REVISTA ELECTRÓNICA DE ESTUDIOS FILOLÓGICOS


UN ESTUDIO SOCIOLINGÜÍSTICO. SISTEMAS DE TRATAMIENTO DE LA JUVENTUD DE VALLADOLID

 

Juan Manuel Pedroviejo Esteruelas

(Universidad de Valladolid)

 

 

 

0. Introducción

   Con la realización de una encuesta hecha a 28 jóvenes se pretende dar una idea acerca del sistema de tratamiento que rige actualmente en la ciudad de Valladolid.

   Los encuestados son todos o bien estudiantes universitarios de la Universidad de Valladolid o bien ya licenciados en un plazo no superior a dos años y su edad oscila entre los 18 y 28 años. De igual manera todos ellos residen en la ciudad de Valladolid. En cuanto al sexo de los informantes, el 60,71% son varones y el 39,28% son mujeres.

   El corpus que se ha utilizado para realizar este estudio tal vez no pueda ser considerado lo suficientemente grande para poder sacar conclusiones generales sobre los sistemas de tratamientos que impera en Valladolid, pero sí que puede sernos útil para hacernos una idea de cuál es el sistema pronominal y nominal que rige en las relaciones de los jóvenes universitarios de la capital castellana.

   Dicha encuesta[1] pregunta por el tratamiento nominal y pronominal que se da, en primer lugar, a familiares y, en segundo lugar, a personas no familiares pertenecientes a distintos grupos sociales y de diferente edad.

   Se parte de las dos primeras hipótesis formuladas por Borrego (1978: 53-69):

- Hipótesis 1: el uso de T está ligado al factor estatus socio-profesional del receptor.

- Hipótesis 2: el uso de T y de V está ligado al factor edad del receptor.

     La razón de no haber tenido en cuenta la hipótesis 3 se debe, como ellos mismos indican, a que las diferencias de tratamiento motivadas por el sexo del receptor son insignificantes (Borrego 1978: 62), idea corroborada además por estudios míos que están por publicarse.

   Para desarrollar la hipótesis 2, se les pregunta por el tratamiento dado a personas de distintos grupos sociales de distinta edad: los que tienen menos de 30 años y los que tienen más de 40 años.

   Siguiendo, al mismo tiempo, el artículo de Borrego Nieto y sus colaboradores (1978), se establecen tres niveles sociales que se tendrá en cuenta a la hora de responder las preguntas 3a, 3b y 4:

 

1. Formas de tratamiento pronominales usadas al dirigirse a miembros de su familia

 

  Al analizar los resultados de la primera pregunta de la encuesta, se ha observado que tres son los factores que influyen en alguna medida en la elección de T o V en las relaciones con la familia, a la vez que el factor sexo, bien de los informantes, bien de los parientes, no influye en la elección de un pronombre u otro.

   Estos factores son el origen rural, la edad del pariente y el grado de parentesco. Los dos primeros influyen en las díadas entre nietos y abuelos: un 85,71% declara usar T y un 14,28% dice usar V y, además, dos de los tres informantes que optan por esta opción son de origen rural.

   La importancia que tiene el grado de parentesco se comprueba al comparar los resultados de las díadas (hijos>padres), (sobrinos>tíos) e (hijos políticos>suegros)[2]. Esto es, que mientras las formas T son las únicas que se emplean al dirigirse a los padres (padre y madre) (96,42%)[3] y al dirigirse a un tío con el que tengan un tratamiento habitual (100%), el porcentaje de empleo de V es mayor cuando se dirigen a sus suegros (23,52%), aunque siga siendo mayoritario el empleo de T. Además, los jóvenes de origen rural que usan V cuando se dirigen a sus abuelos también emplean V al tratar con sus suegros.

   De acuerdo con esto, se pueden establecer tres leyes: 1) que el grado de proximidad familiar influye en el mayor uso de las formas T; 2) que cuanta mayor edad tenga el pariente, más posibilidad habrá de usar las formas V; 3) que el origen rural aún influye en la elección de V.

