en España un crecimiento espectacular, que la CMT ha cifrado en el 70% en número de clientes y en el 88% en ingresos de los operadores (848 millones de euros). Tales incrementos, debidos fundamentalmente a la expansión de líneas ADSL, han continuado durante 2004, alentados por ofertas modulares y nuevas formulas de contrato. De los 2.8 millones de abonados a servicios de banda ancha registrados hasta septiembre de 2004, 2.2 millones correspondían a la tecnología ADSL, la gran mayoría clientes de Telefónica.

No es este, desde luego, un fenómeno exclusivamente español, puesto que los porcentajes citados coinciden aproximadamente con el ritmo de expansión de la banda ancha en Europa cuya media supera por muy poco la ratio española, con variaciones que van del 0.25% en Grecia al 29.3% en Bélgica.

Entre tanto, España ha mejorado en 2004 su posición en el palmarés europeo y esta es una buena noticia, porque la banda ancha es un elemento crucial para alcanzar las metas de la estrategia europea aprobada en Lisboa en marzo de 2000, en la que se define una relación directa entre aquella y la prosperidad económica -empleo, productividad - así como con el bienestar y la cohesión social de los ciudadanos europeos.

El modelo de difusión de la banda ancha impulsado por la UE otorga protagonismo al desarrollo del mercado, lo que implica que las políticas gubernamentales de promoción se subordinan al aliento de la competencia, que debe ser eficaz y sostenible en el tiempo. En este contexto, el papel de la regulación esta cambiando profundamente. El presidente de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, Carlos Bustelo se preguntaba a principios de septiembre, en una intervención publica:"¿Con qué criterios vamos a distinguir una acción anticompetitiva de una acción innovadora empresarial que concede una ventaja competitiva comerciales decir el funcionamiento normal de un mercado en competencia? Evitar esta confusión, que tendría efectos muy negativos sobre la recuperación del sector, es uno de los principales objetivos del nuevo modelo regulador".

La reflexión de la autoridad reguladora traduce la realidad de un mercado muy dinámico. Los estudios más recientes de la Comisión Europea acerca de la evolución de la banda ancha en los países miembros demuestran que, como media, el 52,5% de las nuevas conexiones ADSL contratadas entre Julio de 2003 y enero de 2004 correspondieron al operador tradicional en cada país. También en este sentido España se alinea en la práctica con la media europea.

Acelerar la difusión de la banda ancha no es un objetivo prioritario exclusivamente en Europa. Durante la reciente campaña electoral americana, los candidatos Bush y Kerry han coincidido en plantear la meta de banda ancha universal a más tardar en 2008, aunque con matices no menores acerca de los instrumentos para alcanzarlo. En todo el mundo se cita como modelo a seguir el caso de Corea del Sur, líder en penetración de Internet y con un elevado porcentaje de conexiones de banda ancha, donde esta fue lanzada en 1996.

El caso coreano es citado, precisamente, porque ilustra los rasgos deseables en la promoción de esta tecnología combinando las políticas públicas y la innovación empresarial. Pero también, y sobre todo, es un modelo a seguir en cuanto al vínculo que debe existir entre la extensión del acceso y la disponibilidad de servicios y contenidos capaces de entusiasmar a la población.

No es novedad que los modelos de negocio en las telecomunicaciones experimentan una continua mutación. En toda Europa -España no es una excepción- los operadores evolucionan, con diferencias de ritmo, desde la prestación de conectividad hacia una oferta diversificada de contenidos y aplicaciones. Un curso que se explica, en buena medida, por la necesidad de mantener el ingreso por abonado en un clima de descenso de los precios. Retener clientes, diferenciar la oferta y aumentar el valor de esta son los principales rasgos de las estrategias de los operadores.

El negocio de la banda ancha depende demasiado de la conectividad: el acceso representa, en Europa, el 90% de los ingresos generados por los servicios de banda ancha. Por esta razón, los nuevos modelos se orientan a dar más relevancia a la provisión de servicios y contenidos, tal como ha ocurrido, y sigue ocurriendo, con la telefonía móvil.

