Anotar es interrumpir al autor para iniciar una conversación entre espectadores. El creador ha puesto en marcha una maquinaria autosuficiente que avanza en línea recta – digamos una película, un libro, una canción – y de repente, paramos el reproductor con un gesto directo – pero a contrapelo – y comenzamos a hacernos preguntas que nos despiertan el deseo de tener a mano a otra persona que sepa ver lo que vemos, y con quien podamos enhebrar una cháchara de referencias, interpretaciones e insinuaciones. Doblar una página, parar la película, hacer pause en la canción hacen zapping hacia nosotros mismos preguntándonos ¿Qué canción suena? ¿A qué me recuerda esta escena? ¿En qué novela he visto antes una situación parecida a ésta? Estos marcadores son la grieta por la que el lector desmenuza la obra y la hace escombros, mientras el flujo predeterminado de la obra se quiebra y descontrola. Desde un universo paralelo, el creador de una película cruza los dedos para que se vea de un tirón, para que su creación arrastre y atrape. Pero también desea que luego se relea y se encuentran en ella fragmentos para la conversación. La anotación es la forma inicial de la interpretación cultural, la manera fácil de mantenerse unidos al texto que concreta las infinitas maneras en la que podría plasmarse una idea, una necesidad, una experiencia. El texto es concreto, y el subrayado también, pegado a él y a su forma definitiva: no es genérico, está geoposicionado.
Anotar es una de las formas en las que se decanta la erudición; mantiene un respeto reverencial hacia el texto, cuya edición anotada pretender presentarlo en su forma más genuina, registrando sus vaivenes de impresión y el desgaste del lenguaje y las referencias, puesto que todo texto termina siendo una enciclopedia de su tiempo, sus antepasados y sus sucesores.
Me gustaría encontrar una genealogía de la anotación, diferente de la de la cita. La anotación es tanto una empresa personal como una empresa colectiva. La anotación es tanto la libreta donde escribimos lo que tenemos en la punta de la mente, como la marca sobre el libro. Recortar es anotar, apuntar es anotar.
Quizá lector, te interese cómo anotamos, y leas sobre herramientas de productividad (Evernote, etc.) o sobre plataforma para compartir anotaciones (Perusall). A mí me interesa como la anotación perdura y se publica, la anotación como capa de enriquecimiento del contenido con metadatos.
El mundo está anotado de una forma muy imperfecta, muy costosa de explorar. La cultura, la edución y las instituciones son una infraestructura monstruosa para anotar - o documentar, diríamos - el mundo o los mundos (el que es, y el que ha sido). Anotar consume mucha energía.