REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS

WWW.TONOSDIGITAL.COM  

ISSN 1577 - 6921

  NÚMERO 1 - MARZO 2001

PORTADA | HEMEROTECA

El tupé y el pelado al cero. Cómo se forman metáforas socio-perceptivas

Giampaolo Proni

(Politécnico de Milán. Italia)

Existen falsificaciones en la indumentaria completamente ineficaces pero que son consideradas eficaces por consenso social.

La peluca, usada por convención social en el siglo XVIII, no era en absoluto semejante a verdaderos cabellos: correspondía a los cabellos por un código social. Enmascaramientos de este tipo son las rubias de botellazo, tan difundidas en los pueblos mediterráneos y de color, los tacones altos, los labios de silicona y artificios semejantes que fingimos aceptar como naturales.

En el siglo XX, un papel de este tipo lo ha desempeñado una variedad del tupé  realizada específicamente como una estratagema consistente en peinar los cabellos laterales o frontales para cubrir la calvicie de la coronilla.

Este tipo de tupé, que de ahora en adelante denominaremos cruzado1, se ha formado paulatinamente con la costumbre de cruzar o alargar el pelo. Con el expandirse de la calvicie el tupé es alargado hasta atravesar la rosácea coronilla con láminas sutiles o con un velo vaporoso.

El cruzado no sustituye a los cabellos perdidos, pues se ve estupendamente que el cruzado no es cabello. No es un postizo como la peluca o el bisoñé. El cruzado muestra claramente que la persona es calva.

El cruzado no sustituye, cubre la calvicie parcialmente a la vista. El cruzado es considerado socialmente como "cabello".

Mientras el código social reconoce el cruzado como "cabello", no se manifiesta como algo inútil y el enmascaramiento se acepta: la persona no es calva.

Sin embargo, el cruzado está pasando de moda porque se está disolviendo el código social que finge que sea igual a "pelo". En el momento en que el cruzado deja de ser considerado "cabello", el enmascaramiento no se mantiene. La persona es calva y se resalta todavía más el zafio intento de cobertura. Hasta el punto que hoy en día se prefiere mostrar la calvicie antes que recurrir al cruzado.

No sólo eso, sino que desde hace algunos años se ha difundido el pelado al cero. El cráneo afeitado impide (sin un examen muy cercano) saber si la persona es o no calva.

El cabello, suprimido, desaparece por un acto voluntario y no por causa natural.

Frente a la provocación de la naturaleza, el pelado responde con un acto resolutivo, casi de desprecio: "¿conque ésas tenemos? Pues, me pelo al cero"; "mejor ningún cabello que tres o cuatro", suele decirse el pelado, mandando a paseo lociones, frascos y fricciones.

"Tened piedad de mis cuatro pelos, fingid que los tengo..." se dice el cruzado.

El pelado se ríe de la naturaleza, el cruzado suplica a la humanidad.

La sociedad es convocada a intervenir piadosamente fingiendo que el cruzado sea pelo.

El pelado se sustrae al examen de la sociedad: "no podrás saber si soy un calvo voluntario o forzoso".

El cruzado se confía a la sociedad pidiéndole solidaridad por la inclemencia de la naturaleza.

El pelado se emancipa tanto de la naturaleza, renunciando al pelo, como de la sociedad, al impedirle a ésta el juicio sobre la verdadera causa de su cráneo depilado.

"Poco es mejor que nada", dice el cruzado. "Nada es mejor que poco", dice el pelado.

Desgraciadamente, la sociedad ha cesado ya de ofrecer al cruzado la protección de una percepción socialmente controlada con arreglo a la cual su cruzado era "cabello". Vivimos una verdadera crisis del cruzado que ha empujado a muchos medio calvos a recurrir al pelado al cero, teniendo con ello que renunciar al poco pelo que tenían. Antes ocurría lo contrario: el pelado al cero era visto casi como un acto de arrogancia, una ostentación: "¿cómo es posible deshacerse de los cabellos que te quedan para no manifestar que se ha quedado uno un poco calvo?".

