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CON CERVANTES, DE MÉXICO A ESPAÑA[1]
(E. U. de Magisterio de Albacete)
Tuve la suerte de
asistir al Congreso de AEPE celebrado en
México del 25 de julio al 18 de agosto de 1980. Puede sorprender la duración
del mismo; no tanto si se considera que el Congreso tuvo una dimensión cultural
que suponía un periplo por aquel país (México D.F.,
Basílica de Guadalupe, Alcomán, Teotihuacán,
Cholula, Puebla, Jalapa, Veracruz, Oaxaca, Monte
Albán, Villahermosa, Palenque, Mérida, Uxmal y Kabal, Chichen-Itza, Cancún, Cuernavaca y Taxco) combinado con las
sesiones académicas en dos sedes: la Universidad Autónoma de México (del 28 al
31 de julio) y la Universidad Veracruzana
(días 3 y 4 de agosto). A esta última dedico mi atención por lo que se
dirá.
Han pasado 25 años y todavía recuerdo
la gran emoción experimentada, en el acto inaugural de las sesiones de trabajo
en Jalapa, al escuchar las palabras con que nos recibió don Aureliano
Hernández Palacios. Por fortuna puedo hacer transcripción de las mismas ya que
conservo dos versiones coincidentes y contrastadas: la publicada en el
periódico local (hoja ya amarillenta del GRÁFICO DE XALAPA,[2]
martes, 5, agosto, 1980 nº 2394) y la oral grabada por mí en cinta de casete[3].
He aquí el texto de bienvenida al que aludo:
“El Rector de la
Universidad Veracruzana, me ha conferido su representación para que, en mi
carácter de Jefe de la División
Académica de Humanidades, les dé a ustedes la más cordial bienvenida, y les
exprese nuestra complacencia por haber escogido como subsede a nuestra joven
Universidad Veracruzana; esta Universidad tiene medida institucional de 1944 a
la fecha, en ese lapso ha extendido los beneficios de la educación superior y
de la cultura a todo lo largo de la entidad veracruzana y dentro de los
distintos Institutos y Facultades que albergan esta Unidad Interdisciplinaria
de Humanidades que dirige con mucho acierto el maestro Jesús Morales Fernández,
se encuentra la Facultad de Letras Españolas y el Instituto de Investigaciones
Lingüístico-Literarias; esta es la razón de que los recibamos en este recinto
recientemente inaugurado con motivo del homenaje a Juan Carlos Onetti, y del Primer Congreso Internacional sobre Revistas
de Crítica Literaria.
Nos complace sobremanera recibirlos a
ustedes aquí, con los brazos y el corazón abiertos, como recibimos otrora los
primeros españoles que llegaron por las costas de Chalchihuecan,
hoy Veracruz, trayéndonos el Evangelio Cristiano y el habla de Cervantes,
con la cual tengo el honor de dirigirme a ustedes (el subrayado es mío); de manera que no es casual el hecho de que
estén aquí, nos complace mucho porque la historia que a veces es enseñanza,
pero muchas otras es desengaño, registra en sus anales la llegada de la lengua
española al Continente Americano por las playas de Veracruz; ahora están
ustedes muy cerca de esas playas que el martes conocerán y yo les doy en nombre
del Estado de Veracruz, en nombre de su pueblo y en nombre de la Universidad
Veracruzana, a la cual he servido durante muchos años con pasión y entrega, la
más cordial bienvenida y siéntanse en su casa”… Sigue la crónica periodística
resumiendo la respuesta por parte del Presidente de AEPE, Franz
Josef Zapp que hizo
hincapié en el hecho de que nuestra estancia en Jalapa sería muy provechosa
pues a veces se identifica el país con la capital y se ignoran otros aspectos
importantes del mismo; “la Asociación no está de acuerdo en que la enseñanza de
una lengua extranjera se realice despojada de todo su contenido y por ello su
estancia en este país ha sido de vital importancia ya que aplicarán en el
futuro todo lo vivido y aprendido aquí”.
Tanto en la UNAM como en la Universidad
Veracruzana las Ponencias corrieron a cargo de Profesores de estas entidades;
los congresistas asistimos en calidad de oyentes en sesiones muy animadas por
los coloquios posteriores. El programa fue el siguiente:
Domingo 3 de
agosto de 1980
10.30 horas: Sesión
inaugural
11.00: Ponencia del Mtro. Jorge Ruffinelli: “Aspectos y problemas de la cultura literaria
en México”
11.45: Preguntas y comentarios
12.15: Ponencia de la Mtra. Esther Hernández
Palacios: “La poesía mexicana (de Tablada y López Velarde a Paz y Huerta)”
13.15: Preguntas y comentarios.
17.00: Visita guiada al Museo de Antropología.
19.00: Ballet Folklórico de la Universidad Veracruzana (En el Teatro
del Estado)
Lunes 4 de agosto
de 1980
10.30: Ponencia del Dr. Renato Prada Oropeza:
“Panorama de la narrativa veracruzana contemporánea”
11.30: Preguntas y comentarios
12.00: Ponencia del Mtro. Carlo Antonio Castro: “Sociolingüística y estructura de las
lenguas mayances”
13.30: Preguntas y comentarios
14.00: Clausura. Brindis ofrecido por la Universidad Veracruzana a la
AEPE
18.00: Exhibición del filme LA VIUDA DE MONTIEL, de Miguel Littin, con Geraldine Chaplin y Nelson Villagra.
Coproducción de la Universidad Veracruzana
Conservo grabadas en
casete las conferencias y comentarios. Me referiré a algunos de ellos pues son
datos únicos de registro oral. Resulta curioso constatar que al profesor Ruffinelli (de nacionalidad uruguaya afincado en México) le
pedía el presidente Zapp aclaraciones sobre el
concepto de “Talleres de escritura” citado en la Ponencia. A los europeos en
1980 les resultaba ciertamente novedosa tal denominación. Como si los
“talleres” fueran una especie de “factorías” para crear textos. Así respondía Ruffinelli: “La
coordinación no significa “enseñar a escribir” sino volcar la experiencia de
los coordinadores, jóvenes escritores también, para que los integrantes del
taller reflexionen sobre los problemas de la escritura y para crear entre ellos
un ámbito crítico, que estén criticando continuamente sus creaciones, pero sin
forzarlos a escribir de determinada manera, ni a elegir un determinado género,
ni el tema; no se trata de una composición escolar obligatoria sino de crear un
ámbito propicio para la discusión de la propia obra con gentes que viven alejadas
de centros universitarios... tal vez el nombre de “taller” se debería cambiar
pero la filosofía de los talleres no es la de crear máquinas de escritura... Sorprende
comprobar hasta qué punto se ha impuesto el término 25 años después.
Obsérvese el tiempo
concedido a la Ponencia sobre las lenguas mayances.
