Dovima con Elefantes
Dovima con Elefantes es una “suerte de imagen onírica”, de acuerdo con la definición del propio fotógrafo Richard Avedon. “Blanco y negro, juventud y vejez, libertad y cautiverio, ligereza y pesadez”… (Hacking, 2015: 347), son algunos de los contrarios que Avedon nos presenta en esta imagen. Autor de contrastes, el fotógrafo estadounidense actuó como consultor visual de la película Funny Face, de Stanley Donnen (1957), basada en su vida, en la que Audrey Hepburn interpreta a Dovima, icono de la moda de la época. La fotografía fue tomada en el Cirque d’Hiver de París en agosto de 1955 y procede del manual La fotografía del siglo XX del museo Ludwig. En ella se aprecian dos elefantes encadenados y a Dovima con un sofisticado vestido de noche, diseñado por Yves Saint Laurent para Christian Dior.
Avedon y Dovima
Richard Avedon nació en 1923 en Nueva York en el seno de una familia judeo-rusa. Su madre Anne era aficionada a la fotografía (tanto a realizarla como a coleccionarla) y su padre era dueño de la tienda de ropa Avedon’s Fifth Avenue, donde Avedon inició su contacto con el mundo de la moda. Su madre, su hermana y una de sus primas fueron sus primeras modelos. A los 12 años se apuntó a la YMHA Camera Club con su Kodak Box Brownie. Estudió dos años filosofía en la universidad de Columbia y abandonó la carrera para aprender sobre fotografía de forma autodidacta. En sus inicios entrenó como fotógrafo de guerra para la marina estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial, donde realizó más de mil retratos y comenzó a publicar sus imágenes en la revista The Helm. En 1944 conoció al artista Alexey Brodovitch en la New School for Social Research y colaboró con él durante varios años. “Brodovitch me trajo a un mundo que nunca supe que existía”, afirmó Avedon (1994). Empezó su incursión en la fotografía de moda trabajando en 1945 en la revista Harper’s Bazaar y llegó a convertirse más tarde, en 1966, en fotógrafo de Vogue. En el año 1959 publicó Observaciones, libro que contenía retratos de personalidades y fotografía de moda y que tuvo bastante repercusión.
Avedon se dedicó a la fotografía de moda y consiguió fama internacional por ello. Se ganaba la vida gracias a los encargos publicitarios, pero su verdadera pasión era el retrato. Su estilo único se hizo célebre por el minimalismo de sus obras, caracterizadas por su uso de fondo neutro. Avedon solía construir las fotografías; buscaba primero los escenarios, dotaba a las modelos de una identidad y contaba una historia a través de la imagen y las actuaciones de estas, como vemos en Andy Warhol and members of The Factory, imagen comentada también en este portal. Su método de trabajo queda plasmado muy bien en la película Una cara con ángel (Funny Face, Stanley Donen, 1957), de la que ejerció de asesor visual (special visual consultant) además de colaborar con los originales fondos de los títulos de crédito (main title backgrounds).
Por su parte, Dorothy Virginia Margaret Juba, nació en Virginia en 1927. Hija de familia católica y de ascendencia irlandesa-polaca, se trasladó al barrio neoyorkino Jackson Heghts, en el que se crió. A los diez años contrajo una fiebre que la llevó a estar un año entero sin levantarse de la cama. Tras recuperarse, su madre se negó a que saliese a la calle salvo en ocasiones especiales, de modo que Dorothy creció sin amigos. La soledad la llevó a crear una amiga imaginaria a la que llamó Dovima, nombre compuesto por las primeras sílabas de sus tres nombres que más tarde empleó como seudónimo artístico para ella misma. A los 20 años contrajo su primer matrimonio con Jack Golden, de quien se divorció diez años después, justo cuando estaba en el punto álgido de su carrera.
Su comienzo como modelo fue casual. En 1949, paseando por Manhattan, un editor de la revista Vogue se fijó en ella. Al día siguiente Dovima ya estaba siendo fotografiada por Irving Penn. Pronto se convirtió en una modelo profesional, ganando hasta 30 dólares la hora. Uno de sus rasgos idiosincrásicos al posar era que siempre mantenía la boca cerrada, lo que daba un toque de misterio y distinción a su rostro. Dovima con elefantes la convirtió en un icono de moda de la década de los cincuenta, al formar parte de una de las fotografías más reconocidas de todos los tiempos. Además de ejercer de modelo, Dovima probó suerte en la industria cinematográfica, interpretando el papel de Marion en Una cara con ángel. Sin embargo, su carrera como actriz no tuvo mayor trascendencia. El segundo matrimonio de Dovima estuvo marcado por los malos tratos. Un año antes de divorciarse, abandonó su carrera, retirándose completamente del mundo de la moda.
