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ESTRATEGIAS INTERPRETATIVAS EN LAS TRADUCCIONES
ITALIANAS DE JULIO CORTÁZAR E ISABEL ALLENDE
Covadonga Gema Fouces González
(Universidad
Pablo de Olavide de Sevilla)
La intentio
auctoris vs. La intentio traductoris
En los estudios
hermenéuticos circula un tipo de tricotomía, o sea, la interpretación vista
como búsqueda de la intentio auctoris,
la interpretación como búsqueda de la intentio
operis y la interpretación como imposición de la intentio lectoris. O sea, a) se debe buscar en el texto lo que el
autor quería decir; b) se debe buscar en el texto lo que éste dice,
independientemente de las intenciones de su autor y c) es necesario buscar en
el texto lo que el destinatario encuentra en referencia a sus propios sistemas
de significación. Este debate clásico sobre el sentido del texto (Eco, 1990:
22) es de capital importancia para centrar el trabajo del traductor en su tarea
de encontrar un equilibro, siempre precario, entre estos tres factores: la intentio auctoris, lo que el texto dice
y las reivindicaciones de una traducción target-oriented.
En el acto de
recuperar la intentio auctoris, el
carácter evasivo de la noción de intencionalidad es el primer escollo. Reglas
como: “el traductor debe «poseer» el espíritu del original, «hacer suya» la intención del escritor en la lengua de
salida” (Steiner, 1975: 42) poco pueden ayudarnos a la hora de explicitar el
acto traductor.
La manera mas
fértil de abordar la cuestión es postular, con la pragmática del texto y la
semiótica textual, que la intencionalidad se vincula directamente con la
estructura y la formulación textual, o sea, que se manifiesta en las elecciones
motivadas del escritor en el nivel discursivo del texto. De consecuencia,
debemos preguntarnos ¿qué efectos producen determinadas estrategias textuales?,
¿qué regularidades se observan en una determinada obra en el nivel discursivo?
y ¿cuál es el objetivo último de éstas?
Desde esta óptica, el texto puede ser considerado como el resultado de
una elección motivada en la que el autor ha seleccionado las unidades léxicas y
disposiciones gramaticales adecuadas para servir a sus intenciones
comunicativas.
De la misma
naturaleza de las cosas, deriva que en el proceso translaticio las intenciones
del traductor añaden una segunda dimensión al proceso[i],
o sea, que en el texto traducido confluyen dos tipos de motivaciones: las del
productor del texto original y las del traductor. Nos proponemos analizar cómo
reaccionan los traductores ante los procedimientos del original, – la intentio auctoris-, y cómo los concilian con las exigencias de
una traducción target-oriented, o
sea, con las motivaciones del traductor, inseparablemente ligadas al contexto
sociocultural en el que se produce el acto de traducir. Dicho de otro modo, la
cuestión hemos de considerarla, atendiendo al grado de motivación de
determinadas estrategias tanto en el texto original como en la versión
traducida.
Dos ejemplos de escritores latinoamericanos: Julio
Cortázar e Isabel Allende
Si la obra
literaria es un texto cuyo autor tiene un peso central en la cultura de
partida, el traductor encargado de dar a conocer ese texto en el ámbito
cultural que le es propio habrá de efectuar una reescritura que tenga en cuenta la posición que la
cultura receptora otorga a ese texto autorizado.
Un caso
significativo a este respecto lo constituye la versión italiana de Queremos tanto a Glenda, obra de Julio Cortázar. En el cuento Clone perteneciente a Tanto amore per Glenda, encontramos la
siguiente traducción:
“En
el fondo tenés razón de putear, dice
Lucho. En el fondo sí pero es idiota,
dice Paola” (Cortázar, 1980: 109)
“In
fondo hai ragione di usare le parole grosse, dice Lucho. In fondo si, ma è da
stupidi, dice Paola”. (Cortázar,
1983: 82)
El
primer dato relevante lo constituye la traducción de putear
por parole
grosse. Putear pertenece a un registro significativamente
vulgar. El María Moliner lo define como término vulgar que significa “molestar
o intentar perjudicar a alguien”. Mientras que parole grosse es un término italiano que podría calificarse
de familiar y que tiene su correspondencia en la lengua española en los
vocablos palabrotas o palabras de tono
subido.