 

Cuadro1. Formas pronominales usadas al dirigirse a miembros de su familia: (%)

 

 

A SU  PADRE

A SU MADRE

 A SUS TÍOS/AS

A SUS ABUELOS/AS

A SUS SUEGROS

 

96,42

96,42

100

85,71

76,47

 USTED

3,58

3,58

0

14,28

23,52

 

 

2. Formas de tratamiento nominales usadas al dirigirse a miembros de su familia

 

   Alba de Diego y Sánchez Lobato (1980:104) plantearon la hipótesis de que el grado de distancia determina el uso y no-uso del nombre propio y, además, perfilan el siguiente esquema paradigmático:

 

a) Relaciones en las que domina la solidaridad: tratamiento simétrico a través del nombre propio o hipocorístico o apodo.

b) Relaciones donde domina el poder y la no solidaridad: tratamiento asimétrico. El superior usa o puede usar el nombre propio y los términos más específicos: apellido, hijo, joven, etc. Por el contrario, el inferior tiene dos posibilidades: título genérico (señor, caballero, profesor, etc.) o dependiendo de la clase social, nombre propio con la distancia del don, nombre propio o apellido con la distancia de señor.

 

   Con el criterio de estos dos autores, en el punto número dos de la encuesta se les pregunta por el tratamiento nominal que dan a sus padres, a sus hijos, a sus abuelos, a sus novios/as, a sus cónyuges[4] y a sus hermanos.

 

2.1. En primer lugar, si  en la díada entre padres e hijos, se han borrado los tratamientos pronominales asimétricos, no ocurre lo mismo cuando usan los tratamientos nominales, porque cuando se les pregunta por las formas nominales que usan al dirigirse a sus progenitores, las formas papá (70,27%) y mamá (71,42%) son las más usadas, siendo luego padre (10,81%) y madre (11,42%). A su vez, ellos mismos declaran que el nombre propio sería la forma preferida con la que se dirigirían a sus hijos (73,33%), frente al (8,10%) que lo usan realmente cuando se dirigen a su padre y el (5,71%) cuando se dirigen a su madre, es decir, en un gráfico de líneas que representara que la frecuencia de uso del nombre propio entre padres e hijos, las líneas serían simétricamente inversas.

   Es reseñable la diferencia de uso que tienen las formas papá/mamá y padre/madre, siendo estás últimas las que están marcadas con matices de respeto y las que tienen un porcentaje menor de uso[5], lo que nos sugiere pensar que quizás llegue un día en que desaparezcan, como han desaparecido prácticamente en esta díada las formas de V. Ante este hecho, cabe hacerse la pregunta, ¿significa esta pérdida que va a desaparecer la noción de distancia entre los padres y los hijos? Mi opinión es que sólo va a afectar a la forma externa del sistema nominal de tratamientos y que las formas que prevalezcan adquirirán nuevos valores intrínsecos, en este caso, de poder, los cuales estarán presentes en la mente de todo hablante de nuestra lengua.

   Las otras formas que dicen usar los hijos son pa (5,40%) y (5,71%), papi (2,70%) y mami (2,85%) y quiqui (2,70%) y quika (2,70%). En el caso de que fueran padres, responden que, además de emplear el nombre propio, emplearían el nombre diminutivo, prenda, peque y pitufo/a en un 6,66% cada una de ellas.

   Para finalizar este punto, hay que decir que no se han detectado diferencias a la hora de elegir una forma u otra si se tiene en cuenta el sexo del emisor, pero sí un mayor porcentaje de uso, aunque ciertamente leve, del nombre propio dirigido al progenitor masculino (8,10%) con respecto al porcentaje del nombre propio dirigido al progenitor femenino (5,71%).

 

Cuadro 2.a. Formas nominales usadas al dirigirse a su padre: (%)

 

Papá

70,27

Padre

10,81

Nombre propio

8,10

Pa

5,40

Papi

2,70

Quiki

2,70

 

 

Cuadro 2.b. Formas nominales usadas al dirigirse a su madre: (%)

 

Mamá

71,42

Madre

11,42

Nombre propio

5,71

Ma

5,71

Mami

2,85

Quika

2,85

 

 

Cuadro 2.c. Formas nominales usadas al dirigirse al hijo: (%)

 

Nombre propio

73,33

Nombre diminutivo

6,66

Prenda

6,66

Peque

6,66

Pitufo/a

6,66

 

 

 