Recuerdo que una colega sueca, al finalizar, me comentaba lo útil que había
sido para entender el papel fundamental de la lengua española en el continente
americano como medio de intercomunicación entre los indígenas, hablantes de un
centenar de lenguas autóctonas de ámbito geográfico reducido, condenados a no
entenderse entre ellos mismos. El profesor Castro fundamentó sus argumentos con
el ejemplo de dos lenguas mayances contiguas, el
TZELTAL y el TZOTZIL, con elementos estructurales comunes pero con léxico
bastante diferente. Todavía recuerdo al Profesor Muñoz Cortés, incansable
investigador, solicitando del colega la
repetida pronunciación de los fonemas extraños para aprenderlos allí mismo. Y
también como parte de los congresistas miraba insistentemente el reloj pues
llevábamos dos horas de Ponencia. Por otra parte fue muy aplaudida la lectura
de textos en tan extrañas lenguas y toda la historia aquella del conejo y su
cola de algodón.
También el profesor
Hernández Palacios recitó el domingo dos poemas en náhuatl traducidos por él
mismo, notable poeta que tuvo la amabilidad de dedicarme su “Antología
Poética”, Jalapa, 1979. Grabadas conservo ambas versiones. Me limito a
transcribir la traducción de uno de ellos pues la fonética del original no
podría trasladarla con grafías fiables. He aquí el poemita náhuatl, una
filigrana:
Madre mía, cuando yo muera / entiérrame en el hogar / y, si al hacer
las tortillas / deseos tienes de llorar, / que las perlas de tu llanto / se
derramen sin cesar. / Mas, si alguien te pregunta / la causa de tu penar, / di
que la leña está verde / y que el humo hace llorar.
De la mencionada
Antología quiero citar el tríptico de sonetos a la ciudad de Jalapa, vista por
la mañana, al atardecer y “Cuando llega
la noche de misterios llena; / se encienden en las calles los faroles, / fingen
las sombras ánimas en pena,/ las araucarias, verdes facistoles (....) Tal es
Jalapa, señorial y austera, / propicia para el bien y la poesía; / emporio de
la flor, en Primavera, / sede de la belleza y la armonía; / nido de golondrina
o de quimera/ en los dominios de mi fantasía. Y la lectura de tales versos
me traslada a los días vividos en la ciudad y al paseo nocturno del que
recuerdo un conjunto de elementos sinestésicos,
sonidos, colores, perfumes, fachadas cubiertas de enredaderas en flor, la
huella de España en los edificios, en el trazado de las calles... Huella que
nos fue confirmada, según predijo Hernández Palacios al llegar a Veracruz. La
emoción en San Juan de Ulúa al ver las playas a las
que arribó Hernán Cortés, por las que penetró nuestra lengua. Todo ello puesto
de relieve por el singular guía que nos acompañaba. Registrada tengo su voz y
también su nombre para la pequeña historia, esa que no aparece en las
publicaciones al uso. Sigifredo Alcántara Rivera, con
entonada voz y entusiasmo patente, dirigiéndose a mí y a quienes quisieron
escucharlo, el 5 de agosto de 1980 decía: Recuerde
usted, señorita, que por aquí, por Veracruz, entraron los españoles en el año
1518; Juan de Grijalva llegó a Veracruz y un año después llegó Hernán Cortés.
Hernán Cortés, un hombre al que hay que quitarse el sombrero ante él, con una
estrella tremenda, fundó Veracruz, fundó una población en tierras de Anáhuac, la Villa rica de la Verdadera Cruz. Más tarde, un
rey de España le brinda a Veracruz el escudo de la ciudad y el escudo tiene una
cruz sobre una fortaleza, la cruz quiere decir villa rica de la verdadera Cruz,
la fortaleza quiere decir refugio; hay en el fondo, un fondo verde esmeralda,
eso dice, Veracruz, refugio en Indias, abajo la fortaleza está sobre dos
columnas de Hércules, dos columnas de Hércules tachonadas con dos orlas que
dice Plus Ultra, o sea, Veracruz, refugio en Indias
del poderío hispano en Ultramar... Nosotros somos jarochos y le hablamos a
usted mucho porque nosotros nos comemos la “ese” y la “ere” y todo lo hacemos
con gusto y lo hacemos con el corazón y les deseamos mil felicidades a ustedes,
que su recorrido sea placentero y siempre nos recuerden a nosotros los jarochos
con cariño. La transcripción literal del discurso hablado da una idea de
los recursos utilizados por nuestro guía aunque se haya perdido la fonética
original.
Hora es de volver al
discurso de bienvenida en Jalapa y al texto subrayado: (los españoles trajeron)
“el habla de Cervantes, con la cual tengo el honor de dirigirme a ustedes”.
Ignoro si en la mente de Hernández Palacios estaba presente en aquel instante
la clásica distinción saussureana langue/parole, lengua/habla en español[4],
pero valdría la pena reflexionar sobre las dos posibilidades, afirmativa y
negativa. En el segundo caso llegaríamos a la conclusión de que en este
contexto habla se empleaba en el
sentido de lengua, sistema de
comunicación utilizado tanto por Cervantes como sus predecesores en el siglo
XVI, sistema que ha llegado hasta nuestros días con ligeras modificaciones. En
el caso contrario me gustaría creer que en el discurso se tenía presente no
solo la referencia a la lengua como sistema,
sino al español del que se sirvió Cervantes para convertirlo en su habla individual y más concretamente en
la obra literaria que ha llegado hasta nosotros como una de las cumbres de la
literatura española y universal, el Quijote,
por celebrarse en 2005 el IV Centenario de su Primera Parte, sin menoscabo del
valor reconocido al conjunto de la obra cervantina.
Cervantes y el Nuevo
Mundo. Imposible recoger en el límite de esta Ponencia la huella de Cervantes y
el Quijote en la literatura
hispanoamericana. Me limitaré a tres autores contemporáneos y significativos de
otros tantos países: Rubén Darío, Jorge Luis Borges y Octavio Paz. Pero antes
soñemos en la posible distinta huella de Cervantes en América si el autor del Quijote hubiera logrado su propósito de
pasar a Indias. Sabido es que el 21 de mayo de 1590 hizo presentar en Madrid un
memorial dirigido al presidente del Consejo de Indias, acompañado de una detallada
hoja de servicios y especificando los destinos posibles al hacer relación de
los puestos vacantes en aquel momento: el
vno la contaduria del nuebo Reyno de granada, o la gouernaçion de la probinçia de
Soconusco en guatimala, o contador de las galeras de cartagena, o corregidor de la ciudad de la Paz[5].
Se pregunta Canavaggio[6]
si, en caso de haber conseguido uno de tales destinos: ¿Se habría perdido para las letras? Tal vez no, pero nos cuesta
imaginar a don Quijote y a Sancho viniendo al mundo bajo el cielo de Colombia o
de Guatemala. Cuando menos, su perfil hubiera sido distinto y su fama se habría
resentido a buen seguro por ello.
Dejemos las hipótesis y vayamos a los hechos.
Este 2005, con el IV
Centenario del Primer Quijote, tal vez pase desapercibido otro centenario que
nos interesa: el primero de la publicación, en 1905, de Cantos de vida y esperanza, la obra cumbre de Rubén Darío. Es en
esta obra en la que el poeta nicaragüense hace profesión de fe cervantina de
modo explícito con una de sus más célebres y logradas composiciones, la LETANÍA DE NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE.
Antes de analizar este poema he de hacer mención de otras dos composiciones del
mismo libro, Cyrano en España y Un soneto a Cervantes[7].