En el
siguiente ejemplo nos enfrentamos con la misma estrategia de reescritura:
“Si
Lucho se niega a dirigir no veo quién es capaz de reemplazar a Sandro. Vos coño” (Cortázar, 1980: 116)
“Se
Lucho si rifiuta di dirigere non vedo chi sia capace de sostituire Sandro. Tu, perdio” (Cortázar, 1983: 87).
Coño se traduce por perdio, que en italiano, según el Zingarelli, es el resultado de la palabra compuesta per y Dio y es interjección popular que “esprime disappunto, ira,
impazienza e meraviglia”. En la lengua española encontramos su equivalente en
la interjección también popular por Dios,
mucho más aceptada y autorizada que el término
vulgar coño.
Si analizamos el
efecto de la estrategia traslativa, a la luz de la terminología propuesta por
Nida (1964), las soluciones propuestas por el traductor no responden ni a la equivalencia formal, o sea, la
correspondencia más cercana posible tanto en forma como en contenido entre el
texto original y su versión, ni tanto menos, a la equivalencia dinámica, o sea, al principio de equivalencia de
efecto en el lector de la versión[ii].
De consecuencia, se hace necesario abordar la cuestión de cómo influye el
‘guión cultural’, que podría definirse como el modelo aceptado de
comportamiento que se espera de quienes desempeñan ciertos papeles en una
determinada cultura, en la traducción de una obra literaria. De este modo, las
descripciones que no se consideran admisibles en un guión cultural hacen que el
traductor tenga que enfrentarse a un reto definitivo cuando intenta traducir
los elementos del discurso del
original.
Es necesario
destacar que la poética dominante sanciona que Julio Cortázar es un escritor
consagrado en la cultura de partida, por lo tanto, el traductor ha considerado
conveniente elevar el registro[iii]
lingüístico de algunos párrafos del original. Como ha teorizado Lefevere, “en
la actitud de los traductores hacia el Universo de Discurso del original
influye el estatus que el texto de origen tiene en la cultura receptora y
así […] es necesario tener en cuenta que
un solo error de traducción no es nada más que eso, un error, pero toda una
serie de ‘errores’ apunta a un modelo que refleja una estrategia”
(Lefevere, 1992: 122).
Encontramos otra
variante de reescritura parcial en la traducción italiana de Retrato en sepia, obra de Isabel Allende
publicada en español por Plaza & Janés
y en italiano, (Ritratto in sepia), por Feltrinelli. Elena Liverani, traductora que ha sabido reproducir con gran
acierto el pulso narrativo incluso dotando al texto de un ritmo literario
enriquecedor, ha introducido cambios léxicos, que si tenemos en cuenta la tesis
anteriormente expuesta, deben ser considerados significativos cuando se quiere
dar cuenta de una poética.
“Ansiaba
oír de nuevo las porquerías que él le
susurraba en los tiempos cuando todavía chapaleaban en la cama con las lámparas
encendidas” (Allende, 2000: 25)
“Smaniava
per sentire di nuevo le oscenità che
le susurraba ai tempi in cui ancora se la spassavano al letto”. (Allende, 2001: 20)
Tanto la lengua
española como la italiana poseen en su léxico la pareja de ‘sinónimos’ obscenidad/porquería; oscenità/porcheria. Por lo tanto, no nos enfrentamos
en este caso a “los problemas de traducción que surgen de la falta de
correspondencia de los sistemas [semánticos] de las diferentes lenguas” Hatim
(1990 [1995: 247]) y que han dado pie a tantos debates filosóficos sobre la inconmensurabilidad de las lenguas, sino a
una elección de poética. El movimiento semántico atañe de nuevo al registro
lingüístico. Oscenità según el Zingarelli
es palabra culta (voce dotta) “che
secondo il comune sentimento offende il pudore”, mientras que el diccionario de
De nuevo, el
siguiente texto es representativo de la misma estrategia discursiva:
“Paulina
había renunciado a los desenfrenos
carnales, no por falta de ganas,
como me confesó cuarenta años más tarde, sino por pudor” (Allende, 2000: 23)
“Paulina
aveva rinunciato alle intemperanze dei sensi, non tanto per mancanza di appetito, bensì, come mi confessò
quarant’anni dopo, per pudore” (Allende, 2001: 19)
Intemperanze dei
sensi es más general que desenfrenos
carnales. L’intemperanza, es un término italiano, etimológicamente próximo
al latín intemperantia y por lo
tanto, resulta ser vocablo culto en la lengua italiana, mientras que desenfrenos no lo es en la lengua
española. Al término español desenfreno
equivale el vocablo italiano sfrenatezza.
