Novus, nova, novum. La innovación docente en la Universidad

La innovación docente es un tema recurrente en los últimos años. Bolonia, al menos en la teoría, vino a poner sobre la mesa un tema fundamental, el de la renovación metodológica en la Universidad. Las numerosas leyes educativas que hemos tenido en los últimos años en todo el sistema educativo han ido encaminadas en tratar de fomentar un cambio de metodología en las aulas. Por ello, surgieron los currículos educativos focalizados en competencias, más que en contenidos. Sin embargo, al no haber sido bien explicados y/o abordados desde la política educativa, muchos de estos cambios no sólo no han sido efectivos, sino que han empeorado el panorama educativo. Trabajar por competencias es complejo, requiere entender qué son y cómo trabajar con ellas, requiere de menos alumnos por aula y de un cambio en la planificación y la metodología que no es sencillo para los docentes. Pero más allá de cuestiones pedagógicas, lo que sí queda claro es que la innovación es  (o debería ser) un componente fundamental de la Universidad de este siglo. La Universidad ya no es únicamente el lugar en el que se ubica el conocimiento. Las TIC han propiciado que el conocimiento se abra y cada vez llegue a más partes. La UNESCO nos explica que “La universidad debe responder a las nuevas necesidades en materia de educación y formación que surgen con la economía y la sociedad del conocimiento y, especialmente, la necesidad cada vez mayor de enseñanza científica y técnica, de competencias transversales y de posibilidades de aprendizaje permanente que exigen una mayor permeabilidad entre los distintos elementos y niveles de los sistemas de enseñanza y formación.” Para conseguir esos aspectos es necesario innovar en aspectos docentes, pero ¿qué es innovar? Si buscamos “innovar” en la RAE encontramos que se define como “mudar o alterar algo, introduciendo novedades”. Básicamente, hacer algo nuevo. Pero, pedagógicamente hablando, ¿hay algo nuevo bajo el sol? muchas veces conceptos metodológicos que se tratan en la actualidad (algunos relacionados con las TIC) no vienen sino a representar tendencias anteriores que parten de los mismos patrones: el alumno tiene que ser agente activo de su proceso de aprendizaje, hay que acercar el aula a la realidad profesional y hay que trabajar por competencias. experiencia Hemos escuchado esas premisas muchas veces, pero ¿cómo podemos hacerlo?. Desde nuestra realidad como docentes universitarios hay varios aspectos que podemos tener en cuenta. Me gustaría describirlos brevemente a continuación y comentar alguna de las experiencias que el GITE ha podido desarrollar en ese marco.

  • Acercarse a la realidad profesional.

El carácter profesionalizador de la Universidad es relevante, quizás no sea el único que deba guiar la acción formativa, pero evidentemente tiene un peso importante. No podemos alejarnos del entorno laboral de los alumnos de nuestras aulas. Por lo tanto, es imprescindible intentar estar en contacto con la realidad profesional y llevar a cabo proyectos de colaboración con ellos. En nuestro caso, el de magisterio, es por tanto imprescindible contactar con los colegios y vincular nuestras aulas con los alumnos. Esto es algo que el GITE siempre ha intentado hacer, ya sea invitando a profesores a que vengan a clase a contar la realidad de las aulas, como participando en pequeñas experiencias de aula, invitando a profesores de Primaria, o vinculando clases de Infantil y Primaria con nuestros alumnos universitarios, como el proyecto Uniblogmaníacos, en el que alumnos de Primaria y de Universidad han colaborado estrechamente.

  • Colaborar con instituciones profesionales y sociales.

La Universidad no está aislada, sino incluida en un entramado social concreto. Debe ser agente dinamizador y colaborar con otras instituciones, para potenciar la innovación en las mismas. En nuestro caso, nuestro potencial es el de colaborar con instituciones de carácter educativo, a este respecto el GITE siempre ha intentado estar cerca de los centros y colaborar con profesores, padres y alumnos, para ejercer acciones concretas que supongan la mejora en esos contextos, como ejemplo podemos incluir el proyecto de alumnos colaboradores con el IES La Flota y el proyecto de innovación docente con las aulas hospitalarias para el uso de tecnología móvil.

  • Publicar los recursos de manera libre.

Publicar los recursos que creamos de manera libre puede entenderse como la manera de devolver a la sociedad la inversión que ésta hace en la institución, además de lo positivo que resulta compartir con otros docentes los materiales educativos. A este respecto el GITE ha participado en las experiencias Open Course Ware con varias asignaturas, tanto en castellano como en inglés, y en la actualidad se encuentra participando en la experiencia MOOC. Además siempre se ha fomentado la creación y publicación de recursos, ya sea desde nuestros blogs individuales como desde la publicación de vídeos y materiales educativos en  repositorios institucionales, como Digitum o el portal tv.um.es.

  • Colaborar con otras asignaturas y titulaciones.

Muchas veces la innovación se puede encontrar en la vuelta de la esquina, o la vuelta de la clase. Hablar con compañeros que imparten clase en la misma titulación o incluso asignatura debería formar parte de la normalidad educativa de la Universidad. En el GITE siempre se ha fomentado la apertura de nuestra aula al mundo, ya sea realizando streaming de las clases, videoconferencias, cine forums o uniendo aulas para el trabajo colaborativo. Además de publicar el proceso de trabajo y lo que aprendemos en las aulas a través de blogs de aula o experiencias de innovación docente promovidas por la Unidad de Innovación. Es importante que los profesores seamos activos y fomentemos el debate y el diálogo sobre la propia institución para conseguir la innovación y la colaboración con otros. En la Universidad somos investigadores, por supuesto, pero no debemos olvidar que somos profesores. Esta dualidad investigadora/docente es compleja y los actuales contextos acreditadores no ayudan en demasía. Es conocido que la investigación es muchísimo más valorada que la docencia a nivel acreditativo nacional, por lo que a veces los docentes innovadores en la Universidad se convierten en una especie de pequeños veleros navegando en un enorme mar desconocido. A veces estos pequeños aventureros no lo tienen fácil, ya que navegan con el viento en contra, pero tienen una recompensa, que es compartida, el valioso aprendizaje que se llevan sus alumnos. Sólo hay que atreverse a subirse al barco y ¿quién sabe? quizás cada vez seamos tantos que el mar no se haga tan grande.

Imagen de Flickr con licencia CC.

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