El propio Darío en su Autobiografía[8]
al relatar su segundo viaje a España en 1898[9]
nos dice: Iba muchas noches al camarín de
los llamados por antonomasia Fernando y María, esto es, los señores Díaz de
Mendoza, condes de Balazote, grandes de España y príncipes de teatro, a quienes
escribí sonoros alejandrinos cuando pusieron en escena el “Cyrano”
de Rostand. Muy pertinente la cita pues aclara el
sentido de los versos alusivos al Quijote que nos interesan y que el anotador
de la edición que he manejado malinterpreta en parte[10].
Canta Rubén He aquí que Cyrano de Bergerac
traspasa / de un salto el Pirineo. Cyrano está en su
casa. / ¿No es en España, acaso, la sangre vino y fuego? / Al gran gascón
saluda y abraza el gran manchego. (....) Cyrano hizo
su viaje a la Luna; mas, antes, / ya el divino lunático de don Miguel Cervantes
/ pasaba entre las dulces estrellas de su sueño/ jinete en el sublime pegaso Clavileño. / Y Cyrano ha leído la maravilla escrita, / y al pronunciar el
nombre del Quijote, se quita / Bergerac el sombrero; Cyrano Balazote / siente que es lengua suya la lengua del
Quijote. En la nota 13 se lee: ““Balazote”, posible neologismo construido a
partir de balazo y el americanismo zote”. Evidente
error puesto que el poeta al llamar a Cyrano Balazote
está aludiendo a don Fernando, conde de Balazote, que encarna al personaje de Rostand en la representación madrileña, como más adelante
identificará a Roxana con la Guerrero:
Eres el noble huésped de Calderón. María / Roxana te demuestra que lucha la
fragancia / de las rosas de España con las rosas de Francia, (....) y la lira que vibra en su lengua
sonora / te dan una Roxana de España, encantadora. Ignoro si Rubén tuvo
conocimiento de la ubicación, en el mapa de España, de la localidad que da
nombre al Condado de los Díaz de Mendoza. De saberlo, deberíamos ver otra
alusión quijotesca ya que Balazote, según la Ruta del Quijote recientemente
establecida por la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, se encuentra en
el tramo 5, “De Albacete a Alcaraz”; es localidad próxima a la capital, a
orillas del río Jardín.
En el mismo capítulo de la citada Autobiografía, recuerda el poeta a los
hombres de letras que conoció en su primer viaje ( Menéndez y Pelayo, Cánovas, Castelar, Valera, Campoamor) y también a los jóvenes valores (los hermanos
Machado, Benavente, Maeztu, Villaespesa,
Juan Ramón Jiménez, el hoy triunfador Marquina, y tantos otros...) Es evidente que el
contacto con los círculos artísticos le acercó de modo especial al mundo del
teatro, con lo que se justifica la dedicatoria al gran actor Ricardo Calvo del
soneto a Cervantes:
Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo. Endulza mis instantes
ásperos, y reposa mi cabeza.
Él es la vida y la naturaleza,[11]
regala un yelmo de oros y diamantes
a mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.
Cristiano y amoroso caballero
parla como un arroyo cristalino.
¡Así le admiro y quiero,
viendo cómo el destino
hace que regocije al mundo entero
la tristeza inmortal de ser divino!
Rubén, tan dado a
innovaciones métricas, introduce tres heptasílabos en la serie endecasilábica
del soneto y con ello presta una especial ligereza a la composición.
Contribución a los actos
conmemorativos del III Centenario del Primer Quijote fue el poema que Darío
compuso para el acto celebrado en el Ateneo de Madrid en abril de 1905. Lo
dedica el poeta a Francisco Navarro y Ledesma que acababa de publicar una
biografía novelada de Cervantes, El
ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra. Asombra comprobar que, cien
años pasados, este poema es de plena actualidad en muchos aspectos.
Valbuena Prat[12]
califica la “Letanía de Nuestro Señor don
Quijote” de “acierto de evocación, de emoción, de suave cadencia, sin
excluir la ironía y el contraste (...) humor entre amargura y parodia;
exaltación, deificación del gran mito hispánico”. En efecto, la obra se vale de
fórmulas litúrgicas propias de la Letanías como son el reiterativo ora pro nobis
(Ruega por nosotros) y el conclusivo libera
nos, Domine (¡líbranos, señor!)
Consta la “Letanía” de
12 sextinas dodecasilábicas de estructura cerrada y
casi simétrica: las dos primeras estrofas se repiten al final como cierre.
Siguen la 3 y la 4 con la invocación al caballero (¡Caballero errante de los caballeros,/ varón de varones, príncipe de
fieros,/ par entre los pares, maestro, salud!/ ¡Salud, porque juzgo que hoy muy
poca tienes,/ entre los aplausos o entre los desdenes, / y entre las coronas y
los parabienes / y las tonterías de la multitud! (...) soportas elogios,
memorias, discursos, / resistes certámenes, tarjetas, concursos, / y, teniendo
a Orfeo, tienes a orfeón!) La estrofa 5 es de transición para introducir
las letanías propiamente dichas (escucha
los versos de estas letanías, / hechas con las cosas de todos los días);
las 5 estrofas siguientes se distribuyen así: tres encabezadas por el Ruega (por nosotros) y dos cerradas con
el líbranos,
señor. Por cierto que estas dos estrofas, la nº 9 y la 10, rompen la
fórmula de la sextina con la conversión en hexasílabos exentos de los
hemistiquios propios del dodecasílabo. Esta variante subraya el clima de
rechazo que el poeta quiere para determinadas actitudes contemporáneas... (en
1905 y en 2005). Obsérvese la transición de la estrofa 8ª a la 9ª y 10ª: Ruega generoso, piadoso, orgulloso, / ruega
casto, puro, celeste, animoso; / por nos intercede, suplica por nos, / pues
casi ya estamos sin savia, sin brote, / sin alma, sin vida, sin luz, sin
Quijote, / sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios. / 9. (...) de las epidemias de horribles
blasfemias / de las Academias, / líbranos, señor. / 10. De rudos malsines, / falsos paladines, / y espíritus finos y blandos y
ruines, / del hampa que sacia / su canallocracia /
con burlar la gloria, la vida, el honor, / del puñal con gracia, / ¡líbranos,
señor! Y como una vuelta a la serenidad y al optimismo moderado se repiten,
invertidas simétricamente, las dos estrofas iniciales (Rey de los hidalgos) Ora por
nosotros, señor de los tristes, / que de fuerza alientas y de ensueños vistes, /
coronado de aúreo yelmo de ilusión; / ¡que nadie ha
podido vencer todavía, / por la adarga al brazo, toda fantasía, / y la lanza en
ristre, toda corazón!
De justicia es recordar,
en el marco del IV Centenario del Primer Quijote, la aportación del poeta de
Nicaragua al Tercero, no solo con sus poemas de filiación cervantina sino con
la publicación, en 1905, de sus Cantos de
vida y esperanza, de evidente exaltación de lo hispánico.
Inevitablemente unidos Cervantes y Darío no
solo por sus obras sino por sus vidas, mejor, sus muertes, la de Cervantes
acaecida en 1616 y la de Rubén en 1916. De nuevo, en 2016, doble centenario.