Otro ejemplo del
mismo libro, y que podemos considerar hondamente significativo porque no
concierne al discurso erótico sino que atañe al discurso religioso, tiene que
ver con la supresión de una blasfemia documentada en el original. Este caso se
enmarca en el discurso de la religión, porción de sentido fundamental en la
constitución de cada cultura.
“El
joven sólo había escuchado esa palabreja en boca del cochero de su casa, un
madrileño escapado de una prisión en Tenerife, quien por razones
incomprensibles también se cagaba en Dios
y en la leche” (Allende, 2000: 32)
“Il
ragazzo aveva sentito quella scurrilità unicamente in bocca al cocchiere di
casa, un madrileno evaso da una prigione di Tenerife, che per inspiegabili
ragioni ce l’aveva anche con Dio e con
qualche mamma” (Allende, 2001: 25).
Podemos
documentar las interjecciones vulgares de “cagarse en la mar, en la leche, en
Dios” en el María Moliner. Todas
ellas son “interjecciones vulgares que se usan como expresión de gran enfado o
contrariedad”. La referencia a la madre en relación con la leche no aparece. Así, la interjección me cago en la leche, constituye una alternativa atenuante y mucho
menos cargada de significado transgresivo que la blasfemia en sí. Además de la supresión de la blasfemia del
texto original, la traducción que se nos presenta: avercela con qualcuno tiene una equivalencia en la locución popular
española tener manía a alguien.
Hay que tener en
cuenta que según la teoría del skopos
(Vermeer 1978 y 2000) y
En el mundo occidental debemos el primer
ejemplo de traducción como ‘manipulación’, nada más y nada menos que a San
Agustín, quien al enfrentarse al hecho de que algunas páginas de
Pero si algunas
reescrituras se inspiran en motivos ideológicos otras se inspiran en
motivaciones poetológicas como son los ejemplos que nos ocupan. Ambos
traductores han adaptado y manipulado en cierta medida los originales con los
que trabajaban, para que éstos se ajustasen a la poética dominante del momento.
En el caso de Julio Cortázar, célebre cuentista y novelista argentino, el
traductor efectúa una elección de poética que consiste en reescribir algunas
secuencias elevando el registro del original con el objeto de recrear un estilo
narrativo acorde con la construcción de un determinado canon literario.
En el segundo
ejemplo, la traductora de Isabel Allende ha eliminado la blasfemia para
construir un texto aceptable y autorizado en el sistema de la literatura de
consumo. Podría decirse con Levefere que “una poética está formada por dos
componentes: uno es el inventario de los recursos literarios, géneros, motivos,
personajes prototípicos etc.… y otra, una idea de cuál es, o debería ser, el
papel de la literatura en el sistema social en su conjunto. […] y cada poética
controla en un momento dado la dinámica del sistema y dicta que traducciones o
reescrituras son aceptables en el sistema”. (Levefere 1992:13). Es decir, los
traductores adaptan y manipulan en cierta medida los originales con los que trabajan,
para que la obra traducida se adapte al estatus que el texto de origen tiene en
la cultura receptora.
