Intervenciones arqueológicas previas

Los últimos veinte años han sido cruciales para el redescubrimiento de la arx Hasdrubalis (cerro del Molinete). Las primeras excavaciones arqueológicas en el cerro del Molinete fueron realizadas en 1977 y 1978 por Pedro Antonio San Martín Moro, arquitecto municipal de Cartagena. Las excavaciones de San Martín, si bien confirmaron sospechas de una dilatada ocupación, con claras evidencias de un asentamiento prerromano, sin embargo, en apariencia o según la consideración popular apenas proporcionaron resultados o, en todo caso, suscitaron escepticismo tal vez porque se esperaba hallazgos monumentales.

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No obstante, las secuelas en el campo de la investigación arqueológica aún subsisten y siguen abiertas, ya que inauguraron un campo de estudio a noveles investigadores y también, con posterioridad, excavaciones muy puntuales como las que se realizaron en 1993 permitieron explicar e ilustrarnos sobre algunas de las estructuras descubiertas en aquellas fechas, reconociendo en las zonas altas del cerro construcciones para el sistema de aprovisionamiento de agua en época romana, un posible castellum aquae, o sugestivos edificios de culto consagrados a divinidades de origen oriental.

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En 1994 se volvió a estimar una nueva urbanización del Molinete y como actuación previa, que proporcionaría el soporte para la redacción del nuevo proyecto, se programó un vasto estudio arqueológico que traspasó por primera vez los límites de lo que había quedado como “Área Arqueológica” después de las excavaciones de 1977-78. La actuación arqueológica tuvo trascendentales secuelas aunque en una doble trayectoria: para la investigación histórica y en la coyuntura socio-política del momento.

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La excavación realizada en 1995 consistió en la realización de 38 sondeos de 5 por 5 m salpicados por toda la periferia de la zona vallada. Se daba por supuesto que la propia dispersión, así como la parcialidad de los registros obtenidos por las restringidas dimensiones de los sondeos, poco iban a favorecer la coherencia e interpretación de los hallazgos. El objetivo básico era obtener una secuencia del registro estratigráfico y un conocimiento más preciso del estado de los restos arqueológicos en la parte media y baja de todas las laderas de cerro. Aunque desiguales, los resultados arqueológicos fueron en general muy provechosos y, sobre todo, se descubría que la zona de la vertiente meridional inferior atesoraba un notable potencial. Ello permitió dar cierta continuidad a los trabajos con nuevas intervenciones realizadas. Una en 1996, todavía dentro del plan de sondeos de estudios previos a la urbanización. Y luego dos actuaciones más, realizadas en 1998 y 1999, en las que suprimiéndose los sondeos –que no habían conducido más que a crear un galimatías caleidoscópico– se concentraron en excavar áreas de mayor superficie: en menor medida en la terraza de la antigua calle Aurora, donde entre los sondeos de 1996 y la posterior intervención de 1999 se llegó a consignar un notable complejo doméstico de época romana, con un delicado programa ornamental en la decoración de sus paredes perteneciente al llamado IV Estilo pompeyano.

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14 bisEntre 1998 y 1999, la intervención se centró en el área forense, zona monumental que había empezado a adivinarse durante los sondeos de 1995, donde se puso al descubierto un potente muro de opus quadratum, frente de una gran terraza o podium, con una serie de cinco contrafuertes a sus pies y flanqueado por dos escalinatas de acceso a la parte superior del podium, donde verosímilmente se levantaría el templo capitolino. Esta zona monumental, atravesada por un decumanus y precedida de una explanada o témenos, estaría definiendo casi con seguridad el extremo o límite septentrional del área foral, presidiendo además todo el foro altoimperial de Carthago Nova desde una cota ligeramente superior.

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En el marco del estrenado PERI del Molinete (2001), la primera actuación arqueológica se realizó, durante unos cinco meses, entre 2002 y 2003, en un solar de la calle Adarve esquina con Cuesta del Maestro Francés destinada a equipamiento sanitario. En el amplio marco temporal del registro arqueológico, se atestiguaron las primeras fases de urbanización moderna del Molinete a partir del siglo XVII, constatándose además niveles de época republicana (siglos II-I a.C.), así como un significativo número de elementos constructivos de carácter hidráulico de época romana: canalizaciones, cisternas, concentrados sobre todo en la zona septentrional del área excavada. No obstante, los resultados más relevantes se forjaron con el descubrimiento del edificio de la curia de la colonia que sólo pudo excavarse de forma parcial. La jerarquía de edificio de primer rango en el contexto urbano queda acreditada, ya no sólo por su contigüidad al capitolio y la calidad del programa ornamental aplicado, sino también por el hallazgo en su interior del togado capite velato, que representa tal vez al propio emperador Augusto como pontifex maximus. Una construcción sin duda consagrada a enaltecer el honor del status colonial de la ciudad.

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La actividad arqueológica se multiplicó entre 2004 y 2005, realizándose de manera simultánea dos excavaciones en dos puntos distintos del Molinete: en la zona de la Morería y de nuevo en la calle Adarve. En la Morería, una de las más destacadas, la intervención abarcaba casi toda la ladera baja occidental del Molinete, sector que comprendía desde el punto de vista urbano las calles que tradicionalmente se han conocido como Morería Baja y Morería Alta. Durante esta actuación, además de documentar una amplia secuencia ocupacional, desde época púnica hasta el presente, con la presencia de un hiato temporal o abandono entre los siglos V al XVI, el interés de los resultados radicó sobre todo en la multiplicidad de los hallazgos más que en su verdadera monumentalidad, permitiendo explicar netamente la funcionalidad de este sector de la ciudad antigua como un afanoso barrio artesanal o industrial dedicado, tanto a la elaboración de productos derivados de la pesca como a la obtención de púrpura, o también construcciones destinadas a procesos de lavado y teñido de ropas (fullonica y tinctoria). Una disposición suburbana o periférica, alejada del corazón de la urbe, que resulta bastante comprensible por su carácter manufacturero (lám. 4). Aunque, sin embargo, inmejorablemente incardinado en la trama urbana, ya que se documentaron varios ejes viarios, algunos pequeños decumani, pero sobre todo un cardo que en dirección norte-sur se configura como el eje que normaliza la distribución de todo este barrio artesano, vecino además al área portuaria y con fácil tránsito al exterior de la urbe a través del “puente para que carros y acémilas puedan pasar por aquí desde el interior del país” salvando el “canal que cortaba el brazo de tierra que separaba el lago y el mar” (Pol., X,10,11) y que se asentaba en esta zona.

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La segunda actuación arqueológica, realizada de forma paralela a la anterior, o sea entre 2004 y 2005, se concentró de nuevo en el edificio de la curia descubierta en 2002. En esta ocasión se amplió la superficie excavada, lo que permitió, sin duda, un conocimiento más profundo de la fisonomía del edificio que acoge un delicado programa ornamental, tanto en los revestimientos marmóreos de su pavimentación como de los aplacados parietales. También con esta actuación se pudo llegar a disponer del diseño arquitectónico de la planta casi completa, donde son perceptibles diferentes ambientes espaciales a los que teóricamente se les atribuye unas funciones específicas. Una construcción incorporada en un lugar de privilegio del foro de la urbe y que constituye un exponente más del proceso de monumentalización en el que se vio inmersa Carthago Nova durante época altoimperial.

(Miguel Martín Camino)