Según el orden cronológico, debemos
ocuparnos ahora del argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). En 1979 se
concedió a Borges el Premio Cervantes, ex
aequo con Gerardo Diego. Octavio Paz, de quien
nos ocuparemos más adelante, escribió “Borges
dijo alguna vez que la diferencia entre los españoles y los argentinos era que
los primeros ya habían tenido a un Cervantes mientras que los otros podrían tenerlo
algún día. Deslumbrante pero falso: Cervantes es más de Borges -si se puede
“tener” una obra como si fuese una cosa- que de un notario de Madrid o un
tabernero de Valladolid[13].
Y más adelante: las grandes obras se
reproducen a sí mismas en sus distintos lectores y así cambian continuamente
(...) Solo hay una manera de leer las últimas noticias del diario pero hay
muchas de leer a Cervantes. El periódico es hijo de la publicidad y ella lo
devora: es un lenguaje que se usa y que, al usarse, se gasta hasta que termina
en el cesto de la basura; el Quijote es
un lenguaje que al usarse se reproduce y se vuelve otro. Es una transparencia
ambigua: el sentido deja ver otros posibles sentidos[14].
Difícilmente encontraría palabras más adecuadas para catalogar la presencia
del Quijote en la obra del escritor argentino. El profesor Gustavo Illades presentó una comunicación en el IV Congreso
Internacional de la Asociación de Cervantistas celebrado en Lepanto,
octubre, 2002, bajo el significativo título de BORGES, LECTOR QUIJOTESCO DEL QUIJOTE[15].
Justifica Illades el desplante hispanofóbico de Borges, cuando
confiesa que leyó el “Quijote” primero en inglés y que al leerlo en la versión
original la sintió como una traducción de la otra, pues con ello quiere
decirnos que la novela debe ciertamente
leerse como ella misma lo solicita, como una traducción, pues es la versión española de un primer manuscrito
compuesto en árabe por Cide Hamete
Benengeli. De hecho, Cervantes inaugura la novela
moderna con ese juego de voces y autores al que somete al lector, todavía
asombrado en el siglo XXI. Semejante ambigüedad es muy del gusto de Borges, recordemos
su famoso “Borges y yo”: Hace años yo
traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con
el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que
idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del
olvido, o del otro. No sé cuál de los dos escribe esta página[16].
Este desdoblamiento de Borges hace pensar en el hidalgo manchego Alonso Quijano
convertido en Don Quijote de la Mancha. El argentino todavía complica más el
proceso al implicar al propio Cervantes en el juego, como se lee en el soneto
titulado SUEÑA ALONSO QUIJANO:
El hombre se despierta de un incierto
sueño de alfanjes y de campo llano
y se toca la barba con la mano
y se pregunta si está herido o muerto.
¿No lo perseguirán los hechiceros
que han jurado su mal bajo la luna?
Nada. Apenas el frío. Apenas una
dolencia de sus años postrimeros.
El hidalgo fue un sueño de Cervantes
y don Quijote un sueño del hidalgo.
El doble sueño los confunde y algo
está pasando que pasó mucho antes.
Quijano duerme y sueña. Una batalla:
los mares de Lepanto y la
metralla.
Este del sueño como fuente de la creación
literaria es tema recurrente en Borges. Aplicado a Cervantes y su obra magna lo
encontramos en más de una ocasión. Su poema ESPAÑA se inicia así:
Más allá de los símbolos,
más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,
más allá de la aberración del gramático
que ve en la historia del hidalgo
que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue,
no una amistad y una alegría
sino un herbario de arcaísmos y un refranero,
estás, España silenciosa, en nosotros.[17]
En la composición TRECE MONEDAS, conjunto
de breves estampas, la número ocho la dedica a Miguel de Cervantes: Crueles estrellas y propicias estrellas /
presidieron la noche de mi génesis: /
debo a las últimas la cárcel / en que soñé el Quijote.[18]
De nuevo nos encontramos con un soneto
cuyo título revela el interés que siente Borges por el Cervantes soldado de Lepanto, no ya recordado explícitamente en el relato
autobiográfico del Cautivo (capítulos 39-41 de Quijote, I), sino como trasunto del propio hidalgo manchego por él
creado. Se titula el soneto UN SOLDADO DE URBINA
Sospechándose indigno de otra hazaña
como aquella en el mar, este soldado,
a sórdidos oficios resignado,
erraba oscuro por su dura España.
Para borrar o mitigar la saña
de lo real, buscaba lo soñado
y le dieron un mágico pasado
los ciclos de Rolando y de Bretaña.
Contemplaría, hundido el sol, el ancho
campo en que dura un resplandor de cobre;
se creía acabado, solo y pobre,
sin saber de qué música era dueño;
atravesando el fondo de algún sueño,
por él ya andaban don Quijote y Sancho.[19]
Confieso mi preferencia
por este soneto y me asombra leer, después de tal afirmación, en el prólogo al
libro “El otro, el mismo” (1964) en el que se inserta el poema, lo que dice
Borges: De los muchos libros de versos
que mi resignación, mi descuido y a veces mi pasión fueron borroneando, El
otro, el mismo es el que prefiero. Creo
haber descubierto un gran paralelismo de contenido entre el soneto y un texto
en prosa inserto en “El hacedor” (1960),
Parábola de Cervantes y de Quijote.[20] Difícil precisar cual de los dos fue escrito
primero. En el libro de poemas de 1964 se incluyen textos fechados desde 1934.
El soneto que nos ocupa no tiene fecha. Sí la tiene la Parábola, y muy precisa: Clínica
Devoto, enero de 1955. Dejo al lector investigando y paso a la
transcripción de la Parábola de Cervantes
y de Quijote.
Harto de su tierra de España, un viejo
soldado del rey buscó solaz en las vastas geografías de Ariosto,
en aquel valle de la luna donde está el tiempo que malgastan los sueños y en el
ídolo de oro de Mahoma que robó Montalbán.
En
mansa burla de sí mismo, ideó un hombre crédulo que, perturbado por la lectura
de maravillas, dio en buscar proezas y encantamientos en lugares prosaicos que
se llamaban El Toboso o Montiel.
Vencido
por la realidad, por España, Don Quijote murió en su aldea natal hacia 1614.
Poco tiempo le sobrevivió Miguel de Cervantes.
Para
los dos, para el soñador y el soñado, toda esa trama fue la oposición de dos
mundos: el mundo irreal de los libros de caballerías, el mundo cotidiano y
común del siglo XVII.
No
sospecharon que los años acabarían por limar la discordia, no sospecharon que
la Mancha y Montiel y la magra figura del caballero
serían, para el porvenir, no menos poéticas que las etapas de Simbad o que las vastas geografías de Ariosto.
Porque
en el principio de la literatura está el mito, y asimismo en el fin.
El primer párrafo de la Parábola casi se corresponde con los dos
cuartetos del soneto; basta citar vocablos coincidentes: España, soldado, buscar, sueños, vastas geografías de Ariosto (los ciclos de Rolando). El tema del sueño, así como el del contraste realidad/fantasía, sigue a lo largo del
texto y servirá para cerrar el soneto.
Dos años después que
Borges, en 1981, obtuvo el Premio Cervantes el escritor mexicano Octavio Paz
(1914-1998). Ya hemos citado unos textos suyos alusivos a Cervantes y el Quijote. Nos centramos ahora en su obra
poética, en concreto en dos composiciones de su libro ÁRBOL ADENTRO[21]:
La Dulcinea de Marcel Duchamp
y Ejercicio preparatorio.