De consecuencia,
el traductor literario puede ser visto como un equilibrista que en el acto de
esclarecer, de trasladar y anexar la significación se ve obligado a conciliar
la intentio auctoris (Eco 1979), o la
conciencia de ser el portador del discurso del ‘otro’ y de su alteridad
constitutiva, con las exigencias de una traducción target-oriented, o sea, con una traducción que está sujeta a un fin
último que el texto debe cumplir en la cultura meta, es decir, la coherencia
con el nuevo destinatario porque de hecho, la actividad traductora constituye
un fenómeno que no puede realizarse al margen del grupo social al que va
destinada.
Las reivindicaciones de una traducción target-oriented
En este marco se
hace necesario poner de relieve que los polos comunicativos que se retrotraen a
la linealidad constitutiva de la comunicación delineada por Jakobson en sus
conocidas funciones del lenguaje: Emisor - Texto - Receptor, no se encuentran aislados en un
vacío puro e inmaterial sino que están inscritos en una estructura más amplia
que tiene que rendir cuenta del sistema en el que se inserta el proceso
comunicativo. Sería interesante notar que el modo en el que se produce el
proceso de la traducción en el nivel textual, es decir el proceso translativo y
sus modalidades, tiene consecuencias en la función que el texto adquiriere en
la cultura receptora como resultado de ese proceso.
Inevitablemente,
estas reflexiones encuentran su punto teórico en el concepto de sistema
introducido en la teoría literaria moderna por los formalistas rusos,
quienes describían la cultura como “un complejo ‘sistema de sistemas’ formado
por varios subsistemas, como la literatura. […] Dentro de ese sistema general,
los fenómenos extraliterarios no se relacionan con la literatura por partes
sino como interrelación entre subsistemas determinada por la lógica de la
cultura a la que pertenecen”. (Steiner, 1984: 112 en Lefevere 1992: 25).
Es decir, para
comprender el papel que desempeñan los traductores en el sistema literario es
necesario analizar la literatura traducida desde un punto de vista nuevo.
Frente al perjuicio de la insularidad constitutiva del texto es necesario
observar la magnífica complejidad que sustenta
El traductor se
encuentra a desempeñar el papel del intermediario indispensable para
‘atravesar’ la frontera del universo literario. De hecho, la aceptación o el
rechazo de la canonización de las obras literarias dependen, en no pocas
ocasiones, de la relevancia de la traducción como fuerza que encauza la
evolución literaria. En los casos que hemos analizado, los traductores han
adaptado y manipulado, en cierta medida los originales para que hacer que éstos
se ajustasen a las corrientes poetológicas de la época, o sea, a la proyección
de una determinada imagen del escritor adecuada a instaurar un canon preciso,
que en el nivel textual, se manifiesta, como hemos visto, en un estrategia
traductora que consiste en adaptar el registro a las exigencias de la cultura target.
De consecuencia,
el estudio de las prácticas de los procesos de manipulación que implica
cualquier traducción puede
ayudarnos a ser más conscientes de las dinámicas culturales y a comprender que
las prácticas discursivas de reescritura de la literatura, rescriben también la
sociedad, la recepción de las obras literarias y la eventual canonización de
las mismas.
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Vermeer, H. (2000) “Skopos and commission in
translational action”, en Laurence Venuti Ed. The Translation Studies Reader,
[i]
En primer lugar, es necesario considerar
que cada acto de lectura de un texto es en sí mismo un acto de traducción,
es decir, una interpretación, el traductor trata de recuperar lo que significa
un texto, a partir de toda la gama de significados posibles, esto es, a
partir del potencial de significado
definido como “la cadena paradigmática de opción semántica presente en el
sistema, y a la cual tienen acceso, en su lengua, los miembros de una cultura”.
(Halliday ,1978: 109).
[ii]
Con las debidas diferencias podemos
establecer una tipología funcional de la traducción, House ha diferenciado entre Covert Translation, en el que la traducción aspira al status de original
en la cultura receptora, mientras que
[iii]
“La categoría de registro […]
es el tipo de lenguaje que se selecciona como apropiado a los diferentes
tipos de situación” (Hatim y Mason 1995: 64).
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