Dovima con elefantes
A nivel morfológico, nos encontramos con una fotografía monocroma cuyo formato original es de 24,2 x 19,4 cms. Para su toma se empleó un teleobjetivo corto (probablemente de unos 90 mm.); fue reproducida en gelatina de plata en el libro arriba indicado. La imagen muestra a Dorothy (Dovima) posando entre dos elefantes con un vestido de terciopelo largo. La modelo tiene una postura poco natural, erguida y forzada. Con la mano derecha toca la trompa de uno de los elefantes y con la izquierda intenta alcanzar al otro. Se puede apreciar cómo la modelo arquea el cuerpo hacia atrás, ignorando la pose encorvada que se empleaba en la fotografía de moda de la época. La pose de Dovima, al igual que las patas de los elefantes, ayudan a crear líneas verticales en la fotografía. El encuadre no es limpio, dado que los elefantes están cortados y que hay demasiado espacio en el fondo. La iluminación proviene del lado izquierdo de la imagen, probablemente de una fuente de luz natural. Destaca el fondo blanco típico de la fotografía de moda de Richard Avedon, que contrasta con el suelo, una tarima de madera cubierta de paja.
Respecto al punctum barthesiano, a nuestro juicio radica en la contraposición de conceptos. Belleza y fealdad, ligereza y pesadez, libertad y cautiverio, glamour y vulgaridad, racionalidad del ser humano frente al instinto más primitivo de los animales… es lo que nos punza al comprobar como espectadores estas equivalencias. El ligero contrapicado de la imagen, sumado a la pose con el cuerpo completamente estirado de Dovima, consiguen igualar en tamaño a la mujer y a los elefantes, equiparando su grandiosidad. Y a la vez muestra sus diferencias: la piel suave de ella en contraposición a la piel rugosa de los elefantes, lo que constituye una potente figura retórica de oposición. También se puede apreciar el contraste de las figuras en el color de la piel de la modelo, blanca como el fajín, y su vestido oscuro, dándole más carga visual a la modelo a pesar de ser de menor tamaño respecto de los elefantes.
En la película Funny Face Dick Avery (trasunto de Avedon) es un fotógrafo que trabaja en una revista de moda y que busca a una modelo guapa e intelectual para su último trabajo. Dick encuentra en una librería a una muchacha que considera perfecta para el papel. El largometraje lo protagonizan Fred Astaire y Audrey Hepburn y es una comedia musical basada en el método de trabajo del ilustre fotógrafo.
Respecto al análisis de la imagen, a nivel compositivo se puede observar un énfasis en la profundidad de campo, por la nitidez que presentan los elementos principales que la componen: la modelo, los elefantes y el suelo en primer término están enfocados. La pose de los elefantes así como de la modelo crean la sensación de ritmo y dinamismo en la fotografía. Además, las sombras que recaen en los cuerpos de los elefantes, así como el contraste generado por los colores del vestido y las distintas texturas que observamos (la piel rugosa de los elefantes, la textura sedosa del fajín y el cutis inmaculado de la modelo) crean una imagen que dista de ser plana a nivel visual. Por otra parte, hay tensión debido a la delicadeza de la modelo frente a la robustez de los animales. Cabe añadir que se aprecia que a ambos lados hay patas de dos elefantes, cuyas figuras quedan fuera de campo, por lo que la fotografía pretende destacar a Dovima y su vestido de Dior, frente a la anáfora visual de los animales.
La foto pretende dar la sensación de haber sido captada de forma improvisada, lo cual implica instantaneidad; si bien la puesta en escena y el studium del fotógrafo ha estado preparado de antemano. El hecho de que la luz incida en el rostro de Dovima provoca que sea lo primero que veamos. Esto crea un recorrido visual por la imagen que arranca en la modelo (cara, brazos y atuendo) y termina en los elefantes, cumpliendo la ley de los tres tercios en cuando a los puntos notables en los que descansa el peso de la imagen (Dovima en el centro y los elefantes a los dos lados).
A nivel interpretativo, el detalle de las cadenas en las patas de los animales genera, junto al movimiento que realizan, la impresión de que están agobiados y quieren huir. Hay cierta violencia en la falta de quietud de estos mamíferos, lo que está condicionado por su naturaleza salvaje. En cuanto a las miradas, es sintomático que los elefantes parezcan estar más pendientes del fotógrafo que Dovima, totalmente despreocupada.
La elegancia de la modelo destaca precisamente por encontrarse fuera de lugar. Es justo eso lo que resta verosimilitud o transparencia al retrato, pues no aparenta ser la situación donde ubicaríamos con normalidad a una mujer vestida de Dior. De hecho, la instantánea de Avedon fue realizada en el Circo de invierno de París. Se divulgó en la revista Harper’s Bazaar, en 1955, para la que trabajó una década (a partir de 1966 pasaría a formar parte de la plantilla de Vogue USA).
Hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que se enmarca la fotografía. Tras la Segunda Guerra Mundial, la sociedad estaba empezando a disfrutar de los nuevos avances en distintos campos, desde la medicina hasta la tecnología, en ámbitos tanto profesionales como domésticos. Hubo notorios aspectos que influyeron en la cultura popular, como el auge de figuras emblemáticas en el cine, como Marilyn Monroe, o de géneros musicales desenfadados, como el Rock and Roll. En cambio, a pesar de esta apertura, que llegaría a su máximo exponente en los años sesenta con la lucha por los movimientos civiles, el Arte Pop, la subcultura gay y los movimientos ‘hippie’ y feminista, en esta época la mujer seguía viéndose atada a la vida en el hogar. En este contexto, la apariencia y la sofisticación cobraron importancia, siendo una época dorada de la moda y, sobre todo, de la alta costura, que encontró su cuna en París.
- Referencias bibliográficas
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