Sabida es la atención que
Paz dedica en su obra a las artes plásticas, a la síntesis de las Artes y la
Filosofía diría yo. Incluso dedica un libro al pintor vanguardista francés, Marcel Duchamp o
el castillo de la pureza (1968). Como nota “prescindible” según su autor,
Paz nos informa sobre las circunstancias que rodean al cuadro que pintó Duchamp a los 24 años y que hoy se exhibe en el Museo de
Arte de Filadelfia: En 1911 Marcel Duchamp vio una joven en una calle de Neuilly.
No le dirigió la palabra pero su imagen fue el modelo de un cuadro que llamó
“Retrato o Dulcinea”. La joven está representada cinco veces, desde ángulos
diferentes; en cada una de ellas aparece más desvestida, hasta la total
desnudez. Un surtidor que se divide en cinco chorros (...) El retrato de esa
Dulcinea, imaginaria como la de Don Quijote, es el momento inicial de la larga
“anamorfosis” que es toda la obra de Duchamp: de una
muchacha desnuda (la Aparición) a la Idea (la Apariencia: la forma) a la
muchacha otra vez (la Presencia). Qué bien casa esta visión pictórica de
Dulcinea con la que de ella tiene el hidalgo manchego, una figura en constante
movimiento, cambiante, princesa-labradora, presente y ausente a la vez en su
imaginación. Octavio Paz dedica a este cuadro un magnífico soneto del que
destacaría el lema que lo precede, recreación de un endecasílabo cervantino, el
número diez en el Diálogo entre Babieca y Rocinante, de lo sonetos introductorios al
Quijote de 1605[22].
Escribe Cervantes: Metafísico estáis. –
Es que no como.... Parafrasea Paz: - Metafísica
estáis. – Hago striptease. Y sigue el soneto:
Ardua pero plausible, la pintura
cambia la blanca tela en pardo llano
y en Dulcinea al polvo castellano,
torbellino resuelto en escultura.
Transeúnte de París, en su figura
-molino de ficciones, inhumano
rigor y geometría- Eros tirano
desnuda en cinco chorros de estatura.
Mujer en rotación que se disgrega
y es surtidor de sesgos y reflejos:
mientras más se desviste, más se niega.
La mente es una cámara de espejos;
invisible en el cuadro, Dulcinea
perdura: fue mujer y ya es idea.
Pasemos a la
impresionante composición Ejercicio preparatorio[23]:
Subtitula el poema (Díptico
con tablilla votiva) y lo divide en tres partes: Meditación (Primer tablero), Rememoración (Segundo tablero) y Deprecación (Tablilla). Cada una de
estas partes va iniciada con una cita, la primera de Montaigne
(La préméditation
de la mort est préméditation de la liberté. Qui
a apris à mourir, il a désapris à servir)[24],
la segunda de Cervantes (... querría
hacerla de tal modo que diese a entender que no había sido mi vida tan mala,
que dejase nombre de loco; puesto que lo he sido, no querría confirmar esta
verdad con mi muerte.), la última de
Horacio (Debemur
morti nos nostraque)[25].
Nos hallamos, pues, ante una profunda reflexión poética sobre la muerte. El
poeta busca el rostro de su propia muerte y no logra encontrarlo en la Meditación: ... Sin nombre, sin cara: / la
muerte que yo quiero / lleva mi nombre, / tiene mi cara. / Es mi espejo y es mi
sombra, / la voz sin sonido que dice mi nombre, / la oreja que escucha cuando
callo, / la pared impalpable que me cierra el paso / el piso que de pronto se
abre. (...) Pero no la toco, pero no me habla. / Todavía no aprendo a ver, / en
la cara del muerto, mi cara. Así termina el primer tablero.
La cita de Cervantes
procede del capítulo 74 de la Segunda Parte del Quijote, De cómo don Quijote cayó malo y del testamento que hizo y su muerte.[26]
El caballero responde a la sobrina: Yo me
siento, sobrina, a punto de muerte (sigue la cita que toma Paz) Llámame, amiga, a mis buenos amigos, al
cura, al bachiller Sansón Carrasco y a maese Nicolás el barbero, que quiero
confesarme y hacer mi testamento. Más adelante responde a Carrasco, que lo
invita a seguir viviendo y hacerse pastor:
... déjense burlas aparte (...) que en tales trances como éste no se
ha de burlar el hombre con el alma, subrayo el último párrafo porque
Octavio Paz lo aprovecha, según veremos, en un momento del poema. En el segundo
tablero, en la búsqueda del propio rostro, acude el poeta a la obra cervantina:
Pero al morir tenemos una cara, / morimos
con un nombre. / En la frontera cenicienta / ¿quién abrirá mis ojos? / Vuelvo a
mis escrituras, / al libro del hidalgo mal leído / en una adolescencia soleada,
/ con plurales violencias compartida (....) Yo me abismaba en mi lectura /
rodeado de prodigios y desastres: / al sur los dos volcanes / hechos de tiempo,
nieve y lejanía; / sobre las páginas de piedra / los caracteres bárbaros del
fuego; / las terrazas del vértigo; / los cerros casi azules apenas dibujados /
con manos impalpables por el aire; (...)
Páginas más vividas que leídas / en las tardes fluviales: / el horizonte fijo y
cambïante; / el temporal que se despeña, cárdeno /
desde el Ajusco por los llanos / con un ruido de
piedras y pezuñas / resuelto en un pacífico oleaje; / los pies descalzos de la
lluvia / sobre aquel patio de ladrillos rojos; / la buganvilla en el jardín
decrépito, / morada vehemencia..../ Mis sentidos en guerra con el mundo: fue
frágil armisticio la lectura. /
Inventa la memoria otro
presente / Así me inventa. Se confunde / el hoy con lo vivido. / Con los
ojos cerrados leo el libro: / al regresar del desvarío / el hidalgo a su nombre
regresa y se contempla / en el agua estancada de un instante sin tiempo. /
Despunta sol dudoso, / entre la niebla
del espejo, un rostro. / Es la cara del muerto. En tales trances, / dice,
no ha de burlar al alma el hombre. / Y se mira a la cara: deshielo de reflejos. Así termina el segundo
tablero.
Comienza la Tablilla No he sido don Quijote, / no deshice ningún entuerto (aunque a veces /
me han apedreado los galeotes) pero quiero, / como él, morir con los ojos
abiertos. Morir / sabiendo que morir es regresar / adonde no sabemos, adonde /
sin esperanza, lo esperamos. Morir / reconciliado con los tres tiempos / y las
cinco direcciones, el alma / - o lo que así llamamos - / vuelta una
transparencia (...) y que tu voz, mujer, sobre mi frente sea / el manso
soliloquio de algún río; / pido ser breve centelleo, / repentina fijeza de un
reflejo / sobre el oleaje de esa hora: memoria y olvido, al fin, / una misma
claridad instantánea.
Con el final luminoso
del poema termina nuestra aproximación a Octavio Paz y, con Cervantes, volvemos
a España desde México.