2.2. En la relación nieto-abuelo, el término de parentesco, abuelo/a (85,71%), sigue siendo lo más usado y, además, existen otras formas que son variantes suyas, como abus (3,57%) y güelo (3,57%), que tal vez fueron usadas en la infancia de forma cariñosa y que aparecen después en la edad adulta con los mismos valores. A su vez, el nombre propio es usado en un 7,14%, un porcentaje similar al usado en la relación hijo>padre/madre. En este caso, creo que la forma de parentesco, abuelo, además de indicar respeto, debido a la distancia generacional, también indica afectividad, ya que es el tratamiento menos marcado y de carácter más general y que las diferentes variantes recogidas son producto de cada familia y de una situación determinada.

 

2.3. Las relaciones entre novios y amantes, efectivamente, son simétricas, pues domina un trato pronominal (T) y nominal recíproco siendo el nombre propio la forma con mayor índice de frecuencia: los chicos lo emplean en un 62,50% de las veces y las chicas en un 60%. Las otras formas, todas ellas cariñosas que dicen usar los novios son churri, cielo y cariño. A su vez, las chicas también emplean el nombre de pila y cariño.

   Se intentó comprobar si hay alguna evolución destacable en el uso de las fórmulas de tratamiento en el matrimonio, pero esta idea se desvaneció al comprobar que la simetría se mantiene y que el uso del nombre propio sigue siendo la forma más usada por ambos sexos: marido>mujer (44,44%) y mujer>marido (66,66%)[6]. Otras formas que emplearían los informantes varones son: cariño (22,22%), cari (11,11%), cielito (11,11%) y churri (11,11%). Además del nombre propio, las mujeres emplearían la forma cariño.

 

2.4. Entre hermanos, el nombre propio es el tratamiento preferido tanto por ellos (52,38%) como por ellas (58,33%). El nombre diminutivo lo usan los chicos en un 14,28% y ninguna vez la chica. Las féminas pueden usar el nombre de pila para dirigirse a sus hermanos y hermanas. En cambio, el término de parentesco y su diminutivo (hermana-hermanita) no tienen un porcentaje superior al que tienen las formas de nana, mona, niño/a, artista, tronco, negro y tato. De esta forma, se puede afirmar que los términos de parentesco no están llenos de marcas que señalen distancia y respeto, a diferencia de las formas pronominales. Me parece destacable señalar que los tratamientos recibidos por las hermanas tienen un matiz de delicadeza que no tienen los que reciben los hermanos. Compárese entre hermanita, nana, mona y niña con artista, tronco y negro. No obstante, no hay que olvidar que el uso de los vocativos entre hermanos dependerá de los valores internos que adquieran cada fórmula dentro de cada familia y de la situación en que se usan.

 

2.5. Como conclusión a este apartado, se podría decir: (a) que los términos de parentesco no sólo tienen connotaciones de poder y de respeto, debido sobre todo a la diferencia generacional, sino que también llevan amalgamados unas connotaciones afectivas y cariñosas producidas por la confianza y el tratamiento diario entre familiares, y (b) que la utilización del nombre propio no es privativo ni de las relaciones simétricas (entre hermanos) ni de las relaciones asimétricas (padres>hijos), sino que además tienen que compartir los valores de poder y de solidaridad con otras formas.

 

3. Formas de tratamiento pronominales usadas con personas menores de 30 años y mayores de 40 años

 

   La pregunta 3 la he dividido en dos partes: en 3.a pregunto por el tratamiento pronominal que dan a personas menores de 30 años de diferentes grupos sociales y que con las cuales no tengan un grado de confianza superior a lo normal en este tipo de díadas. Tomando como modelo la división hecha por Borrego Nieto y sus colaboradores (1978: 55), he hecho la siguiente clasificación social en relación a sus profesiones:

 

   Nivel 1, en donde se incluye al profesor universitario[7] y al sacerdote.

   Nivel 2, en donde se incluye al empleado de banco.

   Nivel 3, en donde se incluye al camarero.

 

   En 3.b, de igual modo, pregunto por el tratamiento pronominal que dan a personas mayores de 40 años, es decir, a personas de por lo menos una generación mayor, pertenecientes a los mismos niveles sociales que en el anterior punto. Se ha dejado una franja de 10 años de diferencia por considerar a esta cifra lo suficientemente justa y clarificadora para evitar equívocos y dudas de edad.

