Las "guías de lectura", en uno u otro formato, son uno de los lugares comunes en la actividad de las instituciones mediadoras en la creación del gusto colectivo. Podemos entender bajo el paraguas genérico de "guía de lectura" tanto al clásico folleto que elabora una biblioteca, como a la publicación efímera con muchas fotos de portadas que realiza una asociación de librerías patrocinada por el Ministerio de Cultura, como incluso a un reportaje sobre libros para entender la Primera Guerra Mundial publicado en el suplemento cultural de un medio de masas. Es decir, se trata de una estrategia discursiva que recopila y reseña brevemente conjuntos de obras literarias alrededor de una narrativa común, un tema de interés, un foco. Aquí el término "lectura" valdría también para cualquier audiovisual con contenido discursivo suficiente - un documental, una película, una serie- y abarcar tanto contenidos de ficción como de no-ficción.
Una "guía de lectura" es alguien que me cuenta algo que piensa que me puede interesar, mientras me aporta una selección de obras a las que puedo acudir como se me ocurra: comprándola, prestándola, robándola. Otro concepto muy cercano, pero de naturaleza diferente, son las reseñas individuales sobre una obra, que la desbrozan con cierta profundidad y donde la voz del crítico tiene mayor presencia. Quedémonos con que la "guía de lectura" es un texto que nos traslada un listado, mientras que la "reseña" es un texto que nos traslada a una obra.
Hay otras dos acepciones también frecuentes para "guías de lectura", que para no dispersar la atención, se tratan en nota final.
"La gran caravana del Western: las 100 mejores películas del oeste" y "GUÍA DE LECTURA DEl lazarillo de tormes"
Hacer una guía de lectura es pues un trabajo creativo ligero, cómodo, limpio, donde la selección y el hilo común prevalecen sobre la interpretación, la crítica y el compromiso. Todos estos aspectos pueden estar presentes, en mayor o menor dosis, tanto en la guía como en la reseña, entendidas como extremos de un continuo. En ambas están presentes las relaciones entre obras y conceptos, el dibujo de mapas para explorar la producción cultural existente, para manejar la novedad y para desenvolverse en la acumulación de obras. Y eso parafraseando libremente a Walt Whitman, "está muy bien, hasta cierto punto, pero ¿es eso todo?"
“He oído lo que se ha dicho del universo, lo he oído durante miles de años; no digo que esté mal, ¿pero es eso todo?”
Walt Whitman, Hojas de hierba
Lo que conocemos como guía de lectura desde el ámbito de las bibliotecas o la promoción pública de la lectura es un agente de baja intensidad, medido según métricas de marketing, promoción y publicidad. No es una campaña, no se una promoción, tiene un impacto en los márgenes del negocio de la publicidad. En unidades de medida de medios de comunicación, es marginal frente a la difusión de un reportaje a doble en el periódico del domingo. También podemos comparar una guía de lectura con una exposición temporal, puesto que ambas se basan en una narrativa organizadora y una selección de items. La exposición busca un impacto ritual de visitantes y colas, y se apoya en un catálogo primoroso. La guía a veces acompaña una actividad expositiva o experiencial, a la que da continuidad como soporte de información para "saber más". Sin embargo las guías de lectura son de naturaleza humilde, de autor invisible, mientras que en las exposiciones el comisario es magnificado por los focos y el evento y sus productos reclaman pompa y circunstancia. Comisariar una guía de lectura es un pequeño acto de prescripción lectora, sin mucho reconocimiento pero también con poco riesgo personal. Ahí está, a ver qué pasa.
Las guías de lectura capturan un conocimiento experto, que implica años de amplias lecturas y cierta capacidad para captar patrones, que permite conectar unas obras con otras obras, y ponerlas al servicio de una idea, el "tema" que explica la elaboración de la guía y el esfuerzo por ponerla en limpio, editarla y darle difusión. Una amable creación menor que consigue un cierto impacto, cuando cae en el momento oportuno en las manos de la personas adecuada, pero que no genera mucho valor a medio plazo. Su utilidad se consume casi instantáneamente, en cuando desaparece la fuerza que la agitaba: el evento, la campaña, la efeméride, los ejemplares físicos, la promoción en medios. No genera apenas valor sostenible a largo plazo. No deja "ni migajas de los años de abundancia", tomando ahora un verso de Víctor Manuel.
Sobre el impacto de diferentes formas de hacer una recomendación de lectura habría mucho que hablar, sobre prescriptores y contextos, pero lo apartamos para otro momento.
Cada contexto de prescripción es un fuego que calienta, ilumina y se consume a un ritmos distinto3.
¿Qué es lo que se desaprovecha en las guías de lectura? Pues dicho en pocas palabras, que solo generan un mensaje pero no datos. Pueden producir un impacto en personas a través de un texto que seduce, emociona o interesa, pero su vida útil es muy corta, y sus contextos de uso o aplicación muy limitado a situaciones relacionales codificadas. Pero el conocimiento que condensan, un conocimiento sugerente y valioso, no lo codifican en datos - o en metadatos - que puedan tener un potencial de uso generalizable y apto para tener influencia en el funcionamiento del medio digital. Las guías de lectura no alimentan los algoritmos, no impactan en el funcionamiento de los sistemas de recomendación y descubrimiento que son agentes mediadores clave en el ecosistema digital. Son textos, no datos. Son visuales, no estructurales. Son publicaciones, no bases de datos. No le interesan a Google, no sé si me entiendes.
Y esto me lleva a la pregunta endiablada ¿Entonces son más útiles los proyectos de agregación de reseñas y fichas de obras como Canal Lector o cosas de ese estilo? Responder bien a esto también lleva tiempo y lo dejamos para otro momento.