Este año 2005 proliferan
las publicaciones con Cervantes y el Quijote como marco. Con cierta osadía me
atrevo a referirme a un texto propio, casi insignificante, prescindiendo de lo
mucho y bueno que se está escribiendo en España. No obstante, para obtener la
benevolencia del oyente/lector, voy a servirme de un texto ajeno antes de
entrar en materia. Se trata de un hermoso poema del cordobés Carlos Clementson, Con
Cervantes, que cierra una breve antología preparada por el autor[27],
buen amigo, que ha tenido la gentileza de remitirme un ejemplar. Comienza así
el poema:
A pesar de su aspecto anónimo y vencido / que
confundirle puede con tantos caminantes
que fatigan los largos caminos de Castilla, /
trae en los ojos los brillos azules de Corfú,
los dorados crepúsculos de Chipre, / y esas
brisas y espumas de Malta y de Nicosia
sobre
un mar que al ocaso se hace color de vino,
y en la mañana
es claro como un diamante azul. (.......)
Tras un repaso a la vida
del escritor, un hombre casi anciano,
oscuro y melancólico, / como usado y
gastado, raído por la vida, imagina el poeta ese momento mágico de la
creación cervantina con los versos finales, bellísimos:
En tanto el sol se pone esta tarde de agosto
/ está sentado a solas, como abstraído, ante /
la puerta de una venta, cansado del camino /
-la mano en la mejilla- y apura lentamente /
un vaso de buen vino. Piensa en ayer, en esas
/ jornadas generosas y en el rumor del agua /
bañando sus oídos. De donde el sol se pone /
surge una nubecilla de polvo que los rayos /
de luz poniente irisan, y de esa nube aúrea / destácase un jinete sobre
un caballo flaco /
con un lanzón antiguo, y a modo de escudero /
tras él un campesino sobre un jumento. Créelos /mera ilusión, el fruto de toda
esta fatiga, / aunque, más tarde, intuye que no es una quimera/ni ningún
espejismo; que casi son amigos/ o antes ya los ha visto, en tanto aún más se
acercan/ y ahora están frente a él. Se miran mutuamente/ cual viejos conocidos,
gentiles y corteses,/y al punto se da cuenta mientras el sol se pone,/ y en su
interior sonríe-ahora sí, satisfecho-: / No ha sido un espejismo. Tan solo son
su espejo.
Vayamos al texto, cuyo
análisis he prometido, atendiendo a dos contextos que lo explican. El Villancico de don Quijote y Sancho lo
escribí para felicitar la Navidad
2004 siguiendo una costumbre que se remonta a 1980 -de nuevo nos encontramos en
el 25 aniversario- y a la que sigo fiel sin desaliento[28].
Cada año escribo unos versos para celebrar la Navidad y procuro que estos sean
variaciones sobre el mismo tema con atención especial a los acontecimientos
próximos y relevantes. Recogidos en libro los pliegos sueltos divulgados desde
1980 al año 2000, podría recordar la Nana
para un niño mexicano en la Nochebuena de 1.985 escrita a raíz de las
terribles sacudidas que sufrió México en aquel año[29],
o el Villancico para Juan Pablo II[30] en
la Navidad de 1982 porque en octubre del mismo año visitó España por primera
vez el Santo Padre, o los escritos para el año 1991 como anuncio previo del
Quinto Centenario del descubrimiento de América, dos fueron entonces, el Villancico de los ángeles navegantes y
el Villancico para el Quinto Centenario[31].
Cierra el libro el Villancico del
peregrino que estuvo en Belén. No podía ser de otro modo pues en la Semana
Pascual del año 2000 visité Tierra Santa.
Con tales antecedentes
queda plenamente justificado el contexto en el que se enmarca la última
composición navideña, la de 2004. Inevitable la variación de tema cervantino, a
las puertas del año 2005, Cuarto Centenario de la publicación del primer
“Quijote”. Recuerdo el texto íntegro en apéndice y paso a reflexionar sobre
algunas respuestas sorprendentes a mi felicitación navideña. Si bien es verdad
que cada año algunos amigos, aficionados a esta que llamo la “Escuela del
Villancico”, contestan con versos propios o ajenos, no es menos cierto que
tales composiciones algo tienen que ver siempre con el tema central de la
Navidad. Lo curioso, e interesante a nuestro propósito, de 2004 ha sido que la
obra cervantina como tal, pese a que mi villancico hacía caminar a la inmortal
pareja hacia Belén, ha desplazado el tema de tal modo que llegaron a mí poemas
dedicados a don Quijote y Sancho y desligados totalmente del contexto inicial.
Citaré tres ejemplos. El primero es obra
de un amigo arquitecto que vive en Gijón. Se inspira en el pliego recibido en
cuya cubierta se reproducen, en la parte superior, una representación medieval
del Nacimiento de Jesús y, en la inferior, dos siluetas en negro de don Quijote
y Sancho cabalgando[32].
Mi amigo José Francisco
Trabanco, que así se llama el arquitecto, diseña un nuevo formato utilizando
las siluetas en negro para encabezar la página en la que se lee
En el fondo de la tarde
y de la paralela alameda
hay un contraluz de figuras.
Y, si deslumbrados no podemos verlos
en su caminar hacia el Sol,
se nos deja adivinar.....
entre un rayo de sombra de adarga...
...otro de luz, la brillante celada.
Al borde del Camino
quedó plantada su lanza
y ha florecido su palo....
y ha crecido un árbol. Carmen.
Y sus hojas llenan el aire
como de
palabras rumores.
Y, si
deslumbrados no podemos oírlos,
sabemos que moverán los molinos.
...Mi señor. ¡Esa ínsula!....
¿Estará cerca por ventura?
La alusión en el poema a
mi persona como inspiradora del mismo me produjo una gran emoción. Creo que
exagera mi amigo al concederme tal protagonismo. La sugestión la ejerce la obra
cervantina con solo nombrarla. De hecho, son las sombras de amo y criado las
que remiten al libro, a esos capítulos en que leemos con delectación los sabrosos razonamientos que pasaron entre
don Quijote y Sancho Panza, su escudero, con otros sucesos. Interesa, sobre
todo, destacar que ha quedado oscurecido el contexto inicial -la Navidad- en
que se enmarcaba el Villancico.
Aunque también es cierto que podemos reconocer una referencia implícita al
tema, ya que no explícita, en ese caminar
hacia el Sol de amo y criado, que sería seguir la estrella de Belén hacia
Jesús.
Lo mismo ocurre con otro
poema, respuesta al mío, esta vez escrito por un amigo albacetense, hombre de Ciencias se define, Enrique
López Sanz:
He bajado del desván del olvido
el viejo Quijote del abuelo,
aquel que me leía mi padre
cuando me derrotaba, entre las sábanas, el sueño.
De sus hojas amarillas
carcomidas por el tiempo
me ha llegado su aroma centenaria
henchida de recuerdos.
Quijote del camino,
déjame ser tu escudero:
para sentir la escarcha de la noche,
el murmullo del viento,
y esas hojas secas que acarician
el sendero polvoriento.
Quiero sentir tus hazañas,
quiero empaparme en tus sueños,
quiero...si la aurora nos deja
susurrarle al silencio
¡que la Paz
es la locura
de los que nos sentimos cuerdos!
