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EL MUNDO DE LAS MARAS
Carlos
Arrazola
EFE
LA OPINIÓN DIGITAL,
Los Ángeles
26
de junio de 2005
GUATEMALA
Detrás
de los tatuajes que cubren los cuerpos de los pandilleros juveniles, existe una
sofisticada estructura organizativa y jerárquica que rige a las maras, para profesar su propia religión: “vivir la vida
loca”.
No
cuentan con líderes únicos e indiscutibles que orienten su accionar, y tampoco
profesan adoración o respeto a ningún “dios todo poderoso”, pero sí conducen su
existencia bajo una filosofía cuyo principal fundamento es el desprecio a la
vida... a la propia y a la de los demás.
“Eso
de que nuestros jefes son los cholos de Los Ángeles, son pajas (mentiras)”,
explica “El Tor Trix”,
líder de una de las “clikas” (ramificación de las maras) más peligrosas y sanguinarias de la capital
guatemalteca.
“Los
Gánsters”, como se denomina la “clika”
que lidera el entrevistado, es una de las más de 300 ramificaciones que tiene
en Guatemala la Mara Salvatrucha.
“El Tor Trix” pasó a dirigir esa
agrupación desde finales de 2003, cuando “El Chero”,
un pandillero de origen salvadoreño fundador de esa “clika”,
fue abatido a tiros en el norte de la capital a manos de un rival de la Mara 18.
Para
convertirse en el sucesor de “El Chero”, relata este
pandillero de 23 años, le valió haber asesinado a “unos 18 batos (muchachos) de
la Mara 18 desde 2001, cuando se incorporó a “Los Gánsters”, tras ser deportado de Los Ángeles, a donde viajó
de forma ilegal y en cuya experiencia, se ufana, se “profesionalizó” en “vivir la
vida loca”.
“La
neta (verdad) es que no cualquiera puede llegar a estar arriba. Para eso se
necesita tener huevos (valentía), para que te respeten, te quieran y te
cuiden”, dice al explicar que su “clika” está
organizada en 11 células distribuidas en igual cantidad de territorios en el
norte de la capital guatemalteca.
Desde
adentro
Cada
célula, detalla, tiene un jefe, nombrado por él y reconocido como tal por todos
los “batos”, que se encarga de garantizar que sus integrantes respeten los que
quizá sean los únicos principios que para ellos valgan la pena: lealtad y
solidaridad.
El
peor delito que un pandillero puede cometer en perjuicio de la pandilla es
abandonarla e integrarse a su archirrival, la Mara 18. Ese acto es considerado como “la máxima traición”,
y se paga con la vida, que se ejecuta sin mayor trámite y de forma despiadada.
Igual
suerte corren aquellos que se atrevan a negar apoyo, droga, comida, dinero,
protección o algo que esté a su alcance y que no proporcionen “de buena onda” a
sus compañeros.
Y es
que la mara es “como una hermandad”, o como una secta
religiosa en la que se les hace creer a sus integrantes que formar parte de
ella los hace ser “diferentes” al resto de la gente, según “El Tor Trix”, quien con estudios de
bachillerato, cual tuerto en el país de los ciegos, sabe imponerse ante los
“batos locos” como si de su líder espiritual se tratara.
Diferentes,
pero tan transnacionales como la globalización misma, las maras
han trascendido fronteras más allá de Los Ángeles, México y Centroamérica, y
con la misma filosofía de vida han establecido “clikas”
en países tan lejanos como Australia, Japón y Alemania, asegura “El Tor Trix”.
Sus
códigos de comunicación, lenguaje, estructura organizativa y filosofía de vida
han llamado la atención de investigadores sociales que buscan “descubrir” sus
significados y fundamentos, sin que hasta el momento, según el entrevistado,
“le hayan entrado bien a nuestro rollo”.
“Mira
bato, el rollo aquí es sencillo: sólo se trata de vivir la vida... la vida
loca. De vivir el día a día, de hacernos el paro (apoyarnos) entre todos los
batos; el resto de la banda (gente) pela (no importa), de ellos tenemos que
vivir nosotros y se tienen que aguantar”, resume.
Los
presidentes centroamericanos se reunirán el próximo 29 de junio en Honduras,
para, entre otros temas, definir una estrategia conjunta para combatir los
peligros que para la seguridad de la región representan las temidas maras.
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2005 EFE
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