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DISCRIMINAN A PASAJEROS DE MTA POR HABLAR ESPAÑOL
Varios usuarios denuncian que una chofer los obligó a
bajar del autobús que conducía
Hielen Truax
10 de agosto de
2005
El pasado 14 de
julio un autobús de transporte público de la ruta 333 se detuvo sobre Venice Boulevard. Justin Gómez,
un joven de origen mexicano que viajaba en el vehículo rumbo a su trabajo, no
podía creer lo que acababa de ocurrir: la conductora, una mujer afroamericana, ordenó a todos los pasajeros hispanos que
bajaran del autobús.
El incidente, de
acuerdo con Justin, se originó cuando la mujer se
sintió ofendida porque dos personas hablaban en español. “Un señor empezó a
platicar con otra persona, normal, no estaba gritando ni hablando en voz alta”,
recuerda el joven. “Pero la señora que iba manejando se enojó y dijo: ‘¿Qué
creen que porque hablan en español no entiendo lo que están diciendo?’. Yo me
molesté y le dije si de verdad entendiera se daría cuenta de que no estaban
hablando mal de ella ni diciendo nada incorrecto”, señala Justin.
Lo que siguió,
según relata el joven, dejó sorprendidos a todos los presentes. “Voy a detener
el autobús y todos los hispanos se van a bajar de mi autobús”, dijo la mujer. Justin no podía creerlo.
La mujer se negó
a abrir la puerta a los pasajeros que querían subir, hasta que los hispanos que
iban a bordo del autobús se bajaran, y estos últimos se negaron a hacerlo. En
tanto, Justin pedía los teléfonos de los presentes
para presentar una queja y contar con testigos. Sin embargo, al ver que el
ambiente se volvía más hostil, decidió llamar a la policía.
“Cuando llegó un
policía, latino por cierto, la mujer me señaló y él me detuvo por ser
supuestamente quien había ocasionado el disturbio. Como no hubo golpes ni
heridos, el agente dijo que no iba a presentar un reporte, pero que me iba a
poner un ticket a mí”, cuenta Justin. Al final el policía no lo amonestó, pero sí lo
mantuvo durante más de media hora detenido en una patrulla. Justin
presentó un reporte en contra del agente; un sargento le dijo que en breve
recibiría el resultado de su reporte, lo que hasta la fecha no ha ocurrido.
Al quedar libre, Justin se dirigió a su trabajo, pensando en lo que había
pasado. “Estaba tan triste, me afectó tanto que nos haya tratado así, que por
la noche me senté en un parque y me puse a llorar”, recuerda. “Cómo es posible
que esta persona, siendo afroamericana, con todo lo
que ellos sufrieron con el racismo, venga a hacer lo mismo con nosotros. Esta
mujer olvidó su historia”, comenta.
Días mas tarde Justin se acercó al Centro de Recursos Centroamericanos
(CARECEN) en donde recibió apoyo para poner una queja formal ante el MTA;
varios de los afectados hicieron lo mismo por teléfono.
El 28 de julio,
Elda Martínez, representante de CARECEN, acompañó a Justin,
quien representa a los afectados, ante la Junta Directiva de la Dirección
Metropolitana de Transporte (MTA) para denunciar la actitud de la conductora,
cuyo número es el 34060, y quien operaba el autobús 1385. Ambos pidieron que se
les informara sobre las medidas que tomará la MTA para asegurar que este
conductor y otros de la misma organización no traten a los pasajeros de esa
manera.
Tras la
presentación de la denuncia, el alcalde Antonio Villaraigosa,
quien funge como presidente de la Junta de la MTA, aseguró que se revisaría el
caso detenidamente y que se daría una respuesta a los solicitantes, y garantizó
que de ninguna manera existe una política en las unidades de ese organismo en
contra de que se hable en otros idiomas además del inglés.
La semana pasada
CARECEN recibió una carta de la MTA en la que ofrecen una disculpa a los
usuarios por no haber podido brindarles una “experiencia positiva”, agradecen
que el incidente se haya reportado a tiempo y explican que el asunto está bajo
investigación, aunque no se puede revelar más información debido a la
confidencialidad que guardan los casos relacionados con el personal.
Sin embargo, la
carta asienta que la MTA entiende la diversidad de Los Ángeles y que los
operadores están entrenados para tratar a todos los pasajeros de forma
profesional y cortés. Ayer al mediodía José Ubaldo,
portavoz de la MTA, corroboró que la investigación continúa su curso y recalcó
que esta es una situación que merece toda la preocupación y atención por parte
de esta agencia.
Sin saber en qué
acabará el asunto, Justin, por su parte, ha iniciado
su propio boicot. “No voy a volver a tomar ningún transporte de la MTA. Yo sé
que tres dólares al día no significan mucho para ellos, pero los van a dejar de
recibir, porque no me vuelvo a subir a sus camiones”. Justin
se compró dos pares de patines, y ahora patina hasta su trabajo, aunque se
tarda más del doble. “Pero espero que sirva para mandar un mensaje a los
hispanos, para que nos unamos y que no se dejen cuando ocurran estas cosas”.
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