El paso del cruzado al pelado al cero pone de relieve, por tanto, un tipo de sociedad menos tolerante con las pequeñas imperfecciones físicas (hasta el punto de que el afectado se amputa esos pocos cabellos con tal de esconder su deficiencia que, por otra parte, no puede cancelar); hoy una cabellera renovada requiere la inmediata intervención quirúrgica, antes se llevaba para toda la vida. Una sociedad menos solidaria, menos dispuesta a la cobertura colectiva de la dignidad del hombre maduro, escondiendo sus defectos; más individualista, hasta el punto de que la defensa, el presidio y la responsabilidad de la propia imagen corren por cuenta de cada persona en particular.

El pelado al cero denota, además, virilidad, dado que pertenece al cliché viril el desprecio por el maquillaje y por los disfraces.

Pero, de hecho, no es así: el pelado al cero requiere mayor cuidado que el cruzado: privad al afeitado de su Gillette durante una semana y volverá a ser un pobre medio calvo (cuando no un calvo completo).

El pelado al cero connota vida deportiva: entre los primeros pelados famosos destaca el futbolista Ronaldo, iniciador de una auténtica moda.

El pelado aparenta encontrarse a sus anchas entre los elementos naturales: la lluvia no le moja el pelo; el viento no lo alborota; el sol le broncea la cabeza: se lava la cabeza con una pasada de mano. En realidad, la falta de cabello crea problemas de sudoración y de insolaciones.

El cruzado vive, en cambio, en el temor hacia la naturaleza: la lluvia lo deja hecho un pollito mojado, el sol resalta todavía más su disfraz. Pero, sobre todo, teme las ráfagas de viento que, sin previo aviso, desbaratan el cruzado haciendo ondear el mísero toldo como una bandera.

Con el pelado se puede afirmar que la Naturaleza predomina sobre la Cultura, pero únicamente a nivel superficial: en realidad, ocurre lo contrario.

Superficie (código social): Naturaleza > Cultura

Profundidad (análisis socio-semiótica): Cultura> Naturaleza

El pelado se corresponde con una imagen de naturaleza, una naturalidad codificada, formalizada, estetizada. La misma visión por la cual Tarzán vive en la jungla con una faldita de piel de leopardo y una muchacha neoyorquina, náufraga en un atolón, pasea en tanga y descalza, con sus radiantes cabellos siempre limpios, como si fuera de golpe capaz de resistir al sol, a la aspereza del terreno y a las carencias higiénicas.

El pelado es el "fitness", la construcción de cuerpos que se presentan como naturales pero que son artificiales.

La codificación de nuevos efectos de realidad se corresponde siempre con la activación de un enmascaramiento del carácter convencional de tal codificación. La sociedad enmascara sus propios códigos con sumo cuidado cuando tienen que ver con la categoría de "naturalidad", es decir, la base común de la humanidad sobre la que construir la propia identidad ecuménica.

De la misma forma que el cruzado "se manifestaba" como cabello por medio de un código social, de idéntico modo se manifiesta como "natural" el pelado.

La semiótica nos ayuda a descubrir estos enmascaramientos.


[1] Traducción de José María de la Resure. Son diversas las denominaciones metafóricas utilizadas por los peluqueros para este tipo de tupé: toldo, teja, persiana, capa y cruzado (mágico) son algunas de ellas. El uso de este artificio capilar por un diputado vasco muy conocido en toda España hace que esta forma de organización del cabello siga siendo bastante conocida. Por razones de expresividad se ha elegido el término cruzado para traducir el italiano riporto. El considerarlo como una variedad del tupé es por la condición de natural de este tipo de peinado frente a la condición de postizo en el caso del bisoñé.

 

ZONA DE DESCARGA PDF

NÚMERO 1 - MARZO 2001

NÚMERO 1 - MARZO 2001