   Se parte de la idea de que el uso de V está ligado (a) a la edad (cuanta mayor edad tenga el receptor, mayor porcentaje de uso de V) y (b) al prestigio social de la profesión del receptor (cuanto mayor prestigio social mayor será porcentaje de uso de V). (Borrego: 1978: 62)

 

3.1. En primer lugar, los oficios escogidos que pertenecen al nivel 1 son profesor universitario y sacerdote. Aquí, el uso de V es general, tanto dirigido a profesores menores de 30 años (85,14%) como a profesores mayores de 40 años (92,85%), aunque, como se ve, el porcentaje de tuteo es el doble cuando se dirigen a profesores jóvenes (14,86%) frente al 7,14% cuando se dirigen a profesores de más de 40 años. Algo similar se puede decir del tratamiento que reciben los sacerdotes, aunque en este caso no existan apenas diferencias entre los porcentajes recibidos por los sacerdotes menores de 30 años (88,88%) como por los mayores de 40 años (87,50%). Por tanto, se puede decir que aún hay profesiones en donde el respeto y la autoridad son inherentes a sus cargos, sin importar de la edad de quien ocupa esos puestos.

   Hay que comentar que los miembros varones del grupo de los jóvenes entre 24 y 28 años son los únicos que dicen emplear T cuando se dirigen a un profesor bien menor de 30 años (41,66%), bien mayor de 40 años (16,66%), es decir, que para los chicos ya licenciados o a punto de acabar la carrera y que se dirigen a un miembro del nivel 1, la edad es un factor que influye a la hora de seleccionar el pronombre V, a diferencia de las féminas y de los chicos menores de 23 años[8] que ven en el nivel de su interlocutor la causa de uso de V.

 

Cuadro 5. Formas pronominales usadas al dirigirse a miembros del nivel 1(%)

 

 

PROFESOR

CURA

 

T

15,85

11,11

MENOS DE 30 AÑOS

 

V

85,44

88,88

 

T

7,14

12,50

MÁS DE 40 AÑOS

 

 

V

92,85

87,50

 

3.2. En cuanto al tratamiento que dan al empleado de banca, perteneciente al nivel 2, los resultados son los siguientes: si el empleado de banca es menor de 30 años, el T es usado en un 22,22% de las veces y el V es usado en un 77,78%. Si el empleado de banca es mayor de 40 años, el T es usado en un 14,28% y el V en un 85,71%. En esta díada, nos encontramos diferencias entre los tratamientos que dan las féminas y las que dan los varones, pues ellas prefieren, cuando el empleado de banca tiene menos de 30 años, las formas más conservadoras, esto es, V (88,88%), y ellos las usan en menos número de  veces (71,50%). Cuando el empleado de banca tiene más de 40 años, es lógico que el uso de V aumente, de tal manera que es la única forma empleada por las mujeres y el porcentaje de uso de V por los varones es de 81,66%, diez puntos superior a cuando el empleado de banca tenía menos de 30 años. Por el contrario, las formas tuteantes que son usadas en mayor número de veces por ellos, tanto si tratan a un empleado de banca menor de 30 años (28,33%) como si tratan a uno mayor de 40 años (18,33%), que por ellas, que únicamente las usan cuando el que trabaja en el banco tiene menos de 30 años (11,11%), y nunca si tiene más de 40 años.

 

 

 

3.3. En el nivel 3 se incluye a la profesión de camarero. Los encuestados son jóvenes universitarios y, en teoría, están por encima de este nivel, pero ello no quita para que en alguna ocasión hayan podido trabajar en este oficio. El resultado, por primera vez, alcanza un uso mayoritario de T cuando el camarero tiene menos de 30 años y es de su misma generación (63,85%) y el porcentaje del empleo de V es de un 32,14%. No obstante, V sigue siendo el paradigma pronominal más usado cuando el receptor tiene más de 40 años (T: 40,74% y V: 59,25%), aunque con un porcentaje bastante menor si lo comparamos con los porcentajes de los tratamientos dados a las profesiones del nivel 1 y del nivel 2. Por ello, no sería arriesgado afirmar que la edad es el factor más importante a la hora de seleccionar T o V, aunque haya que reconocer, obviamente, que hay como una especie de convenio social en donde los hablantes de español saben que hay profesiones más prestigiosas que otras, casi todas estrechamente relacionadas con el nivel de estudios alcanzados[9], que conllevan el empleo de formas V. En esta ocasión, las chicas, al tratar con un camarero menor de 30 años, es decir, de su misma generación, son más decididas al usar T (88,88%) que los chicos, que dicen usarlo “sólo” en un 57,57%. Sin embargo, cuando tratan a un camarero mayor de 40 años, las chicas sólo usan T en un 36,11% mientras que los chicos lo emplean en un 43,93%.

