La primera técnica indicada ante una
clínica de sospecha de ictus agudo
siempre es la TC craneal sin contraste.
La principal utilidad de esta técnica es
la diferenciación del ictus isquémico
(75% de todos los ictus) y el
hemorrágico (25%). La TC simple es la
prueba más sensible para detectar un
sangrado intracraneal en fase aguda, el
cual se presenta como una hiperdensidad
focal.
Además, la TC simple puede ser
patológica en las primeras 3 horas del
episodio en algunos pacientes con
infarto de la arteria cerebral media (ACM).
Los signos precoces incluyen
hipodensidad o edema tisular focal en la
sustancia gris de la corteza cerebral y
núcleos de la base. Estas áreas del
cerebro más densas en TC que la
sustancia blanca se reducen con el
tiempo desde la oclusión del vaso en el
núcleo del infarto. Sin embargo, esto es
llamativo en una minoría de casos, y muy
difícil de objetivar, por lo que una TC
negativa en fase aguda no descarta ictus
isquémico. La RM no se realiza de
urgencias por su lentitud y menor
disponibilidad.
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