Los tumores
uroteliales son poco frecuentes,
representan alrededor del 5% de
todos los tumores renales. Se trata
de tumores que suponen un gran
consumo de recursos (situándose
el cáncer de vejiga como el
quinto tumor de coste más elevado),
pues son muy recidivantes y
necesitan seguimientos a muy
largo plazo. Como factores
etiológicos se señalan la
nefropatía endémica de los Balcanes,
la nefropatía por abuso de
analgésicos (fenacetina) y el
hábito de fumar cigarrillos (3,8
de riesgo relativo), citándose
asimismo la influencia de factores
ocupacionales (industrias de tintes,
petroquímica y plásticos).
En el 90% de los
casos son carcinomas del epitelio de
transición (carcinoma transicional),
siendo raros los otros tipos
tumorales (carcinoma de células
escamosas, adenocarcinoma, etc.).
Asientan en cualquier localización a
lo largo de la mucosa del aparato
urinario: cálices, pelvis, uréter,
vejiga e incluso uretra. Pueden ser
únicos, pero a menudo son múltiples,
existiendo varios tumores por
siembra a lo largo de la vía
urinaria. Los tumores con células de
alto grado de malignidad tienden a
ser más agresivos y a invadir el
parénquima renal o la pared ureteral
y metastatizar por vía linfática o
vascular.
En la topografía,
hay que tener en cuenta un fenómeno
que se produce en este tipo de
tumores, que recibe el nombre de
implantación descendente. Es un
fenómeno tal que si tengo un tumor
en el tracto urinario superior, es
muy probable que también tenga en el
inferior. Es decir, siempre hay
implantación descendente en la
vía urinaria desde el tumor
primario hacia abajo.
Este proceso se relaciona con la
facilidad de descamación celular de
estos tumores, utilizando la orina
como vehículo de diseminación. Es
muy importante a la hora de la
intervención, pues hay que hacer una
resección del tumor hacia abajo ya
que, si cortamos y empalmamos sin
más, puede recidivar.
Por lo general, son
tumores de aspecto papilar, muy
friables y vascularizados, por lo
que sangran con facilidad, siendo la
hematuria el síntoma revelador más
frecuente, a veces con coágulos y
crisis esporádicas de cólico renal.
Ante la presencia de
una masa renal en población superior
a 40 años, hay que diferenciar entre
quiste renal simple (la lesión más
frecuente y benigna) y carcinoma
renal.
A continuación, vemos
un esquema en el que se detalla el
algoritmo diagnóstico ante una masa
renal solitaria. En nuestro caso, al
haber tenido el paciente antecedente
de tumor urotelial en riñón
izquierdo y, por tanto, haber sido
intervenido del mismo, al aparecer
en riñón contralateral una masa
sólida de características similares
a la anterior se decide hacer TC
para valorar el tamaño del tumor y
la estadificación del mismo.
El procedimiento
inicial es la citología urinaria,
con una sensibilidad del 90%. Los
tumores uroteliales tienen una
característica: descaman células
a la orina; con lo cual aprovechamos
esto para analizar el sedimento
celular urinario.
El siguiente paso es
la ultrasonografía, que permite
diferenciar claramente las lesiones
líquidas de las sólidas. La
fiabilidad diagnóstica del
ultrasonido en la detección de
quistes es aproximadamente del 90%
de los casos.
La tomografía
computarizada junto con la urografía
(uro-TC) es muy importante para
determinar la extensión extrarrenal
de los tumores, sobre todo la
afectación de ganglios de la región
paraaórtica y de la cava, la
invasión de la fascia de Gerota, la
invasión posterior de los tejidos
paraespinales y los músculos psoas.
Por tanto, la TC se utiliza hoy
fundamentalmente para evaluar la
extensión de los tumores y en
quistes complejos. La presencia de
recidiva local se detecta mejor por
TC que por ninguna otra técnica. Los
hallazgos son habitualmente los de
masa de partes blandas en la fosa
renal, con frecuente irregularidad o
aumento del psoas por afectación,
así como la invasión de las áreas
vecinas tales como colon, piel, etc.
Aunque, según hemos
leído en la bibliografía, el estudio
de masas renales se puede realizar
con ultrasonido, en los tumores
uroteliales debe estudiarse
adecuadamente con TC para tener un
factor pronóstico exacto.
Las principales
indicaciones del TC en el examen del
aparato urinario son:
1.
Masas renales
complejas no claramente definidas
por ultrasonido.
2.
Hidronefrosis de
origen indeterminado.
3.
Riñón no funcionante.
4.
Desplazamientos
renales por probables masas.
5.
Complicaciones de la
cirugía renal y del transplante
renal.
6.
Lesiones del espacio
perirrenal.
7.
Estadiaje
de tumores renales.
8.
Trauma renal.
9.
Recidiva de
hipernefroma.
10.
Cálculos dudosos.