Nota final:
También podemos entender como guías de lectura, con una carácter más noble y un proceso de elaboración más exigente, a las monografías del ámbito educativo o generalistas, enfocadas al uso didáctico de cine o literatura, o a la orientación en un género como "100 películas del oeste imprescindibles" o "la guerra civil en el cómic". Estos "libros", frente a estas "guías", ejemplifican esa ecuación que implica que a mayor calidad de edición, mayores barreras de distribución: el folleto se regala sin miramientos, el libro se vende en librerías. Otra formulación de esta regla de compensación es que a mayor intensidad (más elaboración, más cuidado) menos títulos y menos frecuentemente: siempre hay más oportunidad para folletos-guía sobre temas variados, y con un ciclo de reproducción regular, que para libros-monografías que aparecerán sobre menos temas y cada más tiempo.
Otra publicación tipo son las guías de lectura de una obra literaria, que actúan a la manera de los prólogos, introducciones o estudio preliminar de una edición cuidada de una obra clásica, pero editadas de forma independiente y con una clara vocación didáctica y pormenorizada para el lector en formación.
Para todas estas publicaciones que, aun siendo una obra creativa original, son sustancialmente referenciales sobre una obra o conjunto de obras, nos podemos preguntar ¿Cómo podrían su contenido ser explotado como metadatos? ¿Qué "huella de datos" dejan? Generalmente, poca, y es un conocimiento poco aprovechado para la red, que necesita de este conocimiento de calidad para aportar lo que esperamos de ella.
- Todos estaremos de acuerdo en que una recomendación de nuevas lecturas o nuevas series o nuevas canciones realizada persona a persona, transmitiendo emoción, con un vínculo directo con el receptor, en un diálogo e intercambio de opiniones, es una de las formas de la recomendación que tiene un potencial de impacto más profundo en las personas. Tampoco podemos olvidar la tracción que generan sobre las obras las campañas de promoción y marketing o recibir atención de los mass media, o ser incorporadas en una ficción o ser recomendadas por una celebrity del mundo del entretenimiento o incluso por una figura cultural de gran renombre. Estas recomendaciones tienen la potencia de un cañonazo, de una catedral, de la atracción gravitatoria de Júpiter. Pero junto a ellas, en la vida cotidiana, en los millones de interacciones que pueblen nuestra vida digital superpuesta, existen actos de recomendación y propuesta de contenidos que actúan con una fuerza menor, minúscula cada una de ellas, pero cuyo peso es, tomadas todas juntas, equivalente a la masa de la luna, que diariamente produce el mareas y, cada 28 días, hombres lobo. Y estas microrrecomendaciones ubicuas, de pequeña energía individual, proceden de datos y necesitan mejores datos sobre contenido y relaciones para que los algoritmos de recomendación funcionen mejor, y exploren sentidos más allá de "quienes compraron esto también compraron esto otro"
- Todos estaremos de acuerdo en que una recomendación de nuevas lecturas o nuevas series o nuevas canciones realizada persona a persona, transmitiendo emoción, con un vínculo directo con el receptor, en un diálogo e intercambio de opiniones, es una de las formas de la recomendación que tiene un potencial de impacto más profundo en las personas. Tampoco podemos olvidar la tracción que generan sobre las obras las campañas de promoción y marketing o recibir atención de los mass media, o ser incorporadas en una ficción o ser recomendadas por una celebrity del mundo del entretenimiento o incluso por una figura cultural de gran renombre. Estas recomendaciones tienen la potencia de un cañonazo, de una catedral, de la atracción gravitatoria de Júpiter. Pero junto a ellas, en la vida cotidiana, en los millones de interacciones que pueblen nuestra vida digital superpuesta, existen actos de recomendación y propuesta de contenidos que actúan con una fuerza menor, minúscula cada una de ellas, pero cuyo peso es, tomadas todas juntas, equivalente a la masa de la luna, que diariamente produce el mareas y, cada 28 días, hombres lobo. Y estas microrrecomendaciones ubicuas, de pequeña energía individual, proceden de datos y necesitan mejores datos sobre contenido y relaciones para que los algoritmos de recomendación funcionen mejor, y exploren sentidos más allá de "quienes compraron esto también compraron esto otro"
- Todos estaremos de acuerdo en que una recomendación de nuevas lecturas o nuevas series o nuevas canciones realizada persona a persona, transmitiendo emoción, con un vínculo directo con el receptor, en un diálogo e intercambio de opiniones, es una de las formas de la recomendación que tiene un potencial de impacto más profundo en las personas. Tampoco podemos olvidar la tracción que generan sobre las obras las campañas de promoción y marketing o recibir atención de los mass media, o ser incorporadas en una ficción o ser recomendadas por una celebrity del mundo del entretenimiento o incluso por una figura cultural de gran renombre. Estas recomendaciones tienen la potencia de un cañonazo, de una catedral, de la atracción gravitatoria de Júpiter. Pero junto a ellas, en la vida cotidiana, en los millones de interacciones que pueblen nuestra vida digital superpuesta, existen actos de recomendación y propuesta de contenidos que actúan con una fuerza menor, minúscula cada una de ellas, pero cuyo peso es, tomadas todas juntas, equivalente a la masa de la luna, que diariamente produce el mareas y, cada 28 días, hombres lobo. Y estas microrrecomendaciones ubicuas, de pequeña energía individual, proceden de datos y necesitan mejores datos sobre contenido y relaciones para que los algoritmos de recomendación funcionen mejor, y exploren sentidos más allá de "quienes compraron esto también compraron esto otro"