La realización de un TC pasadas 36 horas tras el inicio de los síntomas del ACV tiene como objetivo demostrar la existencia de zonas cerebrales de isquemia, que aparecerán como lesiones hipodensas, borramientos de estructuras o compresiones.
Permite además valorar complicaciones asociadas como la transformación hemorrágica, la hidrocefalia o desplazamientos que produzcan hernias cerebrales
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