Muralla romana republicana

En un momento impreciso del siglo II a.C., sobre los restos de la muralla púnica y siguiendo prácticamente el mismo trazado, se levantó otra muralla con una anchura total de 4,30-4,90 m. Se construyó con zócalos de mampostería trabada con barro y alzados de tapial mediante la técnica de dobles lienzos paralelos enlazados con tirantes que, a intervalos irregulares, delimitan compartimentos interiores de planta trapezoidal y rectangular –casamatas–, dispuestos en batería según el sentido longitudinal de la construcción. El paramento exterior tiene una anchura de 1,10 m y el interior, situado a una distancia de 2,5-3 m, tiene en cambio 0,70-0,80 m, al igual que los tirantes interiores.

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Su trazado un tanto sinuoso e irregular estuvo condicionado por las curvas de nivel del terreno en esta zona del cerro y a las estructuras púnicas preexistentes.

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A finales del siglo II a.C. o inicios del I a.C. se adosó un forro de mampostería trabada con barro al norte del paramento exterior del lienzo defensivo. A este forro están asociadas tres estancias caracterizadas por suelos de tierra apisonada y cubiertas planas realizadas con láguena.

Sobre las ruinas de las defensas romanas, siguiendo en parte su trazado y aprovechando su material a modo de cantera, fue construida en 1543 la muralla de Carlos I, que evidencia como la cima de la colina fue un lugar de defensa natural de la ciudad durante  más de diecisiete siglos.

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