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LA ETERNA
TENTACIÓN
Carmen Agulló
Vives
(Escuela
Universitaria de Albacete)
A doña
Marga Zielinski de Muñoz Cortés
De
nuevo acometo la tarea de traducir a mi lengua materna un texto escrito en otro
idioma, si bien perteneciente a la misma familia, la de las hijas del latín.
Menuda familia. Herederas de Roma.
Esa necesidad de penetrar
en el sentido último de la palabra escrita, de identificarse con el otro, de
llegar a la meta imposible de la total y verdadera comunicación, confieso que
me seduce[1].
Si con los hablantes del propio idioma apenas se consigue, no digamos con
quienes pertenecen a distinto ámbito lingüístico. Pero seguimos intentando.
Ahora con cierta ventaja, gracias a la madre común. De ahí la referencia
inicial a la Romania.
La tentación se me sirve en bandeja de plata.
Mi buena amiga Colette, con su habitual buen gusto y sensibilidad, me hace un
obsequio con la siguiente dedicatoria: Este libro ha sido concebido para ti.
Es evidente. Me he abalanzado sobre él, LES CENT POÈMES DU BONHEUR[2];
no sé a qué atender primero, si a los textos
o a su distribución, a las fotografías o a los pétalos de flores que
semejan mariposas revoloteando por la página en blanco. Una auténtica belleza.
Descubro en un rincón con alegría que el libro, editado en Francia ha sido
“imprimé en Espagne”, que los autores de los poemas pertenecen a
distintas épocas de la historia literaria francesa, que hay variedad en torno a
un tema común, el del título... Y todo esto concebido para mí en opinión
de Colette. Entro a saco en el libro y me digo: esto hay que leerlo despacio y
traducirlo, negro sobre blanco. Escribo un poema, otro y otro, traducción
literal sin más pretensiones que la de fijar el texto y no tener que recurrir
al diccionario repetidas veces.
Surge el poema tentador.
No puedo conformarme con esa versión literal precipitada. Esto hay que
ponerlo en verso castellano.
Se trata de AUBE de Cécile
Perin (1877-1959). El poema consta de cinco dísticos alejandrinos
aconsonantados. Lo ilustra una fotografía en cuyo primer plano se ve un
frondoso árbol que oculta parcialmente una casa y bancos rústicos en torno a un
enlosado. Intento en vano acoplar el texto francés al mismo esquema métrico en
mi lengua. Los dos primeros versos me cierran, obstinados, el paso.
Un invisible oiseau dans
l’air pur a chanté.
Le ciel d’aube est d’un bleu suave et velouté.
En francés suenan muy
bien, pero ¿dónde está el guapo que encaja en un alejandrino este aterciopelado,
con su inmensa longitud, seis sílabas nada menos, ni que fuera alemán, que
debería rimar con cantado del primer verso?. Y sigue el poema:
C’est le premier
oiseau qui s’éveille et qui chante.
Écoute! les jardins sont
frémissants d’attente.
Écoute! un autre nide s’éveille, un autre nid,
Et c’est un pépiement éperdu qui jaillit.
Qui chanta le premier? Nul ne sait. C’est l’aurore.
Comme un abricot mûr le ciel pâli se dore.
Qui chanta le premier? Qu’importe! On a chanté.
Et c’est un beau matin de l’immortel été.
He
aquí la primera traducción literal, que someto al sabio juicio de Colette y
doña Marga:
ALBA
Un pájaro
invisible ha cantado en el aire puro.
El cielo del alba
es de un azul suave y aterciopelado.
He aquí el primer
pájaro que se despierta y canta.
¡Escucha!
Los jardines tiemblan de espera.
¡Escucha!
Otro nido se despierta, otro nido,
y es un piar loco
el que surge.
¿Quién
cantó el primero? No se sabe. Es la aurora.
Como albaricoque
maduro el cielo pálido se dora.
¿Quién
cantó el primero? ¡Qué importa! Se ha cantado.
He aquí una
hermosa mañana del inmortal verano.
Desastroso
como poema en español. Tan solo he conseguido trasladar la emoción del momento,
mejor quedaría dispuesto tipográficamente en llana prosa.
Mi
solución: el poema en metro de silva, libre para combinar heptasílabos,
endecasílabos, y alejandrinos, con alguna rima accidental. Y para mayor delito,
me permito alternar la consonante con la asonante, recurso poco académico.
Tampoco hay que exagerar, que no estamos en el siglo XVIII.
