Tras la tiroidectomía total persiste una cantidad de tejido tiroideo importante, en especial en el lecho tiroideo y alrededor de las glándulas paratiroides. Por consiguiente, el tratamiento ablativo con dosis elevada de I-131 es necesario porque consigue eliminar todo el tejido tiroideo residual.
La ablación reduce la aparición de recidivas locales y además permite el seguimiento del paciente mediante la determinación de tiroglobulina sérica y las gammagrafías corporales, también llamadas rastreos corporales, con I-131, que son pruebas con alta sensibilidad para la detección de tejido tiroideo residual o metastático.
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