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Beatrice (1866), de Julia Margaret Cameron, es uno de los trabajos representativos de la corriente del pictorialismo más purista y con el tiempo se convirtió en una de las fotografías con mayor significado de toda su carrera. Virginia Woolf fue hija de una de las modelos predilectas de Cameron, su sobrina Julia Jackson. El trabajo de la escritora y pensadora feminista, crítico con la sociedad patriarcal de la época, se puede asociar fácilmente con el de la fotógrafa más allá de los lazos familiares, puesto que, en multitud de ocasiones, las historias que Cameron conseguía transmitir eran las de heroínas y mujeres en sororidad, valiéndose de retratos que aunaban belleza y fortaleza moral.