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TODOS LOS NOMBRES
JOSÉ SARAMAGO
(Madrid, Punto de
Lectura, 2004, 14ª ed., (1ª edic.
1997))
A don José no le gustaban las
inyecciones, mucho menos en la vena del brazo, de donde siempre tenía que
apartar la vista, por eso se quedó tan satisfecho cuando el enfermero le dijo
que el pinchazo iba a ser en el glúteo, este enfermero es una persona educada,
de otro tiempo, acostumbrado a usar el término glúteos en vez de nalgas para no
chocar los escrúpulos de las señoras, y casi acabó por olvidar la designación
corriente, pronunciaba glúteo incluso cuando trataba con enfermos para los que
nalga no pasaba de un ridículo preciosismo de lenguaje y preferían la variante
grosera de culo.
(pág. 162)
El diálogo fue difícil, con trampas y
puertas falsas surgiendo a cada paso, el más pequeño desliz podría haberlo
arrastrado a una confesión completa, si no fuese porque su espíritu estaba
atento a los múltiples sentidos de las palabras que cautelosamente iba
pronunciando, sobre todo aquellas que parecen tener un único sentido, con ellas
es necesario tener mucho cuidado. Al contrario de lo que se cree, sentido y
significado nunca han sido lo mismo, el significado se queda aquí, es directo,
literal, explícito, cerrado en sí mismo, unívoco, podríamos decir, mientras que
el sentido no es capaz de permanecer quieto, hierve de segundos sentidos,
terceros y cuartos, de direcciones radiales que se van dividiendo y
subdividiendo en ramas y ramajes hasta que se pierden de vista, el sentido de
cada palabra se parece a una estrella cuando se pone a proyectar mareas vivas
por el espacio, vientos cósmicos, perturbaciones magnéticas, aflicciones.
(pág. 167)
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