Ante una paciente con una clínica mamaria y teniendo en cuenta su edad (mayor de cuarenta años) se le debe realizar una mamografía, ya que es una exploración de gran disponibilidad, sencilla, rápida, poco molesta para la paciente y nos aporta información de gran utilidad.

Nos va a permitir hacer un diagnostico diferencial de las múltiples patologías que pueden dar una clínica similar y nos permite orientar nuevas exploraciones en caso de que sea necesario (ecografía mamaria, galactografía, TAC).

La mamografía es la mejor herramienta disponible para la detección del cáncer de mama. Sin embargo, la mamografía no es perfecta, pues entre el 5-10% de los cánceres de mama no son demostrados mediante esta exploración.

La mamografía es una exploración diagnóstica de imagen por rayos X de la glándula mamaria, mediante aparatos denominados mamógrafos, (en dosis de alrededor de 0,7 mSv), que disponen de tubos de emisión de rayos X especialmente adaptados para conseguir la mayor resolución posible en la visualización de las estructuras fibroepiteliales internas de la glándula mamaria.

El examen mamográfico estándar consiste en la realización de dos proyecciones mamográficas de ambas mamas craneocaudal y oblicua mediolateral, que son complementarias con el fin de representar todo el tejido mamario. A las imágenes obtenidas se les denomina mamograma craneocaudal y mamograma oblicuo mediolateral.

Para estudiar la patología mamaria existe un sistema de clasificación numérica, la clasificación BIRARDS:

BIRARDS 0: evaluación incompleta. Se requiere de exploraciones complementarias.

BIRARDS 1: estudio negativo o normal.

BIRARDS 2: hallazgos benignos

BIRARDS 3: hallazgos probablemente benignos.

BIRARDS 4: hallazgos probablemente malignos.

BIRARDS 5: hallazgos con alta sospecha de malignidad.

BIRARDS 6: cáncer de mama confirmados mediante pruebas histológicas.

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