Aquí la alusión
implícita a la Navidad estaría en la palabra Paz, destacada en negro
por el autor, tal vez evocando el ...et
in terra Pax hominibus ... neotestamentario.
Elena Pretel, antigua alumna muy querida, desde Murcia remitió su
contribución esperanzada de tema
cervantino porque el villancico que se me
ocurrió este año era un poco triste. Ella, fiel alumna de la “escuela del
villancico”, tiene conciencia de que se ha desplazado el “centro de interés” a
campo distinto gracias a la conmemoración centenaria
De nuevo
Don Quijote marcha de nuevo, / pero no está loco, /
ya está cuerdo,
su patria es La Mancha / pero él ama al mundo entero.
Su ideal son las armas, / los libros su sustento,
y el tiempo perdido / y aprovechado con ellos.
En busca de nuevas aventuras / avanza con su jamelgo,
a su fiel amigo Sancho / lo lleva dentro.
Y hay un mañana feliz / con el que acaba este cuento.
La ingenua gracia del
poema, aún sin nombrarla, ciertamente remite a la Navidad como ocurre de modo
explícito en el Villancico de don Quijote
y Sancho.
Si la Navidad es el
contexto que acabamos de llamar explícito, nos referiremos, en segundo lugar, a
otro contexto más bien implícito y oculto, solo revelado desde el análisis
formal del texto por una parte, y las propias vivencias de quien lo escribió
por otra.
Debo considerarme
persona privilegiada en cuanto a mi primer contacto con la magna obra
cervantina. Lejos de haber sido a través de ediciones para niños, como suele
ser habitual, desde la más remota infancia, de la que puedo tener memoria, el
texto íntegro del Quijote, en aquella magnífica edición de La Lectura, Clásicos
Castellanos, 1916-17, a cargo de Rodríguez Marín[33],
llegaba a mis oídos atentos en la voz de mi padre. ¡Qué gozo de recuerdos! En
la casa de Santa Pola, mi madre ocupada en labores de
aguja, mi padre leía, con aquella voz suya tan modulada, capítulo tras
capítulo, en días sucesivos, la fabulosa historia del hidalgo manchego. Las
pausas se prestaban al comentario y lectura de las sabrosas notas del crítico
andaluz. Y yo, entre juegos, me iba empapando de Cervantes. En cuanto supe
leer, y creo que aprendí en esa edición del Quijote, pronto me dediqué a leerlo
por mi cuenta. Pero quiero destacar el dato relevante: el Quijote llegó a mí primero por vía oral, como se acostumbraba en
tiempo de Cervantes. Esta es la base del texto almacenado en mi cerebro, tras
varias lecturas, que ha hecho posible la composición de un villancico “con
sabor a Cervantes” en expresión de algunos amigos. Me insisten en la idea de
que los personajes hablan como los hizo hablar su creador y me pregunto si
puedo justificarlo de algún modo. Creo que sí. Para ello he subrayado una serie
de “palabras clave” que ciertamente remiten a pasajes concretos del texto
cervantino: SEÑOR, AMIGO, CHOZA, RABEL, REQUESÓN, LECHE, ZAPATETAS
Quizá lo que más me ha
sorprendido es el inconsciente acierto de, en el diálogo entre amo y criado,
haber escogido, en función vocativa, el término
SEÑOR, utilizado por Sancho y AMIGO en boca de don Quijote para dirigirse a su
escudero. Ambas son palabras de alta frecuencia: SEÑOR aparece en la obra 1.045
veces,[34]
frente a AMO (pude elegir esta variante) que solo aparece 293. En cuanto a
AMIGO, aparece 242, de las cuales corresponden a la función vocativa
(Sancho amigo, amigo Sancho) 54. Don Quijote también llama a su escudero HIJO,
pero solo en 16 ocasiones de las 96 en que aparece en total; HERMANO lo aplica
10 veces de las 104 del total. Otros vocablos tienen mínima frecuencia y son,
ya de signo positivo (bueno, discreto,
cristiano, sincero…) o negativo, cuando el amo se enfada. En este apartado
asombra la variedad de términos usados, casi siempre una sola vez en toda la
obra, prueba de su riqueza léxica (bellaco
villano, deslenguado, ladrón, animal, majadero, traidor escrupuloso, hereje,
bergante, malmirado, follón, vestiglo...) Pero queda claro que AMIGO es la palabra más
significativa. Recordemos “- Sancho amigo
¿duermes? ¿Duermes, amigo Sancho?” (I, 17, 193); Has de saber,¡oh Sancho amigo!, que yo nací
por querer del cielo en esta nuestra edad de hierro para resucitar en ella la
dorada o de oro (I, 20, 239); Calla,
Sancho amigo, -dijo don Quijote- que pues esta señora de tan lueñes tierras viene a buscarme...(II, 37, 1023). En
cuanto a SEÑOR en boca de Sancho, suele ir acompañado del posesivo y también
del nombre propio. AMO como vocativo aparece 6 veces solo, siempre en la
Segunda Parte y acompañando a SEÑOR: A la
fe, señor nuestro amo, el mal ajeno de pelo cuelga (II, 28, 943); -¡Ah, pesia tal -replicó Sancho-, señor
nuestro amo! No soy yo ahora el que ensarta refranes... (II, 68, 1290).
Algún ejemplo de la Primera: -Sea vuestra merced servido, señor don Quijote
mío, de darme el gobierno de la ínsula que en esta rigurosa pendencia se ha
ganado (I, 10, 123); - Paréceme, señor mío, que todas estas desventuras que estos
días nos han sucedido sin duda alguna han sido pena del pecado cometido por
vuestra merced contra la orden de su caballería (I, 19, 217)
Es evidente que CHOZA y
RABEL hacen pensar a cualquier avezado lector del “Quijote” en los diversos
pasajes de ambiente pastoril que aparecen en la obra, en especial I, 11, De lo que sucedió a don Quijote con unos
cabreros. Solo en la página 136 se cita tres veces el rabel que con tanta habilidad maneja el zagal Antonio y del que se
acompañará para cantar el famoso Yo sé,
Olalla, que me adoras. Surge de nuevo el vocablo en I, 51, 636, cuando
Eugenio cuenta la historia de Leandra y se refiere al enamorado Anselmo, el
cual al son de un rabel que
admirablemente toca, con versos donde muestra su buen entendimiento, cantando
se queja.
¿Qué decir de REQUESÓN y
LECHE? Ambos vocablos, al que debemos unir QUESO, de la misma familia
léxico-semántica, aparecen 10, 7 y 18 veces respectivamente en toda la obra. El
primer vocablo, en plural, remite de inmediato a II, 17, 829-30, con el gracioso episodio de
los requesones que tanto afligió al hidalgo y que hizo decir a Sancho con gran flema y disimulación: - Si son
requesones, démelos vuesa merced, que yo me los
comeré. Pero cómalos el diablo, que debió ser el que ahí los puso. ¿Yo había de
tener el atrevimiento de ensuciar el yelmo de vuesa
merced? (...) también debo yo de tener encantadores que me persiguen como a
hechura y miembro de vuesa merced, y habrán puesto
ahí esa inmundicia para mover a cólera su paciencia...