Aquí
quisiera invocar la benevolencia de mis buenos maestros, Valbuena Prat, Baquero
Goyanes y Muñoz Cortés, todos en el Parnaso celeste. Antes quiero significar,
por lo que dije de hijas de la misma madre, que en este caso tanto el francés
como el español disponen de vocablos paralelos para expresar esas diferencias
sutiles en el ambiente desde que la noche va cediendo espacio al día. Quien ha
presenciado durante horas consecutivas, ante la naturaleza, o incluso en la
ciudad, cómo la claridad va en aumento hasta que llega a percibirse el disco
del sol, sabe de esa maravillosa transformación. Cambia el color del cielo, qué
bien se expresa en el poema, el silencio se rompe, pasamos del alba a la aurora y, al fin, a la mañana:
aube, aurore, matin. Aficionada
como soy a la fotografía, recuerdo en este preciso instante, una serie de fotos
realizadas por mí, con intervalos de media hora, desde la ventana de un hotel
en Jerusalén, la ciudad donde el cielo tiene algo de mágico. Y lo recuerdo
ahora cuando tengo proyecto de próximo viaje a la Ciudad Santa, responsable Cervantes
y el cuarto centenario del primer Quijote. Por cierto, incluiré en este
artículo alusiones a don José María Casasayas, fundador de la Asociación de
Cervantistas a la que pertenezco. Como las cerezas se enredan las palabras.
Disfruto con los excursus, para desesperación del lector. Y va el
pretendido poema en español:
ALBA
Un pájaro
invisible
ha roto el aire
puro con su canto.
Llega el alba y
el cielo
es un süave azul
de terciopleo.
Ha sido el primer
pájaro que se despierta y canta
¡Escuchad!
Los jardines se estremecen de espera.
¡Escuchad!
Otro nido se despierta,
y después otro
nido,
y es un gorjeo
loco el que ha surgido.
¿Quién fue
el cantor primero? No se sabe.
Ha nacido la
aurora.
El cielo azul se
dora
cual si fuera
maduro albaricoque.
¿Quién fue
el cantor primero? Ya no importa.
Hoy ha nacido un
canto.
Y esta bella
mañana del inmortal verano.
Soy
consciente de haber introducido un cambio innecesario con respecto al original.
La autora del poema repite dos veces el imperativo écute en singular y
yo lo he transformado en plural, no por necesidad del ritmo sino por decisión
voluntaria. Mientras Cécile Périn mantiene ese aire intimista, dirigiéndose a
un interlocutor singular, próximo, tal vez en el lecho común, yo he querido
trasladar la noticia, como un grito gozoso, a todo aquel que quiera escucharme,
y es evidente que deseo ser escuchada por muchos, otra cosa es que lo consiga.
Se me podrá argumentar en contra que el lector de un libro es siempre singular.
Contrarréplica ¿y si se lee el poema ante un auditorio? Pero el mayor
argumento me lo proporciona el antes mencionado Casasayas, también ya en el
Parnaso con su querido Cervantes, en el libro póstumo que ha legado a quienes
tuvimos la suerte de gozar de su amistad y a todo el que quiera acercarse a él.
Vale la pena.
Me refiero a la ingente tarea de
traducir el Quijote a su lengua vernácula, el Catalán insular, según él mismo
precisa[3],
en el libro “Miguel de Cervantes Saavedra. L’ENGINYÓS CAVALLER DON
QUIXOT DE LA MANXA, Traducció integral, amb explicacions i comentaris per JOSEP
Mª CASASAYAS TRUYOLS, Ciutat de Mallorca, 2005” Tres volúmenes: [O]
Introducció i Taula, [1] Primera part y [2]
Segona part.
He
de confesar que estoy fascinada leyendo esta obra. Es como si don José María
estuviera a mi lado hablando, algo que curiosamente han dicho también de los
librillos que escribo algunos de mis amigos lectores. Entiéndase el paralelismo
muy en tono menor.
Da
cumplida cuenta Casasayas en la Introducción de la obra acerca de los criterios
seguidos al traducir el Quijote. Es muy fiel al texto pero consigue trasladarlo
a su lengua materna como si fuera escrito para los lectores de las islas
sirviéndose de giros coloquiales que dan viveza a la traducción. Y así escribe:
Aquesta exigència que la fidelitat al text cervantí m’ha imposada, de
conservar en la traducció el llenguatge planer corresponent a l’original
castellà, m’ha menat també a haver de completar la tasca proposada tot
apartant-me de qualque mèna d’academicisme per tal d’aconseguir
efectes reals i, per què no, també mes bells i expressius[4]
. Muy del talante del traductor me ha parecido el ejemplo que aduzco y que él
mismo justifica en nota al pie. En el capítulo 4 de la primera parte, episodio
de los mercaderes toledanos, escribe Cervantes[5]:
Y, así, con gentil continente y denuedo,
se afirmó bien en los estribos, apretó la lanza, llegó la adarga al pecho y,
puesto en la mitad del camino, estuvo esperando que aquellos caballeros
andantes llegasen....
Traduce
Casasayas[6]
I, així, doncs, més dret que un pi i amb
més coratge que en Prim, ferms els peus en els estreps, ben estreta la llança,
l’adarga davant el pit, se plantà enmig del camí, esperà que aquells que
ja havia presos per cavallers se li acostassin....