 

 

 

 

3.4. Como conclusión a este punto, se ha de decir que se partió de la idea de que solamente influían en la decisión de seleccionar V factores como la edad y el nivel social del interlocutor. Sin embargo, se ha encontrado un tercer factor que influye directamente en la elección de V: el sexo del emisor, esto es, las féminas son mas dadas a utilizar formas más conservadores (V) al tratar con cualquier miembro de cualquier nivel social y de cualquier edad, aunque este uso de V irá en aumento cuanta mayor edad tenga el receptor y cuanto mayor prestigio social tenga la profesión de su interlocutor.

   Otra conclusión que se debe destacar y que ya se ha comentado es que las profesiones llevan unidas intrínsecamente formas pronominales de tratamiento, pero que éstas no son privativas de ninguna profesión porque ningún oficio de ningún nivel de los aquí estudiados tiene un uso exclusivo de ninguna forma pronominal, aunque claro, cuanto menor sea su prestigio, mayor será el uso de T y cuanto más joven sea el interlocutor, mayor será el uso de T. Esto debe de interpretarse como que los jóvenes van limando lentamente las distancias jerárquicas pero que aun así, la diferencia generacional del interlocutor sigue siendo fundamental a la hora de seleccionar V.

 

4. Formas nominales empleadas a personas no familiares

 

   En el punto 4 de la encuesta se les pregunta por las formas nominales que usan con un amigo y una amiga, con su profesor, con su médico y con su paciente (en el caso de que fueran médicos). Es decir, se les pide que expresen los tratamientos nominales en una relación simétrica y en tres asimétricas, dos de (inferior>superior) y una, que es un caso hipotético, (superior>inferior).

   Anticipamos que el nombre propio es la forma nominal más usada en todas las díadas, aunque su uso será inferior entre amigos, pues  tiene que convivir con muchas otras fórmulas, produciéndose así un desajuste al esquema propuesto por Alba de Diego y Sánchez Lobato (1980: 104). Por lo tanto, habrá que replantearse este esquema y decir que no es válido para las relaciones asimétricas del tipo (alumno>profesor) o (paciente>médico) en donde no existe un grado de confianza comparable al de las relaciones familiares y aceptar que el nombre propio ha perdido parte del valor semántico de poder que tenía décadas atrás

 

4.1. De este modo, nos encontramos que el nombre propio es usado de forma mayoritaria tanto para dirigirse al profesor (65,38%) como para dirigirse al médico (63,63%). Las formas que a priori yo esperaba que fuesen las más usadas como las que están introducidas por el don seguida del nombre propio o del apellido, sólo son usadas en un 11,53% y en 3,84% respectivamente, cuando se refieren al profesor y en un 13,63% cuando se refiere al médico. El título genérico de su profesión es utilizado en un 7,69% (profesor) y en un 8,69% (doctor). Esta última forma también puede aparecer precediendo al nombre propio en un porcentaje importante (13,63%). Pocos son los jóvenes que declaran usar formas de camaradería para dirigirse a su profesor como el nombre hipocorístico (3,84%), fórmula con un valor semántico opuesto a la del nombre propio seguido del apellido (3,84%).

   En el caso imaginario de que ellos fuesen médicos, se les pregunta por cómo llamarían a su paciente, siendo el nombre propio el tratamiento que mayor número de veces se usa (77,77%). Las otras fórmulas que usarían son: señor seguido del nombre propio, señor seguido del apellido, señor y don más el nombre propio, con un 7,14% cada una de ellas.