La clave de la diferenciación de la oferta consiste en ir mas allá del acceso a Internet e incorporar nuevos contenidos, hasta llegar a lo que se conoce como triple-play (voz+lnternet+TV). La decisión de Telefónica de duplicar, sin cargo, la velocidad contratada por sus usuarios, se inscribe en el propósito de potenciar los usos de mayor consumo de ancho de banda, y así preparar el terreno para la introducción de una oferta de contenidos más ambiciosa.

Pero, al mismo tiempo, el desarrollo de la banda ancha en España, siendo vigoroso, choca con una barrera, que no es otra que la relativamente débil (todavía) penetración del ordenador -y por consiguiente del uso de Internet- en los hogares. También las PYMES, a las que todos coinciden en otorgar un papel fundamental en la economía española, adolecen de una escasa adopción de estas tecnologías.

Otra característica es el desequilibrio geográfico, puesto que casi una tercera parte de las líneas ADSL han sido contratadas por usuarios de las provincias de Madrid y Barcelona. Esto último es un indicio de la necesidad de aumentar la presencia en el mundo rural, situación que deberá lograrse mediante una acción combinada de las autoridades y los agentes del mercado.

Este último factor lleva a la conclusión de que al lado de las políticas publicas de promoción el desarrollo del mercado de la banda ancha exige mecanismos genuinos de estimulo de la demanda. ADSL ha alcanzado el punto culminante de su fase de introducción y ahora se encamina hacia la adopción masiva. Si el único incentivo para generar demanda fuera el precio, pesaría en los usuarios un factor de incertidumbre sobre la utilidad de contar con servicios de velocidad superior.

Hay consenso en la necesidad de incorporar una variedad de ofertas comerciales, con diversidad de formulas y precios, para responder a los diferentes perfiles de uso de la población y de las empresas. Por un lado, introducir aplicaciones y contenidos dirigidos a facilitar usos avanzados a usuarios experimentados, dispuestos a pagar más por disponer de esos servicios; por otro, paquetes de coste reducido, que estimulen la entrada de nuevos clientes al mercado. Esta parece ser la única manera de generalizar la banda ancha, cerrando la llamada "brecha digital" y asegurando a la vez la rentabilidad que requieren las inversiones.

Si, como es el caso, la tendencia se orienta a tratar la banda ancha no como un servicio sofisticado y minoritario sino como un producto de consumo es preciso introducir cambios en el modelo sobre el que se ha basado la extensión de Internet, la tarifa plana sin diferenciación de velocidades e intensidad de uso. Aun cuando cuantitativamente se cumplieran los objetivos fijados por el Gobierno (10% de penetración a finales de 2OO5, y ninguna región por debajo del 8%), la situación no seria satisfactoria si los usuarios siguieran pautas de comportamiento similares a las de la banda estrecha.

La fase de introducción de la banda ancha esta llegando al momento culminante y se inicia la aceleración. ¿Para cuando puede esperarse el estadio de madurez? A dos o tres años de plazo, pueden vislumbrarse cambios importantes en la estructura de estos mercados.

Lo importante es que el usuario perciba el valor añadido que se le ofrece. La tecnología ADSL puede todavía dar mucho de si: la nueva variante ADSL2+ permitirá elevar del límite actual de 3 Mb/s hasta 8 Mb/s la velocidad en sentido descendente. Con esta evolución, se abre al operador la posibilidad de crear nuevos flujos de ingresos por al menos dos vías: 1) servicios de acceso a alta velocidad, con tarifas superiores y 2) servicios intensivos en contenidos.

La utilidad de Internet en la educación, bien conocida aunque no aprovechada en todo su potencial, adquiere otras dimensiones con el advenimiento de la banda ancha y la disponibilidad de conexiones en escuelas y universidades. Lo mismo puede decirse de las aplicaciones en hospitales, tanto para telemedicina como para la formación continua de médicos y personal sanitario.

Uno de los campos mas fértiles para este desarrollo es la administración electrónica, que constituye por si misma una agregación de servicios a ciudadanos y empresas, posibilitados por la expansión geográfica de la banda ancha.

Fuente: Acción, N.º 13, dic. 2004

Dado que esta información está sacada de la revista de Telefónica para sus accionistas, no es objetiva. La mejor opción de banda ancha es el cable, servicio que no ofrece Telefónica.



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