En nota al pie,
sobre Prim (1814-70), don José María aclara que la alusión al personaje es un
anacronismo del que se confiesa culpable, con sabroso comentario, pero que le
ha parecido expresión adecuada per traduir el denuedo que Cervantes aplica a dQ en aquesta aventura.
No me negará el
lector que mi paso al plural del écoute! francés no llega ni a falta
venial, visto lo visto. Porque Casasayas no deja de ser fiel al texto
cervantino y su trabajo me parece extraordinario. El traductor ha de poner algo
de sí mismo; de lo contrario no valdría la pena el empeño. Él mismo lo
justifica muy bien en otro apartado de la Introducción[7]:
¿Calia
una traducció com aquesta del Quixot a
l’ insular?
No, no éra necessària, ni falta que feia
per fer anar envant la teutònica escalada empresa per la cultura insular. Fins
i tot crec que se tracta d’una imprudència meva. Però, rellamps!, hi he
passat tant de gust, hi som disfrutat tant mentres anava endavant en la seva
tasca, capítol rera capítol, comentari rera comentari, que també puc assegurar,
encara que sembli inescaient abusar de tants d’afirmacions, que per res
del món no voldria tornar enrere i despassar el camí que tan divertidament som
passat.
I, si bé voldria, com ès natural, que
aquesta aventura meva caigués bé, no a tothom, perque no tothom ès de fiada,
sinó només a les persones de gust i de
seny i ben intencionades, també ès cert que amb la meva autocomplaença que he
explicada ja en tenc prou. I res més no necessit.
Hago
mías las palabras precedentes y las aplico a mis breves y accidentales incursiones
en el mundo de la traducción. No hubiera podido emprender labor de tanta
envergadura como la que ha ocupado más de treinta años en la vida de mi
admirado Presidente. Pero, mutatis mutandis, se trata de la misma
actitud.
Don
José María, tan atento como siempre, acusó recibo, en tarjeta que conservo,
fechada en Palma de Mallorca el 11.03.00, de mi libro “BENDITA NAVIDAD (Villancicos
para un milenio)” con estas palabras: No sé cómo corresponder a su
atención. Quizás algún día, cuando los imprima, le mandaré mis “Els
Passos” o Vía Crucis compuesto en décimas en mi lengua vernácula.
¿O acaso no sabía Vd que, además de cervantista, también yo tengo mi
algo de vena poética? En el año 2000 es posible que no lo supiera pero
visto su Quixot, no puedo ya negarle
tal capacidad y le diré que aún algos. Lo que yo no he sido capaz de
hacer con cinco dísticos alejandrinos ha hecho él nada menos que con todas las
poesías que hay en el Quijote desde los sonetos iniciales hasta la Canción de
Grisóstomo ¡siempre respetando el molde métrico del original! Repito, me
tiene fascinada. Eso sí que son “ejercicios de versificación en tono
mayor”.
Y
termino, también yo con algo innecesario. Pero quiero darme el gusto de
traducir a mi lengua vernácula[8]
la última cita casasayesca, que ya me he apropiado:
¿Era
precisa una traducción como esta, del Quijote
al insular?
No, no era necesaria, ni falta que hacía para seguir adelante con la
escalada teutónica emprendida por la cultura insular. Incluso creo que se trata
de una imprudencia mía. Pero ¡rayos y truenos![9] Lo he pasado tan a gusto, he disfrutado tanto mientras adelantaba en la
tarea, capítulo tras capítulo, comentario tras comentario, que también puedo
asegurar, aunque parezca inoportuno abusar de tantas afirmaciones, que por nada
del mundo quisiera volver atrás y desandar el camino que anduve tan
divertidamente.
Y, si bien quisiera, como es natural, que esta aventura mía agradara, no
a todo el mundo, porque no todo el mundo es de fiar, sino solo a personas de
gusto, y de entendimiento y bien intencionadas, también es cierto que con mi
autocomplacencia, que he explicado, ya tengo bastante. Nada más necesito.
[1] Recuerden los lectores el
artículo Traduttore/trice, traditore/trice, pág. 61, de mi libro ESCRITO
CON AMOR (Concierto plural), Albacete, 2005.
[2] Textes reúnis et présentés par Albine Navarino et
Béatrice Mandopoulos, Photographies de Michel Maïofiss, Omnibus, 2002.
[3] Para el
tema vid. el apartado 5.3 (págs. 67-86)
de la Introducción a la obra citada.
[4] O.C. [0], pág. 65.
[5] Cito por la edición del
Instituto Cervantes dirigida por F.Rico (1605-2005), pág.73.
[6] O.C. [1], págs. 67-68.
[7] O.C. [0], págs. 93-94.
[8] Es el
español pese a haber nacido, de padres bilingües, en dominio idem como es el
Reino de Valencia.
[9] El rellamps!
original, otro lo habría traducido usando un vocablo grueso de la lengua
coloquial que nos acompaña hoy en día. Yo he preferido la expresión castiza
antigua.
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