 

  Cuadro 9.a. Fórmulas nominales usadas para dirigirse a su profesor: (%)

 

Nombre propio

65,38

Don + nombre propio

11,53

Profesor

7,69

Don + apellido

3,84

Nombre hipocorístico

3,84

Nombre + apellido

3,84

Señor + nombre

3,84

 

 

Cuadro 9.b. Fórmulas nominales usadas para dirigirse a su médico: (%)

 

Nombre propio

63,63

Don + nombre

13,63

Doctor + nombre

13,63

Doctor

8,69

 

 

 

Cuadro 9.c. Fórmulas nominales usadas para dirigirse a su paciente: (%)

 

Cuadro de texto: Nombre propio	77,77
Señor + nombre propio	7,14
Señor + apellido	7,14
Señor	7,14
Don + nombre	7,14

 

 

 

 

 

4.2. El apartado de las fórmulas de tratamiento nominales entre jóvenes es el más prolijo dado la variedad de formas provocadas por ser un sistema nominal de tratamientos fluctuante que evoluciona según las generaciones y las modas.

   Sin atender al sexo del emisor ni del receptor, el nombre propio es usado con una frecuencia del 30,15%, tío en un 22,03%, el apodo (9,84%), el nombre diminutivo (8,45%), cari (5,9%), el hipocorístico (3,73%), el diminutivo (2,95%), el apellido (2,13%) y muchas otras formas con mayor frecuencia de uso como bicho, gay, majete, campeón, pollo, guapetona, chica, amiga, guapa y guapísima, cuyos porcentajes de uso se pueden ver en los siguientes cuadros.

   En la relación (chico>chico) el nombre propio es usado en un 25%, tío en un 21,87%, el diminutivo del nombre propio (12,50%), macho (9,37%), gay (6,25%), el apodo (6,25) y las formas del nombre hipocorístico, el apellido, majete, campeón, pollo y bicho con un porcentaje del 3,12% cada una de ellas.

   Cuando se dirigen a una amiga, ellos dicen usar el nombre propio (42,85%), tía (19,04%), el diminutivo del nombre propio (9,52%), el apodo (9,52%) y las formas de guapetona, chica, amiga y bicho con un porcentaje de 4,76% cada una.

   En la relación (chica>chica), el nombre propio y la forma tía tienen un porcentaje idéntico (25%) cada una de ellas. El nombre de pila y  el apodo cariñoso lo usan en un 12,50% cada una de ellas. Además emplean el diminutivo del nombre propio, el nombre hipocorístico, guapa y cari con un porcentaje del 6,25% cada una de éstas.

   Cuando se dirigen a un amigo, además del nombre propio (27,77%) y de tío (22,22%), emplean el nombre de pila (11,11%), el apodo cariñoso (11,11%), y las formas del diminutivo del nombre, el nombre hipocorístico, el apellido, guapísimo y cari en un porcentaje del 5,55% cada una de ellas.

   Esto es, que los jóvenes, chicos y chicas, cuando se encuentran en su grupo, en igualdad de condiciones, no hacen distinciones sexuales y, es por ello, por lo que las fórmulas nominales usadas por ellos no difieran de las usadas por ellas.

 

Cuadro 10.a. Formas nominales usadas por los chicos al dirigirse a un amigo y a una amiga. (%)

 

A UN AMIGO

A UNA AMIGA

TOTAL 

 Nombre propio

25

Nombre propio

42,85

33,92

 Tío

21,87

Tía

19,04

20,48

 Nombre diminutivo

12,50

Nombre diminutivo

 9,52

11,01

 Macho

9,37

 

 

4,66

 Gay

6,25

 

 

3,12

 Apodo

6,25

Apodo

 9,52

7,88

 Nombre hipocorístico

3,12

 

 

1,56

 Apellido

3,12

 

 

1,56

 Majete

3,12

 

 

1,56

 Campeón

3,12

 

 

1,56

 Pollo

3,12

 

 

1,56

 Bicho

3,12

 

 

1,56

 

 

Bicho

4,76

2,38

 

 

Chica

4,76

2,38

 

 

Guapetona

4,76

2,38

 

 

Amiga

4,76

2,38

 

 

 

 

 

