LA
ENSEÑANZA MUTUA (finales del siglo XVIII-primera mitad del siglo XIX) |
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La enseñanza mutua, también conocida como
lancasteriana o monitorial, fue un modo de organización escolar y método de
enseñanza establecido, primero en Madrás (India) en 1796 por el pastor
anglicano
Andrew Bell (1753-1832), y dos años
más tarde, con algunas variantes, por el cuáquero
Joseph
Lancaster
(1778-1838) en Borough Road (Londres). En Inglaterra sería
promovida, en el primer caso, por la anglicana National Society for Promoting
the Education of the Poor in the Principles of the Established Church
throughout England and Wales,
fundada en 1811, y, en el segundo, por la Royal Lancasterian Society
creada en 1808, que en 1814 se convertiría en la British and Foreign School
Society. Posteriormente, en los cuarenta primeros años del siglo XIX, este
nuevo sistema o método de enseñanza se difundiría por diversos continentes y
países gracias al apoyo oficial y de sociedades filantrópicas. En España contaría, al principio, con el apoyo estatal, llegando a crearse en 1818 una escuela-modelo lancasteriana dirigida por el oficial Juan Kearney, y después, sobre todo durante el trienio constitucional (1820-1823), con el apoyo de algunas sociedades económicas, ayuntamientos o particulares. Su introducción y difusión dio lugar, como en otros países, a la publicación de diversos libros, traducidos en ocasiones del inglés o francés, en los que se daba cuenta de las particularidades del nuevo método: Alexandro de Laborde, Plan de enseñanza para las escuelas de primeras letras, según los métodos combinados del Dr. Bell y del Sr. Lancáster adaptados a la Religión Católica (Madrid, 1816), Anónimo, Sistema inglés de instrucción, o colección completa de invenciones y mejoras puestas en práctica en las escuelas reales de Inglaterra (Madrid, Imprenta de la calle de la Greda, 1818, traducción del francés de Pedro Ferrer y Casaús), Anónimo, Método de enseñanza mutua, según los sistemas combinados del Dr. Bell y de Mr. Lancaster, para uso de las escuelas elementales o de primeras letras; aprobado por S. M., y mandado observar en la escuela central de Madrid y en las demás de esta clase que se establezcan en España (Madrid, Imprenta Real, 1820), Joaquín Catalá, Manual práctico o compendio del método de enseñanza mutua, traducido de los idiomas inglés y francés, que ha reglamentado y da a luz para las escuelas de Cataluña y demás de España, el R. Don Joaquín Catalá, presbítero director de la Academia Cívica de Barcelona (Barcelona, Imprenta de José Torner, 1821) y Domingo Bacas Rojo, Demostración de los extraordinarios efectos que produce en las escuelas públicas de primeras letras la práctica del nuevo método y sistema fijo de enseñanza mutua y gobierno (Madrid, Eusebio Álvarez, 1822). Asimismo, se conocen escritos de crítica u oposición al nuevo método. Por ejemplo, el Informe de la Academia de Profesores de Primera Educación de esta corte al Escmo. Ayuntamiento constitucional de la misma, sobre el parecer de otra comisión de la Dirección General de Estudios, acerca del modo de suministrar la enseñanza gratuita a los niños pobres de esta población (Madrid, Imprenta de D. V. Hernando, 1831). En síntesis, la adjetivación como mutuo
o monitorial de este método se debe al hecho de que la enseñanza de los
alumnos, formando grupos de ocho, corría cargo, no del maestro, como sucedía en
los sistemas individual y simultáneo, sino de otros alumnos aventajados, que
habían sido previamente formados con tal fin, como monitores, por el maestro.
Además de estos monitores para la enseñanza de las distintas materias o
actividades de la escuela primaria existían otros para las funciones de
vigilancia y orden. Creado para responder, con un bajo coste, a las necesidades
de escolarización existentes en las ciudades, este método requería una gran,
única, rectangular y espaciosa sala (presidida, en alto,
por la mesa del maestro rodeada en ocasiones por una balaustrada), para unos 150 a 350 alumnos, sentados en bancos corridos para diez y
seis de ellos (1/138, 1/210,
1/211, 1/156),
en cuyos lados colgaban o se hallaban carteles o dispositivos para la enseñanza
de la lectura, y del cálculo, alrededor de los cuales se distribuían en forma
de semicírculo (1/141, 1/137,
1/213, 1/214),
con su monitor al frente, grupos de ocho alumnos. El buen funcionamiento de este sistema,
en el que el maestro no enseñaba directamente a los alumnos, sino
indirectamente a través de monitores específicamente adiestrados para ello, en
un aula con numerosos alumnos clasificados en cada materia o actividad en ocho
grados, requería una estricta disciplina y orden tanto en las posturas o
posiciones de los niños en los bancos donde tenían lugar los ejercicios de
escritura en pizarrines (1/134, 1/135, 1/136, 1/149, 1/212), como
en los desplazamientos permitidos en el aula, ya fuera en el momento de la
entrada (1/140), dentro de ella por cada grupo
(1/139), en camino desde los bancos a los
semicírculos para los ejercicios de lectura y cálculo (1/142)
o desde los semicírculos a los bancos (1/143) o, por último, desde o hacia la mesa del profesor
(1/144). Cada
desplazamiento o cambio de una actividad a otra, su comienzo y su finalización
estaban rígidamente marcados y eran controlados por el maestro que, a modo de
director de orquesta, ponía en marcha y hacía funcionar el mecanismo, por medio
de una codificación minuciosa de señales u órdenes visuales o auditivas. Pese a haber sido sustituido este
método por el simultáneo y el mixto a partir de los años 40 del siglo XIX, su
influencia perduraría tanto en la enseñanza primaria como en la educación
infantil o de párvulos. En el primer caso, en la escuela-aula de un solo
maestro, con alumnos de todas las edades y niveles de conocimiento, al tener
que recurrir el maestro o maestra a los alumnos de los últimos cursos para
atender, tomar la lección o enseñar a los más pequeños mientras él o ella
trabajaban con alguno de los otros grupos o grados en los que se dividían los
alumnos en el aula. En la educación infantil o de párvulos dicha influencia es
perceptible en el recurso a los semicírculos para la enseñanza en pequeños
grupos, tal como puede observarse, en España, en el Manual para los maestros de escuelas de párvulos de
Montesino de 1840 (1/146)
y, en Francia, en el Manuel des
fondateurs et des directeurs des premières écoles de l'enfance connues sous le
nom de salles d’asile de
Cochin de 1833
(1/153), así como en el uso de los bancos
corridos o en la estricta regulación de las posturas y posiciones, de los
desplazamientos en el aula o del comienzo y final de los ejercicios y
actividades. |
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