ZAPATETAS solo aparece
dos veces en todo el texto pero es palabra tan significativa en el mismo que lo
considero prueba concluyente de la tesis que vengo defendiendo: compuse el
“Villancico” de un tirón y mi cerebro seleccionó el vocabulario en él
almacenado gracias al contacto que desde mi infancia he tenido con el
“Quijote”. Una prueba más. Varias personas, después de leer mi villancico me
han preguntado por el significado de zapatetas.
Ninguna había leído a Cervantes. Y para quienes, habiéndolo leído, no recuerden
los pasajes, remito a I, 25, 317 (Y
desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en
carnes y en pañales y luego sin más dio dos zapatetas en el aire y dos tumbas
la cabeza abajo y los pies en alto) y I, 30, 384, cuando Sancho dio dos zapatetas en el aire, con muestras
de grandísimo contento ya que se las prometía felices al verse muy pronto
(en su imaginación) gobernador de la prometida ínsula. Es curioso comprobar que
los dos pares de zapatetas que dan en la obra amo y criado tienen ya
significado alegre (Sancho), ya doloroso (don Quijote) pues son muestra de
penitencia, la famosa de Sierra Morena. Cervantes es mucho Cervantes y termino
desde estas líneas pidiéndole humilde perdón por haberme servido de su propia
habla para componer un poemilla tan simple, el que sigue en el Apéndice.
A P É N D I C E
Villancico de don Quijote y Sancho
del gran parto cervantino
Sancho Panza y don Quijote
van de nuevo de camino.
Pero su ruta ha cambiado
-y perdonen los manchegos-,
entes de ficción, caminan
por los túneles del tiempo.
Son, sí, señor y criado,
ambos bien se complementan,
el amo siempre en las nubes,
el criado a ras de tierra.
Desde mil seiscientos cinco,
año de la era cristiana,
caminan hacia el primero,
cuando la era comenzaba.
-Qué buen salto,
Sancho amigo;
gracias a mi Rocinante
en un lugar bien
extraño
quedamos en un
instante.
-Mi señor, no desvaríe
y no piense cosas raras.
Yo por aquí solo veo
pastores en sus cabañas.
que nos hallemos aquí?
¿No perciben tus oídos
una música sin fin?
aficionado al rabel,
vayamos a aquella choza
por si hay algo de comer.
te olvidas de la
pitanza;
yo oigo música celeste
y tú vas tras las
viandas.
donde los pastores
y allí se acomodan
a pasar la noche.
Aparece el Ángel,
da la Buena Nueva.
Con gran alborozo
y temblor se acercan.
Recibe María
a los visitantes,
el Niñito llora,
hay que consolarle.
Así hablaba don Quijote
haciendo una reverencia:
-A fe, que el Niño es
hermoso,
se lo diré a Dulcinea.
Sancho replica enojado:
-¿Pero no ve su merced
que este Niño está llorando
y necesita comer?
Traigo requesón y leche
y este corderillo manso
que aquellos buenos pastores
me prestaron de buen grado.
-Pues no me quedaré
atrás,
que el Niño también
precisa
de cosas menos
groseras
que le den aliento y
vida.
de don Quijote un discurso,
dos zapatetas al aire
dio y el Niño rió mucho.
A BELÉN, PASTORES,
A BELÉN VAYAMOS
QUE HASTA DON QUIJOTE
LLEGÓ ALLI CON SANCHO.
CELEBRÓ LA PASCUA
DE SU CENTENARIO.
[1] (Texto ampliado de la Ponencia
presentada en el XL Congreso Internacional de la AEPE, Valladolid 25-30 julio
2005, con la colaboración especial de la Universidad de Valladolid).
[2] El Profesor Hdez.
Palacios nos explicó el porqué de las distintas grafías Jalapa/Xalapa.
[3] Anduve todo el tiempo con la
grabadora, en ocasiones oculta, registrando voces, comentarios, conferencias,
en la Universidad, en las calles, en los mercados. Conservo un interesante
archivo sonoro del viaje.
[4]
Vid. Ferdinand de Saussure, Curso
de Lingüística general, Losada, B. Aires, 1978, capítulo III.
[5]
Vid. Jean Canavaggio, Cervantes, Austral, Calpe, 2004, págs.
223-24.
[6]
O.C. pág. 225.
[7] Cito por Rubén Darío, Azul... Cantos de vida y esperanza,
Austral, Espasa-Calpe, 1992.
[8] Rubén Darío, Autobiografía. Oro de Mallorca. Mondadori,
1990, pág. 101.
[9] Su primer viaje fue en 1892 con
motivo del 4º Centenario del Descubrimiento de América.
[10] Vid. O.C.
pág. 196.
[11] ¿No será este verso inspirador del
“Cervantes, toda la naturaleza”, verso 11 del soneto Nuestra Heredad de Dámaso Alonso?
[12] Vid. Historia de la Literatura española, Barcelona, 1946, tomo II, pág.
778.
[13] Octavio Paz “In/mediaciones, Seix Barral, 1979, págs. 31-32. Dicho sea con todos los respetos para notarios
y taberneros que los puede haber aficionadísimos a Cervantes. El comentario es
mío.
[14] O.C.
pág. 120.
[15] Vid. Volver a Cervantes, Actas del IV CIAC, Antonio Bernat
Vistarini (ed.) UIB. Tomo
II, págs.
1169-75.
[16]
Jorge Luis Borges, Obras Completas
II, EMECÉ, 1989, pág. 186. Citaremos por esta edición.
[17] O.C.
pág. 309
[18] O.C.
pág. 470.
[19] O.C.
pág. 256.
[20] O.C.
pág. 177.
[21] Octavio Paz, Árbol adentro, Sex Barral, Barcelona, 1987.
[22] Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, Ed. Instituto Cervantes, dirigida por F. Rico, 2005, pág. 35.
[23] O. Paz. O.C.
págs. 90 a 100.
[24] He localizado la cita en “La page de Trismegiste. Montaigne.Essais.Livre I, chapitre XIX.
Que philosopher, c’est apprendre à mourir.Version HTML d’après
l’édition de 1595.
[25] Horacio, Ars Poetica, verso 63, edición digital en www.thelibrary.com/hor.html
[26] Cervantes, O.C.
pág. 1330.
[27] “Con Cervantes (Poemas para un
centenario)(1605-2005)”. Publicaciones de Caja Sur. Nº 112 de Los Cuadernos de Sandua.
Córdoba, 2005.
[28] Vid. Carmen Agulló Vives “Bendita
Navidad. Villancicos para un milenio”, Albacete, 2001, edición de la autora.
[29]
O.C. páginas 129-30.
[30]
O.C. páginas 143-44.
[31]
O.C. páginas 93 a 98.
[32]
Este pliego suelto de 2004 está recogido en mi posterior libro “Escrito
con amor (Concierto plural)”, Albacete, 2005, páginas 228-30. La cubierta
aparece en la página 20.
[33] Vid. el positivo comentario a esta
edición hecho por Francisco Rico en el prólogo, página CCLXIII y siguientes, a
su Miguel de Cervantes, Don Quijote de la
Mancha, edición del Instituto Cervantes, 1605-2005,Galaxia Gutemberg, Círculo de Lectores, ya citada en la nota 21.
Seguimos citando el texto por esta edición, incluido el Banco de datos textual
en DBT versión beta, que la acompaña.
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