Cuadro 10.b. Formas nominales usadas por los chicas al dirigirse a un amigo y a una amiga. (%)

 

 

A UN AMIGO

A UNA AMIGA

TOTAL

 Nombre propio

 27,77

  Nombre propio

25

26,38

 Tío

 22,22

  Tía

25

23,61

 Nombre de pila

 11,11

 Nombre de pila

12,50

11,80

 Apodo cariñoso

 11,11

 Apodo cariñoso

12,50

11,80

 Nombre diminutivo

  5,55

 Nombre diminutivo

6,25

5,90

 Nombre hipocorístico

  5,55

  Nombre hipocorístico

6,25

5,90

 Cari

  5,55

 Cari

6,25

5,90

 Guapísimo

  5,55

 

  

2,77

 Apellido

  5,55

 

 

2,77

 

 

Guapa

6,25

3,12

 

 

4.3. Es difícil definir el valor semántico del nombre propio, la forma nominal que más frecuencia de uso tiene tanto en las relaciones simétricas como en las no simétricas dentro de las relaciones no familiares. Se ha visto que es la forma preferida en las relaciones en donde el poder recae sobre el receptor, del tipo (alumno>profesor) y (paciente> médico), en las relaciones en donde el poder recae sobre el sobre el emisor del tipo (médico>paciente) y en las relaciones entre amigos, en donde la forma coloquial tío/a se consolida entre los jóvenes[10]. Con estos resultados, conviene decir que el nombre propio, empleado en las relaciones no familiares,  conlleva valores de poder y de solidaridad y que el uso de éste vendrá condicionado por los interlocutores, la situación comunicativa y la intención de los interlocutores. Además, se puede decir que hay fórmulas que expresan distanciamiento como son el uso de don, de señor, del nombre de la profesión, y del nombre propio, claro, que se deben utilizar en unas situaciones determinadas. Del mismo modo, existen formas que indican amistad, camaradería y confianza como es el uso del nombre propio, derivados del nombre propio (diminutivo, hipocorístico), de tío y de las fórmulas que tengan vigencia en ese momento.

 

5. La última pregunta que se les hace intenta conocer a partir de qué años creen conveniente usar V, sin que se les señale otros factores como el estatus social o el sexo de su interlocutor, para que así sean ellos mismos los que indiquen en la celda de depende cuáles son para ellos las razones de usar V.

   Las celdas de a partir de los 30 años y de a partir de los 40 años son las más votadas con un 31,25% cada una de ellas, pero hay que aclarar que mientras los varones consideran que es a partir de los 30 años la mejor opción (42,10%), las féminas creen que es a partir de los 40 (53,84%). El resto de opciones no son elegidas por más de dos encuestados, siendo la de a partir de los 50 años la tercera opción más votada (9,09%). La posibilidad de nunca no es seleccionada en ninguna ocasión lo que no hace sino corroborar la idea de la presencia en la mente de los jóvenes del concepto de distancia y de poder y que éste se puede manifestar al tratar con personas de más de 30 años con el uso de las formas pronominales V.

   Las dos únicas posibilidades que dicen tener en cuanta a la hora de contestar en depende son, en primer lugar, el “puesto de trabajo que tenga el interlocutor” y, luego, “el grado de confianza existente”, no mencionando en ninguna ocasión el factor sexo como algo importante para la elección de T o V.

 

 

 

 

 

 

Cuadro 11. Edad que a la que consideran oportuno Tratar de V. (%)[11]

 

Cuadro de texto: 	Hombres	Mujeres	Total
A partir de los 30	42,10	 13,38	31,25
A partir de los 40	15,89	 53,84	31,25
A partir de los 50	 5,26	  7,69	 9,09
A partir de los 60	 5,26	  0	 4,54
A partir de los 70	 0	  0	 0
A partir de los 80	 5,26	  0	 4,54
Nunca	 0	  0	 0

 

 

 

 

 

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Alba de Diego y Sánchez Lobato, J. (1980), “Tratamiento y juventud de la lengua hablada. Aspectos sociolingüísticos”, BRAE, LX, pp. 95-130.

 

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Weinerman, Catalina (1976), Sociolingüística de la forma pronominal, México, Ed. Trillas.

