Correspondientes a la época medieval se conservan restos arqueológicos de una torre vigía y de un complejo de carácter religioso. El “castillo” se levanta en la cúspide del cerro, a unos 1000 m sobre el nivel del mar, ejerciendo un control visual de largo alcance. El edificio presenta una planta cuadrangular de 13 m de lado, y se desarrolla en varias plantas de techo abovedado comunicadas entre sí por una escalinata que circula por el interior de los muros perimetrales. La técnica de construcción es el encofrado, con paramentos externos de mampuesto (a base de piedra caliza, arenisca, y toba, reutilizada de los monumentos romanos) y un mortero hecho con aglomerante de cal y un árido silíceo de color anaranjado bastante grosero, y pequeños guijarros. La parte interna de las gruesas paredes se rellena con el mismo tipo de argamasa, aunque las piedras ya no aparecen colocadas de forma tan regular. Existe ya desde hace algunos años un proyecto redactado de puesta en valor de este monumento, que se encuentra en un avanzado estado de deterioro.

Mencionado en varios documentos, la fuente más antigua es el Bachiller Alonso de Requena (1647), quien afirma que tras la conquista de Alcaraz en 1213 las tropas de Alfonso VIII tomaron el castillo de Lezuza. En 1411 Alcaraz exime de tributos a todos los vecinos que quieran vivir en el Cerro de Lezuza, junto a la torre, en un intento de aumentar la población en la zona. Más tarde, durante el siglo XV, Lezuza se verá involucrada en los conflictos entre el marquesado de Villena y los Trastámara. Ya con el reinado de los Reyes Católicos y durante todo el siglo XVI irá creciendo la localidad por la concesión de la categoría de villa a Lezuza, pero se abandona el Cerro del Castillo como lugar de hábitat, afirmándose el asentamiento en el llano, en torno a la nueva iglesia.

Torre vigía bajomedieval

En el Sector 11 del yacimiento, al noreste del foro y afectando a algunas tabernas del decumano máximo, se ha documentado un gran edificio, un complejo político-religioso que hay que poner en relación con las Órdenes militares, compuesto por tres cuerpos constructivos: un amplio patio rectangular al norte, con un aljibe o silo, compartimentado aquél por tabiques que reutilizan muros de las épocas ibérica y romana, un conjunto de ambientes meridionales, que aprovechan muros de las tabernas del decumano, y en los que se halló un enterramiento masculino, y una estancia central alargada que articula la estructura del edificio, aglutinando sus funciones de representación y religiosas -iglesia o aula basilical-, que presenta una interesante jerarquización interna de los espacios, pues está dividida en dos partes. La de mayor tamaño (17,50 por 4,65 m de vano interno), al oeste, tiene un banco corrido por sus tres lados y un pavimento de cantos rodados, de mediano y pequeño tamaño, con dos cruces patadas incrustadas, formadas por fragmentos de teja, estableciendo así un vínculo con las órdenes militares. La estancia más pequeña, dedicada al culto, de forma cuadrangular (4’65 m de lado), separada por un arco de la anterior, conserva el pavimento de ladrillo, y una estructura elevada, en forma de altar, apoyada en el muro este. Los hallazgos monetarios indican una frecuentación del lugar desde el siglo XIII hasta el XVII. El edificio se encuentra protegido y enterrado a la espera de contar con una financiación para su puesta en valor y exposición al público.

Vista del aula central del complejo bajomedieval y detalle del pavimento con una de las cruces patadas

Enterramiento masculino hallado en el complejo bajomedieval, presuntamente un miembro de la Orden