 

 

 

 

 

ANEXO

 

 

ENCUESTA

 

 

 

EDAD:

SEXO:

NACIONALIDAD:

LUGAR DE NACIMIENTO:

LUGAR DE RESIDENCIA HABITUAL:

ESTUDIOS FINALIZADOS:

OCUPACIÓN ACTUAL

ESTADO CIVIL:                                                 ¿HIJOS?:

   

   

  

1)    Indica en que casos utilizas TÚ o USTED al dirigirse:

 

1.a.- a tu padre:

1.b.- a tu madre:

1.c.- a tus tíos / as:

1.d.- a tus abuelos /as:

1.e.- a tus suegros:

 

2)    ¿Cómo llamas habitualmente: (en caso de dos o más posibilidades, indícalas y en el caso de no tener este tipo de relación, indica cómo le llamarías).

 

      2.a.- a tu padre?

      2.b.- a tu madre?

      2.c.- a tu abuelo y abuela?

      2.d.-a tu mujer / marido?

      2.e- a tu hermano y hermana?

      2.f.- a tu novio / a?

      2.g.- a tu hijo / a?

 

 

3)    Supón que a todas estas personas las conoces suficientemente, pero se trata de un conocimiento superficial  y sin confianza. Indica si usas TÚ  o USTED.

 

3.a.- persona de hasta 35 años:

 

- profesor universitario:

- camarero:

- empleado de banco:

- sacerdote:

  

3.b.-persona de más de 40 años:

 

- profesor de universidad:

- empleado de banco:

- camarero:

- sacerdote:

 

 

4)    Señala las formas más habituales con las que llamas:

 

- a un amigo íntimo:

- a un amiga íntima:

- a tu profesor:

- a tu médico:

- a tu paciente:

 

 

5)    ¿ A partir de qué edad consideras oportuno tratar a las personas de USTED? (En depende, indica los factores que más te influyen a la hora de dirigirte a una persona)

 

- a partir de 30 años:

- a partir de 40 años:

-a partir de 50 años:

-a partir de 60 años:

-a partir de 70 años:

-a partir de 80 años:

- nunca:

- depende :

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Véase el Anexo.

[2] Existe el problema de que los encuestados no están casados ni tienen hijos. Para resolverlo, se les pregunta por cómo les tratarían en el caso de tenerlos.

[3] El 3,58% restante corresponde al informante que declara que únicamente emplea las formas V en situaciones de broma.

[4] Léase la nota 1.

[5] En mi ponencia en AJL (León, 2003): “Formas de tratamiento nominal y pronominal en el siglo XX: Análisis de dos obras de teatro”, hablé de la relación que existe en el empleo de las formas pronominales del paradigma del con el empleo de la forma nominal papá/mamá y, a la inversa, la relación entre los pronombres del paradigma usted con las formas padre/madre.

[6] No obstante, los informantes no están casados, no sufren los avatares de la vida diaria y no pueden sino imaginar el cómo tratarían a su cónyuge.

[7] Dado a que cuando se analizaron los resultados en relación al sexo del receptor, las diferencias fueron mínimas, se ha considerado preferible no incluirlas. No obstante, esta idea ya había sido propuesta por Borrego (1978: 62) y por estudios míos que están por publicarse.

[8] Borrego (1978: 56) explican que “esta utilización de T encuentra mayores obstáculos cuando el hablante se dirige a sujetos del nivel 1, de status superior al suyo, pero los alumnos de quinto están próximos de acceder a ese nivel; los obstáculos, por tanto, aun existiendo, tienen menos fuerza que para los alumnos de primero”.

[9] A esta afirmación se le podría objetar que en la actualidad la realización de una carrera universitario no equivale a poder ejercerla profesionalmente.

[10] En el trabajo de Alba de Diego (1980: 119), que recoge los tratamientos de los jóvenes de Madrid, la forma tío tiene una frecuencia de uso del 22,5%. El porcentaje de uso de las otras formas nominales es: nombre propio (25%), apellido (5%) apodos (10%), hipocorísticos (10%), macho (15%), tronco (7,5%), cabrón (7,5%), colega (5%) y las formas simpático, gamberro, capullo, cabroncete, pollo y salido con escaso índice de frecuencia.

[11] El 19,32% de los encuestados no contesta a esta pregunta.